Por: La Izquierda Socialista
“El actual y poderoso movimiento de millones de mujeres proletarias que consideran su falta de derechos políticos como una vergonzosa injusticia, es una señal infalible de que las bases sociales del orden existente están podridas y de que sus días están contados.”
Rosa Luxemburgo
Los últimos años han significado para las mujeres trabajadoras del mundo y en particular las de México, un infierno. La violencia se ha recrudecido a todos los niveles. Miles de desaparecidas, de asesinadas, ataques sexuales, acoso en las calles, laboral, doble explotación en la casa y el trabajo, etc. Todo lo peor de este sistema lo podemos ver reflejado en la vida cotidiana de la clase obrera, y dentro de ellos, de las mujeres.
La repuesta a esta situación de barbarie no se ha hecho esperar, millones de mujeres a lo largo y ancho del mundo han salido a las calles a luchar contra la violencia del Estado, contra la violencia del capital y la violencia que encierra la familia dentro del capitalismo. Estas movilizaciones están poniendo nuevamente en la mesa la necesidad de conquistar derechos como decidir libremente sobre su cuerpo, el respeto en todos los ámbitos de la vida, la seguridad, contra la violencia, etc.
Estas movilizaciones han generado organizaciones más consolidadas donde las trabajadoras o hijas de familias obreras juegan un papel de primer orden. El nivel de confianza ha aumentado, hay una nueva generación que se da cuenta que solo se puede conseguir la victoria organizándonos y luchando contra el capitalismo. El trabajo colectivo, la discusión permanente, la lucha está reconfigurando los espacios donde las compañeras participan.
No consideramos que todos estos logros se deban exclusivamente a la ideología feminista, por el contrario, ha sido como resultado de la acción conjunta de la lucha de mujeres y hombres de la clase obrera lo que ha permitido esta nueva fase de movimientos por los derechos de la mujer. No ha sido el inventar nuevas palabras desexualizadas o neutras, o la lucha sectaria de pequeños grupos separatistas, ha sido la intervención de masas.
También se ha demostrado claramente que cuando una mujer se dispone a luchar, rompiendo todas las ataduras que se le imponen, sean económicas, políticas o culturales, lo hace decididamente e incluso puede ser mucho más decidida que cualquier hombre. Este embate y energía choca contra una moral podrida, hipócrita y obscura de la iglesia, “las buenas costumbres de la familia” y el capitalismo. Se busca evitar, por todos los medios, que las cosas cambien, que se mantenga la sumisión y la obediencia a sus padres y marido, ante sus “superiores”, que tolere todo lo que le pase frente al hombre y la sociedad. Todas estas ideas están siendo cuestionadas, y en lugares donde las mujeres jóvenes son mayoría, donde se despliega su energía mejor organizada y con más decisión, se ha logrado que se ganen derechos, por ejemplo, que se respete su cuerpo y su voluntad.
Aunque muchas organizaciones políticas luchan por los derechos de la mujer, en una gran mayoría no se ha logrado extirpar practicas misóginas o machistas en su interior. Ahora mismo hay miles de denuncias anónimas que están sacudiendo a organizaciones, gremios y sectores. En la mayoría de los casos podemos ver patrones similares de violencia machista, agresión sexual, acoso, etc.
Es claro que al ser tan generalizada esta situación, las causas no tienen que buscarse en las formas de organización o programas de las organizaciones o gremios, sino en los aspectos sociales donde se desarrollan y crecen las agrupaciones. No hay una varita mágica que plantee, por el simple hecho de que un hombre milite en una organización política democrática, progresista o revolucionaria, que toda su educación, su carga moral -muchas veces reaccionaria- se queden a las puertas de las organizaciones y comience un proceso de purificación.
Ninguna organización, ningún colectivo se desarrolla en una burbuja de cristal y es inmune a todos los demonios que hay en la sociedad burguesa. A los hombres y mujeres se les enseña a organizarse, pensar, actuar de forma individual, y en la gran mayoría de los casos, conservadora, machista. Las organizaciones y los gremios tienen que comenzar a aceptar esto para poder encontrar una solución a las problemáticas antes mencionadas. Si alguien niega que en su organización suceden casos de acosos o de machismo, simplemente están incurriendo a la mentira para encubrir los casos. Todo mundo, en menor o mayor medida tenemos esa carga machista por haber sido educados en una sociedad capitalista.
El discutir en las organizaciones políticas, en los sindicatos, partidos y demás colectivos sobre la mujer significa que debe de haber cambios sustanciales para lograr que todas nuestras camaradas militen de forma libre, sin ser violentadas en su integridad física o moral, sin acoso. La confianza para que se puedan corregir los errores que se cometen son parte fundamental de la vida democrática de las organizaciones políticas. Sí una compañera milita debe recibir un apoyo entusiasta de sus compañeros y compañeras. La organización debe ayudarla en su formación y en la de todos los miembros para evitar cualquier tipo de agresión o acoso. Deben establecer mecanismos para que se denuncie algún comportamiento indebido y se corrija rápidamente.
La denuncia anónima como herramienta de lucha.
Si la situación dentro de las organizaciones es complicada, aún lo es más fuera de ellas. El capitalismo y toda su ideología machista y patriarcal condena la mujer, dentro de esta sociedad, a ser el apéndice del hombre, la cual tiene que someterse a sus deseos. Un accesorio más en la casa al cuidado de los niños -no puede tener los derechos legítimos de su cuerpo, por ejemplo, el derecho al aborto-, tiene que cumplir estándares de moral, belleza, etc.
En el aspecto político la mujer consiguió muchas décadas después que el hombre el derecho al voto; después de la llamada “segunda ola del feminismo” se abrieron espacios en los lugares gerenciales de las empresas y responsabilidades en el gobierno a las mujeres burguesas y de la clase media -con su llamada teoría de los techos de cristal, aspiran a ser igual que los hombres dentro del capitalismo, es decir convertirse en burgueses y explotadores-; ante la ley se “goza” de una igualdad formal, sin embargo en términos concretos las mujeres trabadoras, de familias obreras y de campesinos pobres, sufren un régimen de discriminación, explotación, censura, violencia dos o tres veces mayor que el hombre.
Cuando una mujer pobre va a buscar trabajo es presa del acoso laboral, de salarios miserables, de burlas, etc. Lo mismo sucede cuando las mujeres de clase obrera tienen que interponer una denuncia o tienen que hacer algún trámite burocrático. Son tratadas con menosprecio por el servidor público -incluso aunque esta sea mujer-. Si hablamos de una denuncia penal, esta situación es mucho peor, y si se trata de violencia o acoso simplemente los “impartidores de la ley” hacen caso omiso, se burlan o revictimizan a la denunciante. Esto es cierto en la gran mayoría de los casos.
Es esta la razón por la cual las mujeres agredidas no pueden “encausar” sus denuncias por la vía legal. La legalidad burguesa, las leyes del capitalismo las ocultan, no les hacen caso. En este sentido, las medidas como el #MeToo es un acto de rebeldía contra las leyes burguesas y que expone de forma clara las limitantes que hay para la liberación de la mujer en los márgenes del capitalismo.
El #MeeToo es una práctica que se ha generalizado ante la falta de una alternativa organizativa de masas con un programa claro, consecuente, es decir revolucionario, para luchar contra la opresión de la mujer. Nace como una vía de denuncia entre la industria del cine y el entretenimiento, en particular en Hollywood, pero sabemos que millones de mujeres no tiene la proyección pública de las actrices que valientemente se atrevieron a denunciar a productores y gente poderosa de esa industria.
Las denuncias han sido valientes, debido al vacío que la legalidad y las instituciones burguesas generan en este tipo de casos: sólo el 6% de las mujeres que sufren violencia o acoso presentan una denuncia, y de ese porcentaje sólo un 1% es sentenciado; existe una percepción general que el sistema de justicia no ayuda, sino al contrario se generará un proceso de revictimización.
Que una mujer denuncie la violencia de la cual ha sido víctima es progresista, ayuda a hacer visible las causas de su lucha y principalmente ayuda a ver cuáles son las limitantes que tienen las mujeres en la lucha por su emancipación. Los socialistas decimos: apoyamos decididamente la lucha de las mujeres por la obtención de derechos democráticos y contra la violencia, pero su emancipación total no se logrará en los márgenes del capitalismo.
Ahora bien, si nuestro objetivo es acabar con la explotación de la mujer y liberarla de todos los demonios que vive actualmente, una denuncia no es suficiente, incluso resulta en su contrario si esta denuncia se utiliza para abrir una brecha en la lucha entre mujeres y hombres. El reciente suicidio de Vega Gil -integrante de la agrupación Botellita de Jerez- después de una denuncia anónima donde se le acusaba de insinuaciones sexuales a una niña de 13 años, ha abierto y polarizado un intenso debate en las redes sociales y los medios de comunicación masivos.
Por un lado, está una capa de gente que no apoya el #Metoo (o denuncia anónima) porque considera que se puede convertir -algunas personas dicen que ya lo es- en un método con el cual se puede arremeter contra hombres y mujeres por venganza. Pero no podemos decir que todas las denuncias tienen este fin, incluso hay estadísticas que dice que solo el 2% de estas denuncias tienen el objetivo de venganza o ajuste de cuentas políticas. Es normal que después de las movilizaciones que han protagonizado las mujeres en el último periodo, se sientan con más fuerza y confianza para denunciar cosas que han vivido anteriormente.
Por otro lado, hay grupos o personas que miran la denuncia pública como una forma de que su política prevalezca, remarcan que los hombres, todos, son violentos por naturaleza, que detrás de cada relación personal hay un opresor, que en cada persona que pasa a tu lado hay un violador en potencia. Esta ideología la desarrollan pequeños grupos sectarios de mujeres, las cuales utilizan la desgracia para que su política tenga más incidencia.
Si analizamos como se han utilizado las denuncias anónimas en Ciudad Universitaria en la UNAM por parte de las autoridades y los grupos de derecha para golpear a organizaciones políticas con cierta presencia, debemos señalar que los grupos feministas que se dicen separatistas le han hecho el juego a las autoridades pues las practicas del separatismo donde señalan que la organización para combatir la violencia debe ser puramente de mujeres y que estos espacios de mujeres serán los que combatan los machismos, la misoginia y el acoso, por ende serán espacios que combatan al sexo masculino. Situación que ha llegado a un punto donde se rechaza la participación de mujeres que militan en organizaciones marxistas y que la política del separatismo no sólo divide entre hombres y mujeres, sino también entre mujeres. La práctica del separatismo ha utilizado las denuncias anónimas para señalar y aniquilar al acusado políticamente; la derecha y las autoridades para golpear a organizaciones de izquierda.
La gran mayoría de las denuncias son ciertas, porque, como ya lo dijimos, vivimos en una sociedad donde el machismo es parte de la “educación” de hombres y mujeres. La denuncia anónima se da ante un vacío que ofrece la democracia burguesa a las mujeres y ante una educación machista e individualista que pregona el capitalismo. El #Metoo es un efecto, un producto de una sociedad enferma y al mismo tiempo una reacción ante la falta de alternativas al acoso, pero no es una solución para erradicar el problema.
Un caso interesante para resaltar es, el de las trabajadoras de Mc Donalds, en septiembre de 2018 se organizaron e impulsaron una huelga contra el acoso y la violencia, formaron comités de mujeres en los centros de trabajo, se acercaron a los sindicatos e impulsaron la huelga en varias tiendas de comida rápida. Sin duda está es una expresión que debe ser replicada para combatir el acoso sexual y la violencia hacia las mujeres.
¿Cómo combatir el acoso y la violencia?
Los marxistas pensamos que no hace falta solo el coraje para denunciar, sino la posibilidad de abrir un dialogo entre hombres y mujeres de extracción humilde, con intereses de clase iguales, donde se puedan tratar esos problemas, no esconderlos o negarlos, sino ponerlos sobre la mesa para que juntos solucionemos los problemas. En caso de comportamiento indebido utilizar una sanción correctiva, es decir, una que permita sacar conclusiones y corregir el problema.
Algunas organizaciones o personas pregonan la deconstrucción como el camino. Es decir, el asumir de manera individual que cada uno de nosotros debemos de cambiar y erradicar toda la vieja moral y enseñanzas. Nosotros estamos de acuerdo en que debemos de transformarnos o “deconstruirnos”. Pero esto no es un aspecto de índole individual, porque si uno lo acepta así, entonces ya no valdría la pena luchar por un mundo mejor, bastaría que todos cambiaran individualmente. Esto es lo que plantea la teoría posmoderna y nosotros la rechazamos. El cambio en nosotros mismos es una responsabilidad colectiva, principalmente dentro de nuestra organización.
En otras palabras, asumimos que el capitalismo y el machismo son una lacra, pero no creemos que su combate sea un asunto “de cada uno”, por el contrario, debe ser una lucha colectiva. Además, como decía Marx, no solo es la autoeducación y la formación política, es la lucha revolucionaria la que cambia a las personas, lo que hace renacer una actitud diferente en las relaciones humanas, más camaraderiles y hermanables:
«Que tanto para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la cosa misma, es necesario una transformación en masa de los hombres que solo podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución; y que, por consiguiente, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases».
La liberación, no solo de la mujer, sino de todos juntos, solo podrá garantizarse cuando terminemos con el capitalismo. En ese camino, en la lucha en las calles, hombro a hombro, mujeres y hombres, confraternizarán de forma más armónica, porque la lucha nos hace iguales y nuestros objetivos son los mismos, terminar con la degradación de la humanidad, con la violencia de todo género y la esclavitud económica.
Denuncia de acoso contra nuestra organización.
En medio de todas las denuncias que se han hecho, el 27 de marzo se hizo una denuncia anónima sobre un caso de acoso en nuestra organización. Particularmente se acusa a un exmiembro, con el cual la organización no tiene ningún contacto desde hace más de 5 años. No obstante que el acusado no tiene ningún vinculo con la organización en este momento, decidimos investigar para saber si esto fue cierto y tomar las medidas necesarias para que no se repita.
El mismo día que tuvimos conocimiento de la denuncia los órganos de dirección de la organización se reunieron para decidir el camino a seguir. Se instauró una comisión investigadora para hablar con excompañeras y compañeras en activo para preguntar sobre el caso en cuestión. Además, se buscó al acusado para informarle de la acusación y si es quería dar su punto de vista. Estos son los resultados de la investigación:
En primera instancia quisiéramos informar que la persona mencionada en la denuncia no es miembro de la organización, él dejo de serlo a finales de 2014, a partir de esa fecha a la actualidad la organización no mantiene ningún tipo de vínculo con él.
Como resultado de la investigación, del hablar con compañeras, excompañeras y con el acusado, podemos decir que el acusado, en algunos casos, tuvo una actuación censurable de avances sexuales y explícitos por escrito que no eran solicitados ni correspondidos, y que por lo tanto la acusación de acoso es cierta. Repudiamos el comportamiento del acusado, que no es un comportamiento compañero y no tiene lugar en una organización comunista. Repudiamos profundamente estos acontecimientos. Negamos que la organización fuese cómplice de los actos de acoso y de promover borracheras para abusar de compañeras y que la dirección haya sido cómplice de ocultar estos eventos.
Consideramos que la organización tendrá que tomar medidas firmes para evitar que estos lamentables acontecimientos que ocurrieron años atrás -7 a 8 años atrás- se repitan en la actualidad, mediante la discusión y la educación en nuestras filas, y con la información a todos los militantes de los mecanismos y procedimientos para realizar quejas en cuanto a comportamientos machistas o que de otra manera violen la moral comunista y solidaria que debe reinar en nuestras filas.
Y seguiremos con el esfuerzo de luchar por la mejora de las condiciones de las mujeres en general y el mantener dentro de la organización relaciones camaraderiles y de respeto que permitan a todos los militantes participar en la lucha común por el socialismo en igualdad de condiciones.
La lucha contra el acoso sexual es parte integral de la lucha por la emancipación de la mujer y contra el machismo, que en nuestra opinión es consustancial de la lucha contra el capitalismo, un sistema de violencia, opresión y barbarie, y por una sociedad en la que, liberados del fango de la sociedad clasista, los seres humanos podamos desarrollarnos plenamente y en libertad.