Publicamos aquí una contribución de Alan Woods al debate pre-congresual del Partido Comunista Brasileño – Refundación Revolucionaria. El PCB-RR reúne a los camaradas que fueron expulsados burocráticamente del PCB en julio-agosto de 2023, después de que plantearan toda una serie de diferencias políticas, incluyendo en relación a la cuestión del carácter de la guerra en Ucrania. Queremos agradecer al Comité Político Provisional Nacional del PCB-RR la oportunidad de este intercambio de ideas entre comunistas y les deseamos éxito en su congreso que tendrá lugar a finales de mes. El artículo fue publicado como parte de la Tribuna de Debatesdel congreso PCB-RR con la siguiente introducción:
Nota del editor:
A partir de contactos y reuniones bilaterales mantenidos desde el segundo semestre de 2023 entre miembros del CPN provisional del PCB-RR y dirigentes de algunas organizaciones revolucionarias de izquierda, interesados en mantener un diálogo con nosotros y apuntando a la posibilidad de unidad de acción en algunos temas, se formalizó una invitación para que estas organizaciones aporten artículos a la sección Tribunas de Debate del portal En Defensa del Comunismo.
En este contexto, publicamos la siguiente Tribuna, titulada «La crisis en el movimiento comunista – hay que volver a Lenin», escrito por Alan Woods, de la Corriente Marxista Internacional (CMI), de la cual forma parte la Organización Comunista Internacionalista (OCI). También extendemos la invitación al Coletivo Cem Flores y al Movimento Marxista 5 de Maio (MM5) para que también puedan compartir sus perspectivas a través de artículos en nuestra plataforma, quedando nuestra Tribuna disponible para futuros aportes.
En primer lugar, quiero agradecer a los camaradas del PCB RR la oportunidad de participar en sus discusiones pre-congresuales a través de esta Tribuna de Debates. El debate político y la clarificación son esenciales si queremos avanzar.
Hace quince años, la CMI inició relaciones fraternales con el PCB y, en particular, con su entonces secretario general, el camarada Pinheiro, con quien mantuve conversaciones muy cordiales y constructivas.
Visité el partido en varias ocasiones y me reuní con su CC. Esto dio lugar en 2014 a un trabajo conjunto entre la CMI y el PCB en solidaridad con la resistencia antifascista en Ucrania.
Me complace ver que estos vínculos se han restablecido ahora con los camaradas que luchan por la reconstrucción revolucionaria del PCB.
La batalla que estáis librando por la reconstrucción revolucionaria del Partido Comunista no sólo es necesaria, sino que tiene importancia mundial. Nuestro movimiento es internacional o no es nada.
Es necesario que las fuerzas del auténtico comunismo, las que defienden la independencia de clase, se posicionan contra el imperialismo y por la revolución socialista, no sólo de palabra sino también en los hechos, entablen un debate de ideas así como una colaboración práctica.
Es deber de los comunistas de todo el mundo seguir con atención los debates que tienen lugar, aprender de ellos y contribuir a los mismos. Por encima de todo, es necesario luchar continuamente por la claridad política.
Lenin explicó hace tiempo que sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario. La libre discusión de ideas y diferencias fue una de las principales características del partido bolchevique a lo largo de su historia. El partido lo necesita como el cuerpo humano necesita oxígeno.
El peso muerto del estalinismo destruyó la democracia interna que caracterizaba al partido de Lenin y sofocó todo debate interno.
Esto fue lo que destruyó la Internacional Comunista. Es nuestro deber volver a las limpias tradiciones del leninismo y revivir el espíritu del bolchevismo y del internacionalismo proletario.
El debate en el movimiento comunista mundial era necesario desde hace tiempo. Se produce en un momento crucial de la historia mundial.
El sistema capitalista se encuentra en una crisis sin precedentes. La crisis actual no es una crisis cíclica normal del capitalismo sino un claro indicio de que el capitalismo ha alcanzado sus límites y ya no es capaz de desempeñar ningún papel progresista.
La crisis se traduce en una inestabilidad crónica en todos los ámbitos: económico, financiero, social, político, diplomático y militar.
Millones de personas se enfrentan a una muerte lenta por inanición, estrujadas por las garras implacables de los prestamistas imperialistas.
Incluso en los países más avanzados y ricos, la clase trabajadora se enfrenta a ataques despiadados contra su nivel de vida y sus derechos democráticos.
Los estrategas del capital no ofrecen ninguna solución a la crisis. Todas las conquistas del pasado están bajo ataque: pensiones, sanidad, educación.
Todos los intentos de los burgueses por restablecer el equilibrio económico sólo sirven para destruir el equilibrio social y político.
Las condiciones están madurando para una explosión de la lucha de clases a escala internacional.
La crisis del capitalismo es también la crisis del reformismo. Lejos queda el período en que el movimiento obrero era capaz de obtener concesiones serias y duraderas de la clase dominante.
Tras la crisis de 2008 se produjo una revuelta mundial contra las medidas de austeridad. La primera expresión de la radicalización fue un giro hacia el «reformismo de izquierdas» en diferentes países.
Vimos el ascenso de Syriza en Grecia, Podemos en España, Bernie Sanders en Estados Unidos y Jeremy Corbyn en Gran Bretaña.
Sin embargo, la experiencia ha puesto cruelmente de manifiesto las limitaciones del reformismo de izquierdas. Despertaron enormes expectativas, enormes esperanzas, sólo para frustrarlas en todos los casos.
A la hora de la verdad, los reformistas de izquierda siempre capitulan. La traición es inherente al reformismo.
Como resultado de esas traiciones, hoy vemos a toda una capa de la juventud orientándose hacia las ideas del comunismo.
Esta tendencia se revela claramente en los sondeos de opinión de un país tras otro, incluido en los propios Estados Unidos.
Se trata de un fenómeno extremadamente importante. Las capas más avanzadas de la juventud se autodenominan comunistas. Tienen un deseo apasionado de luchar por una sociedad mejor y sed de ideas.
Sin embargo, paradójicamente, precisamente en este momento el movimiento comunista mundial está en completa confusión. Muchos de los partidos comunistas actuales son «comunistas» sólo de nombre.
Los dirigentes de esos partidos abandonaron hace tiempo las ideas de Lenin y del bolchevismo y se hundieron en un vulgar reformismo. En lugar de la revolución socialista, defienden la reforma del capitalismo y han sucumbido al socialchovinismo.
El poderoso Partido Comunista Italiano (PCI) era el más grande y fuerte de Europa. Las políticas de degeneración nacional-reformista llevaron al final a la disolución del PCI y a su transformación en un partido reformista burgués.
El Partido Comunista de España (PCE) forma parte de un gobierno de coalición que está enviando armas a Ucrania como parte de la guerra de la OTAN contra Rusia. Cuando su organización juvenil (UJCE) rechazó la línea oficial, fueron expulsados.
El Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA) es poco más que una máquina electoral para el Partido Demócrata capitalista, pidiendo el voto por Biden como un «voto contra el fascismo».
El Partido Comunista Sudafricano (SACP) adoptó un enfoque menchevique durante la lucha contra el apartheid, estableciendo una separación clara y completamente artificial entre una ‘revolución nacional democrática’ y la revolución socialista en un futuro lejano.
Ha formado parte del gobierno procapitalista del ANC durante 30 años, e incluso defendió la masacre de 34 mineros en huelga en Marikana en 2012 por las fuerzas del Estado capitalista.
El Partido Comunista Chino no es ni comunista ni un partido, sino simplemente un brazo del Estado capitalista, que defiende las relaciones de propiedad capitalistas en el interior y los intereses imperialistas de los capitalistas chinos en el exterior.
Y la lista continúa ….
La cuestión de la guerra es una prueba de fuego para todas las tendencias del movimiento obrero. La guerra en Ucrania y el asalto israelí a Gaza han puesto de manifiesto la completa bancarrota de muchos de estos llamados Partidos Comunistas.
La invasión de Ucrania por Rusia en febrero de 2022 sacó a la luz la profunda crisis del movimiento comunista. La mayoría de los partidos comunistas hicieron escandalosas concesiones a la posición de su propia clase dominante.
Muchos Partidos Comunistas de Occidente dieron su apoyo abierto o tácito a la OTAN encubriendo su capitulación con abstractos llamamientos a la paz, «negociaciones», etc.
Igual de mal, otros partidos se han convertido en poco más que instrumentos de la política exterior rusa y china, presentando a estos países capitalistas como «aliados progresistas» de la lucha de las naciones débiles y dependientes para «liberarse de la colonización imperialista y de la esclavitud de la deuda».
El Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) se ha convertido en un seguidor del régimen de Putin, que representa los intereses de los oligarcas capitalistas rusos y sus ambiciones en la arena internacional.
Ante la masacre de Gaza, muchos partidos comunistas de todo el mundo, en lugar de defender una clara política revolucionaria antiimperialista, han respondido con piadosos llamamientos a «respetar el derecho internacional» y las resoluciones de las Naciones Unidas.
Nada más lejos de Lenin, que denunció la Sociedad de Naciones como una «cocina de ladrones imperialistas». El «derecho internacional» es una farsa, un mero reflejo de la relación de fuerzas entre las principales potencias imperialistas.
Durante la Primera Guerra Mundial, Lenin fue especialmente mordaz en sus críticas al pacifismo. Su posición básica era que la guerra era el resultado inevitable del imperialismo y que una paz imperialista no era más que la preparación de otra guerra imperialista.
Insistió en que la única forma coherente de luchar contra la guerra imperialista era mediante la revolución socialista y que el principal enemigo de la clase obrera estaba en casa.
Estas contradicciones han provocado una serie de escisiones. La Reunión Internacional de Partidos Comunistas y Obreros (IMCWP) en La Habana en 2023 ni siquiera pudo producir una declaración conjunta sobre la guerra de Ucrania, ya que no había «consenso».
Los problemas del movimiento comunista no son nuevos. Se remontan a la aceptación de la política antimarxista del «socialismo en un solo país» a finales de la década de 1920.
En 1928, León Trotsky predijo que esto conduciría inevitablemente a la degeneración nacional-reformista de todos los partidos comunistas del mundo. Esta predicción resultó ser correcta.
Al principio, los dirigentes de los partidos comunistas cumplieron obedientemente los dictados de Stalin y de la burocracia, siguiendo servilmente todos los giros que venían de Moscú, desde el ultraizquierdismo del «Tercer Periodo» hasta la política menchevique de las alianzas con los liberales del «frente popular».
Más tarde repudiaron a Stalin, pero en lugar de volver a Lenin, dieron un brusco giro a la derecha, en particular bajo el disfraz del «eurocomunismo».
Se convirtieron en meros socialdemócratas, en algunos casos manteniendo la palabra comunista en sus nombres, en otros desechándola como si fuera un trapo viejo y sucio. Al romper con Moscú, estos partidos adoptaron perspectivas y políticas reformistas.
Siguiendo la lógica fatal del «socialismo en un solo país», la dirección de cada partido nacional se adaptó a los intereses de la burguesía de su propio país. Esto condujo a la completa degeneración y, en muchos casos, a la liquidación total de los Partidos Comunistas.
Muchos obreros comunistas de base han reaccionado contra este revisionismo descarado. Las expulsiones burocráticas y la violación de las reglas democráticas en el Partido Comunista Brasileño (PCB) forman parte de este proceso.
Entre los partidos que no han capitulado ante el nacional chovinismo destaca el Partido Comunista Griego (KKE).
Se trata de un partido compuesto por decenas de miles de los mejores trabajadores y jóvenes de Grecia que, sin duda, ha dado pasos importantes al rechazar la vieja y desacreditada idea estalinista-menchevique de las dos etapas y defiende abiertamente la revolución socialista.
Adoptó una clara postura internacionalista sobre la guerra de Ucrania, que caracteriza correctamente como un conflicto interimperialista, oponiéndose a su propia clase dominante y a la OTAN, pero también denunciando el carácter imperialista del régimen de Putin.
Tenemos diferencias con el KKE. En particular, pensamos que es necesario romper completamente con la teoría antimarxista del socialismo en un solo país y adoptar un enfoque leninista sobre la cuestión del frente único.
El KKE también tomó la iniciativa de convocar el Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros , como un intento de reorganizar el movimiento comunista tras el colapso de la URSS.
Existe una clara necesidad de reorganizar el movimiento comunista a escala internacional. El problema de estos encuentros es que se basan en el «consenso» frente al debate, la confrontación de ideas y el centralismo democrático.
Los límites de este enfoque se pusieron de manifiesto cuando surgieron puntos de vista tremendamente opuestos en relación con la guerra de Ucrania.
Las cuestiones teóricas fundamentales no pueden disimularse con declaraciones diplomáticas conjuntas que eludan las cuestiones principales.
Algunos partidos firman resoluciones que hablan del poder obrero y de la lucha por el socialismo en reuniones internacionales… mientras que en sus países aplican una política totalmente reformista.
En algunos casos, militantes repelidos por la política reformista de la dirección de muchos Partidos Comunistas han gravitado hacia la figura de Stalin. Esto es comprensible, pero erróneo.
Un examen somero de las políticas de Stalin revela que estas representan una ruptura fundamental con Lenin y el leninismo.
Donde Lenin defendía firmemente una política de ninguna confianza en los liberales burgueses y la necesidad de que la clase obrera tomara el poder, Stalin recuperó la teoría menchevique de las «dos etapas» de alianza con la «burguesía progresista», que condujo al desastre en China, España y otros lugares.
Lenin se opuso a las «instituciones internacionales» como la Sociedad de Naciones, que describió como una «cocina de ladrones», pero Stalin incorporó a la URSS a la Sociedad de Naciones en 1934.
Donde Lenin abogaba por el internacionalismo proletario, Stalin cortejó a las distintas potencias imperialistas, y luego disolvió la Internacional Comunista en mayo de 1943 como gesto de buena voluntad hacia ellas.
Los métodos burocráticos que la dirección de muchos partidos comunistas ha utilizado para eliminar a sus críticos proceden directamente de los métodos antidemocráticos del estalinismo y no tienen nada que ver con la bandera limpia del centralismo democrático leninista.
Mientras Lenin vivió, el debate sano era la norma en el seno de la Internacional Comunista y del Partido Ruso sobre muchas cuestiones diferentes: las negociaciones de Brest-Litovsk, la cuestión sindical, la Nueva Política Económica, el Frente Único, la participación de los comunistas en el parlamento y en los sindicatos, etc. Eso fortaleció al Partido y a la Internacional, y no lo contrario.
Es de fundamental importancia que todos los comunistas examinen detenidamente estas cuestiones que no tienen un interés meramente histórico.
Por el contrario, son extremadamente relevantes para los debates que tienen lugar hoy entre los partidos comunistas sobre el imperialismo y la guerra, el carácter de Rusia y China, el papel de los BRICS y la idea de un supuesto mundo «multipolar».
Por supuesto, algunos dirán: «¡pero vosotros sois trotskistas!». A esto respondemos: somos marxistas y somos bolcheviques-leninistas. Defendemos las ideas y tradiciones de Trotski porque sólo él luchó por defender las ideas y tradiciones de Lenin contra la reacción estalinista.
En todas las cuestiones fundamentales (independencia de la clase obrera, oposición a la colaboración con la burguesía, internacionalismo proletario y métodos organizativos de centralismo democrático) no había diferencias entre Lenin y Trotski después de 1917.
Desgraciadamente, muchos de los que se autodenominan «trotskistas» han desacreditado ese nombre a los ojos de los comunistas. Basta decir que esos sectarios tienen tan poco que ver con las ideas genuinas de León Trotski como los estalinistas tienen en común con las de Lenin.
Es el caso, por ejemplo, de la llamada «Cuarta Internacional», cuyo escandaloso lema es «sanciones a Rusia, armas para Ucrania». Esto les sitúa firmemente en el campo del imperialismo de la OTAN y de facto en el mismo bando que su propia clase dominante.
No tenemos absolutamente nada en común con esa gente. La verdad es que tras el asesinato de Trotski en 1940, la IV Internacional acabó siendo un aborto. Ahora ni siquiera es una nota a pie de página en la historia.
Cuando Trotski lanzó la Oposición de Izquierda Internacional, la concibió como la oposición de izquierdas en los partidos comunistas. Nosotros somos auténticos comunistas (bolcheviques-leninistas) que fuímos burocráticamente excluidos de las filas del movimiento comunista por Stalin.
Siempre hemos luchado por mantener alta la bandera roja de Octubre y el auténtico leninismo, y ahora debemos reclamar el lugar que nos corresponde como parte integrante del movimiento comunista mundial.
Ha llegado el momento de abrir un debate honesto en el movimiento sobre el pasado, que rompa definitivamente con los últimos restos del estalinismo y prepare el terreno para una unidad comunista duradera sobre los sólidos cimientos del leninismo.
Ahora nos enfrentamos a una situación en la que toda una capa de jóvenes busca instintivamente la bandera del comunismo. La situación nunca ha sido más favorable para conquistar a estas nuevas capas para la causa del comunismo.
Pero para tener éxito, necesitamos un nuevo comienzo: una bandera limpia con una identidad revolucionaria y comunista clara e inequívoca.
Con este fin, la Corriente Marxista Internacional lanzará en junio de este año una nueva Internacional Comunista Revolucionaria, que consideramos como un paso en la dirección de la reconstrucción de una internacional comunista de masas digna de ese nombre.
Tendemos una mano de amistad a todos los militantes honestos que deseen luchar por el comunismo. Todo lo que tenemos que ofrecer son nuestras ideas, que pueden encontrarse en nuestro Manifiesto publicado.
Esta es nuestra contribución a un debate honesto y fraternal. El resultado del mismo estará enteramente en sus manos.
Por nuestra parte, esperamos fervientemente que pueda conducir finalmente a una unificación duradera de todas las fuerzas auténticas sobre la sólida base de las ideas de Lenin, el bolchevismo y la gran Revolución de Octubre.
¡Camaradas! ¡Unamos nuestras manos en una lucha común contra el revisionismo y volvamos a las ideas y métodos de Lenin!
Que nuestros lemas sean:
¡Abajo el revisionismo!
¡Volvamos a Lenin!
¡Por la unidad combativa de todos los comunistas!
¡Adelante con la reconstrucción de la Internacional Comunista!
Esperamos sus comentarios sobre estas importantes cuestiones.
Londres, 9 de abril, 2024