“No quiero sentirme valiente cuando salga a la calle, quiero sentirme libre”.
Te imagino a ti, corriendo, siendo libre, amando, disfrutando plenamente.
Te imagino a ti, desapareciendo un día, con miedo, gente buscándote de todos lados, exigiendo que te regresen con vida.
Te imagino a ti, pidiendo ayuda, gritando porque no te quiten lo que es tuyo.
Te imagino a ti, con tu último aliento.
Hoy no estamos todas, hoy nos falta Mariana.
México se encuentra una vez más de luto y, a pesar de que esto no sea una extrañeza, a pesar de que México sea un país feminicida, y al día mueran alrededor de 10 mujeres, no nos excusa de sentir impotencia y tristeza al saber que, una vez más, han asesinado a una de nuestras hermanas.
Mariana Zavala Escamilla desapareció el 2 de agosto del año en curso, la última vez que se le vio fue enfrente a la pastelería “El Arlequín” en Tlahuelilpan, al saber este informe y lanzada la ficha de búsqueda, se hizo una propagación masiva en redes sociales, logrando tener una gran difusión en el Estado de Hidalgo con el fin de hallar a Mariana con vida.
Lamentablemente ocho días después, un cuerpo fue localizado en Tunititlán, Chilcuautla; y no fue hasta el 14 de septiembre que se confirmó que ese cuerpo era de Mariana Zavala. Al saber esta noticia todos entramos en luto, nos llenamos de impotencia, lloramos la pérdida y gritamos fuerte su nombre para hacer justicia.
Mariana solo tenía 18 años y, al igual que muchas mujeres en México, sufrió los resultados de vivir en un sistema capitalista, barbárico y patriarcal; con un sistema judicial que antepone sus prejuicios morales cuestionando sobre dónde, cómo, cuándo y por qué estaba Mariana en el lugar donde despareció para justificar su asesinato, en lugar de movilizar todas las fuerzas necesarias para localizarla. Esto es simplemente un hecho atroz, despiadado e inhumano, es insinuar que fue su culpa, y no, ninguna mujer tiene la culpa de morir en manos de “machos feminicidas” que han sido alineados por el sistema para seguir pensando que las mujeres somos objetos desechables, para seguir cavilando que permanecerán libres, que no habrá consecuencia alguna después de usurpar nuestros cuerpos y arrebatar nuestras vidas.
A pesar de que estamos en medio de una pandemia por el COVID-19, esto no ha sido una evasiva para que dejen de asesinar todos los días a mujeres que lo único que hacían era vivir su existencia. ¿Realmente el COVID-19 es la única calamidad que nos asecha? No, aunque a simple vista nos atrape, hay algo peor que este virus y es el sistema. El sistema capitalista es el que nos mata antes de que logremos darnos cuenta. El sistema te quita, te despoja, te golpea, te esclaviza, te asesina, e incluso después de asesinarte sigue jugando con lo que era tu existencia, lucrándose de ella, burlándose o ignorándola.
Hoy nos arrebataron a una más de nosotras y esto no quedará impune, pensaron que callarían su voz. Lo que no saben es que le dieron más potencia y ahora vivirá en los cuerpos de cada una de nosotras, pues convertiremos toda esa rabia, tristeza y frustración en organización. Hoy más que nunca luchar contra el sistema se ha convertido en una cuestión de vida o muerte para las mujeres de la clase obrera, cada día nos vemos expuestas a sufrir algún tipo de violencia en la calle, derivada de un sistema social pútrido. No podemos continuar así, y la mejor arma que tenemos es la organización colectiva de nuestra clase para enfrentar y derrotar al sistema.
Vuela muy alto, Mariana, para que nadie te alcance jamás, tu sufrimiento se ha acabado, descansa y sonríe desde donde estés como siempre lo hacías, que todas tus hermanas y hermanos nos encargaremos de hacerte justicia a ti y a todas las demás víctimas de este sistema.
Ni una más.