Ha pasado más de un mes desde que estalló el levantamiento juvenil en Irán, provocado por el asesinato por parte del régimen de una joven kurda, Mahsa Amini. Desde entonces, se han sucedido enfrentamientos casi constantes entre las fuerzas de seguridad y la juventud en todas las ciudades importantes, además de oleadas de huelgas en bazares y una serie de huelgas industriales.
La situación tiene el potencial de convertirse en un movimiento revolucionario de masas. La semana pasada empezó una campaña de llamamiento a la huelga general y a la formación de comités de resistencia revolucionaria.
Este movimiento revolucionario ha recibido un apoyo masivo de trabajadores y jóvenes de todo el mundo, especialmente entre la diáspora iraní. Mientras tanto, en muchos países occidentales, algunas políticas representantes de la burguesía, en un cínico interés propio, se han unido a las protestas de solidaridad, cortándose un mechón de pelo en apoyo fingido a las mujeres iraníes y pronunciando discursos hipócritas sobre los derechos humanos. La dinastía exiliada Pahlevi, derrocada por la revolución de 1979, aprovechó esta oportunidad para presentarse como los portavoces del pueblo iraní.
Desde el principio, hemos visto una avalancha constante de entrevistas y artículos sobre los Pahlevi en los medios de comunicación persas respaldados por medios extranjeros, como Iran International, BBC Persian, VOA Persian, entre otros. Reza Pahlevi, el expríncipe heredero, se presenta a sí mismo como un demócrata liberal, ha tildado el gobierno sangriento de su padre como una sociedad liberal moderna con «estabilidad, seguridad y progreso del más alto grado», y se designa a sí mismo el papel de administrar una transición sin problemas lejos de la República Islámica.
Los medios burgueses occidentales se están haciendo eco de las mismas mentiras: el mito de un régimen liberal de Pahlevi, presentando a Reza Pahlevi como una fuerza unificadora y minimizando el carácter revolucionario del movimiento. Algunas representantes del imperialismo nos distraen con una serie de trucos, como los actos de cortarse el pelo de algunas políticas del Parlamento israelí y europeo, así como de otros lugares en ‘solidaridad’ con el pueblo iraní.
Reza Pahlevi ha estado incitando de manera oportunista a las huelgas y protestas. Incluso llega a dar consejos no solicitados a los trabajadores en huelga de que “el secreto de la victoria es la unidad, la solidaridad y la continuidad”. Como si estos ladrones de la dinastía Pahlevi que se fugaron de Irán con miles de millones de dólares tuvieran algo en común con las masas o los revolucionarios iraníes.
Los imperialistas y miembros de la dinastía Pahlevi han derramado lágrimas hipócritas por la represión del motín en la infame prisión de Evin. Reza Pahlevi emitía el siguiente tuit: “Las responsabilidades por las muertes en este incendio en Evin recaen en Alí Jamenei y su malvado régimen”. Olvida convenientemente que fue su propio padre, sah Mohmmad Reza Pahlevi, junto con los imperialistas, quienes construyeron esta prisión en primer lugar, en la que torturaron y mataron a miles de presos políticos. La República Islámica simplemente continuó el mismo camino del terror Pahlevi, agregando algunas características especiales propias.
Estos criminales, los Pahlevi, han pedido más sanciones internacionales y que los países occidentales y los iraníes se unan contra la República Islámica. En las últimas semanas, Reza Pahlevi cortejó a los políticos más reaccionarios de América del Norte y la Unión Europea. Ya Canadá, la UE y EE. UU. han impuesto nuevas sanciones y EE.UU. ha puesto límites a las exportaciones de petróleo de Irán.
Será la clase obrera la que experimente la peor parte de estas sanciones. Irán ya sufre una crisis social colosal, fruto de las sanciones de Occidente y del régimen iraní: desempleo masivo, inflación vertiginosa y una abrumadora mayoría de iraníes viviendo en la pobreza. La respuesta de Pahlevi a las sanciones, haciéndose eco de sus amigos reaccionarios en Arabia Saudita e Israel, ha sido que no son lo suficientemente duras. Los Pahlevi y los imperialistas no se preocupan por el pueblo de Irán, su apoyo a este movimiento apesta a hipocresía e interés propio.
Gemelos malvados: el imperialismo occidental y la República Islámica
Las lágrimas de cocodrilo de los imperialistas por la violación de los derechos humanos y las nuevas sanciones solo han dado municiones para que el podrido régimen iraní intente pintar todo el movimiento como una intervención respaldada por extranjeros. Hay un aluvión constante de propaganda proveniente del régimen. Como el movimiento en curso carece de una dirección o programa claro, esto ha sembrado confusión entre las masas, provocando dudas entre muchos, que de otro modo habrían apoyado el movimiento.
El régimen iraní juega con esta debilidad del movimiento y lo acusa persistentemente de estar aliado con los monárquicos y los imperialistas. En realidad, no hay señales en este momento de que estas fuerzas tengan una influencia significativa sobre el movimiento dentro del propio Irán.
El hecho es que los imperialistas occidentales nunca han sido y nunca serán campeones de la democracia o de la clase trabajadora, en Irán, en sus propios países o en cualquier otro lugar. Solo tenemos que mirar los regímenes podridos y corruptos que Estados Unidos instaló después de sus invasiones a Irak y Afganistán; o ver a sus aliados más cercanos como Arabia Saudita, una dictadura religiosa reaccionaria que aviva las llamas del sectarismo étnico y religioso por doquier; o Israel, otro régimen reaccionario cuya brutal opresión de los palestinos revela un total desprecio por la vida humana. No es de extrañar que las masas iraníes no vean al imperialismo occidental como su salvación.
En el propio Irán, los imperialistas tienen una historia muy oscura de explotación y de apoyo al temido régimen del sha a través de golpes de estado y de entrenamiento de la policía secreta, SAVAK. Los constantes intentos de reafirmar su dominio sobre Irán socavando el régimen actual desde la revolución de 1979, desde la financiación de Sadam Hussein durante la guerra entre Irak e Irán hasta las sanciones en curso dirigidas por Estados Unidos que han devastado el país, solo han cimentado un odio justificado hacia el imperialismo entre el pueblo iraní.
La República Islámica y los imperialistas occidentales son dos lados del mismo sistema capitalista podrido, que no tiene nada que ofrecer a las masas iraníes. La República Islámica ha utilizado los ataques de los imperialistas para justificar la creciente explotación de la clase obrera. La clase dominante iraní y sus compinches no solo han recuperado sus pérdidas por las sanciones, sino que, de hecho, Irán ahora tiene el decimocuarto número más alto de millonarios en dólares en el mundo, quienes desde la pandemia han aumentado su riqueza en un 24 por ciento.
Las sanciones y amenazas de los imperialistas solo han ayudado al régimen, como se vio en el levantamiento de noviembre-diciembre de 2019, que se detuvo tras el asesinato de Kasem Soleimani y las amenazas del gobierno de Trump.
Crisis de dirección y del imperialismo
El movimiento actual ha rechazado a los imperialistas y a sus títeres Pahlevi con el lema popular: “Muerte a los opresores, ya sea el sha o el líder [supremo]”. Durante levantamientos anteriores, los lemas de los monárquicos fueron ocasionalmente coreados por algunos elementos de la clase media, pero ahora son casi inexistentes. En cambio, varios grupos de estudiantes han hecho declaraciones denunciando a los Pahlevi y los medios occidentales, entre ellos estudiantes de la Universidad de Ciencia y Cultura en Teherán, quienes han expresado su rechazo hacia los medios burgueses occidentales por esconder su importante eslogan anti-régimen y anti-sha:
“En las últimas semanas y durante los días del levantamiento, una ominosa coalición de opresores del régimen gobernante y partidarios de Reza Pahlevi y otros matones monárquicos, con la cooperación de los periodistas pagados por Arabia Saudita de Iran International y Manoto y los ‘neutrales’ de la BBC persa, trató de silenciar este lema… Repetiremos nuestros lemas para que ellos [los monárquicos] se entristezcan al escuchar la verdad en sus casas seguras en Los Ángeles y Londres”.
Este sentimiento es compartido por varias organizaciones de trabajadores que se han manifestado en apoyo del movimiento en curso con declaraciones similares. Los trabajadores combativos de Haft Tappeh lo expresaron muy bien:
“Los representantes de Estados Unidos dijeron que no buscan un cambio de régimen en Irán. Les queremos decir lo siguiente: ¿creen que somos gente atrasada o algo así? No estamos buscando su apoyo. ¿Quién pidió su apoyo?
“Por cierto, sabemos mejor que nadie que no vamos implorar a los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Inglaterra, China, Rusia ni a ningún otro gobierno sucio que nos apoyen. Pero esta es una mala noticia para Estados Unidos y sus gobernantes favoritos [los monárquicos] en Irán, que huyerob a los brazos de sus padres, a saber, Estados Unidos e Inglaterra. Siempre supimos que os conviene más tener un gobierno que aplique las políticas anti obreras más severas. ¿Es eso mejor que la República Islámica?”
Si bien existe un enorme apoyo entre la clase obrera hacia el movimiento revolucionario, incluso fuera de los sindicatos combativos independientes, esta se ha mantenido en gran parte al margen. En ausencia de una dirección y un programa revolucionarios, la única alternativa visible es la odiada dinastía Pahlevi. Las masas entienden que los intereses de los Pahlevi respaldados por el imperialismo y los suyos propios están fundamentalmente en desacuerdo.
Las súplicas de unidad de Reza Pahlevi entre los iraníes de “diferentes gustos políticos en el Irán del mañana”, quienes, según él, deben “unirse para lograr nuestro objetivo común de unirnos para salvar el país”, como afirmó en una entrevista con Iran International, solo amenazan con empujar a una parte de las masas hacia el régimen. Reza Pahlevi y la exreina Farah Pahlevi también han hecho llamamientos constantes a las fuerzas de seguridad para que deserten y se unan al movimiento; sin embargo, esto no está dirigido exclusivamente a la base, sino también a los oficiales criminales y generales del régimen.
Cualquier forma de unidad con estos reaccionarios significa esencialmente subordinar el movimiento a un sector de la clase dominante. Para que este movimiento se transforme en una revolución, es necesario hacer campaña por una huelga general, construir un comité de resistencia en cada lugar de trabajo, escuela y barrio, y ganarse a toda la clase trabajadora y los pobres para que se unan a la lucha. Esto requeriría el desarrollo de un programa revolucionario, incorporando las reivindicaciones de los trabajadores y los pobres. En ausencia de un programa y dirección revolucionarios, esta lucha será mucho más prolongada, lo que a su vez aumenta los riesgos de que el movimiento pierda impulso.
¡Abajo la República Islámica! ¡Abajo el imperialismo!
La juventud revolucionaria al frente de la lucha ha iniciado esta enorme tarea. En todo Irán, grupos de jóvenes están haciendo campaña por una huelga general y pidiendo la formación de comités de resistencia. En última instancia, debido a que el capitalismo iraní está en un callejón sin salida y no puede cumplir con las reivindicaciones económicas y democráticas de las masas, la única forma de avanzar es que los trabajadores tomen el poder por sí mismos.
La tarea de los revolucionarios fuera de Irán no es hacerse eco de la propaganda imperialista, sino exponer su hipocresía y el cínico interés propio de los imperialistas en Irán, que no tiene nada que ver con las masas iraníes. Es necesario desenmascarar las mentiras de los Pahlevi y de los imperialistas, y resaltar la dirección real del proceso revolucionario que impulsan las masas. En esta lucha, el único aliado genuino de las masas iraníes es la clase obrera internacional, unida en su lucha común contra el capitalismo y el imperialismo, que no tiene nada que ofrecer a las masas en ninguna parte del mundo.