Escrito por Karen Campos
El inicio de un año representa para muchos, un nuevo ciclo, nuevas esperanzas, el inicio de nuevas oportunidades, sin embargo, este 2018 comenzó con grandes incrementos en los insumos básicos de las familias mexicanas, a quienes les será cada vez más difícil llevar el alimento a sus casas.
Desde el 2012, el Estado mexicano ha ido aprobando gradualmente una serie de reformas que solo han provocado una mayor inestabilidad en la economía mexicana, por ejemplo, la reforma energética, aprobada en diciembre del 2013, como parte de su implementación, los precios de los combustibles fueron gradualmente liberados, en noviembre del 2017 en toda la república Mexicana, con lo cual se pretende crear un mercado más competitivo, sin embargo, analizando el costo promedio por litro de gasolina Magna en Enero del 2017, podemos ver un incremento importante para el final del año, pues inició en $15.99 y terminó en $16.30, lo que significó un incremento del 1.93%. Para el 2 de enero de 2018, se registraron precios de hasta $16.61, pesos por litro, en la zona centro, es decir otro 1.9% más. De acuerdo con los analistas, el precio de las gasolinas en 2018 se determinará por factores como el precio de importación, el tipo de cambio, costo logístico, transporte e impuestos, cada permisionario establecerá el precio, y la Secretaría de Hacienda ya no publicará ni determinará, los precios máximos del combustible por región. De esta forma nos damos cuenta de que, con esta reforma, solo un puñado de inversionistas, recibirán jugosas ganancias a costa del empobrecimiento de la calidad de vida del pueblo mexicano, el uso de combustibles, esta muy directamente relacionado en el incremento de los precios de los productos de la canasta básica, pues son necesarios para su producción, fabricación y distribución.
Por otra parte, el 76% de los hogares mexicanos consumen gas LP, el cual, desde el inicio del sexenio de Peña Nieto, ha aumentado su precio un 58.96%. Este incremento ha derivado en el alza de otro insumo básico para los mexicanos, la tortilla que, a inicios de 2018, se anunció que subiría ente 1.5 y 3 pesos, según la región, debido a que las materias primas que utilizan como el gas, la energía eléctrica y el maíz, han incrementado sus costos, en México el 65% del maíz que consume, es importado, por lo que se ve afectado por la depreciación del peso ante el dólar, aunque se tiene una gran capacidad de producir el grano, las políticas del Estado y la falta de inversión tecnológica han dejado al campo mexicano, casi en el abandono, pues los campesinos no pueden alimentar a sus familias con los ingresos que obtienen de la siembra, lo que se traduce en el fenómeno de migración.
La Inflación, es un proceso económico provocado por el desequilibrio existente entre la producción y la demanda, lo que causa una subida continua de los precios de la mayor parte de los productos y servicios, y una pérdida del valor del dinero para poder adquirirlos. Para el mes de diciembre de 2017, se presentó el porcentaje de inflación más alto desde junio de 2001, con 6.77 %, del cual el costo de otros servicios (turísticos en paquete, transporte aéreo y restaurantes y similares) contribuyeron con 0.168 puntos porcentuales (pp) de la inflación, las frutas y verduras (jitomate y calabacita), aportaron 0.136 pp, y los energéticos (gas doméstico LP y gasolina de bajo octanaje), significaron 0.083 pp. De esta forma, iniciamos el 2018 con el precio del huevo blanco subió de 23 a 32 pesos, 40% de incremento, el jitomate de 15 a 22 pesos, la carne de res se encuentra por arriba de los 155 pesos, el frijol flor de mayo subió de 21 a 26 pesos, en general ha habido un incremento entre el 30 y el 50 por ciento de los precios de la canasta básica.
No obstante a los incrementos, de acuerdo con un estudio realizado por la Facultad de Economía de la UNAM, en los últimos 30 años, se ha perdido el 80.08 por ciento del poder adquisitivo, a pesar de que se ha incrementado el salario mínimo, que ahora se encuentra en 88.36 pesos, son necesarios 245 pesos diarios solo para la alimentación, a esto debemos sumarle los costos del transporte, ropa y salud, por lo que los salarios en México son absolutamente insuficientes para la manutención e inclusive son los salarios más bajos de toda América Latina, estando en el lugar 15 de 17 países. En 1987 se requería laborar cuatro horas con 53 minutos para obtener la canasta básica, mientras que para el 26 de octubre de 2017 eran necesarias 24 horas con 31 minutos. En octubre de 2016 esta canasta -que no incluye renta, vestido, calzado o educación para los hijos- costaba 218,06 pesos y en un año se incrementó a 245,34 pesos, tuvo un aumento de 27.28 pesos, que representan una variación del 12.5 por ciento, la variación anual más grande desde mediados de la década de los 90. El aumento al salario mínimo en el mismo periodo fue de siete pesos y el incremento anunciado por el Gobierno federal para 2018 es de 8.32 pesos. Si sumamos ambos dan un total de 15.32 pesos, por lo que el aumento de precios de la canasta ya se comió en un año los incrementos de dos años, e incluso parte de lo que se anuncie para 2019.
Es claro que este sistema político y social, es incapaz de proveer bienestar y seguridad al pueblo trabajador de nuestro país. 2018 será un año de muchas presiones, pues aún no sabemos las condiciones de la renegociación del Tratado de Libre Comercio, que puede repercutir en gran medida a la devaluación del peso, que es representa un impacto muy grande debido a que México es un país que depende en gran medida de la importación. Por otra parte, se tendrán elecciones presidenciales, donde se presentan propuestas de cambios y mejoras para los trabajadores, sin embargo, nadie propone un cambio más allá de reformar al sistema capitalista, que es la raíz de la explotación y la barbarie que sufren los pueblos del mundo. Para poder cambiar nuestras condiciones de vida no bastará con unas elecciones, es necesaria la organización popular, que las decisiones de los rumbos de la economía y la producción estén en manos de los trabajadores, que puedan liberar sus cadenas de la opresión capitalista, en pro de la construcción de un mundo mejor para las nuevas generaciones, un mundo socialista.