Escrito por: Socialist Appeal – Gran Bretaña
Era como una escena de los muertos vivientes, con los zombies de la derecha laborista (los blairistas, partidarios de Tony Blair) reclamando con toda su fuerza durante el pasado fin de semana la dimisión de Jeremy Corbyn, el dirigente de izquierdas del Partido Laborista. Los restos momificados de Lord Kinnock – ex-dirigente laborista en los 90s que perdió dos elecciones generales – se unieron con Ed Miliband, el anterior líder laborista que fue incapaz de ganar las pasadas elecciones, para exigir a Corbyn que se apeara de su puesto… ¡con el fin de que el laborismo pueda ser «elegible»! ¡Con toda su cara dura – nuestros mayores fracasos electorales se ofrecen de asesores al laborismo para ganar unas elecciones Kinnock afirmó que «ha habido un significativo alejamiento de Jeremy», indicando que Corbyn «debía reconsiderar su posición» sobre la base de que «los miembros de todo el país, incluidas las personas que se han afiliado recientemente, tienen profundas dudas residuales acerca de la posibilidad de que él lleve al partido a la victoria electoral». Pero las afirmaciones de Kinnock no están respaldadas por una sola prueba. De hecho, las últimas encuestas de opinión de YouGov muestran que el 65% de los miembros del Partido Laborista que se han unido desde las elecciones generales de 2015 creen que Corbyn lo está haciendo bien como líder del partido y no debe renunciar.
El espectro de Blairismo
Tony Blair está temeroso de añadir su voz, dada su impopularidad. Sus victorias electorales fueron ganadas no por Blair, sino a pesar de él. Un mono podría haber ganado las elecciones de 1997, después de 18 años de gobiernos Conservadores. Las siguientes elecciones bajo Blair vieron una hemorragia en el laborismo de cinco millones de votantes. La única razón por la que Blair ganó fue el hecho de que los Conservadores, el partido desagradable, eran inelegibles entonces.
Si Blair se uniera a Cameron y al resto del Establishment para pedir a Corbyn que dimita, sería el beso de la muerte para cualquier rival que se postulara frente a Corbyn. Así que por favor, Tony: ¡añade tu voz!
La militancia está enferma y cansada de Blair y del Blairismo, ese Conservadurismo aguado que los votantes laboristas fueron obligados a tragar por falta de otra alternativa. Cientos de miles de miembros abandonaron el Partido Laborista bajo el reinado de Blair disgustados con su programa de guerras y privatizaciones. El número de miembros se redujo a la mitad como consecuencia del Blairismo, y sólo ahora han regresado a los números de la época pre-Blair (de más de 450.000) gracias al entusiasmo generado por el liderazgo de Corbyn. Y sin embargo, ¡los Blairistas hipócritamente acusan a Corbyn de ser «aburrido», «incompetente», «inelegible», y «carente de cualidades de liderazgo»!
Ahora que Corbyn está mostrando coraje para permanecer como líder laborista, a pesar del crescendo de la oposición de estos enemigos de la clase obrera, los Blairistas están en un aprieto. Angela Eagle está amenazando con desafiar a Corbyn, pero se ha retirado temporalmente «para permitir que Corbyn renuncie». En realidad, ella y los Blairistas que la respaldan tienen miedo a ser derrotados. Estos supuestos «demócratas» temen unas elecciones – es por eso que quieren obligarlo a dimitir. Sin embargo, han fracasado.
Ningún compromiso
Entre bambalinas, tras las puertas cerradas, se siguen tramando complots. En el centro de esta intriga está Tom Watson, el segundo al mando en el partido. Barry Gardiner, un miembro del gabinete en la sombra que no apoyó a Jeremy en la última elección a la dirección, fue a la TV durante el fin de semana para argumentar a favor de un compromiso podrido de una «tercera vía» que implique la marcha de Corbyn.
Por desgracia, los líderes sindicales también están involucrados en este juego de tronos. Mientras que Len McCluskey del sindicato Unite apareció en la televisión para apoyar correctamente a Jeremy, luego pasó a hablar de una «solución negociada», afirmando que «los sindicatos pueden negociar una paz» para «unir a la gente». Tal retórica huele a una traición.
Somos extremadamente suspicaces sobre el tipo de acuerdos que pueden negociar los dirigentes sindicales. El secretario general de Unite dijo que eran «negociadores profesionales». Esto es correcto: buscan llegar a compromisos con los empresarios todo el tiempo. Por desgracia, este tipo de acuerdos casi nunca terminan a favor de los trabajadores. Sus intentos de negociar con los Blairistas pueden terminar de la misma manera si no tenemos cuidado.
Los líderes sindicales son muy buenos en robar derrotas de las fauces de la victoria. Está en su naturaleza comprometerse y presidir derrotas, que luego visten como un «buen acuerdo».
¡Decimos no a ofertas podridas a espaldas de la militancia! Cualquier supuesto candidato «de unidad» que sea presentado en el lugar de Corbyn será un caballo de Troya, diseñado para entregar el control del partido a los Blairistas con su programa Tory-light. No puede haber ahora ningún compromiso con estos arribistas traidores. Dejemos que el ala derecha proponga un candidato contra Jeremy. Entonces lucharemos contra él y dejemos que las bases decidan democráticamente.
¡Defendamos a Corbyn! ¡Luchemos por el Socialismo!
Podemos derrotar a los Blairistas y a su candidato. Esto obligará a algunos a escindirse – como ha advertido Lord Prescott, ex jefe adjunto del Laborismo bajo Blair. Por supuesto que sí. Esto es inevitable.
En realidad hay dos partidos laboristas mutuamente irreconciliables: las bases que apoyan a Corbyn; y el grupo parlamentario laborista de los blairistas y sus acólitos. Ambos no pueden coexistir. En el fondo, ambos reflejan diferencias de clase: los que representan los intereses de la clase obrera y los que defienden a la clase dominante.
Necesitamos un Partido Laborista que realmente represente a la clase obrera. Esto es más necesario ahora que nunca, en esta época de crisis capitalista.
Corbyn debe mantenerse firme. Debemos mantenernos firmes. Sólo de esta manera podemos ofrecer una verdadera lucha contra los Conservadores y su sistema quebrado. Dejemos que el ala derecha laborista se vaya y establezca un nuevo partido socialdemócrata.
Queremos un Partido Laborista comprometido con el socialismo. Este es el único camino a seguir.