Esta es una pequeña reseña histórica del dirigente del Partido Socialista de Yucatán, del revolucionario que intentó impulsar a los campesinos mayas, a los jornaleros y a los obreros de la ciudad hacia el socialismo.
Felipe Carrillo Puerto nació el 28 de febrero de 1874 en Motul, siendo el segundo de 14 hijos. Desde temprana edad aprende a sembrar la tierra y la cercanía que tiene con el pueblo le permite preocuparse por las miserias de los pobres. Este mismo contacto con la gente del campo le permite hablar a la perfección el maya, la lengua de los explotados, la cual le facilitó el contacto con su gente y que le sintieran uno más de los suyos.
Desde muy joven participó activamente en la lucha de los campesinos y su primera detención fue por instar a quitar una valla que un hacendado había impuesto a los campesinos del poblado de Kaxatah. Sus inquietudes por tratar de organizar en su entorno a la gente lo acompañaron toda la vida. Cuando se hizo comerciante, impulsó la creación de cooperativas junto a sus amigos. El desarrollo del ferrocarril en el Estado le brindó la posibilidad de emplearse como ferrocarrilero en la empresa Unidos de Yucatán. Su esmero en el trabajo lo llevó a ser conductor de tren. Este último trabajo le planteó un cambio definitivo al rodearse de un nuevo tipo de organización política e ideas de avanzada que en esos momentos se podían encontrar en ese gremio, como las anarquistas y algunas del socialismo utópico.
En 1907 participa por primera vez en la lucha electoral en el Centro Electoral Independiente, apoyando la candidatura de Delio Moreno, abogado antiporfirista. En ese momento lanza un periódico en su ciudad natal, llamado el Heraldo de Motul. Este órgano apoyó la campaña del antes mencionado candidato. En 1911, nuevamente apoya la candidatura de Delio, bajo un programa liberal. Durante la campaña le quisieron asesinar, pero el muerto resultó ser el atacante; esto le costó un año de encarcelamiento.
En esta primera época de intervención política su orientación ideológica era la liberal. En la cárcel tradujo al maya la Constitución política liberal de 1857. No es raro que haya sido así, pues su padre fue un liberal que combatió junto al juarismo en contra de la intervención francesa.
Una vez libre, se ve envuelto en todo el fulgor revolucionario que agitaba al país, toma la iniciativa de salir del Estado y sus andares lo llevan al territorio zapatista. Se puede decir que este hecho le marca de forma fundamental: en Morelos el proceso estaba en su apogeo, instaurando por la vía de los hechos el Plan de Ayala y Carrillo conoció de primera mano lo que significó la comuna de Morelos. Para darnos una idea qué tan profundo marcó este ejemplo zapatista la trayectoria y visión del dirigente sureño es preciso abordar —así sea someramente— lo que allí ocurría.
Este no es el espacio para analizar algunas limitaciones que se encontró Zapata al impulsa esta comuna, lo que tenemos que resaltar es el ejemplo que Carrillo Puerto vio de forma concreta para transformar de forma revolucionaria la situación en la que vivían los campesinos.
El esfuerzo invertido en la lucha zapatista lo llevó a que en 1914 Zapata le diera el grado de coronel de caballería. Sabemos también que en 1915 fue representante en la tercera comisión agraria del distrito de Cuautla. Esta misma experiencia les acercó a textos anarquistas que eran leídos e impulsados principalmente por Antonio Díaz Soto y Gama, uno de los elementos más radicales de las huestes zapatistas.
Los historiadores que han estudiado la vida de este dirigente revolucionario que nos ocupa ubican entre 1915-17 una estancia suya en Nueva Orleans, donde trabajó de estibador entre los obreros del puerto estadounidense. En 1916, cuando el General Alvarado comienza la reforma agraria en Yucatán, Carrillo Puerto regresa a su tierra para participar de lleno en este proceso. Desde el principio la actitud hacia el gobierno de Alvarado es de recelo, pues veía que las pequeñas reformas introducidas por el éste no era lo que necesitaba para su liberación.
Cuando Felipe regresa a su Estado hay quienes dicen que fue presentado a Alvarado y que aquél lo incorporó gustoso a su equipo de trabajo por la formación política que ya tenía. Algunos otros historiadores dicen que la primera entrevista que tienen estos dos hombres es para hacerle saber a Carrillo que se tiene que ‘cuadrar’ en sus tareas y el general le ofrece que pueda trabajar en el gobierno como propagandista.
Ésta fue la primera tarea que asumió, recorriendo todo el Estado explicando lo que era el constitucionalismo. Sin embargo, no se quedó ahí, sino que también hablaba sobre la experiencia zapatista y la necesidad de la organización desde la base de los campesinos y jornaleros. Hablaba sobre los límites del constitucionalismo y la necesidad del socialismo. Se incorporó al proyecto alvaradista, pero bajo una lógica diferente. Carrillo quería repetir el ejemplo zapatista e ir al socialismo. Aprovechando todas las posibilidades del trabajo asignado, se va dando a conocer en todo el Estado y se convierte en un dirigente de masas.
En 1917 dirige el Partido Socialista, cuando su dirigente anterior, Castro Morales, es designado para ocupar la gubernatura del Estado. Desde esta fecha hasta su muerte, es el dirigente indiscutible dentro del partido. Este apoyo lo traduce en una organización fuertemente ligada a las luchas de los explotados. Para el Congreso de Motul se veía claramente el trabajo desarrollado por Carrillo. Lo que en un principio era una herramienta de control del gobierno a los trabajadores, bajo la dirigencia de Felipe ahora se convertía en una herramienta de lucha contra la explotación.
Vale la pena insistir en esto: el General Alvarado era un liberal que quería terminar con las formas de explotación precapitalistas y desarrollar la explotación capitalista; quería terminar con el monopolio que se ejercía en el poder político y económico por parte de la “casta divina”. Él organizó a los trabajadores y campesinos para enfrentarse contra este poder porfirista conservador y al mismo tiempo fortalecer el aparato Estatal, que en esos momentos representaba a su persona y sus intereses.
Para contar con el apoyo de los trabajadores del campo y la ciudad, Alvarado tuvo que dar concesiones a estos sectores. Este gobierno es un anticipo brillante de lo que después se conocería como el fenómeno del “populismo”, que ha contado con diferentes presidentes con un carácter progresistas; por ejemplo, el general Cárdenas o ahora mismo López Obrador. Nosotros los marxistas denominamos este fenómeno como un bonapartismo burgués sui géneris.
“En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno gira entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convertirse en instrumento del capitalismo extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros. La actual política [del gobierno mexicano] se ubica en la segunda alternativa; sus mayores conquistas son la expropiación de los ferrocarriles y de las compañías petroleras.” (Trotsky, La industria nacionalizada y la administración obrera)
Es un gobierno que se balancea entre las clases y que puede apoyar a una, después golpearle y apoyarse en la otra. Su intención es arrancarle su independencia política, particularmente a los trabajadores y jornaleros para mantener o acentuar la explotación capitalista.
Esto dista mucho de lo que planteaba Carrillo Puerto. Cuando él entró al Partido Socialista fue ganando poco a poco a la base de trabajadores del campo y de la ciudad, y de campesinos pobres, para luchar por el socialismo. El Congreso de Motul fue el punto de partida para que se trabajara de forma intransigente para convertir al partido en una herramienta revolucionaria y esto, con el paso del tiempo, va a ir consolidándose claramente.
Carrillo Puerto hace avanzar la militancia del partido. Este trabajo se intensifica después del citado congreso, puesto que se necesita ir a visitar todas las zonas del Estado, hablar con los campesinos y organizarlos para enfrentar sus demandas. Además, se complementa con la diputación local que gana y asume desde el 4 de noviembre de 1917. A finales de 1918 se hace cargo de la gubernatura por un periodo de licencia que toma el gobernador. Durante esta pequeña estancia decreta un nuevo código de trabajo progresista que favorece a los obreros y campesinos.
Todo esto no pasaba desapercibido para el gobierno nacional y Carranza y la oligarquía quieren terminar con la organización del partido socialista y los cambios progresistas que se desarrollan en el Estado. Organizan un golpe de Estado sangriento con el general Zamarripa. La represión fue brutal contra las sedes del partido y sus militantes.
Carrillo Puerto sale exiliado del Estado y se une al Plan de Agua Prieta, encabezado por Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, el cual desconocía a Carranza como presidente. Regresa a Yucatán el 18 de julio de 1920 —una vez que el levantamiento triunfa a nivel nacional— para reorganizar el partido y participar en las elecciones para diputados federales, las cuales gana con una amplia mayoría. El radicalismo y la influencia de la Revolución rusa ahora se notan claramente en él:
“Si los comerciantes acaparan los víveres y a ustedes les falta el pan, pues ir a las tiendas, demoler las puertas y saquear todas las existencias. Dinamitemos la Cámara de Diputados, exterminemos cuanto antes el Senado y acabemos con la Suprema Corte. Ya no más manifestaciones pacíficas. Ya no más palabrería, lo que el pueblo necesita es imponerse. Hay, pues, que poner en práctica los principios bolcheviques. Hagamos ondear la bandera roja de las reivindicaciones.”
Las aspiraciones de Carrillo Puerto van a chocar muchas veces con las condiciones objetivas que se vivían en Yucatán; la clase obrera era muy pequeña aún y no podía tomar la dirección del proceso. No obstante, se hizo lo posible para ir hasta las últimas consecuencias. Este revolucionario tomó medidas importantes, por ejemplo, se decretó una nueva constituyente el 28 de noviembre de 1923. Con esta medida se quiere facilitar la tarea del socialismo y, sin embargo, ésta no tuvo éxito.
Lo que sí hizo fue exacerbar las contradicciones al máximo, particularmente cuando se decreta la ley de expropiación de tierras de los hacendados. La reacción de la burguesía fue colérica contra todas estas medidas, saboteando al gobierno e intentando asesinar a Carrillo Puerto, además de comprar a los dirigentes obreros para desatar luchas contra el gobierno, etc. La ocasión perfecta la tuvieron con el levantamiento de Adolfo de la Huerta contra Obregón. La burguesía local, a la primera oportunidad, terminó con la vida del máximo dirigente de este proceso el 3 de enero de 1924.
Carrillo fue el alma de este proceso, quien mejor entendió las necesidades de su pueblo y las limitantes de la revolución democrática nacional. Su osadía la pagó con su vida.
[1] Este artículo es una pequeña parte de un documento sobre la vida de carrillo Puerto y el Partido Socialista de Yucatán.