Una nueva investigación [publicada en la revista Science] sobre documentos internos de ExxonMobil ha revelado que el gigante petrolero tenía predicciones detalladas y precisas del impacto de los combustibles fósiles en el calentamiento global desde la década de 1970. Y, sin embargo, la compañía continuó minimizando y poniéndolo en duda hasta la última década.
Las mentiras y engaños de los magnates de los combustibles fósiles no sorprenderán a nadie, pero este estudio revela las verdaderas profundidades del cinismo que la clase capitalista es capaz de sondear en defensa de los crímenes que comete con fines de lucro.
El informe recientemente publicado, Evaluación de las proyecciones de calentamiento global de ExxonMobil, analizó 32 documentos internos y 72 publicaciones científicas elaborados por científicos que trabajaron en modelos climáticos y ambientales en ExxonMobil entre 1977 y 2002.
Sus hallazgos fueron asombrosamente precisos. Proyectaron un calentamiento promedio de 0.20 °C por década; descartaron la idea de una edad de hielo en un futuro cercano; dieron una aproximación precisa de la cantidad de CO2 necesaria para provocar un aumento peligroso de las temperaturas; y estimaron correctamente que el calentamiento global sería detectable entre 1995 y 2005.
Si estos modelos hubieran salido a la luz en ese momento, habrían sido consistentes con la investigación más avanzada de la época. De hecho, según el profesor Geoffrey Supran, coautor del artículo, los investigadores climáticos de Exxonmobil entran por su precisión y acierto en la categoría de “los científicos climáticos más influyentes y respetados de la historia moderna”.
El profesor Supran destacó la «exactitud y habilidad impactantes» de la proyecciones climáticas reportadas por los científicos de ExxonMobil, de las cuales entre el 63% y el 83% han demostrado ser precisas.
“Acentuar la incertidumbre”
Naturalmente, los propietarios ultraricos del gigante petrolero no estaban muy interesados en compartir estos hallazgos con el público. De hecho, durante casi cuatro décadas después de estos informes, las comunicaciones públicas de ExxonMobil emitieron mensajes que contradecían directamente su propia evidencia.
En 1999, Lee Raymond (entonces director ejecutivo de ExxonMobil) afirmaba que las «proyecciones climáticas se basan en modelos climáticos completamente no probados o, más a menudo, en pura especulación». Raymond, por supuesto, no es ajeno a la especulación, aunque de tipo financiero, ya que recibió de la compañía una gran parte de su plan de jubilación de $ 400 millones en acciones, el paquete de jubilación más grande en la historia para una empresa pública de EE. UU.
Rex Tillerson, quien asumió el cargo de director ejecutivo en 2006 antes de convertirse en secretario de Estado de EE. UU. bajo Donald Trump, continuó la tradición de ExxonMobil de negar el valor de la investigación climática. En 2013, Tillerson afirmó que los modelos climáticos «no son competentes» y en 2015 afirmó: «Realmente no sabemos cuáles serán los efectos climáticos de 600 ppm [ppm: partes por millón, NdT] frente a 450 ppm porque los modelos simplemente no son tan buenos».
Esta última afirmación fue contradicha directamente por los propios investigadores de la empresa más de treinta años antes. En una proyección de 1982 se encontró que 600 partes por millón de CO2 en la atmósfera causarían un calentamiento adicional de 1,3°C en comparación con 450 ppm.
Sin embargo, el encubrimiento climático de ExxonMobil no se limitó a unas pocas manzanas podridas que casualmente ascendieron al puesto de CEO. Un memorando interno de 1988 sobre la estrategia de asuntos públicos de la compañía afirmaba que era necesario “acentuar la incertidumbre en las conclusiones científicas con respecto al potencial incremento del efecto invernadero”.
Memorandos internos posteriores exigían que la compañía “enfatizara los esfuerzos de adaptación ambientalmente racionales” y en 1998 se sugirió que “la victoria se logrará cuando los ciudadanos promedio ‘entiendan’ (reconozcan) las incertidumbres en la ciencia del clima”. Esta no es una ‘victoria’ para el medio ambiente o para la clase obrera, por supuesto, sino una victoria para los grandes empresarios, engañando exitosamente a los ciudadanos para llevarlos como corderos al matadero.
Todavía en el año 2000, restar importancia al cambio climático era una parte integral de la estrategia de marketing de ExxonMobil. Un anuncio publicado en The New York Times afirmaba que la ciencia del clima adolece de «vacíos fundamentales en el conocimiento» y afirmaba que no se sabe lo suficiente sobre los «posibles impactos positivos… del cambio climático». Esto se dijo a pesar de la abrumadora certeza, tanto en público como entre los propios investigadores de ExxonMobil, de que ocurría lo contrario.
¿Crítica o lucha de clases?
Este estudio ha revelado un cinismo impresionante y una hipocresía descarada por parte de empresas como ExxonMobil. Pero en realidad no es una aberración. De hecho, es bastante lógico que la clase capitalista oculte los hechos cuando se interponen en el camino de obtener grandes beneficios. Las compañías tabacaleras ocultaron la verdad sobre el riesgo de cáncer de pulmón asociado al tabaco. En la década de 1960, la industria azucarera ocultó la verdad sobre el papel del azúcar como causante de enfermedades del corazón. Sin duda, miles, y tal vez millones de personas, han muerto como resultado. Las consecuencias del cambio climático amenazan con ser mucho más terribles.
El artículo enumera numerosas audiencias de EE. UU. y la UE, campañas de desinversión, demandas y hashtags, así como los «compromisos repetidos de Joe Biden de responsabilizar a las compañías de combustibles fósiles» como ejemplos de cómo los movimientos políticos han respondido a las campañas de desinformación de las compañías petroleras. Sin embargo, ni la presión de los grupos de presión, ni el señalamiento de los políticos que trabajan mano a mano con los gigantes del petróleo y el gas han impedido que estos últimos echen a suertes alegremente el futuro de nuestro planeta en dividendos para los accionistas.
Recientemente, Exxonmobil demostró el poder que ejerce sobre los gobiernos al demandar a la Unión Europea por su plan para introducir un impuesto sobre las ganancias extraordinarias a las empresas de energía. La empresa también amenazó con detener las inversiones «multimillonarias» en Europa, a menos que la UE se vuelva «atractiva y competitiva a nivel mundial», es decir, a menos que los gobiernos les den rienda suelta para especular.
Si queremos abordar el papel pernicioso de las corporaciones energéticas en el fomento del cambio climático, si queremos ponerles freno y llevarlas ante la justicia por sus crímenes, entonces la condena moral es insuficiente. El cambio climático no se resolverá haciendo que los empresarios petroleros “digan la verdad”, ni esperando que los políticos capitalistas se levanten y se pongan de nuestro lado. Comenzará a abrirse el camino para una solución, y comenzaremos a impartir justicia real, cuando expropiemos a estos gigantes energéticos y coloquemos la gestión democrática de la producción de energía bajo el control de la clase trabajadora como parte de una economía planificada.