Desde el surgimiento de la Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), [pincha aquí para leer más sobre el surgimiento del movimiento juvenil comunista, GKS] la dirección oficial de la izquierda nacionalista (EH Bildu) los ha tratado como una molestia, manteniendo una apariencia oficial de ignorarlos.
El año pasado, Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu (el partido mayoritario de la coalición EH Bildu) calificó al grupo de ‘reaccionario’. Pero justo después afirmó que GKS es una mera mosca en la sopa, y que la dirección no había dedicado «ni siquiera medio minuto» a sus desarrollos.
Si bien esta afirmación altisonante parece bastante improbable, ahora queda claro que la izquierda nacionalista está prestando toda su atención. En febrero, Sortu envió una circular a sus militantes en la que buscaba aclarar políticamente su posición con respecto a GKS. Esto equivalía a vender las mentiras que los medios vascos han propagado (describiendo a los militantes del GKS como “matones” y “violentos”); y, lo que es más sorprendente, el uso de políticas de identidad para atacar a la juventud comunista.
La ‘aclaración’ de Sortu fue un ataque apenas velado; un reconocimiento consciente de que su actitud hasta ahora había fallado. Aunque afirme que GKS «debilita los proyectos transformadores», el momento en que Sortu rompió públicamente su silencio es bastante revelador.
Precisamente, la circular siguió a otra magnífica movilización de 7.000 personas organizada por GKS en Bilbao e Iruña el pasado 28 de enero. La manifestación resonó con combatividad, con consignas que incluían «hagamos frente a la ofensiva burguesa» y «la venganza de los trabajadores: revolución socialista». Aunque el tamaño era el mismo que el año pasado, estaba claro que sus consignas valientes y comunistas están obteniendo el apoyo de sectores de la juventud vasca.
La circular afirma que detrás de la “retórica revolucionaria y radical” de GKS encontramos una “incapacidad para influir en la sociedad y cambiar las cosas”. Pero lejos de ser un relámpago, GKS y el Movimiento Socialista en general son una fuerza a la que la izquierda nacionalista debe tener en cuenta.
Contraponen el reformismo y las mezquinas ofertas de la izquierda nacionalista con la agitación y la propaganda revolucionarias. No sorprende que se hayan convertido en un punto de referencia, en Euskal Herria y más allá.
Una línea política en bancarrota
Como hemos explicado anteriormente, GKS surgió de un debate dentro de la izquierda abertzale, con el objetivo explícito de denunciar el “fracaso histórico” de la estrategia utilizada para lograr la independencia vasca, así como criticar su papel subordinado al gobierno de Madrid. Esto es algo que Sortu no puede tolerar, especialmente con su lamentable trayectoria en el parlamento.
EH Bildu forma parte de la mayoría de apoyo al gobierno central cuyo voto es necesario para que la coalición PSOE-UP se mantenga en el poder en Madrid. Ha habido muchos acuerdos escritos entre Bildu y el PSOE. Y así, la trayectoria de este gobierno, que ha terminado defendiendo los intereses de la clase dominante en todas las cuestiones decisivas, se refleja en ellos mismos.
Por ejemplo, ha habido un puñado de casos de retroceso en las promesas electorales desde que la inestable coalición llegó al poder. Hubo un acuerdo escrito entre el PSOE y Bildu sobre la derogación de la reforma laboral del Partido Popular. A la hora de llevar a la práctica este acuerdo, el PSOE se negó a aplicarlo, aprobando sólo una reforma parcial de la legislación del PP, dejando intactos los elementos más reaccionarios. Bildu protestó, presentando su propia propuesta alternativa…pero al final, se mantuvo fiel al gobierno de PSOE-UP.
Lo mismo pasó con la reaccionaria Ley Mordaza, también introducida por el gobierno del PP para limitar los derechos democráticos. El gobierno de PSOE-UP había prometido derogarla. Luego se conformaron con modificarla ligeramente. Bildu protestó, se negó a votarla…pero siguió apoyando al gobierno.
Además, sería un error pensar que EH Bildu simplemente protesta contra el gobierno y luego se calla. Han votado a favor de la reforma del Código Penal, que incrementa la represión sobre quienes luchan contra las injusticias.
Solo para dar otro ejemplo del tipo de gobierno que la izquierda nacionalista está apoyando en Madrid: recientemente, un policía involucrado en la tortura y ejecución extrajudicial de Mikel Zabalza en 1985, un conductor de autobús vasco, ha sido ascendido a la jefatura de la Guardia Civil. Esta es la realidad de ser la muleta izquierda del régimen en Madrid.
Con las elecciones acercándose, lo intentan todo haciendo promesas para asegurar sus escaños. Pero al igual que el resto de su «resistencia», esto equivale a nada más que palabras, palabras y palabras.
Aunque EH Bildu finja una mezcla de sorpresa y decepción con el gobierno, le continúa brindando un apoyo crucial. Además, su “camino constitucional” hacia la independencia es una ilusión. La liberación nacional de Euskal Herria no está ni un centímetro más cerca desde que EH Bildu se acomodó con el PSOE en Madrid y en el Parlamento de Navarra.
Los hechos hablan claro, el gobierno de PSOE-UP en Madrid, a pesar de su pretensión de ser “el gobierno más progresista de la historia”, está firmemente comprometido con la gestión de la crisis del capitalismo en interés de los patrones. Son lealmente serviles al imperialismo estadounidense en la política exterior, incluido el apoyo a la OTAN en su guerra con Rusia en Ucrania.
El apoyo de EH Bildu muestra a la juventud vasca dónde están sus lealtades. Son una fuerza completamente sometida y políticamente en bancarrota. En verdad, a estos nacionalistas pequeñoburgueses solo les preocupaba tener un asiento en la mesa.
Su trayectoria en casa no es mejor. En Euskal Herria, se involucran en las tácticas estalinistas de campañas de desprestigio, haciéndose eco de los ataques que se acumulan diariamente en la prensa burguesa contra el Movimiento Socialista. Han intentado estrangular financieramente a GKS expulsando a los comunistas de las txosnas, que es una forma instrumental de recaudar dinero para sus proyectos. Podríamos preguntar: con compañeros como estos, ¿quién necesita enemigos?
En su circular, Sortu arremete contra el GKS “reaccionario” por “las prácticas más dañinas que se han visto en la izquierda”. ¡Vaya ironía! La dirección de la izquierda nacionalista debería mirarse en el espejo.
Políticas de identidad
Sin nada que ofrecer a los trabajadores y jóvenes, excepto más del statu quo, Sortu se ha disfrazado con el lenguaje de las políticas de identidad. Como escriben:
“En el camino hacia una Euskal Herria unificada, independiente, socialista, feminista y euskalduna, GKS no aporta nada. Al contrario. Además, no hay posibilidad de colaboración, porque tenemos diferentes proyectos y estrategias, porque rechazan esa posibilidad y, sobre todo, porque actúan de forma excluyente y agresiva”.
Una parte de ese párrafo es realmente cierta: no puede haber colaboración entre dos proyectos y estrategias opuestos, pero eso es precisamente que el Movimiento Socialista está en contra del capitalismo y por el socialismo, mientras que los líderes de Sortu defienden firmemente una estrategia reformista de gestión de la crisis económica del sistema dentro de los estrechos límites del capitalismo.
Continúa la circular argumentando que GKS se siente “incómodo” con las luchas de la comunidad LGBT, el feminismo, etc. Por ejemplo, calumnian a Itaia, la coordinadora de mujeres de GKS. De una manera habitualmente condescendiente, afirman que este grupo corrompe la mente de las jóvenes militantes. Con estos grandes trazos, Sortu pretende pintar a GKS como un grupo fanático que está en contra de la justicia social; completamente al margen de cualquier otra cosa que no sea el comunismo.
Esta es una crítica falsa. La lucha de los auténticos comunistas tiene como objetivo conectar todas las diversas luchas. Los revolucionarios deben tratar de unir a los estratos oprimidos y explotados de la sociedad y canalizar las energías colectivas para construir un partido revolucionario capaz de derrocar al capitalismo. Prestar mucha atención a todas las injusticias del capitalismo y agitar contra ellas es un requisito previo para construir. Y solo sobre esta base podremos desarraigar toda discriminación y prejuicio que aqueja a la sociedad.
Después de todo, es el sistema que defiende Sortu a través de su reformismo el que se basa en estas divisiones para gobernar. Y por eso no sorprende que recurran a los argumentos de las políticas de identidad.
Las políticas de identidad afirman que la principal división en la sociedad es la de la identidad subjetiva. Separan la lucha por la liberación de la mujer de la lucha contra el sistema capitalista, complaciendo las ideas de moda que sirven para confundir y desorientar a la juventud. No sorprende que este desacreditado partido reformista hable en ese lenguaje; ¡enarbolar la bandera de la justicia social en meras palabras es la más barata de todas las reformas!
Estos ataques son cínicos y egoístas. Una vez más, vemos la opresión genuina a que se enfrentan las mujeres, utilizadas como arma arrojadiza por un partido que, en primer lugar, no tiene ningún interés serio en luchar contra ella. GKS ha rechazado esta tontería.
Sortu se queda en una larga tradición de partidos reformistas que recurren a un lenguaje que suena radical para mantener las apariencias. Vemos esto también en Escocia, donde el Scottish National Party se ha beneficiado de ser más “progresista” que el rabioso partido Tory en Gran Bretaña, mientras se mantiene firme dentro de los límites del sistema capitalista.
En todos los casos, si rascas la superficie, encontrarás políticas reformistas que no ofrecen ningún camino a seguir para las masas.
En verdad, el enfoque en la «identidad», la «nacionalidad», etc., y la relegación de la importancia de la independencia y los métodos de clase, ha tenido consecuencias desastrosas. Lenin comentó una vez que la cuestión nacional es en el fondo una cuestión de pan. Eso es absolutamente correcto. En un período caracterizado por recortes y contrarreformas, los problemas de vivienda, seguridad y empleo seguirán aumentando. No hay manera de resolver la cuestión nacional sobre la base del capitalismo.
Internacionalismo
Notamos que es desde una posición de debilidad, no de fuerza, que Sortu ha atacado a los militantes de GKS. Esto tendrá un doble propósito. Con elecciones a finales de este año, Sortu pretende desviar la atención de sus fracasos. También intentarán consolidar su grupo juvenil, Ernai, que se ha quedado atrás tras esta explosión de combatividad.
A pesar de toda la grandilocuencia en su circular de que GKS está «en contra de la liberación nacional vasca», los dirigentes de Sortu no se han dado cuenta de que la juventud está empujando más allá de los límites del nacionalismo, con un éxito rotundo. Esto está ocurriendo no sólo en Euskal Herria. Hay otros desarrollos prometedores similares en Catalunya con la formación de Horitzó Socialista.
En todo el mundo vemos una capa de jóvenes de familias trabajadoras, radicalizados por la experiencia de la crisis capitalista, la amenaza al clima, la guerra y la destrucción, volviéndose hacia ideas de un cambio radical, rechazando este sistema podrido y volviéndose hacia las ideas del comunismo. GKS es sin duda el ejemplo más avanzado de esto hasta la fecha. Pero el potencial para desarrollos como este existe en todo el mundo. El internacionalismo debe ser el alma del movimiento comunista para que tengamos éxito en las tareas que nos proponemos.
GKS ha mostrado el camino a seguir por la juventud desilusionada con el reformismo y el nacionalismo. El camino a seguir es la lucha de clases y el comunismo. Aplaudimos los esfuerzos de GKS por el ejemplo que han dado. Y nos solidarizamos plenamente con ellos frente a los ataques y calumnias que continúan enfrentando.
Las políticas y estrategias estériles de los partidos reformistas han sido puestas a prueba. Sus carencias han quedado expuestas. El papel de los comunistas es exponer las debilidades de estas blandas políticas institucionales y educarnos en las ideas del socialismo científico. El marxismo es nuestra arma más afilada para entender el mundo y transformarlo. Con más crisis inminentes, no tenemos ni un minuto que perder.