Hace unas cuantas semanas, la empresa de tecnología china Xiaomi se vio envuelta en una polémica a nivel internacional debido a que se logró descubrir que mediante las búsquedas que los usuarios realizaban en el navegador, Xiaomi recolectaba información privada de los usuarios, la cual almacenaba en diversos servidores de una manera completamente descarada y cínica, lo cual ha provocado un gran descontento en sus usuarios y nos hace preguntarnos ¿qué tan segura está mi información personal al confiársela a una empresa? A final de cuentas, como usuarios de cualquier dispositivo electrónico, hacemos uso de información que por obvias razones, no debería estar a disposición de todos y menos aún ser almacenada sea cual sea el propósito. A su vez, siempre se nos ha hecho creer que con las empresas privadas nuestra información está más segura y es preferible que sea así cuando la realidad es completamente diferente y lamentablemente mucho más desalentadora y preocupante.
En la etapa de capitalismo tardío que vivimos, la palabra privacidad tiene diferentes matices y significados dependiendo quien sea que la enuncie. No podemos estar de acuerdo que el concepto de privacidad que tienen los empresarios es el mismo que tienen los consumidores. En la industria tecnológica siempre han habido polémicas referentes al uso de datos que el consumidor proporciona para el correcto funcionamiento del dispositivo y a su vez nunca se ha dado una justificación real de cuál es la raíz de esta problemática, aunque realmente la respuesta es más simple de lo que pareciera.
Desde el inicio de la electrónica misma y la computación, siempre han habido encuentros ideológicos sobre a quién deben servir estas herramientas tecnológicas, si a grandes capitalistas con la solvencia económica para desarrollarlas con objetivos privados y de acumulación o a los usuarios de las mismas, que podían fácilmente organizarse para crear sistemas operativos que fueran de y para el pueblo. El tiempo y la evolución de la industria computacional acabó por capitalizarse como cualquier otro campo de mercado que pudiera generar ganancia y el caso fue que el mercado en el que se encontraron fue tan rentable que la industria computacional y de sistemas operativos esta acaparada por algunas cuantas empresas que tienen el dominio completo del mercado, haciendo casi imposible para el usuario el encontrar alguna alternativa más libre que se adapte a sus necesidades y, mucho más importante, que respete su privacidad e integridad.
El problema de la privacidad ha estado presente desde hace décadas, a su vez, las libertades básicas del usuario para distribuir software, como acceder a su código fuente, poder modificarlo de acuerdo a sus necesidades y distribuir estos cambios, han sido reducidas y eliminadas por las grandes empresas capitalistas, siendo este un problema que no solamente tiene que ver con la privacidad, sino de intereses de clase. El interés que tiene la clase capitalista en nuestra información es la de poder usarla para sus objetivos privados, los cuales son desde crear publicidad personalizada para cada usuario hasta tener un control mayor del mercado y asegurar su puesto dominante de la sociedad mediante métodos inescrupulosos y fraudulentos, a mayor control, mayor dominación.
Actualmente, el huir de este monstruo monopólico es algo que incluso podría considerarse utópico. Es cierto que está la opción de recurrir al software libre, el cual es una opción muy buena e interesante para poder proteger nuestra información pero también tiene la desventaja de no ser nada fácil de aprender a usar. La clase trabajadora no cuenta ni con el tiempo o el recurso cultural para darse el lujo de tener que aprender a usar un sistema operativo completamente nuevo para ejecutar tareas simples, lo cual nos deja con la única opción de hacer que las herramientas usadas sirvan realmente a la clase obrera y no a intereses privados. Siempre que un servicio sea propiedad de unas cuantas personas, las ganancias de este mismo serán para esas cuantas personas, no para la colectividad ni las masas obreras.
La computación es una gran herramienta, que día con día sigue innovando, haciendo nuestras vidas más fáciles y librándonos de una gran carga de tareas que hace unos años eran indispensables pero a su vez complejas y laboriosas. El impacto que tiene sobre nuestras vidas es inconmensurable y por eso mismo ésta tiene que servir a la clase trabajadora como herramienta para lograr su emancipación. Cualquier otra forma de satisfacer otros intereses lleva consigo desventajas importantes para los demás usuarios, siendo la revolución socialista la única manera de reclamar lo que es nuestro, convirtiendo esta propiedad privada en colectiva junto con sus beneficios.