Los resultados de las elecciones generales muestran que Irlanda ha llegado al mismo punto del resto de Europa en términos de polarización política y la muerte del centro político. Lo que seguirá es un nuevo período de inestabilidad.
Las elecciones generales en Irlanda han dado un golpe histórico a los dos principales partidos capitalistas y han dejado el sistema bipartidista irreparable. En el momento de escribir este artículo, el Sinn Féin (exbrazo político del IRA y visto a la izquierda de los partidos tradicionales) recibió el mayor porcentaje de votos con un 24 por ciento, superando tanto al Fine Gael (partido conservador) como a Fianna Fáil (centro-derecha), quienes lograron el 22 por ciento cada uno.
El Partido Verde también ha visto un aumento, hasta el 7 por ciento. El sistema bipartidista en Irlanda ha visto alternarse en el poder al Fine Gael y al Fianna Fáil desde 1932, pero esta rutina ha estado cayendo en crisis desde 2008. Sin embargo, esta elección representa un punto de inflexión. Los trabajadores y jóvenes irlandeses han rechazado rotundamente a los dos partidos principales y el status quo impulsado por la austeridad que representan. En el pasado, el Fianna Fáil apelaba a una retórica de izquierda si era necesario, mientras que el Fine Gael hacía propuestas demagógicas nacionalistas. Pero ninguno de estos partidos estuvo interesado en ningún cambio real y parece que su dominio puede haber terminado. Esto es parte de un colapso europeo, y de hecho mundial, del llamado «centro político».
El Establishment desacreditado
Irlanda es única en Europa occidental en el hecho de que el país nunca ha tenido un gobierno de izquierda y fue sostenido por la clase dominante de Europa como una preciada excepción a los fenómenos políticos de polarización posteriores a 2008. Irlanda ahora ha alcanzado al resto de Europa con una explosión. La crisis bancaria de 2008 golpeó a Irlanda particularmente grave y su economía entró en una recesión severa, cayendo en lo que los economistas llamaron una depresión. Como una forma de mantener bajos los préstamos y gastos y en un intento desesperado por cuadrar las cuentas, ambos partidos del establishment infligieron recortes brutales y austeridad a la clase trabajadora.
En 2016, después de ocho años de estos ataques por parte de gobiernos sucesivos, la proporción de votos combinados para los dos partidos cayó por debajo del 50 por ciento por primera vez. La única forma en que podían formar un gobierno viable era confiar el uno en el otro a través de un acuerdo de confianza y apoyo mutuo.
Esto era necesario para la clase dominante, como la única forma confiable de impulsar la austeridad, mantener bajos los impuestos corporativos y el gasto público, y controlar la reemergencia de la cuestión nacional. El Brexit y la completa ineptitud e incapacidad de Stormont (la sede del gobierno de Irlanda del Norte) y de Westminster acentúan esta cuestión nacional. Pero este período de gobierno estable tuvo un precio que la clase dominante ahora está pagando. Al estar en una «gran» coalición, el Fine Gael y el Fianna Fáil han demostrado abiertamente cuán indistinguibles son sus políticas y que ninguno de los partidos cambiará nada para la clase trabajadora. A pesar de que Fine Gael quería que esta elección se convirtiera en un referéndum sobre el manejo del Brexit por parte de Varadkar (líder del Fine Gael y primer ministro), los problemas de clase salieron a la luz y demostraron el cambio brusco hacia la izquierda en la sociedad irlandesa. Esto se reflejó en las respuestas de las encuestas a pie de urna, donde dominaban los asuntos cotidianos de clase. De las principales razones por las cuales la gente dio su voto, el 32 por ciento dijo que por la atención médica, y el 26 por ciento dijo que por la vivienda / la falta de vivienda, como los factores más decisivos en su decisión de cómo votaron. El Brexit estaba muy abajo en la agenda con solo un 1 por ciento. Hay una creciente ira de clase con respecto a la caída en las condiciones de vida y la situación económica en Irlanda. Informes recientes muestran que el 15,7 por ciento de la población de Irlanda vive por debajo del umbral de pobreza, lo que equivale a 760.000 personas. Hay una crisis de vivienda en marcha, con el alquiler en Dublín ahora más alto que en Tokio o Singapur. Los precios de la vivienda han aumentado un 86 por ciento en siete años. Según datos del gobierno, casi 10.000 personas viven en alojamientos de emergencia y se consideran sin hogar.
Este tipo de noticias acapararon los titulares dominantes en los periódicos en el período previo a las elecciones, como un hombre sin hogar que quedó con lesiones permanentes después de que su tienda de campaña fuera desmantelada por un vehículo del ayuntamiento mientras dormía en su interior, cerca de un canal de Dublín. En el sector de la salud, se han producido huelgas históricas durante el año pasado, con enfermeras y paramédicos exigiendo mejores condiciones salariales y laborales. Estas huelgas resonaron en millones de trabajadores y obtuvieron el apoyo masivo de una población harta de tiempos de espera hospitalarios que baten récords y una falta crónica de camas de hospital. No es de extrañar que la «crisis de la atención médica» fuera una de las prioridades de muchas personas.
El Sinn Féin conecta con el estado de ánimo
El Sinn Féin ha sido efectivo en esta elección al aprovechar esta ira, sus consignas para las elecciones fueron: «Darles un descanso a los trabajadores y las familias» y «La gente quiere un cambio, Sinn Féin puede traer ese cambio». Las políticas emblemáticas de ofrecer a cada inquilino un mes de alquiler gratuito cada año, abolir el impuesto a la propiedad, reducir los impuestos a los trabajadores de bajos ingresos y poder retirar su pensión estatal cuando tiene 65 años, fueron muy populares. Mary Lou Mcdonald, líder del Sinn Féin, dijo sobre sus dos oponentes, el primer ministro (Taoiseach en irlandés) Leo Varadkar y el líder de Fianna Fáil Micheál Martin, durante los debates electorales:
«Escuchando a estos hombres, nunca imaginarías que uno había llevado la economía al colapso la economía y el otro es tan fiscalmente irresponsable que está construyendo el hospital más caro del mundo».
Esto fue recibido con aplausos entusiastas. El cambio hacia el Sinn Féin y hacia la izquierda en general se ve más claramente entre los votantes más jóvenes, el 52,8 por ciento de los votos de 18-24 años se dividió entre Sinn Féin, el Partido Verde y Solidarity-People Before Profit (Solidaridad-La gente antes que los beneficios). ¡Mientras tanto, el voto combinado de Fine Gael y Fianna Fáil fue un magro 29,1 por ciento! Entre los 25-34 años, el apoyo a Sinn Féin fue tan alto como el 32 por ciento. De hecho, Sinn Féin fue el partido más popular para todos los grupos de edad, excepto los mayores de 65 años. Entre las «clases sociales» definidas por el gobierno C2, D y E (que equivalen aproximadamente a la clase trabajadora), el apoyo al Sinn Féin había aumentado al 33-35 por ciento. La ira y el estado de ánimo de la izquierda en la sociedad también se reflejaron en los debates electorales, con Richard Boyd Barrett, representando la coalición electoral de izquierda Solidaridad – La gente antes que los beneficios, visto como un ganador rotundo. Cada vez que señalaba la terrible desigualdad de riqueza en el país, y que los dos partidos del establishment votaron en contra de los proyectos de ley que propuso enmendar la Constitución para incluir el derecho a la vivienda y poner fin a la especulación inmobiliaria y el acaparamiento de tierras, recibió un fuerte aplauso.
Patrick Freyne, del Irish Times, bromea acerca de la audiencia diciendo: «Si no supiera nada mejor, pensaría que Galway era un semillero de simpatía roja». En general, esto es un reflejo de la ira en toda Irlanda que el Sinn Féin ha logrado aprovechar. Sin embargo, este entusiasmo no se tradujo en porcentaje de votos ni escaños para Solidarity-People Before Profit, ya que la clase trabajadora apostó a los partidos más grandes Sinn Féin y los Verdes, y estos últimos también prometieron reformas. Durante la campaña, la clase dominante se llenó de temor y pánico. No es difícil de ver el por qué. El Sinn Féin prometió romper con la austeridad. Las reformas que proponen son modestas e incluyen gravar a los ricos para gastar más en salud y educación. Pero la clase dominante irlandesa se ha basado en proporcionar un patio de recreo con bajos impuestos para las multinacionales. De ahí la respuesta de Leo Varadkar a la política económica popular del Sinn Féin en el segundo debate electoral: “Entonces, creo que será una oportunidad para exponer algunas de esas políticas, no funcionaron en Alemania Oriental, no funcionaron en Venezuela. Ciertamente no van a funcionar en Irlanda».
Básicamente, lo que teme la clase dominante es a la masa de trabajadores y jóvenes irlandeses que respaldan al Sinn Féin, furiosos con todo el sistema. Hay otras razones por las cuales la clase dominante teme al Sinn Féin, incluida su conexión histórica con actividades ilegales y la lucha armada durante los años de plomo. Esto se ha reflejado en el alboroto en torno a la oposición del Sinn Féin a ciertos cuerpos del Estado (los Tribunales Penales Especiales) y su estructura centralizada de partidos.
Además, después del Brexit, que está lejos de resolverse, y con la volatilidad en el Norte, la cuestión nacional ha vuelto a surgir. El establishment irlandés está aterrorizado de dónde terminará esto si el Sinn Féin llega al poder. El partido está pidiendo un referéndum sobre la unificación irlandesa tanto en el Norte como en el Sur. Encuestas recientes sugieren que el 51 por ciento de los votantes de Irlanda del Norte y más del 60 por ciento de los votantes en el Sur respaldan la unificación. No es de extrañar que la clase dominante británica e irlandesa quiera evitar a toda costa un gobierno del Sinn Féin
Al principio hubo un intento de ignorar al Sinn Féin en esta campaña electoral, y algunos compararon el tratamiento de este último por parte de la emisora pública, RTÉ, con los días de la Sección 31 (una ley de censura utilizada contra el Sinn Féin en el pasado). Pero después de que una encuesta puso a Sinn Fein en un 25 por ciento, el establishment político entró en frenesí. Una campaña de desprestigio y ataques, muy similar a lo que vimos contra Jeremy Corbyn en el Reino Unido y Bernie Sanders en los Estados Unidos, se desató contra el partido.
Mientras fue atacado por sus estructuras de partido y políticas económicas, la principal línea de ataque contra el Sinn Féin ha sido previsiblemente en relación con las acciones del IRA Provisional (PIRA), del cual el partido fue el ala política desde su fundación en la década de 1970 hasta al Acuerdo del Viernes Santo en 1998, y la disolución de PIRA en 2005. Desenterrando los esqueletos del pasado, la brutal tortura y asesinato de Paul Quinn en 2007, supuestamente por el PIRA, ha estado circulando nuevamente en todos los principales medios de comunicación irlandeses. Conor Murphy, el ministro de finanzas de Sinn Fein en Irlanda del Norte, se vio obligado a dar una disculpa a los padres de Paul Quinn. Estos eventos han sido utilizados cínicamente por el establishment irlandés para enturbiar las aguas y capturar los titulares de las noticias días antes de que los votantes acudieran a las urnas.
Incluso esto no funcionó. De hecho, el grado de éxito del Sinn Féin ha tomado a muchos por sorpresa, ¡incluida la propia dirección del partido! En mayo, tuvieron un resultado decepcionante en las elecciones europeas, solo lograron ganar 11,7 por ciento y 1 diputado al Parlamento Europeo. Esto se debió principalmente a la baja participación electoral y la falta de entusiasmo por las elecciones europeas. El partido esperaba un resultado similar en las elecciones generales.
Debido al sistema de votación específico en Irlanda, donde se usa un voto transferible único en los distritos electorales que eligen de 3 a 5 representantes, si no espera buenos resultados, entonces es más inteligente presentar menos candidatos para evitar dividir tu propio voto. En un mal movimiento táctico, el Sinn Féin solo presentó a 42 candidatos a nivel nacional en los 39 distritos electorales que elegíaa a más de un diputado, muy por debajo de los 79 necesarios para una mayoría en el Dáil Éireann (parlamento), y menos que el Fianna Fáil o el Fine Gael que pueden ganar más escaños con un menor porcentaje del voto compartido.
Nuevo periodo de inestabilidad
¿Y ahora qué? ¿Qué significa esto para las perspectivas de un nuevo gobierno? Durante las elecciones, Fianna Fáil y Fine Gael descartaron una coalición con Sinn Féin, sin embargo, pueden verse obligados a hacerlo debido a la aritmética parlamentaria. Cualquier coalición sería arriesgada para la clase dominante. Pero sería un desastre para el Sinn Féin, que se ha visto impulsado por una ola de sentimiento anti-establishment.
El Partido Laborista dió un gran salto en las elecciones generales de 2011 después de agitar por un programa muy izquierdista, prometiendo muchas reformas y el fin de los recortes. Al no tener suficientes TDs (diputados en el parlamento irlandés) para un gobierno minoritario o una coalición con partidos más pequeños, los laboristas entraron en coalición con el Fine Gael. En ese gobierno, ayudaron a aprobar presupuestos de austeridad y llevaron a cabo ataques a instancias de su compañero de coalición y, como resultado, fueron destruidos electoralmente, cayendo del 19,4 por ciento en 2011 al 6,6 por ciento en 2016. No se han recuperado desde entonces, languideciendo en un 4 por ciento, reducido a la posición de una secta reformista irrelevante. Esto sirve como una advertencia para el Sinn Féin sobre cualquier otra coalición a la que puedan ser convencidos de sumarse en las próximas semanas. Es probable de estos resultados que los dos partidos del establishment tengan que formar una ‘gran coalición’ una vez más, esta vez requiriendo la ayuda de otros partidos más pequeños. Sin duda, coquetearán con los pocos diputados socialdemócratas, laboristas e independientes para improvisar una mayoría que funcione. Pero incluso esto puede no funcionar. Podríamos ver otra ronda de elecciones en tales circunstancias. El estado de ánimo será alto para que el Sinn Féin participe en una nueva elección, ya que esperarían obtener más votos. Si el Fine Gael y el Fianna Fáil logran formar un gobierno viable, no habrá cambios con respecto a la austeridad y los recortes posteriores a 2008. Las condiciones económicas y sociales que han creado este resultado electoral se mantendrán y solo empeorarán y se exasperarán más, la crisis solo se profundizará cada vez más, y es probable que el nuevo gobierno presida una nueva y profunda recesión. Los dos partidos solo prepararán un fracaso mayor en el futuro. Donde la izquierda solo saldrá será reforzada y el pueblo de Irlanda se politizará cada vez más, abriendo la puerta a la audiencia a favor de políticas socialistas y al potencial de movimientos de masas en el país.
Pase lo que pase en los próximos días y semanas, una cosa es segura: al igual que antes la Iglesia Católica, la clase obrera irlandesa ha enviado el sistema bipartidista al basurero de la historia. No puede haber marcha atrás. Esta elección marca el comienzo de un nuevo período de inestabilidad en la historia de Irlanda.