Escrito por David García Colín
El 4 de junio serán las elecciones a la gubernatura del Estado de México, un estado clave pues concentra 11 millones de potenciales votantes y ha sido siempre uno de los más importantes bastiones del PRI, cuna de uno de sus grupos de poder más poderosos –el grupo Atlacomulco-. Estas elecciones se desarrollarán en un contexto de crisis política y económica sin precedentes, y después de un acusado declive electoral del PRI, el cual perdió 7 estados –de 12 en disputa- en las elecciones del pasado 5 de junio. Pero el escenario es contradictorio y el resultado final estará influido por el desarrollo de la lucha de clases y la capacidad-o incapacidad- de la izquierda para que ese descontento encuentre una expresión política, en un estado que cuenta con los índices más altos de feminicidios y con los peores lugares para vivir que hay en México, según la revista Forbes.
No obstante la crisis histórica del régimen y la situación extremadamente tensa que se vive en el país, este ambiente, por lo menos hasta ahora, no se ha canalizado electoralmente como cabría esperar, debido a la política tibia y conservadora de la dirección de Morena y de las imposiciones burocráticas que han repelido a muchos activistas honestos de base, lo que ha generado que este partido de izquierda no entusiasme ni se vea como alternativa de cambio en muchos sectores de la población y regiones del país. Este factor explica el fenómeno paradójico de que el declive del PRI lo hayan capitalizado otros partidos en declive: el PAN y el PRD. Sin embargo, las tomas de carreteras, gasolinerias y hasta de pipas de gasolina demuestran que en vuelco a la izquierda –incluso en el terreno electoral- está implícito en la situación.
En los lugares donde Morena ha establecido cierto vínculo con el movimiento y ha impulsado candidatos que se identifican con las movilizaciones sociales –como fue el caso de Veracruz, donde el compañero Cuitláhuac García, con todo y un escandaloso fraude, estuvo cerca de arrebatarle este bastión al PRI- se han mostrado las posibilidades electorales de la izquierda en este contexto convulsivo. Pero donde no ha sido así el declive del PRI ha sido tan acusado, que el PAN en alianza con el PRD –ambos en una situación calamitosa- han obtenido triunfos electorales en medio de altos porcentajes de abstención.
¿Es posible que un escenario similar se produzca en las próximas elecciones en Edomex? Es posible y a eso le apuestan el PAN y el PRD –ambos partidos del régimen- que han aprobado ir en coalición [esto se escribió antes de que las negociaciones rumbo a esta coalición se vinieran abajo]. Si Morena –que en las encuestas (mismas que hay que tomar con reservas) aparece con alrededor del 24% de preferencias- no levanta y/o se vincula con un movimiento de masas en donde el pueblo sienta que el triunfo es factible, es posible que el PRI pierda en una elección cerrada frente a la alianza entre el PAN-PRD, lo que significaría un descalabró más para el gobierno de Peña, pero no un triunfo del movimiento popular. Según una encuesta del periódico El Financiero la coalición entre el PAN y el PRD se llevaría el 36% de los votos y el PRI, aliado con el PVEM y Nueva Alianza, obtendría 37% de preferencias. Evidentemente, el PRI impulsará a algún personaje cercano a la mafia de Atlacomulco, quizá el reacomodado Videgaray o Del Mazo Maza. Es posible que la coalición del PAN-PRD sea encabezada por Josefina Vázquez Mota.
Este escenario, sin embargo, implica que el movimiento contra los gasolinazos, la situación de miseria, violencia, feminicidios e inseguridad no se canalice electoralmente, pero la situación convulsiva implica grandes posibilidades objetivas para que las masas se expresen a través de Morena transformando toda la situación política, falsificando las encuestas, que en el mejor de los casos, son fotografías fijas de una situación en movimiento. Edomex cuenta con los índices más altos de feminicidios en el país y, también, altísimos índices de marginación, pobreza, narcotráfico y corrupción; según la revista Forbes también cuenta con los peores municipios para vivir –Ecatepec y Naucalpan- que existen en México. Y si bien esta situación de pobreza material, educativa y cultural ha favorecido el aparato corporativo y de compra de votos del PRI –con los cuales se ha mantenido en el poder por muchas décadas- esta misma situación se puede volver en su contrario, de hecho esto ya está sucediendo como lo muestra el naciente movimiento contra el alza a las gasolinas.
El movimiento contra los gasolinazos demuestra que el potencial para la caída revolucionaria del gobierno de Peña Nieto está presente, por lo que es necesario tomar en cuenta que las elecciones del 2018 , en una situación como la que vivimos, quedan lejanas y no podemos cometer el error –como lo hacen los “cretinos” parlamentarios- de poner todas nuestras esperanzas en el terreno electoral.
Pero incluso si la bancarrota reformista de Morena impide darle un carácter organizado a la protesta social y el gobierno de Peña Nieto sobrevive, propiciando un triunfo de cualquiera de los partidos del Pacto por México en Edomex, sería un error ver en la elecciones del 2017 un presagio lineal de lo que podría suceder en el 2018. Como se demostró en el 2006 –donde el PRI gana la gubernatura en Edomex pero pierde aquí mismo en la elección presidencial- la coyuntura electoral del 2018 puede movilizar a las masas impidiendo que la coalición PAN-PRD pueda capitalizar una situación de abstencionismo y colapso del PRI.
En medio de este escenario convulsivo y contradictorio, los trabajadores debemos organizarnos con una política y perspectiva de clase dentro del movimiento tal y como se nos presenta. Esto implica aprovechar cada coyuntura para formar una corriente socialista entre los sindicatos, los jóvenes y en organizaciones como el EZLN y Morena, promoviendo al mismo tiempo un frente único. Los trabajadores necesitamos construir una organización política propia, para crearla debemos estar hombro con hombro con el resto de nuestra clase. Para nosotros las elecciones son sólo otro medio de lucha pero no el principal. Si queremos un cambio de régimen, debemos luchar en las calles, por la caída del odiado gobierno, sólo esto dará posibilidades para eventuales triunfos electorales que abrirán nuevos caminos para la lucha por el socialismo.