De forma contundente, el Sindicato de la Unión de Trabajadores del Instituto de Educación Media Superior (SUTIEMS) votó el estallamiento a huelga para el 5 de junio a las 6:00 am. Esto después de que la patronal ofreciera, inicialmente, un miserable 2.5% de aumento salarial y finalmente un 3.5% que es el “tope salarial” impuesto por el gobierno de la llamada “transformación”. Los trabajadores rechazaron esa burla.
De gran trascendencia para inclinar a los trabajadores a votar la huelga ha sido el formidable ejemplo de lucha de la CNTE, quienes mantienen un paro y un megaplantón en el Zócalo que, diga lo que se diga, ha tenido la virtud de demostrar los límites y contradicciones del gobierno de la 4T. En campaña, la ahora presidenta, prometió dar marcha atrás a la contrarreforma a las pensiones del 2007, que privatizó los ahorros de los trabajadores entregándolos a 9 Afores privadas, que equivale a contrar con ello el 20% del PIB.
Ya en la presidencia, Sheinbaum se niega a cumplir lo prometido. Falta a su palabra al ofrecer, en lugar de la abrogación de la Ley de 2007, una insatisfactoria “Pensión para el bienestar”. Esta funcionará con un presupuesto insuficiente y fondos no renovables que, en el mejor de los casos, cubrirán las pensiones hasta el 2045 de sólo a una pequeña fracción de los trabajadores actualmente en activo.
En el momento decisivo, la 4T se ha posicionado a favor de los bancos y el capital financiero y está traicionando a los trabajadores. Lo de “primero los pobres” se están convirtiendo en “primero los banqueros”. Por esto, la decisión del SUTIEMS de estallar la huelga es también una cuestión política y de clase pues se está jugando el futuro de nuestras pensiones.
Perfil similar presenta el gobierno de Clara Brugada al imponer un neoliberal tope salarial del 3.5% para sus trabajadores, que no sólo está muy lejos del 9% ofertado a la CNTE —ya de por sí insuficiente— sino que ni siquiera supera la inflación del 2024 que fue de 4.2%. Así, la promesa de la 4T de garantizar aumentos salariales por encima de la inflación ha sido pura demagogia para la mayoría de trabajadores y, en especial, para los trabajadores al servicio del Estado, salario que en términos reales se ha depreciado.
Los trabajadores del Instituto de Educación Media Superior (IEMS) exigimos también creación de plazas suficientes, mayor presupuesto a las preparatorias de la CDMX, diversas mejoras contractuales para todos los trabajadores y respeto a nuestro modelo educativo crítico, científico y humanista. Demandas todas justas que un gobierno de izquierda tendría que solventar.
La actual insurgencia sindical muestra que gobierne quien gobierne los derechos deben defenderse. La movilización de la clase trabajadora está demostrando que “no se puede quedar bien con dios y con el diablo”, o se está del lado de los trabajadores o del gran capital. La CNTE y el SUTIEMS están haciendo lo que les corresponde que es movilizarse en defensa de los derechos de los trabajadores —obligación elemental de cualquier sindicato democrático—.
Ahora le toca al gobierno demostrar nuevamente de qué lado está. La actual jefa de gobierno viene del movimiento popular y vecinal, no debería olvidarlo ahora que es gobierno. Los maestros democráticos tenemos claro de qué lado estamos: somos un movimiento de izquierda, estamos con los trabajadores y en contra de los banqueros; estamos a favor de un salario y educación dignas. Rechazamos de forma contundente cualquier intento de ponernos en el mismo saco de la derecha o de Claudio X.
Morena y el gobierno harían bien en combatir a la derecha dentro de sus propias filas en vez de estigmatizar la lucha justa de los maestros. El “Partido-movimiento” se está alejando del movimiento que de una u otra forma los llevó al gobierno. Los trabajadores debemos formar un frente, unir nuestras demandas y discutir qué tipo de programa y organización política necesitamos para cumplir nuestras demandas. Los compañeros de la Organización Comunista Revolucionaria creemos que el programa que necesitamos es el de la lucha por el comunismo.