Escrito por Rubén Rivera
En términos generales robar es malo, es parte de la cultura de cualquier trabajador el ver mal a todo aquel que no obtiene su sustento con el sudor de su frente, cuando decimos que el capitalismo es un robo nos referimos a que construye todo un entramado de leyes, prejuicios e incluso religiones con el fin de justificar el hecho de que alguien puede apropiarse del producto del trabajo ajeno tan solo por el hecho de que invierte una cantidad de dinero en el proceso productivo y eso le da derecho absolutamente a controlar todo.
Los trabajadores no aspiramos al “derecho” de robar también, por eso consideramos los recientes actos de saqueo que se han desatado en el marco de las protestas contra el “gasolinazo” como producto ya sea de las maniobras del propio estado para criminalizar las protestas o de la misma falta de alternativas de lucha que hacen a algunos sectores optar por esas acciones.
Como sea, ni crea conciencia ni organización y no tiene nada que ver con las expropiaciones organizadas las cuales tienen un fin de organización de una nueva sociedad; cuando unos trabajadores toman una empresa y la ponen a producir, cuando los empleados de un supermercado se apropian de el y forman una cooperativa están, en cierto modo, haciendo ensayos de una nueva sociedad.
Como siempre repetiremos si una acción no fortalece la organización y la conciencia entonces no es una buena acción, esto no tiene que ver con ningún culto a la propiedad privada.
Dicho todo esto, la prensa burguesa se preocupa bastante de que algunos desesperados aprovechen la oportunidad y se lleven un detergente o una licuadora en medio del caos generado por el “gasolinazo”, no obstante se hace ojo de hormiga cuando se trata de saqueadores de ligas mayores, ese es el caso del exgobernador de Veracruz Javier Duarte.
El 10 de diciembre de 2010 tomo posesión del cargo de gobernador, dos años antes Peña Nieto, no obstante este último siempre presumía que ambos formaban parte del “nuevo PRI” supuestamente distinto al viejo, con otros usos y costumbres.
Muy rápido se demostró que los usos y las costumbres del “nuevo PRI” consistían en
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Manejo patrimonial de los bienes y recursos públicos
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Manipulación mediática
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Colusión con el crimen organizado
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Represión tanto simulada como abierta
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Saqueo del erario por la vía de empresas fantasma, simulación de obra y un largo etcétera.
No es de extrañarse dado que el “nuevo PRI” es heredero del grupo Atlacomulco cuyo líder histórico Carlos Hank González inculco desde hace decenios las máximas: “Político pobre, pobre político”, “cuándo hay obras hay sobras”, “todo lo que tiene precio sale más barato”.
Javier Duarte se destacó particularmente por el desenfreno de sus acciones, lo que genero tanta indignación que al final tuvieron que esconderlo para evitar que pisara la cárcel.
Realmente comenzó muy pronto; el 30 de septiembre de 2011 el crimen organizado arrojo 35 cuerpos mutilados en Boca del Rio, justamente en un encuentro organizado por la propia PGR, el gobernador aún sin pruebas o una investigación a fondo declaró: “Los 35 ultimados tienen antecedentes penales, se les relaciona con la delincuencia organizada y están en los registros de Plataforma México”.
Javier Duarte no tenía el modo de saber si los asesinados eran delincuentes o no, de hecho a fechas actuales aún se desconoce la identidad de la mayoría de ellos. Su declaración suena más bien como la justificación de un hecho bajo su complicidad.
La situación forzó al inicio de una ocupación militar del Estado con el pretexto de parar la ola de violencia, no obstante las ejecuciones y desapariciones incluso fueron en aumento.
Unos meses después, el 28 de enero del 2012, se descubrió en el aeropuerto de Toluca a funcionarios de Veracruz cargando en maletas 25 millones de pesos en efectivo, el gobierno de Duarte reclamo ese dinero diciendo que eran para una fiesta. Podría pensarse que se trato simplemente de un errores de procedimiento, de hecho a la larga el dinero fue entregado nuevamente a Veracruz
Ya en 2014, el 28 de abril fue encontrado el cadáver de Regina Martínez, periodista investigadora de la revista Proceso, con la cual sumaban ya 9 reporteros asesinados, siempre en casos vinculados con investigaciones al gobierno estatal.
El largo brazo de la represión alcanzó incluso a periodistas que habían huido de Veracruz por amenazas, este fue el caso de Rubén Espinosa Becerril, asesinado el 1 de agosto de 2015 junto a otras cuatro personas, una de las cuales había señalado públicamente a Duarte como responsable de lo que le sucediera.
Los siguientes meses se caracterizaron por una serie de secuestros y desapariciones por parte del crimen organizado y policías estatales, es difícil distinguir donde terminan unos y comienzan otros, no obstante el fin del periodo de Duarte se acercaba y con él las evidencias del terrible saqueo al Estado.
Fue hasta el 17 de octubre, después de seis años de corrupción, evidente para todo el mundo, que la federación se decidió a anunciar un procedimiento judicial en contra de Duarte el cual ya había escapado 2 días antes en un “puente de plata” que el mismo régimen le formo.
La razón de no detener por el momento a Duarte puede corresponder a la necesidad de parte de muchos funcionarios coludidos a nivel federal de cubrirse las espaldas, la cantidad de negocios ilícitos puede abarcar a varios funcionarios que necesitan fabricar coartadas y ello requiere tiempo.
Tan solo los montos de los desvíos indican una necesaria colusión más allá del ámbito local, durante 2015 duarte pagó 431 millones de pesos a empresas fantasmas que literalmente no hicieron nada. Pero se habla de más de 16 mil millones de pesos los que se desviaron bajo diversos mecanismos
Cuando se habla de saqueadores hay que tener sentido de la proporción, los gobernantes priistas son los pesos pesados, Duarte tan solo es el botón de muestra de lo que ha significado el regreso del PRI.
La corrupción es parte inherente del sistema, no se puede decir que con combatirla basta, el sistema la reproduce, para acabarla hay que acabar al sistema de raíz, incluso en este punto el ser revolucionario es más realista que la demagogia de los socialdemócratas de distinta ralea.