El PRT sudcaliforniano: Pasado del presente en lucha, pasado de un futuro brillante
Alejandro Camacho
A principios de los años setenta, se combinó un gran ímpetu de jóvenes y trabajadores en la lucha contra el régimen priista y por la democratización de las organizaciones de masas, con un proceso de confluencia de diversos grupos que se reivindicaban trotskistas en torno a la formación del PRT. No cabe duda de que, en miles de activistas de base —especialmente en diversas regiones del interior del país—, este proceso generó muchas esperanzas. Muchos genuinos revolucionarios entregaron parte de sus vidas con la convicción de construir un partido obrero independiente. Sin embargo, la política de su dirección —ya fuera sectaria por un lado, u oportunista y electoralista por otro— terminó por destruir dicho partido.
Hoy, el proceso de conformación del Partido Comunista Revolucionario hace un llamado a todos los activistas, sin importar su origen, a sumarse a la discusión de nuestro programa, y a compartir nuestros métodos y políticas, para avanzar juntos en un nuevo proceso de unidad revolucionaria.
Comité de redacción.
Aun desde el brazo descarnado de la patria, en el estado sur de la península californiana, han existido sectores de la sociedad conscientes de las necesidades de transformación social. El desarrollo del capitalismo ha generado que los sectores más avanzados de la clase obrera hayan desarrollado una conciencia histórica, en la búsqueda de una praxis revolucionaria que logre el cambio de la sociedad capitalista a la libre asociación de productores del comunismo. Y precisamente, el proletariado sudcaliforniano encontró refugio en el trotskismo. La historia del PRT, en específico del PRT sudcaliforniano, es la historia de cómo las ideas del socialismo avanzan, aun en los rincones más lejanos del globo.
En la década de los sesenta, Baja California Sur engendró un importante movimiento social, vinculado con las masas. Todavía como territorio, el Frente de Unificación Sudcaliforniano (el FUS) y Loreto 70 representaron las voluntades de un sector de la pequeña burguesía por lograr el reconocimiento de la Entidad. La lucha democrática se tradujo en la conversión de Baja California Sur en Estado en 1974 y con ello, el sufragio universal para la creación de una política regional. A pesar de conformación interclasista y la dirección pequeñoburguesa, el futuro PRT destacó el valor histórico del FUS a la hora de despertar conciencia social.
Alrededor de dichas épocas surgieron los primeros movimientos sociales que iban más allá de la lucha democrática. Con la misma inspiración (y temor) de los jóvenes capitalinos testigos de la barbarie del 68, surgieron distintos grupúsculos de origen estudiantil con vocación por el activismo político: la Asociación de Estudiantes Sudcalifornianos en México (AESM), el Movimiento de Acción Estudiantil (MAE), la Alianza de Intelectuales Revolucionarios (AIR) y la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI). Todos estos grupos fueron importantes para reforzar los grandes sucesos de clase que ocurrían en aquellos días: la formación del sindicato independiente Ardemi y la creación de los Comités de Defensa Popular en las colonias obreras. De este parto del movimiento social sudcaliforniano, surgiría un nuevo grupo a partir de los grupos de jóvenes antes mencionados. Nacería el Grupo de Acción Popular (GAP).
El GAP sería importante para lograr la respuesta del gobierno a los conflictos antes mencionados, pero no se detuvieron ahí. Con la llegada de Ernesto Velásquez –militante del trotskismo– ocurrió el giro político del GAP: su vinculación con el Grupo Comunista Internacionalista (GCI) los llevó a que se fortalecería la madurez teórica del grupo, entendiendo que la lucha social tiene su origen en el conflicto de clase y en el capital.
Posteriormente, en 1976, el trotskismo mexicano se centralizaría en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), movimiento del que participó el GAP, transformándose en la sección regional del partido. A la par, surgirían otros movimientos importantes dentro del sindicalismo local, como el nacimiento del Sindicato de Trabajadores de la Preparatoria Morelos (SITPREMO) y el Bloque de Delegaciones y Maestros Democráticos, donde participarían los militantes perretistas. Tras años de luchar por el registro político y tras la apertura creada en el sistema con la Reforma Política de 1977, participarían en las elecciones locales de 1980, y en las elecciones presidenciales de 1982. Dichas elecciones, serían importantes por establecer la primera candidatura presidencial de una mujer: Rosario Ibarra de Piedra, importante activista por la lucha de los desaparecidos políticos. A nivel regional, el PRT logró posicionarse como la tercera fuerza política de dicha elección, por detrás del monolítico PRI y del PAN.
Aun así, dicha posición no logró resistir ante los giros del tiempo. La candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, y la fuerza del movimiento neocardenista fue una gran corriente que llevó a que la resistencia al neoliberalismo se tradujera en el viejo nacionalismo corporativista de antaño. Aunque en 1988, el PRT fuese el único partido obrero que se resistió a la estrategia de crear un frente con Cárdenas, los pocos resultados obtenidos en la elección del 88, así como la fuerza popular que extrajo el Frente Democrático Nacional de la campaña contra el fraude electoral, provocó que el PRT terminara escindiendose y un sector sucumbiendo con el PRD –hijo del FDN– en las siguientes elecciones, apoyando la candidatura de Cárdenas de forma acrítica, abandonado el programa socialista. Posteriormente, Leonel Cota –quien formaría parte del Grupo de Acción Popular– sería quien terminaría con la hegemonía del PRI en BCS, ganando la gubernatura de la mano del PRD.
Finalmente, la disolución del PRT en la entidad fue definitiva. De forma poética, quién diera el discurso de la desintegración del Partido, fue el entonces trotskista y líder del movimiento sindical normalista Víctor Castro Cosío; ahora gobernador de la entidad por Morena y orgulloso plañidero al servicio de los discursos de López Obrador y de Sheinbaum. En cuanto al resto de militantes, el levantamiento zapatista irradió cierto optimismo revolucionario, que llegó a la reconversión del cuerpo político en el Frente Zapatista de Liberación Nacional, brazo urbano del alzamiento chiapaneco.
Hacer un balance de la historia perretista es importante, aunque sea doloroso. A pesar de llevar la delantera en sectores obreros, de participar dentro de los diversos levantamientos de colonias populares y de tener posiciones importantes dentro de la corriente democratizadora del sindicalismo, poco de ese esfuerzo se tradujo en votos y, mucho menos, en un movimiento de masas. Aun así, se le debe reconocer la madurez teórica con la que, desde sus trincheras, integraron consignas progresistas por la liberación de la mujer y por la aceptación de las divergencias sexo- genéricas, lograron identificar al bonapartismo del PRI como salvaguarda de la burguesía local, se opusieron al neoliberalismo no desde los ya apolillados coros del nacionalismo conciliador, si no desde la necesidad de una revolución que superaran tanto a la mexicana como a la rusa, la revolución permanente por la construcción del comunismo. Los militantes más congruentes del PRT han contribuido a la formación de actuales militantes de la OCR, y desde nuestra trinchera, saludamos a quienes hayan luchado por la independencia de clase, por la clase obrera y el futuro comunista de la especie humana.
¡Por la construcción del futuro, reclamemos el pasado!
¡Por la construcción del Partido Comunista Revolucionario!
