Continúa la estira y afloja en torno al INE. La noche del 6 de diciembre la oposición desechó la reforma constitucional que modificaba sustantivamente el funcionamiento del INE, no obstante, en la madrugada del 7 diciembre la mayoría oficialista (Morena, PT y PVEM) aprobó el llamado plan B que consiste en modificaciones a leyes secundarias en tres vertientes.
¿Qué propone el plan B?
En derechos político electorales señala elementos para garantizar el voto en el extranjero, el de las personas en prisión preventiva, las personas con discapacidad, así como algunas medidas de paridad e inclusión en distintos niveles, entre otros temas.
Entorno al INE se propone una reducción de las autoridades electorales en todos los planos; se eliminan la mayoría de las facultades sancionatorias y el poder de veto que se atribuía el consejo general del INE y que aplicaba a discreción en función de la alianza tácita con la oposición, y, en general, promueve el computo automático como ya sucede en infinidad de países, incluyendo varios de América Latina. Además de ello hace ajustes al calendario electoral, con el fin de reducir los periodos de incertidumbre entre campañas y precampañas.
En la otra vertiente, la judicial, se propone un rediseño completo del aparato de justicia electoral con el fin de arrebatar el control que el grupo de Lorenzo Córdoba aún mantiene ahí y que amenaza con prolongarse otro sexenio de no hacerse nada.
Diferencia respecto a la reforma constitucional
En general se ha sustituido una reforma política de fondo, como lo era la propuesta original de AMLO, por una que en suma supone un ajuste al presupuesto y atribuciones del INE. La reforma constitucional proponía la creación de un nuevo órgano electoral, mientras que el plan B se limita a buscar arrebatar el control que a lo largo de décadas ha ejercido sobre el IFE-INE, el grupo de José Woldenberg y Lorenzo Córdova.
Por supuesto, como en otras iniciativas, hace falta un buen trecho para que las reformas aprobadas en la Cámara de Diputados se conviertan en realidades tangibles. El primer obstáculo se encuentra en el propio Senado donde Ricardo Monreal, ya ha advertido que se tomará todo el tiempo del mundo para analizar detalladamente todos y cada uno de los “450 artículos modificados”.
El papel de Monreal
Con esta maniobra Monreal da a conocer que “venderá caro su amor” al mejor postor. Ante esta desfachatez, no sabemos que es más vergonzoso, que él continúe como miembro de Morena y coordinador de su grupo parlamentario del senado o que no se hayan tomado medidas para expulsarlo.
La reacción de la oposición no se ha hecho esperar. Al principio festejó el que la reforma constitucional no haya conseguido los votos suficientes, por el otro ha tachado la aprobación del “plan B” como un acto de autoritarismo “sin precedentes”. Como hemos señalado en ocasiones anteriores, lo que realmente les duele es perder el control de una institución que consideran clave para su retorno al gobierno en el 2024.
La postura de los trabajadores
Los trabajadores, por supuesto, estamos interesados en evitar que la alianza PRIANRD regrese al gobierno y en ese sentido debemos rechazar todo el discurso hipócrita de “defensa del INE” como si se tratara de algo que nos beneficie. Repetimos, el INE es una institución corrupta, ha sido uno de los instrumentos de la burguesía para legitimar a aquellos que la cúpula empresarial designa como los elegidos para gobernar. Por tanto, debemos oponernos e incluso movilizarnos en contra de preservar al INE tal y como está.
Por otro lado, seamos claros, la iniciativa de AMLO, pese a que puede contener algunas propuestas razonables, no significan ni más democracia ni más acceso a los trabajadores a las tomas de decisiones. Es decir, no son propuestas de los trabajadores para los trabajadores sino más bien parte de una estrategia del gobierno en su enfrentamiento con la oposición reaccionaria y solo en ese sentido simpatizamos con ella.
Desde nuestro punto de vista cualquier forma de institución electoral que parta sobre la base de preservar las relaciones sociales tal y como están, son en el fondo mecanismos de legitimación de la burguesía en el poder.
Los trabajadores necesitamos un gobierno de democracia obrera basado en la propiedad social de los medios de producción de tal manera que ninguna institución sea refugio de parásitos privilegiados. Mientras eso no suceda, nos mantendremos firmes luchando por avances en todos los frentes y, por supuesto, en contra de retrocesos como lo sería el retorno de la vieja mafia del poder.