Escrito por: Gustavo Castillo
La jornada electoral del pasado domingo ha dejado su firma indeleble en las páginas de la lucha de clases; los pronósticos de las encuestadoras burguesas, las afirmaciones de los intelectuales más conservadores, así como los comentarios de los periodistas más reaccionarios fueron superados por la avalancha de los trabajadores del país. El voto masivo al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, se ha reflejado en las estadísticas del Instituto Nacional Electoral como un zarpazo de tigre: un zarpazo que ha borrado de la escena política al partido de Estado -el PRI- y sus secuaces el PAN y PRD. Este acontecimiento marcó su huella en las conciencias de millones de pobres que anhelan un cambio profundo ante la grave crisis de violencia y económica que azota el país.
La elección de este 1ro de Julio ha sido la más grande que ha tenido México en los últimos 50 años, no solo por el número de cargos públicos que se disputaron en las urnas (18 mil 299 puestos de elección), sino por la masiva participación que desde primera hora se presentó en las miles de casillas electorales a lo largo y ancho del país. Si bien la violencia fue un factor importante en la elección (robo de urnas, campaña de miedo, e incluso asesinatos), también lo fue la genuina defensa del voto por parte de miles de trabajadores que se inscribieron voluntariamente para cumplir con esta tarea, el objetivo era uno solo: frenar cualquier intento del régimen por imponer alguno de sus candidatos desde las mismas urnas.
Las elecciones en el Edomex
A primera hora del domingo diversos medios de comunicación anunciaban que el 36% de los funcionarios de casilla del Estado de México renunciaron o sencillamente no se presentaron para ejecutar sus funciones. El clima de inseguridad que se vivió durante toda la campaña electoral, que dejó cerca de 130 personas asesinadas entre candidatos, militantes o funcionarios de los diversos partidos políticos fue un elemento que empujó a esta situación. Se ha documentado que en diversos distritos del Edomex los funcionarios fueron amenazados o comprados por la maquinaria del priismo para que no se presentaran. La compra de votos se efectuó de manera abierta y cínica. No obstante, los partidos de la burguesía fueron desterrados de los diversos municipios y localidades.
Los datos que arroja el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del Edomex reflejan, entre muchas cosas, el hartazgo y el descontento de los trabajadores con las políticas que se han impulsado en el estado. El alza al costo del transporte público, que pasó de 8.00 pesos a 10.00 el mínimo, y en zonas más alejadas de los centros urbanos alanzó los 13.00 pesos, el alza del costo de la gasolina que inicios del 2017 desencadeno una serie de movilizaciones espontaneas en municipios como Cuautitlán Izcalli, Tlalnepantla, Tultitlán, Ecatepec y Coacalco, sumamos a esto la crisis de feminicidios que ha encendido las luces rojas en organismos internacionales, asesinatos de mujeres por cuestiones de género que ha colocado a Ecatepec y Naucalpan como los municipios más peligrosos de América Latina (¡!). La vida se ha hecho muy complicada para un trabajador promedio en esta entidad. El escenario es similar en diversos estados del país. Estos elementos han formado un coctel explosivo que ha estado a punto de reventar en más de una ocasión.
La coalición PAN-PRD-MC obtuvo 35 ayuntamientos, la coalición PRI-PVE-NA obtuvo 33, el Morena-PES-PT obtuvo 55 ayuntamientos. Municipios que han sido utilizados como el bastión del PRIISMO y el Panismo dieron un giro de 180 grados y se han pintado de guinda: Cuautitlán Izcalli, Cuautitlán de Romero Rubio, Tlalnepantla, Tultitlán, Ecatepec, Coacalco y sí, Atlacomulco. Los primeros 6 municipios son lo que podemos denominar el cinturón proletario de la Ciudad de México: la encuesta intercensal del INEGI 2015 arrojó que cerca de 8.9 millones de personas ingresan a la CDMX para estudiar o trabajar, esto equivale a un 19% del total de la población capitalina, una población que se traslada cotidianamente desde el Estado de México y otros estados como Hidalgo y Morelos. Sin embargo el Edomex se posiciona como el estado que más aporta a la cuota de trabajadores a la capital, siendo la delegación a la que más mexiquenses llegan para trabajar es la Cuauhtémoc, en tanto que Gustavo A. Madero es la delegación a la que más estudiantes provenientes del Estado de México se trasladan. Además que en el sector industrial, los municipios mencionados nutren con fuerza de trabajo a las zonas industriales de Vallejo, en la delegación Azcapotzalco y a la delegación Gustavo A. Madero. Conforme se avanza al norte de la ciudad se va haciendo más evidente la separación entre el Edomex y la CDMX, es en esos límites donde se operan las contradicciones más intensas, pareciera que existe una frontera de inseguridad y marginación entre los trabajadores y sus centros de trabajo. Es en estos municipios donde la garra del tigre arrojó a la basura de la historia a los partidos del régimen.
El caso de Atlacomulco es muy significativo, este municipio es la cuna del priismo. Gobernadores de Hidalgo, Edomex, así como diputados federales y senadores provienen de este lugar, aquí se formó Arturo Montiel, Enrique Peña Nieto y Arturo del Mazo, actual gobernador del estado. En sí, Atlacomulco es la cuna de la corrupción y la barbarie, en tanto que municipio formador de políticos del PRI.
En cuanto a las diputaciones locales la derrota del PRI fue contundente: 42 distritos por el Morena, 2 por el PAN, y el PRI solo con una. La verdadera derrota histórica del Revolucionario Institucional fue, junto con la derrota de Meade en la elección presidencial, ¡que las masas han arrebatado para sí a uno de los estados bastiones del régimen! El estado de México albergaba una de las más poderosas maquinarias priistas, la compra del voto en el estado es una tradición en cada proceso electoral, esta maquinaria se lubrica con los recursos del narco y de los pulpos transportistas que hacen jugosos negocios con las concesiones del transporte público, del desvió de fondos para programas sociales, la gran mayoría de los municipios que lo integran estaban bajó la administración del PRI, los elementos estatales y municipales operan en comparsa con el crimen organizado… En suma, el Estado de México era -hasta el domingo- una extensión natural del PRI. Los trabajadores del estado han dado un golpe fatal que apunta al desmantelamiento del aparato político del PRI en el Edomex.
Durante la jornada electoral se operaron diversos mecanismos de compra de voto y de fraude, en algunos casos se ha documentado que ofrecieron entre 1,500 y 2,000 pesos por el voto a los partidos del régimen, sin embargo, y muy a pesar del entusiasmo de los mapaches electorales, ninguno de estos mecanismos operó lo suficiente. A nivel nacional el PRI-PAN-PRD colapsaron como un castillo de naipes, la burguesía que mantenía la relación con estos partidos intentó unificarlos en una sola candidatura, pero las numerosas diferencias entre las estructuras de los partidos lo hicieron imposible. Ninguno de ellos, en especial el PRI, estaba dispuesto a perder sus privilegios. A la hora decisiva no hubo una fuerza que estuviera dispuesta a sacrificarse o que impidiera su caída.
El proceso electoral y el movimiento de los trabajadores
«¿Qué relación guardan los comunistas con los proletarios en general?
Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.
No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario.
Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto» (Marx & F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista)
El proceso electoral que ha tenido su pico más alto en la elección presidencial ha sacado a la luz diversas cuestiones que debemos analizar. Lo primero es que esta elección difiere en calidad y cantidad de las del 2006 y 2012: la crisis del capitalismo a nivel mundial ha aislado a lo que resta de los gobiernos de izquierda en américa latina, y encuentra su punto de máxima expresión en el periodo de reacción que vive actualmente la revolución venezolana. En la mayoría de los casos los gobiernos progresistas han tenido que dar marcha atrás a sus programas ante la crisis económica mundial, sacrificando las reformas a favor de los trabajadores por contra-reformas a favor del capital. En México la situación es similar, las reformas estructurales fueron planeadas para dar un salvavidas a los capitales transnacionales, y así nivelar un poco la crisis del sistema. Esto ha degenerado en los bajos niveles de vida de los trabajadores, la inseguridad y violencia que se viven a diario.
Después de varias décadas y de varios tropiezos de los gobiernos del PRI y del PAN los trabajadores han llegado a la conclusión de que un cambio en el gobiernos es necesario y fundamental para frenar las cosas donde están e intentar hacerlas retroceder: al ir a las urnas los trabajadores del país emitieron un voto contra la corrupción, la violencia, la impunidad y la crisis económica. La naturaleza aborrece al vacío, el voto contra el régimen se materializó en el voto por AMLO, quien se ha ganado ser el referente moral de millones de trabajadores honestos, quienes ven en él la alternativa para salir de la crisis.
En su discurso del domingo 1ro de Julio en el Zócalo, AMLO expresó su deseo de “gobernar para todos”, eso en la práctica es imposible, y esto se debe a que los problemas de la sociedad son los problemas del sistema económico mundial, un sistema que se agrupa en dos grandes polos: los que producen la riqueza y los que la acumulan. De ahí que existan en México familias multimillonarias y millones de familias en pobreza o pobreza extrema. El gobierno de Andrés Manuel tendrá que decidir y balancearse entre los intereses de la oligarquía y los intereses de sus 24,127,451 votantes, que en su mayoría son trabajadores.
Los trabajadores han adquirido confianza con esta significativa victoria, no obstante se verán obligados a salir a la calle nuevamente y completar lo que comenzaron en las urnas. En ese tenor nuestra tarea es aprovechar la marea para llevar a los trabajadores el programa y las ideas del marxismo, explicando con paciencia pero siendo firmes en los principios, sin dar concesión alguna a las ideas de la unidad con la burguesía y la reconciliación con los explotadores, debemos fortalecer sus organizaciones y dar la batalla interna por separarlos de la influencia de las direcciones burocráticas y reformistas. Solo así tendremos la posibilidad de conseguir una victoria final sobre la crisis económica y sus consecuencias, una victoria que puede ser garantizada por el programa del socialismo y la democracia proletaria.
Los periodistas de los grandes medios de comunicación celebran “la fiesta de la democracia y la participación ciudadana…” estos hipócritas se negaron durante años a aceptar el fraude electoral de 1988, el de 2006 y 2012, se negaron a aceptar la participación del ejército en la desaparición de los 43 compañeros de Ayotzinapa, y celebraron con bombo y platillo las reformas estructurales. La victoria en las urnas no es la victoria de la democracia burguesa y sus instituciones, es la victoria de las masas sobre los partidos de la burguesía. El tigre ha despertado y ha dado un zarpazo, la verdadera lucha apenas comienza.