Este 22 de junio se cumplen diez días del paro nacional en Ecuador. El primer año de gobierno Lasso ha sido una tragedia para los obreros y campesinos. Ecuador fue uno de los países más afectados por la pandemia del COVID 19. El desempleo y la miseria afectan fuertemente a todas las provincias del país. El gobierno Lasso ha cumplido religiosamente todas las exigencias del Fondo Monetario Internacional desde que asumió el poder en mayo de 2021. El aumento de los combustibles y de los alimentos ha sido la gota de agua que ha rebosado el vaso.
El llamado de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) a paro nacional por tiempo indeterminado a partir del 13 de junio, encontró una respuesta masiva en los campesinos y estudiantes de Ecuador desde los primeros días. Están paralizando el país con cierres de carreteras y grandes manifestaciones en las ciudades. La policía nacional no ha sido capaz de reabrir las carreteras y son los manifestantes que controlan quien pasa o no de los bloqueos. Ahora se están uniendo los habitantes de la capital, los jóvenes de los barrios obreros, los trabajadores.
El viernes 17, en un atropello más a los derechos democráticos, el presidente Lasso ha instaurado el toque de queda en las provincias centrales, prohibiendo así las manifestaciones y protestas. El lunes 20, una parte de la asamblea de diputados intentó derribar el estado de emergencia pero no han conseguido la mayoría para suspenderlo.
A pesar de que Lasso dice públicamente que quiere el diálogo, en las calles la policía está autorizada a reprimir. Pero la rabia es tal y la determinación de lucha tan fuerte que la represión no logra detener la llegada de las columnas campesinas e indígenas a la ciudad de Quito. Vemos imágenes impresionantes de las marchas hacia el centro de Quito avanzando con la policía apenas observando.
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Los manifestantes precisan de abrigo y comida para estar en Quito, y hay toda una cadena de ayuda para que la comida llegue y para que puedan reposar de la larga caminada. Las experiencias del Octubre Rojo de 2019 están vivas en las memorias de todos, y parece que el grado de organización es mayor que en 2019. Ante la decisión del gobierno de militarizar la Casa de Cultura, que fue el centro de la Asamblea de los Pueblos en 2019, los principales puntos de alojamiento son ahora las universidades públicas de Quito y es allí donde se dan las Asambleas para las tomas de decisión.
La policía está constantemente violando la autonomía de las universidades para desmovilizar y reprimir, tanto en Cuenca como en Quito, pero los manifestantes se mantienen unidos y ganando fuerza. Ayer día 21 la Universidad Central de Quito fue atacada por la noche.
En el pronunciamiento de la CONAIE de ayer, Leonidas Iza ha dicho que desde el inicio del paro ya tenemos 2 muertos, centenares de heridos, algunos graves y otros mutilados; 79 manifestantes están detenidos, y pueden ser más. El domingo 19 el jóven Johnny Saúl Félix Muenala falleció en el sector Collas, a 30 km de la capital, tras caer a una quebrada huyendo de la represión militar. Por otra parte, la Confeniae, denunció la “muerte por represión de la fuerza pública” del comunero Kichwa Guido Guatatoca en Puyo, provincia de Pastaza, en la región amazónica. El lunes 20, desde un vehículo particular se atacó con arma de fuego a los manifestantes en Tucumbo, al nororiente de Quito. El propio Iza ha sufrido el sábado 18 un atentado con arma de fuego contra el vehículo en el que se moviliza.
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En el noticiero los representantes de la clase dominante dicen querer diálogo, y Lasso anuncia algunas concesiones menores, pero en las calles la represión se intensifica. Los manifestantes están creando sus propios métodos para defenderse y avanzar. Hay muchas imágenes de la policía reculando frente a una multitud que avanza en Quito y también en las provincias.
En una intervención amenazadora, el ministro de defensa Luís Lara, escoltado por la plana mayor de las Fuerzas Armadas, dijo que “la democracia está en riesgo grave” y advirtió que “las Fuerzas Armadas no permitirán que se intente romper el orden constitucional o cualquier acción en contra de la democracia o las leyes». El mensaje es claro, ante las protestas de la mayoría, el ejército está para garantizar el órden burgués.
Un compañero de la sureña provincia de El Oro nos envía esta crónica de la situación:
Todos los días desde que amanece, empieza el paro, dependiendo del sector donde uno viva será mas fuerte o no. Dentro de las tres provincias que acaban de ser declaradas en estado de excepción las cosas son siempre fuertes, los choques con la policía y el ejército son muy comunes. Desde la madrugada se empiezan a bloquear las vías usando todo tipo de materiales, se tumban árboles, se riega piedra o tierra, todo con tal de crear una barrera que impida la movilidad en las vías. Muchos conductores y personas se enojan por estos motivos, algunos intentan atropellar a los demás con tal de pasar, otros son muy comprensivos, algunos incluso se unen a las manifestaciones.
Todo esto es en la periferia de las provincias. Dentro de las ciudades luego de una semana de paro se empieza a notar la escasez de alimentos, con incrementos de hasta el 100% de su costo, esto es consecuencia directa de una de las consignas de quienes nos levantamos en el paro »Sin el campo la ciudad no come».
En la capital Quito, se vive una lucha diaria, cada día llegan mas y mas caravanas con gente dispuesta a luchar en el paro. Las manifestaciones se dan en torno al centro histórico. Los primeros días los choques con la policía eran leves, pero ahora se vive un verdadero estado de terror, la policía comete crímenes de lesa humanidad completamente amparados por el gobierno, las luchas son mas intensas.
La persecución es terrible, hace poco y luego de su detención arbitraria, se intentó asesinar al dirigente de CONAIE, la organización que convocó a las protestas. Los pequeños medios de comunicación que transmiten noticias sobre la manifestación son atacados, los grandes medios dicen que todo está bien y todos los días y a toda hora la propaganda del gobierno se transmite. El gobierno ha llegado incluso a cometer atrocidades en el campo de la comunicación, divulgando videos íntimos de personas para así frenar la enorme ola de comentarios negativos contra Lasso.
Por otro lado, a pesar del estado de emergencia, el gobierno intenta apoyarse en sectores de las clases medias convocando “marchas por la paz” a favor del gobierno, en Quito y Guayaquil, que no sufren ningún tipo de represión, y aparecen en todos los noticieros. Sin embargo la participación es negligible. Estos representantes tienen todo lo espacio en la prensa y acceso directo a los espacios públicos.
Lasso se sienta todos los días de forma teatral con representantes de organizaciones que no tienen nada que ver con los que están luchando en las calles. Por otro lado, lo que más se oye en las calles es “Fuera Lasso”. Además de la represión, el gobierno juega a la carta de la llamada “negociación”. Un grupo de unas 300 supuestas “organizaciones de la sociedad civil” han llamado a un “diálogo”, avalado también por la Coordinación de las Naciones Unidas en Ecuador y la Embajada de la Unión Europea en Ecuador. Estas son organizaciones fantasma, ONGs que no son sino un brazo más del aparato del estado burgués. Su intención no es dialogar, sino desmovilizar, sacar a la gente de las calles. Correctamente la CONAIE ha rechazado esta farsa «No acudiremos a llamados de actores con nula legitimidad».
En su declaración pública del martes 21, después de una asamblea masiva en el Teatro Universitario, las organizaciones convocantes anunciaron que estaban preparando una respuesta a la carta del gobierno acerca de las negociaciones. Leonidas Iza declaró que aceptaría el diálogo “si el gobierno deroga el Estado de Excepción y desmilitariza el Parque del Arbolito” y el Centro Histórico de Quito.
Para el 22 de junio, varias organizaciones obreras y sindicales han convocado a movilizaciones en apoyo al paro nacional.
La situación es crítica. Ni la brutal represión estatal ni las falsas ofertas de concesiones y diálogos han doblegado al movimiento que sigue avanzando y ha llegado ya a la capital Quito. Para las masas movilizadas no se trata solo de conseguir sus justas reivindicaciones sino de expulsar al gobierno de Lasso.
La situación tienen muchos paralelismos con la del octubre rojo de 2019. Entonces también las masas paralizaron el país respondiendo al llamado de la CONAIE y a pesar de la brutal represión del gobierno tomaron la capital Quito, forzando al presidente a huir a Guayaquil. Sin embargo, a pesar del clamor popular que en aquél momento era por el derrocamiento del presidente Lenín Moreno, los dirigentes de la CONAIE firmaron un acuerdo parcial con el gobierno y llamaron a poner fin a la movilización. Se perdió la oportunidad.
Es difícil saber qué sucederá en esta ocasión. Pero está claro que las masas del pueblo trabajador tienen la fuerza necesaria para imponerse. El problema que se está empezando a poner sobre la mesa es el de ¿quien gobierna: la mayoría movilizada o el banquero presidente? La clase dominante lo entiende claramente, de ahí las advertencias del ejército. Para resolver ese dilema los obreros y campesinos deben crear sus propios organismos democráticos, en forma de Asambleas de los Pueblos, y avanzar con una clara estrategia con el objetivo de tomar el poder en sus manos.