En distintos artículos iremos desmontando una serie de “mitos” construidos por la dirección charra del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Dichos mitos se han venido construyendo con la intención de distorsionar la realidad, y con ello generar la percepción de una única verdad. Sin embargo, y por suerte para la organización, existen aún, compañeros comprometidos con la verdad. Detrás de los “mitos” existen francas mentiras, y será labor de los diversos artículos de exhibirlas para que todo camarada -dentro y fuera de la organización- pueda construir su propio criterio.
Hay una muletilla por parte de la dirección charra del SME comandada por Martín Esparza Flores, de clasificar a toda disidencia (aquel que disiente) al margen de la organización, adjetivándola y calificándola como “traidores” al SME. Aquí existe una franca mentira, el disentir con los postulados de la dirección, no te hace traidor al SME. Existe un juego perverso y retórico, una metonimia, que quiere hacer pasar el nombre de Martín Esparza como sinónimo del Sindicato Mexicano de Electricistas. Aunque es evidente, que la historia del Sindicato es mayor al nombre de Martín Esparza. Incluso, en todo caso, el “Martinismo” es la expresión más decadente y obscena dentro de la historia del SME. Más bien diríamos que la actual dirección es la antítesis de la tradición democrática dentro del sindicato.
Por décadas el Sindicato Mexicano de Electricistas se dotó de reglas, tradiciones, prácticas y experiencias democráticas objetivadas en su estatuto sindical. Señalar a la disidencia como traidores, no sólo es un sin sentido, ¿qué se traicionó? Sino una falta a los estatutos sindicales. Hay que recordar, que en el SME está permitido la organización de los trabajadores a través de grupos políticos, incluso contrarios a las direcciones, que está consagrado en su artículo 45 de sus estatutos:
“Todo agremiado que labore con las personas mencionadas en ART.1 tiene derecho a coaligarse con otros trabajadores que se encuentren en las mismas condiciones para formar grupos, los cuales podrán llevar un nombre y quienes los integran tendrán la libertad de declarar o no públicamente el funcionamiento de dichos grupos”.
La organización de los trabajadores a través de grupos, era histórico, nunca había existido el pensamiento único y, mucho menos, había una política sistemática e instrumentalizada para segregar cualquier opinión diferente, so pretexto, de la unidad entorno de Martín Esparza.
Pero aquí no sólo hay una defensa de la democracia electricista, que jamás podrá ser borrada del ADN smeita, sino también, hay una defensa a los principios que le dieron origen al SME. Los trabajadores disidentes —como peyorativamente se refieren los charros a cualquier postura democrática— hemos luchado porque la verdad salga la luz. Sin el trabajo de las disidencias jamás los electricistas nos hubiéramos enterado de las liquidaciones millonarias del Comité Central, o de las rentas vitalicias VIP a familiares y amigos de la dirección, o que Martín es miembro del consejo de administración de una transnacional, o de los malos manejos de la cooperativa Luz y Fuerza del Centro, o de los pactos secretos de la dirección con Peña Nieto, o que la política sindical está totalmente subordinada a los intereses de Mota Engil, etcétera.
Ser un electricista democrático —un disidente—, no sólo trae consigo vivir con un discurso estigmatizante, también ha desatado la violencia política y física por parte de la dirección del SME. Diversos compañeros democráticos han sido objetos de la represión por parte de los charros. El charrismo —como el que actualmente se vive en el SME— se ha dotado de mecanismos para hacer acallar las voces disidentes. En nuestro caso, han utilizado desde la sanción estatutaria, hasta la agresión física a través de grupos porriles instalados en el sindicato.
A pesar de todas las dificultades, las voces disidentes se han visto fortalecidas, no son expresiones minoritarias, como lo ha querido hacer ver los charros, son expresiones de miles de trabajadores electricistas. En ese sentido, es que las corrientes democráticas a lo interno del SME, se encuentran en las posibilidades reales para disputarles la dirección del Sindicato.
La dirección charra del SME no se irá sin antes dar la batalla, pero no son invencibles, los trabajadores democráticos, porque eso somos los disidentes, tenemos que organizarnos, ponernos de acuerdo, golpear como un solo hombre. A estas alturas no hay más honor que ser parte de un grupo disidente, porque eso te convierte en un electricista democrático y por suerte en un verdadero smeita.
*Integrante del Sindicato Mexicano de Electricistas