Contra el genocidio: Métodos de lucha de la clase trabajadora
Alejandro Aguilar-Reyes
En caso de existir un crimen de crímenes, un crimen peor que cualquier otro, por mucho se trata del de exterminio sistemático y deliberado contra una determinada población. Esto precisamente es lo que lleva haciendo el Estado de Israel contra el pueblo palestino en la franja de Gaza desde hace dos años. Esto no es más que la culminación de las dinámicas del imperialismo occidental. No olvidemos que las guerras son una gran fuente de ganancia de la burguesía, mientras que la clase trabajadora internacional se ve sujeta a violencia indiscriminada. Todo esto bajo la excusa de “erradicar a los terroristas de Hamas” y olvidando que todo pueblo sujeto al yugo del imperialismo tiene como derecho resistir la ocupación colonial; incluso esto está legalizado en los acuerdos del conflicto armado de la Cruz Roja Internacional [1].
La naturaleza de esta campaña de aniquilamiento es multifactorial: bombardeo indiscriminado —contra hospitales, escuelas, universidades, infraestructura civil, etc.—, hambruna y embargo completo a la franja —no hay entrada de alimentos, medicina, agua, ayuda humanitaria, etc.— y asesinato planeado y dirigido hacia periodistas y negociadores palestinos. Ante todo esto, los gobiernos liberales de Occidente han apoyado tanto diplomática cómo materialmente el genocidio. El patrocinador más importante de este genocidio es el imperialismo estadounidense; es el país que proporciona la gran mayoría de equipo bélico para esta campaña de exterminio. El 22 de septiembre, Trump dió su discurso ante la Asamblea General de la ONU, en la que enfatizó el retorno de los cautivos, sin mencionar nada sobre la masacre que sigue sucediendo en la franja y contraponiéndose a la posición adoptada por varios otros países.
Es importante remarcar que la burguesía árabe (incluida la palestina) no ha hecho absolutamente nada para detener el exterminio de su pueblo. Las burguesías de Jordania, Líbano, Egipto, Siria y la saudí se han doblegado completamente y logrado salvar su propio pellejo a expensas de la clase trabajadora palestina, libanesa, siria e inclusive yemení.
Mientras tanto, la clase trabajadora del mundo entero se ha movilizado de manera masiva mostrando su desaprobación del exterminio y desnudando la inacción de sus gobiernos. Pero vemos cómo incluso esto es insuficiente para detener el genocidio. Ante tal inacción, el proletariado no ve otra alternativa que actuar por sí misma para llegar a acciones concretas que sirvan para detener el exterminio.
También el 22 de septiembre, la presidenta Claudia Sheinbaum se refirió por primera vez a lo que sucede en Gaza como lo que es: un genocidio. Esto luego del reconocimiento reciente de los países europeos y la presión del movimiento de masas internacional. Una forma que ha tomado el movimiento de solidaridad con Palestina es juntar firmas como iniciativa para exigir que el Estado rompa relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Es difícil que esto suceda y esta medida limitada no debería verse como la estrategia primordial de la lucha, pero se puede rescatar que mediante este método podemos agitar y exponer cómo el Estado mexicano es incapaz de abonar materialmente al fin de la masacre en Gaza.
Nos encontramos ahora con el siguiente método al que recurren sectores solidarios del pueblo mexicano, que es el de financiar el refugio de familias palestinas en territorio mexicano. A un nivel humano es sensato: queremos que cese la masacre y entre más vidas humanas se puedan salvar, mejor. Pero aquí hay un dilema ético muy fuerte, porque sacar a palestinos de Palestina es precisamente lo que quiere lograr el Estado sionista conforme a sus ambiciones expansionistas de un Gran Israel. Aparte, sería importante exigir al Estado que pueda garantizar asilo a refugiados palestinos, no relegar esa responsabilidad a la clase trabajadora.
Pasemos ahora a otro método que en la superficie parece funcionar, que es el de boicotear, desinvertir y sancionar (movimiento BDS). Pero la clase trabajadora no tiene el capital para invertir y mucho menos para sancionar, es decir que es un método de la pequeña burguesía. Se dice que lo que sí queda por hacer por parte de la clase trabajadora es boicotear, dejar de consumir tales o cuales productos. Sin embargo, esto es tapar el sol con el dedo; es relegar la responsabilidad que tienen los Estados y las empresas transnacionales, muchas de las cuales actúan a favor del Estado genocida de Israel. El boicot ha funcionado de manera muy limitada en el pasado, consiguiendo pequeñas victorias sin realmente llegar a la raíz del problema. Los grandes proponentes de estas acciones insisten en que éste es el camino a seguir y que es mediante esta herramienta que terminó el apartheid en Sudáfrica. Realmente, el boicot tuvo poco que ver con el colapso de la segregación y, además, las condiciones materiales de la clase trabajadora sudafricana han cambiado muy poco desde 1994. Es un método insuficiente para terminar con el exterminio en Gaza, no se diga de terminar el sistema de apartheid que existe en Cisjordania. Más que un boicot individual, necesitamos un boicot de clase: organizarnos para dejar de producir ni transportar ninguna mercancía a Israel; esto es, una huelga general.
La clase trabajadora y sectores de la pequeña burguesía están desesperados por ver un fin al genocidio, es por esto que se ha recurrido a iniciativa civil de zarpar con una flotilla humanitaria hacia Gaza para levantar el embargo que pesa sobre la franja. Sin embargo, vemos cómo Israel ha atacado a la flotilla con drones y, entre más se acerca la flotilla a Gaza, incrementan los ataques. Es muy importante tener muy de cerca lo que está sucediendo en diferentes ciudades de Italia, en las que se suceden protestas y huelgas en favor de la seguridad de la flotilla. Tal es el caso que el 24 de septiembre una nave militar italiana acompañó a la flotilla para contrarrestar los ataques con drones.
Es menester entender que el proyecto colonial de Israel es indispensable para el proyecto imperialista de EE.UU. y que sólo es un movimiento de masas a nivel internacional el que frenará el genocidio, el apartheid en Cisjordania y los ataques al sur de Siria y Líbano. Sólo es la clase trabajadora revolucionaria internacional la que va a poder emancipar a todos los pueblos que viven bajo yugo del imperialismo. El genocidio puede y debe parar. Sin embargo, mientras se mantengan las relaciones sociales de producción que hay bajo el dominio del capital, no habrá garantía de que no pueda resurgir nuevas guerras y genocidios. Por eso debemos acabar con el imperialismo y desarrollar una revolución socialista.
¡Por una clase trabajadora internacional unida por sus intereses de clase! ¡Por una revolución del proletariado! ¡Intifada hasta la victoria! ¡Por una Palestina libre desde el río Jordán hasta el mar Meditarráneo! ¡Por una federación socialista mundial! ¡Viva Palestina libre!
[1] www.icrc.org/sites/default/files/external/doc/en/assets/files/other/law9_final.pdf