Pobreza, desempleo y hacinamiento, caldo de cultivo para la pandemia
Poco después de que se identificara el primer contagio por Coronavirus en nuestro país y en la Ciudad de México, la Alcadía de Iztapalapa iniciaría una espiral ascendente que la terminaría transformando en el epicentro de la pandemia a nivel nacional. Así, de los 280 casos registrados el 29 de abril pasado, en pocas semanas, el 29 de mayo con 4 mil 591 contagios, Iztapalapa presentaría números que, por ejemplo, superan a los saldos de la pandemia en naciones enteras, tales como El Salvador con 2 mil 395 al 30 de mayo, o que incluso compiten con los de Honduras y Guatemala con 4 mil 886 y 4 mil 607 contagios respectivamente, también al 30 de mayo.
El contraste n de los resultados en Iztapalapa con los de esas tres naciones hermanas de Centroamérica por sí mismas resulta ilustrativa de los enormes costos que está teniendo el Coronavirus en esta demarcación al oriente de la Ciudad de México.
Iztapalapa, tierra fértil para el Coronavirus
Con más de 1 millón 900 mil habitantes, Iztapalapa es la demarcación más poblada de todo México. De acuerdo a la alcaldesa Clara Brugada, en ella viven más de 700 mil pobres, además de que 60 mil familias no tienen acceso directo en sus domicilios al agua potable. Otro elemento más a destacar es el de que con un 6%, Iztapalapa posee el índice de desempleo más alto de todo México, incluso ubicándose por encima del índice nacional (3.8%) y del resto de la Ciudad de México (5.15%).
Toda esa realidad impone una dinámica de población a Iztapalapa en la que el empleo informal o autoempleo se transforman en una inevitable forma de vida para cientos de miles de sus pobladores, teniendo ello múltiples expresiones, entre ellas, por ejemplo, la existencia de 340 tianguis que se instalan cada semana en diferentes colonias de la demarcación, fenómeno inexistente en algún otro lugar en todo México y ejemplo del enorme peso y vitalidad que tiene la economía informal en esta región de la Ciudad de México.
La anterior dinámica socioeconómica y la movilidad que impone el acarreo diario de agua potable para el caso de las más de 60 mil familias que carecen de dicho servicio, chocan de frente con el “Quédate en casa”. No ha sido la necedad ni la ignorancia la que ha trasformado a Iztapalapa en el Wuhan mexicano, sino la inevitable lucha de todos los días de buena parte de sus habitantes por pan y agua.
Sí señor, el Coronavirus sabe de clase sociales…
Caso contrario al de Iztapalapa es el de la alcaldía Miguel Hidalgo, demarcación en la que por excelencia y tradición se alojan varias de las colonas más ricas de todo México y de la capital del país. Las tablas que exponemos a continuación ilustran gráficamente, que efectivamente el impacto de la pandemia está determinado por las condiciones de vida:
Coronavirus contagios
Región | 30 de abril | 29 de Mayo |
Nacional | 19,244 | 84,627 |
CdMx | 5,209 | 23,623 |
Iztapalapa | 911 | 4,591 |
Miguel Hidalgo | 286 | 947 |
Coronavirus defunciones
Región | 30 de abril | 29 de Mayo |
Nacional | 1,859 | 9,415 |
CdMx | 409 | 2,536 |
Iztapalapa | 52 | 469 |
Miguel Hidalgo | 11 | 83 |
Un ejemplo que habla de las diferencias en condiciones de vida entre las colonias ricas de Miguel Hidalgo y la pobreza en Iztapalapa es el valor del metro cuadrado de terreno en colonias como Polanco y Las Lomas de Chapultepec, mismo que oscila entre los 75 mil 500 a los 83 mil 500 pesos, es decir entre los 612 y los 677 salarios mínimos. O sea que un trabajador de salario mínimo tendría que invertir la totalidad sus ingresos de aproximadamente dos años para adquirir apenas un metro cuadrado de terreno en alguna de las colonas más ricas al poniente de la Ciudad de México.
Continuando con las comparaciones que marcan diferencias, otro dato ilustrativo es que mientras en Iztapalapa se localiza apenas un Banco por cada 100 mil habitantes en Miguel Hidalgo ésta proporción es de 7 por cada 100 mil.
Pero otro factor social que determina serias diferencias en el comportamiento de la pandemia entre un lugar y otros, es la existencia o no de hacinamiento. A este respecto es necesario destacar que en Miguel Hidalgo con apenas 364 mil 439 habitantes se localizan 127 mil 922 viviendas, cantidad significativamente superada por las 495 mil 523 casas particulares de Iztapalapa. Además la densidad de población en esta última demarcación (16,152 hab/km²) supera significativamente a la de la Ciudad de México (8,767 hab/km²) (https://cutt.ly/3yXeyvf) y a la de Tokio, ciudad más poblada del planeta con una población de 39 millones y densidad poblacional de 14,000 hab/km² (https://cutt.ly/vyXeVSc), y se aproxima al de Cantón, segunda ciudad más poblada pero con una mayor densidad poblacional (17,59.79 hab/km²) (https://cutt.ly/fyXe9zA).
Por ejemplo, en lo concreto esas cifras se expresan, entre otros fenómenos, en las 93 ciudades perdidas localizadas en Iztapalapa, mismas que se integran por 6 mil 465 viviendas habitadas por 25 mil 860 personas en pobreza extrema.
Como queda evidenciado, además de los factores descritos párrafos arriba, el Coronavirus ha encontrado en los elevados niveles de hacinamiento de Iztapalapa condiciones inmejorables para el contagio masivo.
Desgraciadamente, mientras el Coronavirus siga activo y dado que la miseria, el subempleo y el hacinamiento seguirán ahí sin cambios, Iztapalapa continuara siendo un nicho favorable para la reproducción y reciclaje de la pandemia.
¿Qué hacer?
“La gente no entiende, es terca y no se queda en casa…” “Gente ignorante…”. Esa clase de expresiones para explicar el enorme repunte de la pandemia en Iztapalapa no sólo distorsionan la realidad, sino que además ocultan el hecho de que en el fondo la manera en que se ha comportado la pandemia en Iztapalapa así como en México y el resto del mundo, está marcada por las enormemente desiguales condiciones de vida. Se trata de simplificaciones que evaden la responsabilidad de una sociedad, en este caso la mexicana, en la que para garantizar que el 1% de sus habitantes concentre el 43% de la riqueza nacional, se tiene que empujar a la miseria y a la pobreza extrema a aproximadamente a 60 millones de sus seres humanos.
No es que los millonarios como Carlos Slim o Salinas Pliego, y demás empresarios y banqueros, sean ricos porque sean trabajadores, emprendedores y ahorradores; son ricos porque a través de diferentes mecanismos nos saquean. Nos explotan en el trabajo, nos dan salarios de hambre, nos arrebatan derechos laborales, nos roban a través de la Banca y los “pagos chiquitos” de Elektra, etcétera.
La realidad de Iztapalapa es la misma de Ecatepec, de Ciudad Neza, de Valle de Chalco y de cientos de colonias pobres en Guadalajara, en Monterrey y otras ciudades del país en las cuales el Coronavirus se ha expresado con especial saña. Mientras esa realidad no cambie, las exacerbadas cifras de muerte por enfermedades curables y por todo tipo de epidemias en el México pobre continuarán.
Es por ello que la única alternativa que tenemos es el impedir que esos parásitos, los empresarios y los banqueros, se sigan beneficiando de nuestro trabajo, condición para la cual es necesario que expropiemos todas sus fortunas y empresas para ponerlos al servicio de la sociedad bajo el control democrático de los trabajadores.
El Coronavirus ha desnudado, de cuerpo entero y de manera incuestionable, que el problema de la salud de la población y la muerte por enfermedad tiene un alto componente de clase. Esa lección y el tomar las medidas pertinentes deben ser aceptadas consecuentemente por todos los trabajadores, pero en especial por AMLO quien para ser verdaderamente consecuente con su doctrina de: “Primero los pobres” debe romper con los empresarios y llamar al pueblo a luchar por todo lo que verdaderamente le pertenece.