Escrito por: Rubén Rivera
Recientemente se ha presentado la propuesta de presupuesto para el año 2017, que, sin cambios significativos, terminará por aprobar el congreso. Dicho evento nos es útil para comentar las perspectivas económicas que nos esperan a los mexicanos en el siguiente año.
Antes que nada hay que apuntar que pese a que se le presente como un todo, el acontecer económico es uno para las finanzas gubernamentales, otro para las grandes empresas capitalistas y otro par las masas trabajadoras.
Respecto a las finanzas gubernamentales, éstas están referidas a los balances entre los ingresos y los egresos durante el año, así como los mecanismos de financiamiento de posibles déficits, o de inversiones de diversa índole. El dogma neoliberal exige reducir al mínimo el déficit y exige invertir en aquellos sectores en los que la iniciativa privada necesite apoyo, ya sea en la forma de infraestructura o en la de créditos blandos o rescates, si es que, como suele suceder, a los grandes burgueses les terminan por no salir las cuentas; claro, todo es a costa de los trabajadores.
Para el año siguiente, las finanzas gubernamentales se verán afectadas por la caída en los ingresos derivados de las exportaciones petroleras. Ello ha supuesto impulsar un proyecto repleto de recortes; en suma, el Estado se contentará con salir vivo del 2017 tratado de relegar toda iniciativa al sector privado, el cual ya tienen bajo su control la inversión productiva del país: casi el 30% del PIB. Por supuesto, habrá que añadir los chantajes que ejercerá el gobierno de los Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump. Vaticinamos que el gobierno mexicano cederá en todo sin importar las consecuencias que ello implique para las masas.
Mientras tanto, para cubrir los requerimientos presupuestales, el gobierno cae en una espiral de endeudamiento sin fin. Para el final de 2016 la deuda del sector público superará el 50% del PIB y absorberá al menos el 15% del presupuesto. Todas estas cifras record, el gobierno, pese a sus discursos, las sostendrá por las razones que citaremos a continuación.
El gobierno, firme defensor de los intereses de la gran burguesía, ha procurado un tipo de cambio estable, cuestión que ha conseguido de forma mediocre. De hecho, como van las cosas, terminaremos el sexenio en torno a los 20 pesos por dólar: una devaluación de prácticamente un 50% si lo miramos en su conjunto. Esta incluso tendría que ser más pronunciada, lo que pasa es que el gobierno trata de contenerla debido a que, de agravarse, los propios Estados Unidos se verían afectados ante un abaratamiento de las exportaciones mexicanas. Aun a pesar de ello las presiones continúan; tan sólo durante el segundo trimestre del año el déficit de la cuenta corriente fue de 7852 millones de dólares. De segur esta tendencia nos encontraríamos ante un déficit superior a los 25 mil millones de dólares; en suma, salen más dólares de los que entran y eso supone un encarecimiento natural del dólar. El proceso natural para contrarrestar este déficit es la inversión extranjera de corto plazo que aproveche los mejores tipos de interés de los valores gubernamentales mexicanos respecto a los norteamericanos para sacar provecho en el corto plazo. En resumen, para el estado el único medio de supervivencia son los capitales golondrinos que como vienen se pueden ir. De ahí esa macabra dependencia y culto a los “mercados”, el miedo a ese “nerviosismo de los mercados”, de ahí ese vaivén del dólar ante una noticia aparentemente tan poco significativa como la subida o bajada en las encuestas de Hilary Clinton, y la amenaza de devaluación abrupta la noche del triunfo de Trump. En realidad la tendencia no cambia con el resultado electoral, no obstante, es indudable que debilitará aún más a la ya de por si dependiente economía mexicana.
Con lo que respecta a las finanzas de la burguesía empresarial, éstas se han mantenido en un permanente estancamiento: se dice que el país crecerá un 2% al final del año, con lo que nuevamente se verá truncada la perspectiva gubernamental. El presupuesto supone un posible crecimiento en torno al 3% en 2017, y aunque suene raro en nosotros, es posible que tengan razón. Hemos dicho en anteriores ocasiones que el elemento clave de crecimiento económico en el país es el sector exportador. Como sabemos, el 80% de las exportaciones van hacia los Estados Unidos, los cuales han vivido en los dos últimos años un relativo estancamiento de su sector industrial, esto se ha combinado con un crecimiento del consumo, y los requerimientos se diversifican simultáneamente con el incremento y diversificación de la población. Así, pues, a la larga esta presión o incremento de la demanda va a presionar al sector industrial que, al menos por un tiempo, se reactivará relativamente. Sin duda puede ser un crecimiento enano, pero aun un crecimiento del sector industrial norteamericano de un 2% para el año que viene puede significar un impulso relativo para la economía de las grandes empresas exportadoras en México, con lo que los negocios pueden ir bien, por supuesto, siempre a costa de mantener los salarios mexicanos en el límite de la supervivencia, como acostumbra la burguesía. Más aún con las presiones proteccionistas del nuevo gobierno norteamericano, cuyos efectos solo se empezarán a sentir en el segundo semestre del 2017.
Para los trabajadores y sus familias, el año siguiente será de lucha por el pan de cada día. Se combinará un escenario de presupuesto lleno de recortes y ausencia de gasto social con un mayor ritmo de explotación capitalista. Como hemos dicho, una mejora salarial está descartada, no tanto porque no existan condiciones para luchar, sino debido a la traición de los dirigentes sindicales, los cuales en un lapso de tres años no han estallado una sola huelga del ámbito federal en el país. Cierto es que habrá luchas, pero éstas serán a costa de las direcciones y bajo la amenaza de leyes que no se hicieron para beneficio de los trabajadores.
Bajo el capitalismo los trabajadores sólo seremos carne de explotación si no nos organizamos. Mientras más fuertes sean las cadenas, mayor será el estallido, todas nuestras revoluciones lo han demostrado y a pesar de que nos encontramos en el principio, es un hecho que el proceso mismo está avanzando.
Si quieres hacer algo para enfrentar este destino cruel y sin futuro, organízate y lucha en La Izquierda Socialista, sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional.