Si queremos romper nuestro atraso secular, tenemos que luchar por nuestra independencia económica
En días recientes las autoridades de la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) han pedido a los organismos financieros internacionales la condonación de la deuda externa a los países más pobres del mundo y principalmente de la región, para que estos puedan enfrentar de mejor manera la crisis sanitaria por el COVID-19 y la crisis económica internacional. Rápidamente esta idea fue retomada por algunos diputados de Morena los cuales pidieron la condonación o renegociación de la deuda pública externa que asciende a casi 10.8 billones de pesos, lo que representaba el 43.6% del Producto Interno Bruto (hasta diciembre del 2009). Sin embargo, el día viernes 3 de abril, el presidente López Obrador dijo que no está de acuerdo en dejar de pagar la deuda, ni siquiera en una renegociación. Dijo: “No estoy de acuerdo con la cancelación de la deuda pública, no estoy de acuerdo en eso ni siquiera en obtener una prórroga. Nosotros tenemos capacidad para hacer frente a los compromisos adquiridos aun cuando nos dejaron una deuda pública cuantiosa”.
El debate sobre el pago o no de la deuda pública no se agota al argumentar si se tiene o no recursos para pagar ese dinero, sino el cómo se ha utilizado la deuda para someter a los diferentes países a las decisiones de los organismos imperialistas internacionales, robándoles cualquier posibilidad de desarrollo al país, negando la posibilidad de sacarlos de un atraso secular.
Un breve repaso de la deuda externa pública en México
Durante y después de la revolución mexicana, México no pagó su deuda externa, en 1946 obtuvo una victoria porque al final solo tuvo que pagar el 90% del monto adeudado en 1914 e intereses. El gobierno de Cárdenas sentó las bases para el desarrollo nacional del país y con la nacionalización del petróleo, el Estado tuvo capital suficiente para lanzar campañas económicas como la sustitución de importaciones, que dieron pie a un desarrollo semi independiente, sin la necesidad de una deuda abrumadora.
Es hasta la década de los 60´s y 70´s que comienza un endeudamiento en accenso.
Desde 1973 el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) prestaron volúmenes de deuda, grandes y permanentes, al gobierno mexicano los cuales hicieron que pasara de 118 mil millones de dólares (mmdd) a 460 mmdd de 1973 a 1981. Además, con el aval del BM se endeudó con bancos privados, multiplicándose por 6 la deuda en este mismo periodo. “Las sumas prestadas por los bancos privados fueron más de diez veces superiores a los préstamos del Banco Mundial. Cuando estalló la crisis, en 1982, se contabilizaba 550 bancos privados acreedores de México. Para el Banco Mundial, la clave era conservar la influencia sobre el gobierno mexicano. Mientras la situación de las finanzas públicas, entre 1974 y 1976, se deterioraba gravemente y las señales de alerta se encendían, el Banco Mundial empujaba a México a seguir endeudándose.”
En 1981 se dio el préstamo más grande desde 1946 a un país. Mientras el país se iba endeudando, los intereses comenzaron a ahorcar el gasto social y el mismo funcionamiento del Estado. El 20 de agosto de 1982 el gobierno mexicano declaró que no podía mantener el pago y decretó una moratoria de 6 meses. Previo a esto se dieron grandes pagos en concepto de intereses al BM.
“El FMI se reunió a finales de agosto (de ese mismo año) con la Reserva Federal, el Tesoro de Estados Unidos, el Banco de Pagos Internacionales (BPI) y el Banco de Inglaterra. El director del FMI, Jacques de Larosière, comunicó a las autoridades mexicanas que el Fondo y el BPI estaban dispuestos a prestarles divisas con una doble condición: que el dinero se destinara a pagar a los bancos privados y que aplicaran medidas de choque de ajuste estructural. México aceptó. Devaluó drásticamente su moneda, aumentó radicalmente la tasa de interés nacional, salvó de la quiebra a los bancos privados mexicanos nacionalizándolos y asumiendo sus deudas. Como contrapartida, confiscó los 6.000 millones de dólares que éstos tenían en caja. El presidente, José López Portillo, presentó al pueblo mexicano esta última medida como un acto nacionalista. Se cuidó muy bien de aclarar que los 6.000 millones de dólares embargados servirían principalmente para reembolsar a los bancos extranjeros.” (Ídem)
En 1982 y 83 los préstamos de bancos a México caen drásticamente y se llegan a cortar por completo, sin embargo, el pago de deuda se sigue manteniendo por la condición impuesta por el FMI, y el pago del gobierno a bancos aumenta en un 40%. “En total, entre 1978 y 1987, la transferencia neta negativa representa más de 10.000 millones de dólares, en beneficio de los banqueros.” (Ídem). Podemos decir que de 1978 a 1987 la deuda se multiplicó por 3 y el total de los reembolsos representó 3.5 veces el monto de la deuda de 1978. La transferencia a bancos privados extranjeros fue de más de 26 mmdd.
Para el año 2003, 33 años después de que comenzó el endeudamiento masivo, la deuda había crecido 25 veces, llegando a los 77,400 mdd, en este mismo periodo de tiempo, el gobierno mexicano y empresas estatales habían pagado a sus acreedores 368 mmdd ¡120 veces la suma adeudada en 1970!
AMLO ha completado la información sobre la deuda externa nacional en una de sus mañaneras:
“En conferencia mañanera, recordó que con el expresidente Vicente Fox la deuda pública quedó en 1.7 billones de pesos, con Felipe Calderón ascendió a 5.2 billones y con Enrique Peña Nieto aumentó a 10 billones de pesos más. En tanto que, en su gobierno, dijo, «no ha aumentado la deuda en términos reales».
Desde los años 70 se viene endeudando paulatinamente al país, mientras que en concepto de intereses se ha pagado muchas veces el monto de deuda original.
La mayoría de esta deuda se contrajo con acreedores privados de diferentes países, EEUU es el más importante de ellos al cual, se le debe el 37% de la deuda, le sigue Alemania con un 22%, los organismos internacionales como el FMI o BM tienen el 15%, le sigue Gran bretaña con el 8%, Francia con el 5%, Japón 4%, Suiza con 4% y demás países. Estos son datos de la misma Secretaría de Hacienda y Crédito Público. La mitad de la deuda fue asumida por empresas estatales o descentralizadas como Pemex y CFE, y el otro 50% va a parar al Gobierno Federal.
¿Por qué no se debe pagar la deuda?
No hace falta ser un experto en economía para darnos cuenta de que el ritmo de crecimiento de la deuda pública sigue la misma línea que el crecimiento de las fortunas de políticos, dirigentes sindicales y demás parásitos que se hicieron millonarios robando al Estado para agrandar sus fortunas personales. Si el Estado o la paraestatal no tenían los recursos suficientes entonces, simplemente sacaban bonos de deuda a la venta o se negociaban préstamos con altísimos intereses, y con ellos ingresaban una cantidad sustancial de recursos, los cuales servían para financiar campañas, robar, construir mansiones, pagar viajes de lujo de los juniors, etc.
El marxismo explica que, aunque los países gozan de una independencia formal, en realidad los que controlan y deciden todos los aspectos trascendentales de la vida económica y política de los países pobres, son quienes controlan los bancos y los poseedores de la deuda de los gobiernos. Conforme fue aumentado el nivel de deuda en México, también se fue renunciando paulatinamente a dirigir su propio destino.
La alevosía con la cual los capitalistas extranjeros y nacionales se han llenado los bolsillos a costa del sufrimiento de miles y millones de personas es una gran escusa para cancelar la deuda. Si esto no fuera suficiente, tendrías que argumentar que los 50 años de endeudamiento masivo, se le han regresado a los acreedores en concepto de intereses, cientos de veces las cantidades prestadas, es decir no hay ninguna perdida, sino un robo al despoblado.
Pero el argumento más fuerte no es económico sino político. Por qué vamos a aceptar pagar una deuda que han adquirido personajes, que como ya hemos dicho, la han utilizado para hacerse millonarios. En todo caso lo que debemos de hacer es negar esa deuda en nombre del pueblo mexicano, a los acreedores internacionales. Al mismo tiempo se deberían de expropiar todas las fortunas de políticos y empresarios que se hicieron millonarios en estos años y poner esas riquezas al servicio de las necesidades de los más pobres. Sí no dejamos de pagar la deuda —y no es como dice AMLO, que se va a seguir pagando, porque sí tenemos dinero— nunca vamos a tener la posibilidad de utilizar ese recurso, cerca del 50% del PIB, en construir escuelas, hospitales, casas, centros recreativos, industria, etc., para nosotros. No es un aspecto de tener o no tener dinero, es un asunto político, de quién manda sobre los recursos que produce nuestro pueblo y cómo se utilizan, es de quién manda en este país, los trabajadores y sectores pobres o un puñado de capitalistas nacionales y extranjeros.