Las perspectivas para la economía mundial son cada día más sombrías. Los gobiernos están tirando de todo lo que tienen para enfrentarse a la situación. Pero se quedaron sin munición cuando combatieron la última crisis. No hay salida bajo el capitalismo.
La pandemia del coronavirus está causando estragos en todo el mundo, paralizando a la sociedad y la producción. Como resultado, el sistema capitalista global se enfrenta a una crisis existencial, con una recesión que afecta a todos los países simultáneamente.
Esta crisis va a ser más grande que cualquier otra que hayamos visto antes: más grande que 2008 y más grande que 1929-33. El desempleo masivo volverá con venganza, con millones perdiendo sus empleos. Steve Mnuchin, ministro de la Hacienda de los EE.UU., advirtió que la tasa de desempleo de los EE. UU. podría aumentar al 20%, con decenas de millones afectados. Hay que tener en cuenta que el desempleo en EEUU llegó al 10% como consecuencia del colapso de 2008.
La Asociación Nacional de Restaurantes de los EE.UU. anticipa pérdidas de empleo de entre 5 y 7 millones en los próximos tres meses en su sector. La Asociación de Agencias Viajes de los EE.UU. afirma que las posibles pérdidas de empleos en su área podrían ser de 4,6 millones para fines del próximo mes.
Crisis mundial
Esta crisis ha golpeado a la clase dominante de manera explosiva. En 1938, Trotsky habló sobre cómo la clase dominante se estaba acercando al desastre con los ojos cerrados. Hoy sucede lo mismo. Hay pánico en todas partes.
China, que fue la fuerza motriz del capitalismo mundial en el último período, está en caída libre. El Deutsche Bank pronosticó que el PIB chino en el primer trimestre se reducirá en un 31,7%, un descenso antes impensable. Las exportaciones e importaciones han colapsado, y gran parte de la economía está bloqueada.
China ya no podrá ayudar a sacar al mundo de la recesión, como lo hizo hace una década. En cambio, ahora actuará como una carga. Después del colapso de 2008, el gobierno de Pekín inyectó miles de millones para mantener la economía en marcha. A diferencia del resto del mundo, la economía de China no se contrajo en ese momento y creció un 10% al año. Esto ahora está descartado, debido a sus enormes deudas y falta de mercados.
La economía más grande del mundo, los EE.UU., se dirige a un colapso. Nuevamente, el Deutsche Bank pronostica que en el segundo trimestre de 2020, la economía de los EE.UU. se contraerá un 12,9%. Esta será la mayor contracción en 80 años, y podría ser una subestimación, ya que las previsiones se reducen continuamente.
Japón también está en una recesión, al igual que la Unión Europea y Gran Bretaña. Asia, América Latina y África están siendo duramente afectadas. Ningún país escapará a esta crisis. Es una crisis mundial del capitalismo.
Como hemos explicado antes, el mundo se estaba desacelerando mucho antes de la pandemia del coronavirus. El mundo ya se dirigía a una gran recesión. El virus fue solo el desencadenante de esto: el accidente subyacente a una necesidad más profunda. Cualquier cosa podría haber desencadenado la depresión, que estaba esperando que sucediera.
Ahora la clase dominante está en un estado de pánico por temor a un colapso completo del sistema capitalista. La demanda ha caído bruscamente, al igual que la oferta. Es una tormenta perfecta, que no podría haber sucedido en peor momento.
Armagedón
La economía mundial no se había recuperado de la última recesión en 2008. Los estrategas políticos ya habían agotado todas sus municiones para combatir esa crisis. Les queda muy poco en su arsenal para enfrentarse a esta nueva ola de colapso económico. Hace unos meses, el ex jefe del Banco de Inglaterra, Mervyn King, habló de la posibilidad de un «armagedón financiero». Bueno, la situación es mil veces peor de lo que él podría haber imaginado.
Después de titubear, la Reserva Federal de los Estados Unidos redujo las tasas de interés a 0,1% e inundó el mercado de bonos con $200 mil millones «para devolverlo a la vida con un choque eléctrico». Planean inyectar a la economía $1,2 billones (una cantidad sin precedentes) para ayudar a apuntalar el sistema (incluyendo $700 mil millones en compras de activos), a pesar de los desacuerdos en el Congreso.
El Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado planes para comprar bonos de deuda pública y de las empresas por valor de 750.000 millones de euros (además de los 120.000 millones de euros ya prometidos). Además, comprarán 20 mil millones euros al mes de deuda, para apuntalar a los gobiernos europeos.
Italia, que se encuentra en una posición muy vulnerable con deudas masivas, exige más medidas y pide a Bruselas que lance un fondo de rescate de 500.000 millones de euros. Sin embargo, el BCE ya posee deuda italiana por valor de 364 mil millones euros y se espera que compre otros 150 mil millones euros. Pero el BCE está limitado por reglas que impiden que el banco central tenga más de un tercio de la deuda de un país. Este es un límite que se alcanzará muy pronto. Se habla de elevar este límite, pero esta política de «sin límite» ha provocado una respuesta furiosa por parte de Alemania y el Bundesbank, que tienen control de la caja.
El BCE ha llamado a sus acciones Programa de emergencia pandémica. Pero es más como un Programa de emergencia de pánico. Están aterrorizados ante la perspectiva de una nueva crisis de la deuda de la eurozona, que es inherente a la situación.
El Banco de Inglaterra también redujo las tasas de interés a 0,1%, después de una reunión de emergencia. Esto significa que la tasa bancaria es la más baja en los 325 años de historia de la existencia del Banco. El gobernador del Banco, Andrew Bailey (ahora conocido por sus amigos como Bailey de Salvamento), describió la situación como «absolutamente sin precedentes», con mercados financieros «acercándose al desorden». Incluso ha amenazado con cerrar los mercados en estas circunstancias excepcionales.
Gran Bretaña es particularmente vulnerable ya que tiene un gran déficit de cuenta corriente. Esto significa que ha dependido del financiamiento extranjero. Los inversores, con tan altas demandas de efectivo, pueden aumentar los cargos, lo que podría paralizar la capacidad del gobierno del Reino Unido para pedir prestado y gastar.
El gobierno conservador está entre la pared y la espada. A pesar de los riesgos, han decidido prometer 330 mil millones de libras para ayudar a combatir la crisis.
Japón ahora ha anunciado un paquete de emergencia de $275 mil millones, que se sumará a su enorme deuda de las recesiones anteriores.
Explosión de burbujas
Los gobiernos capitalistas están tirando de todo, incluyendo el fregadero de la cocina, a la crisis. Pero saben que no pueden detener el choque. Es un tren desbocado sin frenos. Todo lo que pueden hacer es tratar de aliviar la situación y esperar lo mejor. «El sistema no está realmente diseñado para una embestida como ésta», dijo un comentarista.
No tienen los medios para reemplazar el colapso de la demanda, ya que los salarios se reducen y las personas pierden sus empleos. Sus medidas son como tratar de detener un glaciar con un soplete. El dinero que están inyectando en la economía se está vertiendo por el desagüe y no hará nada para salvar al sistema.
Los programas de “expansión cuantitativa” (compra masiva de deuda pública y privada por los bancos centrales) fueron probados en todo el mundo durante la última década. Estos se extendieron más tarde para tratar de combatir los rendimientos decrecientes de sus efectos. Pero cuanto más crédito barato inyectaban en la economía, más problemas creaban en otros lugares. Este dinero se canalizó en recompras de acciones y burbujas de activos, lo que resultó en el mercado alcista más largo de la historia. Ahora las cosas están cambiando a la inversa.
Los mercados de valores mundiales se están derrumbando. Por supuesto, estos están marcados con ‘recuperaciones’, como siempre es el caso. Pero la trayectoria es hacia abajo. Según The Independent (20/3/20), el mercado de valores de los EE.UU. está cayendo más rápido que durante el colapso de Wall Street de 1929. Ese colapso también fue la culminación de un largo mercado alcista. Todas las ganancias de los ‘locos años veinte’ fueron aniquiladas. Hoy, el índice Dow Jones se ha desplomado en casi un 32%.
“Simplemente no sabemos hasta dónde caerán las acciones”, afirma The Independent, “pero el ritmo de su liquidación es ciertamente alarmante desde una perspectiva histórica.”
Marx tenía razón
A diferencia de 2008-09, la crisis es universal. Nadie está excluido. La situación se está oscureciendo día a día, a medida que más y más sectores se ven afectados. Pero esto es solo el principio.
La clase dominante está en gran medida indefensa. Están tratando de tirar dinero al problema. Pero lo que tenemos no es simplemente una crisis financiera (que empeorará), sino una crisis sistémica del capitalismo.
El sistema se ha agotado. Las fuerzas productivas (la industria, la técnica y la ciencia) han superado los límites restrictivos de la propiedad estatal y privada de los medios de producción. El mercado es demasiado estrecho para la capacidad productiva que ha creado el capitalismo.
Intentaron solucionar este problema expandiendo artificialmente el mercado. Pero cuanto más pospongan la crisis, una crisis de sobreproducción, mayor será la crisis cuando llegue. Marx lo explicó hace mucho tiempo. Y estos acontecimientos son una sorprendente reivindicación de su análisis.
La pesadilla capitalista
El peligro ahora para los capitalistas es que esta recesión se convertirá en algo mucho más grande, es decir, en una depresión. Este peligro se habla seriamente en la prensa financiera.
Lo que causó la depresión de la década de 1930 no fue la recesión ni el colapso, sino las políticas de empobrecimiento del vecino que se introdujeron en los Estados Unidos en 1930. Fue el comienzo de una guerra comercial que resultó en un colapso del comercio mundial. El capitalismo solo pudo salir de esto mediante una guerra mundial. Esto está ahora descartado debido a la existencia de las armas nucleares.
Con Trump en la Casa Blanca, siguiendo su política de ‘América Primero’, el peligro de una guerra comercial está implícito en la situación. Después de todo, él ya ha desatado un conflicto comercial con China y la Unión Europea.
El presidente de los Estados Unidos ha actuado unilateralmente durante esta crisis del coronavirus, cerrando los viajes entre Europa y los Estados Unidos, para gran molestia de los líderes de la UE.
Una nueva guerra comercial global, junto con las devaluaciones competitivas, para llevar los efectos de la crisis a otros países significará otra Gran Depresión.
Esta vez, sin embargo, será a una escala mucho mayor que la del período de entreguerras. El mundo está más interconectado que nunca. Los impactos de las decisiones tomadas en Washington, Pekín y Bruselas afectarán a todo el mundo. Esta es la perspectiva para la que tenemos que prepararnos.
La crisis actual pone de relieve la bancarrota completa del capitalismo, que amenaza con devolver a la sociedad a la Edad Oscura.
Solo una economía socialista planificada, donde los recursos del planeta se utilicen para el beneficio de todos, y no de un puñado de parásitos multimillonarios, puede resolver el callejón sin salida. Solo la abolición de la anarquía capitalista puede salvarnos de esta pesadilla.