Una serie de ataques contra instalaciones petroleras sauditas han hecho saltar chispas una vez más en Oriente Medio. Sólo meses después de la cancelación a último minuto de un ataque estadounidense contra Irán, y semanas después de buscar conversaciones sin condiciones previas, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, está llenando una vez más Twitter con amenazas e intimidación. Mientras tanto, los precios del petróleo se dispararon un 20 por ciento y sus efectos ya se están abriendo camino en los sensibles mercados de petróleo y divisas.
Los ataques golpearon la planta de procesamiento de petróleo más grande del mundo en Abqaiq, Arabia Saudita, responsable del procesamiento del 70 por ciento del petróleo saudita, así como el campo petrolero Jurais. El ataque ha dejado a Arabia Saudita con 5,7 millones de barriles por día por debajo de su producción de petróleo diaria anterior, lo que se traduce en un cinco por ciento de la producción global de crudo.
La responsabilidad del ataque fue reivindicada por el movimiento yemení Hutí, que ha estado confinado en una guerra amarga de cuatro años y medio con Arabia Saudita. En los últimos seis meses, los hutíes han mejorado sus habilidades para atacar objetivos dentro de Arabia Saudita, atacando aeropuertos, oleoductos, e incluso llegando a Riad con misiles balísticos. Sin embargo, el ataque actual es el más grave, golpeando el corazón de la producción de petróleo saudita.
Ayer, sin embargo, el sitio web vinculado a Katar, Middle East Eye, informó de una fuente anónima de inteligencia irakí que afirmó que el ataque fue llevado a cabo desde una base irakí por las Hashd al-Shaabi (Fuerzas de Movilización Popular – PMF), apoyadas por Irán, en el sur de Irak. Esto sucede después de una serie de ataques contra bases claves de PMF, convoyes y depósitos de armas en todo Irak. Si bien estos ataques probablemente fueron llevados a cabo por Israel, tuvieron la colaboración de Estados Unidos y Arabia Saudita.
Como la fuente de inteligencia irakí le dijo a Middle East Eye, el ataque de este fin de semana fue una respuesta a los ataques a las posiciones del PMF en agosto:
“El último ataque se produce por dos razones: el primero, es otro mensaje de Irán a los EEUU y sus aliados de que, mientras continúe su asedio a Irán, nadie tendrá estabilidad en la región. Sin embargo, la segunda razón más directa es la venganza iraní por los recientes ataques israelíes con drones lanzados desde las zonas controladas por las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) en Siria contra las bases pro-iraníes de Hashd».
Funcionarios estadounidenses y sauditas han señalado con el dedo a Irán. El secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, tuiteó que no había evidencia de que las armas fueron lanzadas desde Yemen y acusó a Irán de «un ataque sin precedentes contra el suministro de energía del mundo». Los principitos del Golfo y los perros falderos oficiales han estado aullando durante todo el fin de semana sobre el supuesto «acoso» de Irán en la región, diciendo que están listos para tomar las medidas necesarias.
Pero, un momento, podríamos preguntarnos: ¿es realmente Irán el principal matón de Oriente Medio? Sólo en el período reciente, el régimen saudí ha estado avivando el sectarismo en toda la región. También ha financiado una guerra sectaria bárbara en Siria, que hasta ahora ha destruido el país y al vecino Irak. En Yemen, los sauditas han lanzado una guerra de matanza unilateral, matando a decenas de miles de personas y manteniendo a millones al borde del hambre.
Desde los tronos dorados de los palacios lujosos y desde los asientos traseros de los automóviles blindados de alta gama, el gobernante de facto del país, Mohammed bin Salman, se comporta como un niño que juega con un videojuego. Dirige incursiones diarias de enjambres de aviones y bombarderos de última generación, apoyados por los drones Reaper, aviones de reconocimiento y las fuerzas navales de los EEUU Ordena miles de ataques con misiles guiados con precisión a cada rincón de las áreas controladas por los hutíes, y comanda ejércitos mercenarios llenos de niños soldados sudaneses, salafíes yemeníes y Hermanos Musulmanes. Con la violencia que ha desatado, mantiene al país árabe más pobre bajo un ajustado dominio.
Al otro lado del conflicto, está el movimiento Hutí, que consiste en hombres subalimentados agrupados en bandas de dos a cinco individuos, armados con AK-47, granadas, vehículos de la era soviética y pequeños lanzacohetes. Con la asistencia iraní, el grupo ha desarrollado «misiles balísticos» caseros y tecnología de drones, que es equivalente a personalizar drones del tipo que se pueden comprar en Amazon en cualquier país occidental. Ahora, ¿quiénes son los defensores y quiénes son los agresores aquí?
Se pueden hacer las mismas observaciones sobre el resto de la alianza estadounidense en Oriente Medio. El ejército israelí es uno de los ejércitos más avanzados del mundo y la única potencia nuclear en Oriente Medio. Sus drones y aviones F-35 no encuentran oponentes en el espacio aéreo de Oriente Medio, bombardeando todo lo que les da la gana. Hace sólo unas semanas, bombardearon varias oficinas de Hezbolá en Beirut, así como los bombardeos antes mencionados, que tuvieron lugar en todo el centro y oeste de Irak. Sus objetivos, Hezbolá y las Fuerzas de Movilización Popular, aunque están mejor armados que los hutíes, no se acercan a la fuerza militar de los israelíes.
Y, por supuesto, todo esto está respaldado por las fuerzas armadas de los EEUU: el ejército más poderoso del mundo, que, por cierto, opera desde más de una docena de bases militares y tiene más de 50.000 soldados estacionados en Oriente Medio, a unos 10.000 kilómetros de las costas estadounidenses. Los Estados Unidos juegan un papel en la guerra contra Yemen, estuvieron detrás de la guerra contra el régimen de Asad y apoyan los ataques de Israel contra sus objetivos en toda la región. Desde que Donald Trump se convirtió en presidente, ha roto el acuerdo nuclear con Irán e impusto sanciones económicas paralizantes en el país, que (junto con los bombardeos ejecutados por Israel) son parte de la «campaña de presión máxima de los Estados Unidos», cuyo objetivo es obligar a Irán a someterse.
Entonces, si fueron las fuerzas chiítas irakíes o las fuerzas yemeníes quienes, en un acto de represalia y en defensa propia, llevaron a cabo los ataques contra Arabia Saudita, ¿quién puede culparlos? ¿Y qué importa, si Irán facilitó este ataque, lo que probablemente hizo? Lo que tenemos en Oriente Medio es un conflicto militar de baja intensidad entre, por un lado, un bloque liderado por el poder militar más fuerte del planeta, que sigue presionando, provocando y desequilibrando la región; y, por otro lado, un país mucho más pobre y menos avanzado, apoyado por una red de milicias. ¿Cómo es aceptable que el imperialismo estadounidense y sus aliados causen estragos y asesinatos a voluntad, pero es inaceptable cuando alguien se defiende?
Vulnerabilidad de Arabia Saudita
A pesar de todo el tono y el llanto hipócritas, la crisis saca a la superficie por primera vez un proceso que se viene gestando desde hace mucho tiempo. Después de la caída de la Unión Soviética y hasta el comienzo del nuevo milenio, el imperialismo estadounidense parecía invencible. Sin igual en el poder militar en bruto, entró en un país tras otro, lanzando golpes, guerras o presionando por un cambio de régimen.
Los estadounidenses invadieron Irak y Afganistán en rápida sucesión, pensando que esto sería un asunto rápido. Pero en ambos países, sufrieron derrotas humillantes y tuvieron que retirarse (aunque todavía no han logrado terminar esas retiradas), con un billete de un billón de dólares y una oposición masiva a la guerra en casa. Agravado todo lo anterior por la crisis económica y política general en los Estados Unidos, la opción de intervenciones militares directas se descarta por un período completo.
Al mismo tiempo, la guerra de Irak destruyó el ejército irakí, que se había utilizado para mantener a Irán bajo control durante dos décadas. En este vacío de poder, la influencia de Irán aumentó, al igual que la de Rusia más tarde. El resultado más tangible de esto fue la rotunda derrota del imperialismo estadounidense en Siria, donde los grupos apoyados por Irán ahora forman la fuerza más fuerte sobre el terreno. Hoy, los grupos respaldados por Irán también son los más fuertes sobre el terreno en Líbano, Siria, Irak y Yemen. Esta fue la base del acuerdo nuclear con Irán, que fue esencialmente una formalización y reconocimiento del mayor peso militar de Irán a cambio de la colaboración del régimen iraní con el imperialismo occidental para estabilizar la región.
Sin embargo, los regímenes saudí e israelí consideran el ascenso de Irán como una amenaza a su posición como potencias sin oposición. En particular, el régimen saudí ve una amenaza existencial en el aumento de la fuerza de Irán. Esto tiene sus raíces en su debilidad histórica, siendo una nación artificial que sólo se mantiene unida por el imperialismo estadounidense y el dinero del petróleo. Debajo de toda la pompa y ceremonia se encuentra una base muy frágil de miembros de la realeza, fundamentalistas islámicos wahabíes, tribus, sauditas ordinarios, chiítas y trabajadores: todos estos son los componentes claves del reino y todos ellos son enemigos más o menos amargos entre sí. Esta es la razón principal por la que Arabia Saudita nunca ha librado una batalla terrestre con sus propias fuerzas, porque ninguna fuerza es leal a la familia real ni al reino. A pesar de tener una de las fuerzas militares más caras del mundo, los sauditas no tendrían ninguna posibilidad de enfrentarse al ejército iraní considerablemente menos avanzado.
Los sauditas han estado presionando a Trump para que ataque a Irán, pero los Estados Unidos no está en posición de derrotar a Irán en una batalla abierta. Incluso los ataques aéreos podrían tener graves consecuencias para los Estados Unidos. Como un comandante iraní recordó ayer a los funcionarios estadounidenses, todas las bases militares estadounidenses a menos de 2.000 millas de Irán estarían dentro del alcance de misiles iraníes. La primavera pasada, los sauditas, junto con el ahora exconsejero de Trump, John Bolton, estaban conspirando para presionar a Trump para que lanzara una guerra contra Irán. Pero Trump retrocedió en el último momento, incluso a costa de mucha humillación. Trump y el Pentágono se dieron cuenta de que un ataque contra Irán conlleva muchos peligros para el imperialismo estadounidense y, en cualquier caso, no podría lograr mucho más que un revés temporal para el ejército de Irán. El deseo de Trump de llegar a un acuerdo con Irán fue la razón clave detrás de su posterior separación con Bolton.
Tras innumerables provocaciones, sanciones y ataques contra grupos apoyados por Irán en Siria, Líbano e Irak, Irán está trazando una línea en la arena y mostrando a los Estados Unidos y sus aliados lo que está en juego. A través de un ataque quirúrgico, ha demostrado lo fácil que es, a través de su vasta red de grupos, golpear los elementos clave de la infraestructura, que se supone que están altamente protegidos por los sistemas de defensa antimisiles suministrados por los EEUU
Además, Irán está aumentando la presión sobre los Estados Unidos, para hacerle ver que no va de farol. La verdad es que, a pesar de todo el escándalo provocado por Trump y Mike Pence y todos los mensajes de solidaridad que están enviando a Arabia Saudita, su posición básica no ha cambiado. Trump fue muy cuidadoso cuando tuiteó acerca de los ataques, diciendo que “[Estamos] con las armas cargadas a la espera de verificar la autoría, pero estamos esperando escuchar del Reino [de Arabia Saudita] sobre quién creen que causó este ataque y bajo qué términos deberíamos proceder (énfasis nuestro) Lo que quiere decir con «bajo qué términos deberíamos proceder» es “qué fuerzas enviarías si quieres que ataquemos a Irán», a lo que, por supuesto, los sauditas no tienen respuesta.
¡Un conflicto militar con Irán sería un asunto extremadamente arriesgado para el imperialismo estadounidense, así como para Arabia Saudita! Los Estados Unidos no vendrán al rescate de Arabia Saudita. Incluso si Trump lleva a cabo algún ataque simbólico (como el bombardeo de aeródromos vacíos en Siria hace unos años), no sería suficiente para el régimen saudita, que sólo puede satisfacerse con la instalación de un nuevo régimen débil en Irán. Pero eso no está en ninguna parte del orden del día. En todo caso, las amenazas y tensiones actuales están fortaleciendo al régimen iraní para superar los movimientos de protesta que arrasaron el país el año pasado, al desviar la atención hacia una amenaza externa.
Lejos de prepararse para ir a la guerra con Irán, Trump está buscando hacer un trato con el régimen. Por eso rompió con Bolton, y por eso ha estado presionando para tener una reunión con el presidente iraní Hasan Rouhani en el Consejo General de la ONU. Una vez que el polvo de los ataques de drones contra Arabia Saudita se asiente, quiere reanudar ese curso de acción. No tiene otra opción viable. Mientras tanto, la crisis del régimen saudí continuará profundizándose, haciéndolo cada vez más propenso a tomar medidas desesperadas y arriesgadas para mantenerse.
Efectos sobre la economía mundial
En los años 70 y 80, Arabia Saudita era tan importante para el capitalismo estadounidense que los estadounidenses habrían estado dispuestos a intervenir militarmente para mantener la estabilidad del Reino. Hoy, sin embargo, los Estados Unidos han superado a Arabia Saudita como el mayor productor mundial de petróleo. Además, como se explicó anteriormente, su capacidad para imponer estabilidad a través de medios militares está limitada en cualquier lugar.
Al revelar esta vulnerabilidad, los ataques de este fin de semana ya se están traduciendo en mayores precios del petróleo. Los mercados abrieron esta mañana con un salto del 20 por ciento en los precios: la segunda subida más alta en un solo día desde 1990. Pero aunque los precios podrían caer ligeramente en el corto plazo, los mercados cuentan con que esta cambiante situación geopolítica genere mayores precios del petróleo en el futuro.
El Financial Times concluyó:
“Independientemente de su origen, los comerciantes de petróleo dicen que ahora deben asumir que los enemigos de Arabia Saudita en la región son capaces de atacar en las profundidades del Reino, apuntando a su infraestructura y campos petroleros. Éste corre el riesgo de perder su reputación como un productor y proveedor confiable de crudo [petróleo], que ha cultivado durante décadas”.
Andy Hall, uno de los especuladores de petróleo más notorios, emitió un comunicado en el que se explican las consecuencias de esta situación:
“Este ataque subraya la vulnerabilidad de las instalaciones de producción de petróleo en Oriente Medio en particular y en el mundo en general. Las decenas de miles de millones de dólares que los sauditas han gastado en armas no pudieron protegerlos de una docena de drones de baja tecnología. ¡Una guerra asimétrica en verdad!»
“Parece que el mercado petrolero necesita no sólo fijar el precio de la pérdida actual de suministro, sino también una mayor prima de riesgo para el futuro. Por otro lado, la aparente fragilidad de la economía global ahora será probada por un aumento en el precio del petróleo”.
En el contexto de una desaceleración general, esto se convertirá en un lastre adicional para la economía mundial. Como lo expresó Société Général, «el crecimiento global más lento estaba comenzando a actuar como un lastre para los precios del petróleo, pero la prima de riesgo va para otro lado y eso a su vez es otro lastre para el crecimiento global».
Como reflejo de esto, los mercados de valores estaban bajo presión en todo el mundo hoy, junto con las monedas de las «economías emergentes», que son muy sensibles a los precios del petróleo. Mientras tanto, los precios del oro, del yen y de otros «refugios seguros» aumentaron, debido a la mayor interrupción de la producción mundial de petróleo desde que Sadam Husain invadiera Kuwait en 1991. Esto revela el nerviosismo en los mercados sobre el futuro de la economía mundial.
Los sauditas esperaban que esta amenaza sirviera para unir a la clase dominante internacional detrás de ellos contra Irán. Pero corren el riesgo de lo contrario. Al ver la debilidad e inestabilidad de Arabia Saudita, es más probable que las clases dominantes occidentales cubran sus apuestas al apoyar cada vez más a otras potencias, como Irán y Turquía, como fuerzas de estabilidad en la región. Por lo tanto, pase lo que pase, de una forma u otra, cada terremoto social, militar o político en la región sólo servirá para sacar a la luz las contradicciones que han estado madurando debajo de la superficie, entre las cuales se encuentra la crisis terminal a que se enfrenta Arabia Saudita.