Por Rubén Rivera y Adrián Alvarado
¿Keynes vs Friedman?
Los marxistas nunca hemos sido en realidad defensores de los déficits presupuestales, ni de los financiamientos por endeudamiento, mucho menos de estimular la inflación, se nos puede acusar en ese sentido de ser bastante conservadores. Consideramos que uno de los aspectos más importantes en el terreno económico es hacer estimaciones en función de la realidad, por dura que sea, llamar a las cosas por su nombre y no negar los efectos de las leyes económicas del capitalismo, por tanto somos enemigos de las políticas inflacionarias y en ese sentido para nada nos identificamos con el keynesianismo, apuna pesar de que, especialmente desde la postguerra, la izquierda reformista , generalmente socialdemócrata se ha identificado plenamente con Keynes.
Un marxista serio pretende destruir las bases del sistema capitalista en la realidad, no en la buena voluntad sino en la práctica, una vez que esto sucede se puede edificar una nueva economía bajo bases distintas, si esto no sucede, s se pretende gestionar el capitalismo sin tomar en cuenta sus leyes, están le saltaran a la cara, como el que escupe para arriba
Por supuesto somos enemigos de los enfoques monetaristas que pretenden ponerle una rienda a la economía por medio de recortes del gasto público y restricciones sometimiento religioso al mercado. De hecho, como se sabe, los marxistas consideramos a la economía de mercado, es decir capitalismo, como un sistema económico nocivo tanto para la especie humana como para el planeta y todas las especies vivas que en el existen.
México país capitalista dependiente y las finanzas del Estado
México es un país capitalista dependiente y sus presupuestos se basan en sus leyes, esto de por si es una seria limitación, dado que se da por sentada la defensa de la propiedad privada, del sistema financiero privado y delos intereses de la burguesía internacional, tres de los pilares fundamentales que limitan el abatimiento de todos los males materiales que aquejan a los trabajadores mexicanos.
Además de ello hay que decir que el presupuesto supone poco menos del 30% del PIB, es decir maneja una parte considerable de la economía pero, las finanzas públicas que la economía en su conjunto, especialmente no es lo mismo que las ganancias de los grandes capitalistas, los cuales han sido capaces de llevar al gobierno la bancarrota siempre y cuando se preserven sus ganancias y sus inversiones, algo parecido sucedió en 1996 con el famosos Fobaproa, por medio del cual la deuda de los banqueros se convirtió en deuda pública para generando un carga fiscal que aún hoy en día arrastramos como cadenas mientras que las fortunas crecían como la espuma. Eso sucedía mientras que el precio del dólar se duplicaba.
Las finanzas públicas están más bien vinculadas con el destino de las masas trabajadoras porque como se sabe, la riqueza que se recauda es producto del trabajo humano y, en el caso de necesitarlo el gobierno recurre directamente a exprimir a las masas, las cuales, salvo la rebelión no tienen otra defensa.
El presupuesto de ingresos
Sobre la base de las consideraciones anteriormente realizaremos una breve revisión del presupuesto iniciando por la ley de ingresos:
Los supuestos sobre los que se basa la ley de ingresos de la federación señalan;
“Para el cierre de 2019, se considera la inflación de 3.4% proyectada por el Banco de México para el cuarto trimestre del año en su Informe Trimestral de julio-septiembre de 2018, un tipo de cambio nominal promedio de 20.0 pesos por dólar y una tasa de interés nominal promedio de CETES a 28 días de 8.3%. Dada la volatilidad que ha mostrado el precio de la mezcla mexicana de crudo de exportación se considera un precio de 55.0 dpb y una plataforma de producción de 1,847 miles de barriles de petróleo diarios” ( SHCP, criterios generales de política económica)
Lo que en suma si efectuamos una comparación con los saldos del sexenio peñanietista nos hacen considerar que los economistas del nuevo gobierno han optado por sostener la tendencia observada en los últimos, años.
El presupuesto del año 2018 estimaba una recaudación total de los 5 232 376 millones de pesos, lo cual representa el 27.8% del PIB mexicano, no obstante las cosas resultaron ligeramente mejor que lo que se esperaban, los mismos criterios generales de política económica señalan:
En materia de finanzas públicas, se anticipa que los ingresos presupuestarios en 2018 sean superiores en 1.4% del PIB respecto a lo que se había previsto en la Ley de Ingresos de la Federación (LIF) de este ejercicio.
La aportación a la alza la proporciono principalmente mayores ingresos petroleros: 0.5% y mayor recaudación fiscal: 0.4% , esto significa que ingresaron aproximadamente 260 mil millones de pesos más, esto nos daría un ingreso cercano a los 5 600 000 millones de pesos. Lo cual fue ligeramente inferior gasto real por año por algunas decenas de millones.
Ahora observemos el monto total aprobado por el congreso: 5 838 059. Es evidente que la propuesta de ley de ingresos implica de hecho una contracción del ingreso dado la inflación estimada es de 3.4%, si la aplicamos a la los ingresos recaudados en 2018 obtenemos aproximadamente el monto señalado en la propuesta, esto sin estimar la perspectiva de crecimiento económico del 2%, si así lo hiciéramos tendríamos 5 902 400 millones de pesos.
En nuestra opinión 5 900 000 es el monto de recaudación mínimo considerando fijas las variables de recaudación que se han mantenido constantes los últimos tres años.
¿Se puede más?
En la estimación de criterios generales de política económica (SHCP) se dibuja un panorama económico internacional turbio: un debilitamiento del crecimiento de la economía norteamericana, reducción de crecimiento y mayor tensión política en la zona Euro y también una caída del crecimiento de China. En todos los casos las economías crecieron mucho menos que lo esperado, especialmente Japón, que nuevamente registró un crecimiento de 1%, decir mantuvo su ya tradicional estancamiento. En suma, un crecimiento a la baja que podría ser fuertemente afectado por una posible turbulencia proveniente de cualquier país.
Estas consideraciones son dignas de tomarse en cuenta, pero con todo, en función del tamaño de la economía mexicana, la recaudación puede ser mejor, tomando entre otros, los siguientes aspectos:
Obviamente la recaudación podría ser superior estimando las siguientes variables:
1.- Un incremento en la extracción de petróleo, la cual se está dejando a estas alturas podría llegar a los 2 millones de barriles diarios en función de una mayor presión gubernamental y a partir de la subutilización de la capacidad de extracción, que actualmente es de 1 millón ochocientos mil barriles de petróleo, la cual podría subir 200 mil barriles más. Se ha tomado un precio de 55 dolares por barril, no obsante incluso por la misma turbulencia no es decratable un precio de 60 dolares por barril, en estas cirunciasc podriamso tener ingresos extra por 200 mil millones de pesos
2.- Control o supresión del huachicoleo, lo cual podría representar al menos 20 mil millones
3.- Poner fin a las exenciones fiscales, a las grandes corporaciones económicas que según estimaciones conservadoras ronda entre 500 y 700 mil millones de pesos.
4.-La reducción de la compra de energía de la CFE a particulares, la cual significó un incremento de 162 mil millones (Informe SHCP, 30 nov 2018)1 en el año pasado respecto a lo programado y fue el factor principal para que el superávit no fuese significativo. Si esto se logra abatir sustituyendo la compra por producción de la propia CFE, tendríamos al menos otros 150 mil millones de pesos.
Estas medidas, ninguna de ellas de ruptura y perfectamente posibles, con un gobierno mínimamente responsable permitirán un margen para el incremento sustancial no solo del gasto social sino para financiar la inversión productiva.
¿Sin deuda?
Sobre el endeudamiento aún a pesar de que AMLO ha señalado que lo habrá el presupuesto aprobado autoriza un endeudamiento interno de hasta el 8% del ingreso programado y externo hasta por el 18% de propio presupuesto, para Pemex, pese a que los montos son similares representa la posibilidad de adquirir deuda por el 20% del total de su presupuesto.
Hay otra alternativa
El PIB del país es superior a 19 billones de pesos, es la catorceava economía del mundo con un PIB per cápita cercano a los 9 mil millones de dólares, es decir ya existen los recursos suficientes para que el hambre y la marginación sean cosas del pasado, el problema es que prácticamente todo está bajo el control de la oligarquía nacional y prácticamente todo el sector financiero en manos del capital internacional, mientras las principales palancas de la economía como la producción y el crédito no estén bajo el control de las masas trabajadoras será imposible tener los ingresos suficientes para mitigarlos, en esa medida siempre habrá pretextos para no dedicar los recursos suficientes, generalmente se dirá que no hay que espantar a los mercados, que hay que ser responsables, etc.
Incluso en estas circunstancias hemos demostrado que se pueden obtener ingresos por mil millones de pesos. El problema es básicamente a favor de quien o para quien se gobierna.
No nos cabe duda de la buena voluntad de AMLO en favor de los pobres, ni de que sinceramente considera que solo abatiendo la corrupción será posible obtener, pro firmamos categóricamente que mientras no se ataque directamente los intereses de la gran burguesía nunca habrá recursos para acabar con la pobreza aunque, paradójicamente los recursos existan.
Un presupuesto para tranquilizar a los mercados
El primer presupuesto fiscal del presidente Andrés Manuel López Obrador está lleno de señales: es austero y conservador, contempla un incremento en el presupuesto asignado a las empresas productoras del Estado (como Pemex y CFE) y fuertemente orientado a programas sociales para atender a jóvenes y ancianos
Durante semanas fue la señal esperada. Tras la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) muchos analistas advirtieron que la única forma de tranquilizar a los mercados y los fgrandes capitalsitas financieros era un presupuesto equilibrado para 2019.
Y así fue. El paquete fiscal, que se compone por las leyes de ingresos y egresos del Gobierno Federal, contempla un crecimiento económico moderado, con bajo nivel de endeudamiento e inflación controlada.
Incluso ofrece alcanzar un superávit de 1.5 por ciento en las finanzas nacionales, algo que no consiguieron los últimos tres gobiernos. Un dato que parece ser la clave en la reacción del capital de los últimos días: el dólar no aumentó de precio, y la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) se mantuvo estable.
Pero además de calmar a los inversionistas, el nuevo presupuesto implica un importante cambio en la política social, aseguraron investigadores del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (Ciep).
El paquete que discute en la Cámara de Diputados contempla un gasto de 5.8 billones de pesos.
El proyecto perfila una mayor inversión en la infraestructura de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de mantenimiento a las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para cumplir con una de las principales promesas de Andrés Manuel López Obrador: rescatar a las empresas productivas del Estado.
También reestructura el gasto en programas sociales para atender principalmente a la población joven y a la de adultos mayores, en quienes se centraron muchas de las promesas de campaña del presidente.
Sin embargo, también contempla recortes a diversas áreas, como las asignaciones para promover la cultura, medio ambiente e investigación científica.
Héctor Villareal Páez, director del Centro, explica que esto se debe a las presiones ineludibles que tiene el presupuesto de egresos. Es decir, a las obligaciones financieras de la deuda y al pago de pensiones que representa un gasto superior a un billón de pesos.
“Hubo programas del presidente que se priorizaron, pero si se tenía un espacio fiscal que se reducía, y a fuerza había que darle a eso, había que recortar en otros lados”, asegura Villareal “Si querías gastar en algo, tenías que dejar de gastar en otras”. Lo que nos demuestra que el dinero del Estado es finito, por lo que la ampliación de los programas sociales tendrá que venir necesariamente del adalgazamiento presupuestal de otros rubros.
Si bien las promesas de austeridad republicana y de ahorro por la corrupción contemplaban liberar uno 500 mil millones de pesos del presupuesto esto no se logró. Por medio de los recortes en salarios, servicios profesionales y gastos operativos se lograron ahorrar unos 100 mil millones; sin embargo, el ahorro por terminar con la corrupción no se podrá observar hasta que la auditoría de la federación emita dictámenes del gasto, dentro de dos años.
Según las observaciones hechas por los expertos del Ciep, en la propuesta del paquete económico propuesta por el ejecutivo se alcanzan a vislumbrar dos filosofías.
La primera es una previsión financiera prudente, que proyecta un crecimiento económico conservador. Y la segunda, que no va separada de la primera, busca dejar tranquilos a los mercados, lo que se cumple relativamente bien de acuerdo con los especialistas del centro.
Dentro de esta filosofía, se reestructura el gasto en programas sociales, que dejará de transferirse a instituciones o intermediarios que hacen llegar los recursos a los beneficiarios, y se hará directamente
Si bien la estructura de los ingresos que se esperan para el próximo año es muy parecida a la que se realizó el año pasado, esta no contempla ningún cambio en la recaudación por el Impuesto al Valor Agregado o del Impuesto Sobre la Renta.
Esto a pesar de que el presidente prometió cambios en el cobro de estos impuestos en la frontera norte, donde se reducirían para tener condiciones parecidas a las de Estados Unidos.
Esto anticipa un posible decreto presidencial por medio del cual se harían los cambios anunciados. De acuerdo con los especialistas del Ciep, esto podría darle una salida de emergencia a López Obrador en caso de que los números “no cuadren”, al permitirle derogar el decreto, a diferencia de un cambio en la ley, que necesitaría una discusión legislativa.
No obstante, los expertos del centro esperan que, hacia la mitad del próximo año, se pudiera hacer una reforma fiscal que cambie el esquema de ingresos tributarios del gobierno, aunque para ello se necesita cierta perspectiva.
Si bien en el presupuesto de Egresos de 2019 se contempla una mayor inversión en los programas sociales, cuyos recursos serán repartidos directamente a la población, sin intermediarios, los que puede generar una simpatía hacia esta nueva forma de redistribusción, la otra vertiente del proyecto va orientada a calmar las inquietudes de los grandes capitalistas e inversionistas.