Por: Rubén Rivera
En el 25° aniversario del alzamiento del 01 de enero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) estableció un posicionamiento frente al nuevo gobierno que en líneas generales representa la misma orientación que ya se había planteado en la última declaración del Concejo Nacional Indígena.
Este posicionamiento señala al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (entre algunos lindos adjetivos) como el enemigo principal, señalando que su objetivo central es destruir a los pueblos originarios. El texto completo se puede leer en: https://goo.gl/bbDQHT
En nuestra opinión la declaración, tanto del mayor Moisés como del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, están orientadas no al pueblo de México, sino a los propios integrantes del EZLN y su entorno, ya que no hay alguna estrategia, no hay una iniciativa, en suma, la idea básica es: “vienen por nosotros y aquí estaremos esperando para resistir”.
No cabe duda que a lo largo de estos 25 años ha habido una transformación bastante palpable en el propio EZLN y su entorno, y la llegada al gobierno de un movimiento con apoyo de masas y con una cierta identificación con la izquierda podría implicar para el movimiento zapatista el riesgo de la disolución misma, por tanto la declaración de este 25 aniversario tendría necesariamente que implicar una reafirmación del sentido de existencia misma del EZLN, ahora que, por el momento ya no aparece ni el PRI o el PAN, tienen que señalar a toda su militancia que Morena y AMLO solo son lo mismo y que su principal objetivo es destruirlos, así, generando un ambiente de fortaleza asediada, generarán en los próximos años una política que los identifique.
El comienzo
Ya lejos se quedó el llamado del 1° de enero de 1994:
“PUEBLO DE MÉXICO: nosotros, hombres y mujeres íntegros y libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una medida última pero justa. Los dictadores están aplicando una guerra genocida no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años, por lo que pedimos tu participación decidida apoyando este plan del pueblo mexicano de luchar por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo, formando un gobierno de nuestro país, libre y democrático”
Del llamado a todo el pueblo a luchar, en el que el ser indígena no era una línea de distinción, dado que se llamaba a todos los habitantes a sumarse al EZLN, se ha pasado de la defensa, a la reservación, al aislamiento y la autoexclusión como ejes de sobrevivencia.
En líneas generales tres han sido las orientaciones básicas del movimiento zapatista y tal vez estemos entrando a una cuarta:
La lucha por un gobierno democrático
La primera dio principio con el levantamiento de 1994 y tuvo como orientación general impulsar un proceso revolucionario en todo el país, por una especie de autentica democracia, esta fase incluye el cese al fuego y toda una serie de iniciativas que combinaban el llamado a la organización con iniciativas políticas que enfrentaban al estado, primero Salinista y luego Zedillista. En ese contexto se hizo el llamado a una Convención Nacional Democrática y un gobierno de transición (segunda declaración, junio de 1994). También en ese contexto se presentó la tercera declaración donde se llamaba a la formación de un Movimiento de Liberación Nacional, incluso proponiendo un nuevo constituyente (enero de 1995). La cuarta declaración de enero de 1996 impulsaba un Frente Zapatista de Liberación Nacional.
En todos estos casos había una base de masas a nivel nacional que se movilizaría en caso de que fuera necesario, las iniciativas implicaban un llamado a todas las organizaciones de izquierda opositoras al gobierno, ello incluía al PRD, Cárdenas y por supuesto a AMLO. Podría decirse que el EZLN era un punto aglutinador de la oposición de masas al gobierno del PRI.
En esta fase el propio gobierno establecía una estrategia que combinaba la negociación con la construcción del paramilitarismo como opción armada en contra del EZLN. Por supuesto en este marc se circunscriben los acuerdos de San Andrés y la masacre de Acteal, ambos ejemplos de la táctica bipolar del gobierno.
Dentro del movimiento zapatista los objetivos y los métodos chocaban llevando a la inoperancia de las iniciativas y a un desgaste, tal que solo la reacción de las masas ante la masacre de Acteal pudo romper el letargo en que habían caído.
La lucha por una ley de derechos y cultura indígena
La segunda fase de la lucha del EZLN comienza con la quinta declaración de la selva lacandona en donde se plantea como objetivo el reconocimiento de una Ley de derechos y cultura indígena, esta declaración de enero de 1998 será la guía desde ese momento hasta bien entrado el gobierno de Vicente Fox, en este contexto se desarrolló la marcha zapatista a la ciudad de México a mediados de 2001.
Cabe decir que a inicios del gobierno de Fox seguía siendo el zapatismo el principal punto de referencia del conjunto de la izquierda y la marcha de 2001 significó un punto cúspide, en aquel entonces pese a que las incitativas del EZLN ya no se orientaban a la sustitución del gobierno sino a la aprobación de una Ley de derechos y cultura indígena, las masas veían al EZLN como un faro de esperanza, de hecho un triunfo para el movimiento podría significar un señalamiento de que era posible enfrentarse y triunfar. En su mejor momento el EZLN ya no llamó a nada, no apelo a las masas que estaban dispuestas a luchar. Luego de sentirse insatisfecho con el resultado de la reforma en el congreso, se retiró. Con ello culmino la segunda fase del movimiento zapatista.
La estrategia del caracol
La tercera fase, la llamaremos “la estrategia del caracol”, implicó un abandono de las iniciativas nacionales, ya fuera por un gobierno o por una ley. Pasando al intento de construcción de autonomías, gobiernos locales, que por la vía de los hechos se convirtieron más bien en estructuras de organización interna del movimiento zapatista en los territorios donde mantenían presencia.
La sexta declaración señala un primer momento de esta fase desde mediados de 2001 hasta 2005, periodo en el cual se construye un nuevo discurso orientado más bien hacia la resistencia, indicando por primera vez como eje ideológico el “anticapitalismo” y la preservación de la autonomía, aunque, repitámoslo, la autonomía no representa el control de un territorio, sino una forma de organización.
La sexta declaración hacia el llamado a un nuevo frente político, por supuesto ahora definido en los términos de anticapitalista y no electoral y por supuesto que siguiera las prácticas de organización que ya se habían vuelto clásicas en los movimientos impulsados por el EZLN.
En ese mismo año (2005) estalló el movimiento en torno a AMLO con un carácter de masas como no se había visto desde la lucha contra el fraude en 1988. Nunca más el EZLN y su entorno serían la principal referencia de lucha a nivel nacional contra el gobierno. Desde entonces y hasta el mismo 2018 el centro de los conflictos a nivel nacional y las principales movilizaciones contra el régimen PRIPAN giraron en torno a los movimientos que impulsaba AMLO. A cualquiera que haya revisado estas circunstancias le queda claro la razón por la cual el EZLN identifico a AMLO, primero como un rival y luego como un enemigo.
Desde 2005 en adelante el movimiento zapatista dejo de ser un movimiento de masas a nivel nacional, se remitió a ciertos sectores urbanos y universitarios y a ciertas regiones en función de las alianzas con distintas comunidades indígenas que a la larga darían consistencia al Consejo Nacional Indígena.
La sexta declaración sirvió como expresión pública de esta tercera fase, la de la resistencia, la autonomía y la de la espera. Espera que culminara con la campaña de Marichuy a la presidencia. La cual dejó en claro la fuerza y presencia del movimiento zapatista y su posición de inferioridad numérica incluso dentro de las propias comunidades indígenas.
La lucha por no desaparecer
La cuarta fase no puede ser de resistencia pasiva como hasta ahora, solo tratando de volver a retomar las banderas de las masas trabajadoras contra el capitalismo, le será posible al EZLN subsistir.
El gobierno de AMLO, con toda la buena voluntad que tiene es un gobierno que administra el capitalismo y por lo tanto preferirá a los patrones cuando la situación lo lleve a tomar una decisión clave. Es necesaria una izquierda que señale claramente, que es el capitalismo y no la corrupción, el problema de fondo y que incluso proponga la posibilidad de un nuevo levantamiento armado, esta vez contra el capitalismo si es necesario. O se es lo suficientemente radical para asumir las consecuencias o se caerá nuevamente en la simulación, en el decir pero no hacer. El querer espantar con el petate del muerto.
La otra opción es aceptar que no es posible enfrentar por las armas al nuevo gobierno y hacer un llamado a la negociación, a una nueva ley o acuerdo en donde el EZLN exponga ante el pueblo las insuficiencias y limitaciones de AMLO para cumplir con las demandas de las masas. Un foro para agitar por un programa anticapitalista.
Lo peor que se podría hacer es simplemente llamar loco, o mentarle la madre a AMLO en nombre de la madre tierra, eso solo mostrará al EZLN como una secta que no aspira a revolucionar, sino a subsistir agazapada en sus autonomías. Los muertos y mártires del levantamiento del 1 de enero de 1994 reclaman otra cosa.