Escrito por: Adrián Alvarado
No es un debate amplio que se realice de forma general en el movimiento obrero y la izquierda, sino entre algunos grupos de activistas, estudiantes o jóvenes conscientes quienes en su búsqueda de alternativas para luchar contra la opresión hacia la mujer, contra el racismo y la homofobia retoman ideas del concepto de la interseccionalidad, algunos incluso, buscan ligar esas ideas al marxismo o al socialismo. Incluso se han escrito diversos artículos que han reproducido portales y revistas de izquierda, cuyo objetivo, según nos plantean, es una defensa marxista del concepto de o teoría de la interseccionalidad.
Nuestro objetivo es aportar a ese debate de manera fraterna y encontrar una teoría e ideas que guíen nuestra acción y nuestra lucha en contra de la explotación, la opresión y las desigualdades, cuyo origen, desde nuestro punto de vista, parte de la división de la sociedad en clases sociales y en la actual estructura económica y social del propio sistema capitalista.
Cabe resaltar que los marxistas somos acérrimos enemigos de la homofobia, del racismo, de la opresión hacia la mujer y de la discriminación, pero pugnamos por la unidad en la acción de los oprimidos, de los explotados y la clase trabajadora en contra de esas ideas reaccionarias, luchamos por una sociedad libre e igualitaria, donde el potencial de las personas puedan desarrollarse al máximo.
Bajo el actual sistema social y económico solamente una pequeña minoría puede desarrollar sus inquietudes, ideas e iniciativas plenamente, la gran mayoría nos vemos privados de lo más mínimo para vivir y para nuestro desarrollo íntegro como seres humanos.
Los marxistas consideramos que para con la opresión y la explotación debemos destruir el sistema capitalista, su Estado, sus leyes y sus gobiernos.
El origen del concepto de la interseccionalidad
Fue la abogada Kimberlé Crenshaw quien por primera vez en el año de 1989 utilizó el concepto de interseccionalidad, en el marco de la discusión de un caso legal de trabajadoras de la compañía General Motors, su objetivo era hacer visibles las múltiples opresiones, violencias y discriminaciones que sufrían las trabajadoras, por el hecho de personas negras y mujeres y crear medidas jurídicas que enfrentaran esas distintas discriminaciones en niveles diversos.
Una sociedad basada en la división de clases, generadora de desigualdad y donde se promueve la explotación del ser humano por el propio ser humano, utiliza el sometimiento y la opresión como herramienta de control, promueve coartar determinadas libertades no solamente a los individuos, sino a grupos completos de personas o colectividades, con la finalidad de mantener el status quo y los privilegios de la minoría que nos gobierna, explota y esclaviza.
Así, los dueños del gran capital justifican las desigualdades entre el hombre y la mujer para mantener su tasa de ganancia, asignan ciertos roles sociales a partir de tu género, promueven modelos de familias tradicionales y el papel de sus integrantes en las mismas para asegurar la reproducción del capital.
El Estado, sus leyes y la propia moral de la clase dominante promueven la división y el odio entre los oprimidos, el sector más reaccionario de los intelectuales de clase dominante incluso elaboran teorías de odio y acciones que tienden a justificar el machismo, el racismo y la homofobia.
Estamos de acuerdo que, en la actual sociedad suceden diversos actos de discriminación u opresión por la condición de género, preferencia sexual, creencias o color de piel. Los teóricos de la interseccionalidad se centran en estas para desarrollar su concepto, que como ya vimos fue establecido en el año de 1989, pero que tiene a su vez algunas vertientes e historia.
Podemos definir a la a la teoría o concepto de interseccionalidad como:
La necesidad de enfrentar un conjunto variado de opresiones al tiempo sin jerarquizar ninguna; la imposibilidad de separar las opresiones que no son únicamente raciales, sexuales, ni de clase.
O si lo queremos ver de otra perspectiva
Es la expresión utilizada para designar la perspectiva teórica y metodológica que busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder.
Dentro de este concepto a su vez encontramos dos vertientes que le dan origen: el movimiento feminista negro desarrollado principalmente en los Estados Unidos y la teoría de las ciencias sociales nacida en las universidades de Francia en la década de los 60s, que le han denominado post-estructuralismo.
Los marxistas estamos de acuerdo de que existe una convergencia en el planteamiento de la lucha contra la opresión, cualquier persona con convicciones progresistas o que sienta en carne propia la discriminación y la opresión estará de acuerdo que estas tienen que erradicarse. Las divergencias no solamente comienzan al momento de realizar los análisis sino en el método y las acciones para erradicarlas y combatirlas, no solamente con el post-estructuralismo que, desde nuestro punto de vista, plantea algunas posiciones de carácter reaccionario, sino incluso con la vertiente del feminismo negro.
Todo aquel que sienta la necesidad de erradicar la discriminación y la opresión no solamente buscará una alternativa teórica seria que le ayude a comprender su origen sino también pedirá la acción y la práctica de aquellos postulantes de las ideas acciones concretas y referencias con base a los hechos.
No es que despreciemos la teoría o las ideas, sabemos que para cualquier movimiento la claridad teórica e ideológica es un elemento fundamental para asegurar su triunfo de sus opresores, muchas veces los dirigentes de los procesos sociales partiendo de una idea equivocada pueden llevar a callejones sin salida a movimientos u organizaciones. Sin embargo toda teoría que busque combatir la opresión tiene que pasar la prueba de fuego de la práctica, lo que queremos es combatir el origen de las desigualdades y la opresión, no solamente crear marcos teóricos que analicen tal o cual situación injusta que sucede en la sociedad.
No solamente deseamos y aspiramos a comprender la sociedad actual que nos oprime, aspiramos a transformarla.
La vertiente del feminismo negro
Para un sector de mujeres negras en Estados Unidos el feminismo burgués y liberal entró en un callejón sin salida al momento de poner sobre la mesa las diferencias de clase entre las propias mujeres. Algunas de sus dirigentes simplemente aspiraban a ocupar los puestos de gobierno, en la administración pública o en las grandes empresas, que en su momento acaparaban en su mayoría los hombres. No buscaban combatir de raíz la desigualdad, sino solamente matizarla para convertirse ahora ellas en parte del engranaje de la opresión y la explotación.
De los sectores más oprimidos de la sociedad se levantó la voz frente a esa idea y esa práctica, las mujeres negras cuestionaron no solamente la opresión que padecen día a día las mujeres bajo el capitalismo, sino que denunciaron la práctica de algunas dirigentes del feminismo al excluirlas de sus inciativas y del propio movimiento. Así lo expresa una de las figuras relevantes del feminismo negro:
Así se presentaba el sufragio femenino blanco como el medio más adecuado para alcanzar la supremacía racial. Dejando de lado aspectos tales como la solidaridad, la lucha por los derechos de las mujeres o la igualdad política, el incipiente movimiento feminista quedó convertido en un mero baluarte de la superioridad racial de las personas blancas. El movimiento sufragista quedó fatalmente impregnado de racismo, lo cual no solo abriría una brecha insalvable en el feminismo norteamericano (feminismo blanco versus feminismo negro) sino que se convertiría en un instrumento (más) en el proceso de objetivación de la mujer negra. Al asumir para sí mismas el papel de «guardianas y protectoras naturales del hogar», al reivindicar el voto femenino desde su rol como madres de futuros ciudadanos, las mujeres blancas excluían del voto, y de la categoría de madre y por ende de mujer, a las mujeres negras.
El movimiento sufragista quedó fatalmente impregnado de racismo, lo cual no solo abriría una brecha insalvable en el feminismo norteamericano (feminismo blanco versus feminismo negro) sino que se convertiría en un instrumento (más) en el proceso de objetivación de la mujer negra. Al asumir para sí mismas el papel de «guardianas y protectoras naturales del hogar», al reivindicar el voto femenino desde su rol como madres de futuros ciudadanos, las mujeres blancas excluían del voto, y de la categoría de madre y por ende de mujer, a las mujeres negras.
Como todo movimiento que busca una personalidad e ideas propias, la vertiente insterseccionalista basado el feminismo negro trata de encontrar sus raíces históricas, retomando un discurso pronunciado por Sojourner Truth, quién fuera una activista antiabolicionista en Estados Unidos, que pugnó por los derechos de la mujer durante el siglo XIX.
Si discurso ¿Acaso yo no soy mujer?, trata de poner el énfasis en el trato diferencial que se le da a las mujeres al momento de la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos, está cargado sin duda con un elemento de clase, poniendo énfasis en que las mujeres son doblemente oprimidas, no solamente por el que las explota, sino por el propio hombre de su propia clase:
Soy una mujer de pleno derecho. Tengo tanta fuerza como un hombre y puedo trabajar tanto como uno de ellos. He arado y he cosechado, he quitado la cáscara al grano y he talado y he segado, ¿acaso un hombre puede hacer más? He escuchado mucho acerca de la igualdad de los sexos; puedo cargar tanto como un hombre y puedo comer tanto como él, si consigo alimento.
El hombre de color ha conseguido sus derechos, pero nadie […] se preocupa por los derechos de las mujeres de color. [Aplausos] Vaya, el hombre de color será dueño de la mujer y sencillamente estaremos tan mal como antes. [Carcajadas] Ahora Maunm, Sufragio femenino se permite que las cosas están agitadas, quiero seguir agitando hasta que se pongan bien del todo. [Carcajadas] Porque si paramos, será un trabajo terriblemente duro arrancar la máquina de nuevo. [Carcajadas] Así que pido esto a las mujeres. Las mujeres blancas saben mucho; las mujeres de color ―esto es, las que han sido liberadas recientemente― no lo saben. Los hombres de color aprenderán, como el resto de los hombres, a ser una especie de amos. Tratarán de ser los amos de sus esposas de color.
Incluso hace un reclamo que prevalece hasta nuestros días sobre el pago desigual entre los hombres y mujeres de la clase trabajadora, demanda que los marxistas reivindicamos como trabajo igual, salario igual.
…Yo he trabajado tanto como la mayor parte de los hombres. Si yo trabajo tanto como un hombre, ¿por qué no me pueden pagar como a él? [Aplausos] Si yo escribo y hago cuentas tan bien como un hombre, ¿por qué no puedo ganar tanto dinero como él? Ellos no hacen más que yo ¿Por qué tienen que tener una paga mayor? Como las mujeres alemanas, ellas hacen tanto trabajo como los hombres, pero él gana un dólar y ella gana medio. Porque es una mujer. Ella, si puede, come tanto como un hombre. [Aplausos y carcajadas] Nadie debería juzgar cuánto come una mujer, o cuánto juicio tiene ―son cosas que no se pueden evitar.
Sin embargo estos planteamientos correctos sobre la diferencia de salarios, sobre la opresión de la mujer busca solucionarlos a partir del establecimiento de leyes justas en beneficio de la mujer, que a las mujeres negras se les juzgue por jueces mujeres negras, por qué según su planteamiento ellas entenderán la misma condición por las que sufren la opresión racista y de género.
Por nuestra parte sabemos que el Estado y sus leyes en el sistema capitalista, están orientadas a mantener el sistema actual de explotación o por ende de opresión de una clase social sobre otra, independientemente del color de piel de sus representantes, o si estos son hombres o mujeres.
Sin embargo, sobre las conclusiones de alcanzar una mejor sociedad igualitaria a través de leyes más justas, se podría objetar que estamos hablando de principios del siglo XIX y se podrá objetar que estamos en los inicios del capitalismo estadounidense y de la sociedad naciente que se va estructurando a partir de abolición de la esclavitud. Sin embargo algunas referencias del feminismo negro no han roto con esa visión legalista para acabar con la discriminación y la opresión.
Otro de los referentes, Ida Wells fue una periodista que documentó y sacó a la luz el caso de los linchamientos de los negros en los Estados Unidos, además evidenció la situación vulnerable a la que se enfrentaban las mujeres negras y el trato desigual que se realiza cuando en un caso de linchamiento, o problema legal se involucra una persona de piel de color, o los blancos.
Por ello, hay una demanda creciente por parte de los afroamericanos de que la culpabilidad o inocencia de las partes acusadas de violación se establezca exhaustivamente. Saben que los hombres de esta parte del país que rechazan hacerlo no se mueven por el deseo de castigar a los violadores, tal y como pretenden. Las aseveraciones de los destacados hombres blancos muestran que para ellos no es el crimen lo importante, sino la clase. El obispo Fitzerald se ha convertido en el apologista de los que linchan a los violadores de mujeres… blancas únicamente. El gobernador Tillman (Carolina del Sur) declaró, en el mes de junio, bajo el árbol de Barnwell en el que habían sido ahorcados ocho afroamericanos el año anterior, que «se pondría a la cabeza de la multitud para linchar a cualquier negro que hubiera violado a una mujer blanca». Así hablan los púlpitos, los funcionarios y los periódicos del Sur. Pero cuando la víctima es una mujer de color, las cosas son diferentes.
En algunos de sus escritos sale a relucir incluso la denuncia de que algunos afroamericanos han llegado a acoplarse a la dinámica de la clase dominante que en su mayoría está compuesta por los “blancos”. Lo que nos lleva a concluir que el problema que la opresión de los afroamericanos, o las mujeres afroamericanas en los Estados Unidos, no solamente tiene que ver por el hecho de ser mujer, o afroamericano, sino tiene que ver con la estructura social y económica de la actual sociedad.
… Incluso para los más elevados afroamericanos, el crimen de la violación es tan repugnante que demasiado a menudo se han creído las palabras del blanco y no han realizado la investigación o la condena que merecería la ley de linchamiento.
Sin embargo, a pesar de la denuncia valiente del racismo y la opresión que Ida Wells realizó en sus escritos periodísticos su conclusión para combatir la discriminación, la violencia y la opresión es la misma respecto al Estado burgués y sus leyes: se tiene que buscar medidas jurídicas más justas, tribunales especiales que juzguen a las personas de color cuando hayan cometido algún delito, o que los jueces encargados de estos casos sean también personas afroamericanas, por qué de acuerdo a su punto de vista, entenderán de mejor forma el contexto en el que se desarrollan los afroamericanos o las mujeres afroamericanas.
Por su parte Patricia Hill Collins, que intenta retomar los orígenes del feminismo negro, pero agregándole algunos elementos del planteamiento posestructuralista, que más adelante analizaremos, saca exactamente la misma conclusión respecto a la forma de acabar con la opresión: crear un capitalismo más humano.
Plantea la creación de un movimiento feminista negro que una sus luchas con los demás sectores de la sociedad, que busque la justicia social.
¿Qué es la justicia social?, es un término bastante amplio y general y la pregunta que cabe hacer es si el actual sistema político y económico puede existir la justicia social para todos, mientras exista la explotación y la opresión.
En un contexto de opresiones interseccionales, el feminismo negro requiere de la búsqueda de la justicia no sólo para las mujeres negras estadounidenses, sino para todos. Las palabras y acciones de estas intelectuales negras pueden dirigirse a audiencias considerablemente diferentes.
Aún en su compromiso con el empoderamiento de las mujeres negras en un contexto de justicia social, promueven la cuestión, sorprendentemente similar, de la igualdad de toda vida humana. Quizás la versión más concisa de la visión humanista del pensamiento feminista negro estadounidense sea la ofrecida por Fannie Lou Hamer, hija de un aparcero y activista por los derechos sociales de Misisipi. Mientras estaba sentada en su porche, Fannie Hamer sentenció: «No es posible que yo odie a alguien y a la vez esperar ver la cara de Dios».
Por su puesto que cualquier persona estará de acuerdo en lograr una sociedad más justa e igualitaria, donde exista justicia para todos, donde pongamos por encima los intereses de los seres humanos al de las leyes del mercado y el consumismo, sin embargo ¿cómo lograr esa sociedad sin destruir la base económica y social del capitalismo?, es algo que Patricia Hill Collins no llega a explicar claramente.
Como marxistas sabemos que el Estado es una herramienta de opresión, particularmente de la clase dominante hacia la clase trabajadora, reconocemos además que existen otros tipos de discriminación y opresión, mediante leyes, la ideología racista, misógina y homofóbica que promueven los sectores más reaccionarios de la clase dominante y la derecha política, tampoco nos abstraemos de la lucha inmediata contra la opresión y la discriminación la cual es muy necesaria, sin embargo consideramos que esta se tiene que ligar a la lucha contra el sistema capitalista.
Un planteamiento desde el movimiento del feminismo próximo al socialismo, fue el Colectivo nacido en Boston del Río Combahee, en su manifiesto plantean:
Reconocemos que la liberación de toda la gente oprimida requiere la destrucción de los sistemas político y económicos del capitalismo y del imperialismo tanto como el del patriarcado, Somos socialistas porque creemos que el trabajo se tiene que organizar para el beneficio colectivo de los que hacen el trabajo y crean los productos, y no para el provecho de los patrones. Los recursos materiales tienen que ser distribuidos igualmente entre todos que creen estos recursos. No estamos convencidas, sin embargo, que una revolución socialista que no sea también una revolución feminista y antiracista nos garantizará nuestra liberación. Hemos llegado a la necesidad de desarrollar un entendimiento de las relaciones entre clases que toma en cuenta la posición específica de la clase de las Negras que generalmente están al margen de la fuerza Obrera, aunque durante este tiempo en particular algunas de nosotras seamos percibidas doblemente como símbolos deseables en los niveles funcionarios y profesionales.
Plantean algunas nociones positivas, rechazan el movimiento feminista separatista, ponen especial énfasis en la unidad de los oprimidos y explotados en la lucha contra el capitalismo, sin embargo, no logran desprenderse por completo de algunas ideas planteadas por el post-estructuralismo, el manifestó antes mencionado, al final tiene nociones sobre el mismo, dudando sobre la capacidad revolucionaria de algunos sectores a partir de su género o raza:
“No tengo ni la menor idea del papel que los revolucionarios hombres blancos heterosexuales podrían hacer, ya que son la incorporación del poder en la cual los intereses reaccionarios están invertidos».
El callejón sin salida del post-estructuralismo
El reflujo que le siguió a las protestas obreras y juveniles de la década de los setentas creo un ambiente de escepticismo entre los intelectuales de las universidades que en un primer momento intentaron aproximarse a las ideas del marxismo, los cuales adoptaron ideas escépticas sobre la viabilidad de la lucha de clases (aunque en realidad esta capa de intelectuales nunca confío en la clase obrera como sujeto revolucionario de transformación radical) y sobre sí se podía luchar contra el capitalismo, sus instituciones y su Estado.
Una capa de intelectuales en Francia, tras el movimiento revolucionario de 1968 que puso en jaque al gobierno y sistema pero que fue traicionado por los dirigentes estalinistas del Partido Comunista Francés, abandonaron las ideas radicales, se desprendieron fácilmente de las frases marxistas que habían aprendido o escrito y se refugiaron en filosofías pesimistas y aprensivas.
No es la primera vez en la historia que los intelectuales ligados a la clase media, que en un primer momento intentan acercarse a la clase obrera, tras una etapa de reflujo del movimiento o una derrota cambian radicalmente de ideas y se hunden en la desconfianza en el futuro y la depresión.
En ese ambiente de esceptisismo hacia la posibilidad de un movimiento radical y revolucionario contra el capitalismo, surge la teoría del pos estructuralismo y se extiende en las universidades de Francia en la década de los setentas del siglo pasado.
Una capa de intelectuales se alejó de la lucha política y se dedicó a analizar la composición y la estructura del lenguaje, afirmando que la literatura, las palabras, la lectura y la escritura contenían elementos subversivos. Ejercieron estudios sobre el significado de las palabras y como el concepto puede encerrar diversos significados de manera simultánea, cuidando según ellos que el mensaje transmitido no fuera único y autoritario. Cambiaron su objetivo de luchar contra los dueños del gran capital, sus instituciones y el Estado por una obra más grande y radical: ¡la lucha por un lenguaje no autoritario, no excluyente y opresivo!
Un representante de esa capa de intelectuales fue Jacques Derrida, quien tomó como referencias las obras de filósofos existencialistas como Nietzsche y Heiddeger, la psicología de Freud y el lingüista estructuralista Saussure, y a partir de planteamientos propios fue elaborando un concepto que se pueden enmarcar en lo que algunos han denominado el post-estructuralismo cuyo sello fundamental está enmarcado en lo que llama la deconstrucción del lenguaje.
Del filósofo alemán Friedrich Nietzsche retoma la idea de que el ser humano vive preso de su perspectiva personal, por lo tanto la tarea de los filósofos es subvertirla para liberar a la persona de la misma, rompiendo esas ataduras creando vacíos conceptuales. Durante este proceso se subvertir las ideas particulares que los individuos tienen de la realidad, de la cual, somos prisioneros de la misma y de ese juego de conceptos indefinidos, podremos crear, según los pos estructuralistas, una perspectiva más libre y sin ataduras.
De Martin Heidegger, que no está por demás decirlo tenía una concepción política profundamente reaccionaria que lo llevó a afiliarse a los nazi-fascismo, retoma el concepto detruktion, para construir el concepto de deconstrucción, que aboga invertir las categorías que la filosofía occidental ha generado, la cual se ha construido a partir de estructuras binarias que establecen cierta jerarquía, alma cuerpo, humano-animal, objetivo-subjetivo, existencia-escencia, la detruktion, trata de desmontar esas jerarquías sacando a relucir su falta de sólidez.
Ferninand Saussere es el padre del constructivismo, que desarrolló a partir de sus estudios sobre lingüística. Establece que existe una estructura abstracta que determina todas las manifestaciones concretas de la lengua. Para los estructuralistas el estudio fundamental de un sistema, que es un conjunto de procedimientos y normas que regulan el funcionamiento de una colectividad o proceso debe enfocarse no en obtener o interpretar el significado de las partes, porque este puede variar y ser cambiante, sino en la relación de esas partes que hacen funcionar el sistema, se parte de la premisa del estudio del todo y no solo de la partes. Por ejemplo en un semáforo, los colores son secundarios, lo importante es el significado concreto que se le da a los mismos, cualquier color podría significar alto o siga.
Si observamos hay un eje transversal en el pensamiento de Nietzche, Heidegger y Saussere que retoman los posestructuralistas, el carácter variable de algunas categorías o conceptos a partir de la interpretación subjetiva. Ese es uno de sus puntos de partida y construyen una idea de relatividad de las interpretaciones, combatiendo todo tipo de absolutos.
La relación entre el objeto y el sujeto, entre la materia y la idea siempre ha sido un punto de desencuentros entre la filosofía idealista y materialista. Los post-estructuralistas ponen su énfasis en las interpretaciones subjetivas diversas que se le da a la realidad, a partir de esta visión configuran no solamente su visión filosófica, sino también su análisis de la sociedad. Si existen múltiples interpretaciones de una realidad concreta, es imposible converger en una acción colectiva para transformarla, por lo tanto debemos enfocarnos en que las personas generen cambios individuales para transformar culturalmente su entorno.
Los post-estructuralistas ponen como eje principal las ideas y las interpretaciones diversas e individuales de la realidad y la materia, al hacerlo caen dentro de la corriente filosófica del idealismo. Sus iniciativas para la trasformación de la realidad parten de esta visión filosófica equivocada, poniendo como eje fundamental la idea del individuo y no la acción colectividad, las ideas y generación de alternativas culturales y no la transformación de la estructura económica y social del capitalismo, el subvertir el lenguaje y las interpretaciones y no luchar radicalmente contra el origen material de la explotación y la opresión.
Para Derrida las estructuras de un sistema, implican tener un eje o centro fundamental, lo cual cuestionó, tomando las ideas de Nietzche y Heiddegger establece que no pueden existir centros fijos o estables, puesto que existen diversas interpretaciones de los conceptos, hablando en el terreno de la relación de la interpretación subjetiva del concepto y el objeto. Así establece el término de deconstrucción y le da origen a lo que se denominaría post-estructuralismo.
Para los posestructuralistas el conocimiento no está establecido por conceptos, sino de palabras y estas, de acuerdo con ellos tienen múltiples significados, no existe una verdad sino múltiples verdades, dirían por otro lado los defensores de la escuela posmoderna.
Para Derrida el lenguaje escrito en occidente se basa en una idea de centros, por ejemplo una esencia, un dios, un punto, etc. Y desde su perspectiva, esos centros son jerárquicos, excluyentes y marginan. Por ejemplo, en occidente la religión cristiana, excluye, margina u oprime a los musulmanes, judíos, no creyentes y a los no cristianos.
Este tipo de centros generan lo que denominan opuestos binarios que son marginados y oprimidos, por ejemplo el eje centralista de la sociedad actual es el hombre, que tiene una jerarquía mayor sobre la mujer, su par binario, a la cual se excluye, se oprime y se margina.
Para revertir esa situación propone el método de la deconstrucción para la lectura de los textos, el cual consiste en ubicar el componente central del escrito, luego alterarlo y subvertirlo con la finalidad de que esta pase a ser la parte secundaria de la lectura para revertir la jerarquía de forma temporal y que el significado del texto pase a interpretarse de una forma contraria de lo que originalmente significaría. Para que ambos elementos, el centralista original que pasa a ser la parte secundaria y el excluyente marginado original del que se realiza una lectura diferente para subvertir la jerarquía que lo oprime, hagan un juego libre para lograr, según esto, que las jerarquías y significados no sean estables.
Es como si un arreglo previo de un sistema se fuera desvaneciendo para darle paso a otra configuración futura de las partes que lo componen y así se mantenerse de forma constante, donde no existe ninguna configuración central o secundaria.
Algunos defensores del concepto de interseccionalidad retoman el concepto de deconstrucción y lo aplican a la lucha por la igualdad y en la lucha contra la opresión. A partir de los paradigmas planteados por el hombre, las personas de color de piel dominante, los que no profesan una preferencia sexual diferente, los no migrantes, los países imperialistas, se ha construido el discurso centralista sobre los oprimidos teniendo como eje fundamental el pensamiento del opresor, lo que lleva crear una falsa verdad y concepción sobre las oprimidos, por lo que se tiene que realizar una especie de inversión de la condición del oprimido, así la opresión se desvanacerá y se realizará ese juego libre para que las jerarquías oprimido – opresor, lo que provoca que los conceptos establecidas a partir de ese discurso centralista sean inestables y lograr la no opresión.
Durante este proceso se van construyendo nuevas prácticas no jerárquicas en el terreno intelectual y cultural entre la relación, opresores – oprimidos.
Sin embargo el discurso post-estructuralista y posmoderno hace énfasis en ese carácter inestable de las categorías, y rechazan todas las verdades, generalizaciones, categorías y conceptos porque son absolutos.
Utilizando el concepto de Derrida entre la relación inestable entre el significado y significante de las cosas, entre el objeto y la idea, se llega a olvidar que todo concepto desarrollado por el pensamiento humano tiene una base material, concluyen que la experiencia adquirida por los individuos, por integrantes de los grupos colectivos es limitada, es “inestable”, “relativa”, “parcial”, lo que los lleva a una negación a todo tipo de centralismo y generalización por lo que concluyen que no se puede construir una acción colectiva entre los diversos grupos o colectividades de los oprimidos, debido a la visión parcial de la realidad y de las opresiones de los individuos o en su caso pugnan por la división de la sociedad con base a las opresiones particulares, para pugnar por sus demandas o acciones positivas para el sector, favoreciendo la división de los oprimidos y los explotados.
Llevan a en un callejón sin salida a la lucha contra la opresión por que proponen acciones individuales y culturales, como el cambio de lenguaje y actitudes de los integrantes de los grupos de oprimidos, como una vía para luchar contra la opresión.
El post-estructuralismo y su primo hermano el posmodernismo, atomiza la acción colectiva, y en su rechazo y en su método de subversión a las categorías absolutas, proponen una alternativa ambigua: crear una nueva cultura o lenguaje para eliminar la opresión.
Reproducen la idea de que la opresión no tiene que ver con factores económicos o sociales o que esta es inherente al capitalismo, se la atribuyen al comportamiento personal o a la interpretación peculiar de los seres humanos o se la imputan a alguna falla de componentes del actual sistema económico y social y no al sistema como tal.
La idea del posestructuralismo es reaccionaria, pues atomiza la lucha de los oprimidos y no cuestiona las bases fundamentales del mayor generador de la desigualdad en la sociedad actual: el sistema capitalista y no ofrece ninguna alternativa al mismo, basándose en la idea de que toda generalización crea jerarquías y son excluyentes, cayendo en el nihilismo absurdo de cuestionar todo, sin construir absolutamente nada, manteniéndose en la indefinición ideológica y política favoreciendo la reproducción de la moral, de las ideas de la clase dominante al no ofrecer ninguna alternativa.
La construcción del sujeto político
Los interseccionalistas a partir de las múltiples opresiones tratan de establecer un nuevo “sujeto político” de transformación social:
En este sentido, el sujeto político planteado por el black feminism y su crítica interseccional se define como una minoría que forma una coalición con otras minorías. Su propuesta política se funda en la construcción de un movimiento social sensible a todos los tipos de opresión, exclusión y marginación: clasismo, sexismo, racismo, heterosexismo, sin priorizar ninguno de ellos de antemano, sino en forma contextual y situacional.
(…)En resumen, estos distintos feminismos críticos han buscado construir un sujeto político universalizable y relacionarse con otros movimientos sociales sin tener que escoger entre las luchas de distintos movimientos sociales. Sin embargo, esta estrategia no ha estado desprovista de contradicciones. El riesgo inherente a una estrategia política contra-hegemónica construida sobre el “reconocimiento mutuo como sujetos de opresión insurgentes” es que puede hacernos olvidar que esta posición de sujeto no es anterior a las relaciones sociales que la constituyeron como tal y que, por lo tanto, no le pertenece esencialmente a ningún grupo.
Nuevamente las posiciones ambiguas del post-estructuralismo hace mella en la búsqueda del sujeto político para generar un movimiento contra la opresión, si bien están de acuerdo en la construcción de un movimiento coaligado de las minorías oprimidas, se desdibuja al momento de plantear acciones comunes de las colectividades oprimidas, “no se prioriza ninguno de ellos de antemano” y la posición asumida no le corresponde a ningún grupo en particular.
El sujeto de cambio político no lo establecen los interseccionalistas en a partir del rol que juegan en la producción: explotados o explatodores, burguesía o proletariado, sino a partir de todos los tipos de opresión, generando no una visión unificada en la acción colectiva, sino una suma de grupos oprimidos para que actúen.
La clase trabajadora no desarrolla su conciencia de clase a partir de los distintos roles de opresión, sino por la producción que se desarrolla dentro del capitalismo, la cual al ser social, la clase obrera tiende a generar una conciencia colectiva, sus acciones tienden a la unidad de los explotados y son colectivas y masivas. La clase trabajadora por el rol que juega en la producción tiende a ser ese “sujeto político” de transformación radical en el capitalismo, que tras de sí tiene que levantar la banderas de los sectores oprimidos de la sociedad. Pero para lograr esa transformación debe organizarse como clase social, pasar de ser una clase en sí a una clase para sí, es decir desarrollar la conciencia de la actuación política como clase trabajadora, mediante la organización y las acciones colectivas que tiendan a unificar a toda la clase y a los sectores oprimidos de la sociedad, subvertir no solamente en el terreno del lenguaje la explotación y la opresión que ejerce el capitalismo, sino con medidas enfocadas a la transformación radical de la sociedad.
Teniendo en cuenta que el Estado es una herramienta de opresión de una clase sobre otra y que es el fiel defensor de la propiedad privada de los medios de producción, que los actuales gobiernos son los perros guardianes y los administradores de los negocios comunes de la clase burguesa, y que el origen fundamental de la desigualdad en esta sociedad radica en la propiedad privada de los medios de producción, los cual permite los privilegios de una minoría ajena al proceso del trabajo, mientras que los que trabajan muchas veces carecen de los más básico.
Por lo tanto, la tarea de los trabajadores actuando como clase social y “sujeto político” es luchar contra la clase dominante, el Estado y su gobierno y contra la propiedad privada de los medios de producción, sin olvidar el levantar las banderas reivindicativas de los sectores oprimidos de la sociedad. Pero para eso se tiene que plantear la plena unidad de los explotados y los oprimidos, no promover la división en las filas de los mismos.
Por su parte los teóricos de la interseccionalidad se mantienen en la indefinición política y de acción para hacerle frente a la opresión y sus orígenes.
El resultado de esa visión cualquiera que ha participado en los movimientos sociales lo ha comprobado en carne propia: la desorganización, la falta de proyecto político, la ambigüedad en los objetivos y acciones a plantear, se puede caer en el extremo de que cada colectividad o incluso individuos a partir de su visión particular emprenda acciones descoordinadas, que no son efectivas para combatir, ya no digamos al sistema capitalista en conjunto, sino la opresión ejercida dentro de la sociedad.
Los marxistas no negamos la opresión racial, sexual o de género, la afirmamos, pero a su vez reconocemos que diversas opresiones. Nos trazamos como objetivo fundamental la eliminación de las bases económicas y sociales de la explotación y la opresión, sobre lo que se levanta todo el edificio y andamiaje ideológico de una sociedad desigual y opresora, cambiando las bases económicas de manera radical se generará un cambio positivo en la cultura, el lenguaje y existirán relaciones más libre entre los seres humanos.
En la lucha inmediata reivindicamos la lucha contra el racismo, la homofobia, la opresión hacia la mujer y todo tipo de discriminación pugnamos por acciones colectivas y unificadas de los explotados y oprimidos para combatir esas ideas reaccionarias, la división no beneficia a la lucha, pero a su vez pugnamos porque esta lucha inmediata y necesaria se vincule a la lucha contra la clase dominante y el actual sistema político y económico y por la construcción de una sociedad más justa e igualitaria basada en las ideas del socialismo.
El marxismo, post-estructuralismo y la lucha contra la opresión
El análisis del marxismo parte una base científica mediante de la filosofía del materialismo dialéctico y el materialismo histórico.
Nos asumimos como materialistas en el terreno de la filosofía, lo cual es diferente al concepto común que la mayor parte de las personas asumen como “materialista”. La división fundamental de la filosofía, se da entre la corriente idealista y la materialista y se parte de la respuesta que se le dé a la siguiente pregunta ¿qué es primero la materia o la idea?, aquellos que reivindican lo segundo sobre lo primero caen en la escuela del idealismo, los materialistas afirmamos que es a partir de la materia como nacen las ideas, los conceptos, las categorías y todo tipo de abstracciones en el pensamiento humano.
A deferencia de los posestructuralistas, los marxistas afirmamos que la materia, el objeto, existe independientemente del pensamiento del ser humano y que la materia es la base de la realidad, la interpretación que le demos a la misma no la cambia, existe porque lo hace de forma extracorpórea a nosotros.
El revolucionario ruso, Vladimir I. Lenin, en su libro Materialismo y Empiriocriticismo lo describe de la siguiente forma:
La materia es una categoría filosófica que sirve para designar a la realidad objetiva, dada al hombre en sus sensaciones, calcada, fotografiada en sus sensaciones y existente independientemente de ellas.
Federico Engels por su parte escribió:
La unidad real del mundo consiste en su materialidad que no tiene su prueba precisamente en unas cuantas frases de prestigiador, sino en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y las ciencias naturales.
Si la unidad del mundo consiste en su materialidad, si la materia existe independientemente de nosotros, de nuestros sentidos e interpretaciones, ¿qué lugar le dan los marxistas a las abstracciones y las ideas?, no las negamos sino explicamos su origen y su desarrollo a partir de que la conciencia del ser humano es la imagen subjetiva (la interpretación que le damos a las cosas) del mundo subjetivo (el objeto o la materia).
La conciencia es producto del desarrollo del cerebro humano, el cual también es materia y los procesos que suceden a lo interno del mismo es producto del movimiento de la materia y la energía, mediante las corrientes nerviosas y las reacciones químicas que provocan el proceso de la abstracción y el pensamiento humano, lo cual nos ayuda a percibir los objetos exteriores, a conocer sus propiedades y relaciones.
Para la construcción de conceptos, de categorías y de abstracciones, el ser humano “calca”, “fotografía” los objetos exteriores los cuales aparecen en forma de imágenes sensoriales, para esos procesos de percepción se incluyen los nexos del ser humano con los objetos materiales y ese proceso se supedita de alguna manera a las cualidades propias de los objetos.
El proceso de conocimiento no es individual, sino social, el ser humano asimila esa práctica social mediante el lenguaje, creando significados, conceptos y categorías, mediante un proceso de generalización y abstracción.
Es exactamente en ese proceso de abstracción y generalización donde nacen los conceptos, que son las unidades más básicas del pensamiento humano, por ejemplo: hombre, mujer, perro, miedo, valentía, etc. y los categorías filosóficas, que son abstracciones más generales que ayudan entender nuestro entorno, son fruto del desarrollo del pensamiento humano, que reflejan los vínculos las conexiones más generales y esenciales de la realidad, por ejemplo: (forma, fondo, causa, efecto, necesidad, casualidad), son peldaños que nos ayudan a elevarnos del pensamiento más básico que se adquiere en nuestro vínculo con nuestro entorno, que nos ayudan a conocerlo y dominarlo.
Este proceso a su vez pone al descubierto la relación intrínseca entre la actividad cognoscitiva y la actividad práctica del ser humano y su relación con su entorno (la materia y el objeto).
Las categorías y los conceptos aunque en ocasiones podamos desarrollarlos en procesos bastante complejos de abstracción y generalización en el pensamiento, que dan la apariencia que su origen tiene que ver solamente con el pensamiento humano, tienen un contenido objetivo y su base es material, a su vez como ya dijimos la materia y el mundo objetivo es la base de la realidad.
Por lo que podemos concluir que en el proceso cognoscitivo pretendemos representar mediante conceptos, categorías o símbolos la realidad de nuestro entorno.
De forma general es lo que anteriormente explicamos es la base filosófica del marxismo y del conocimiento humano, el cual se genera a partir de un proceso que va de los particular (objeto) a lo general (pensamiento).
Como podemos observar existe una diferencia profunda entre el marxismo y el post-estructuralismo, estos últimos olvidan que los conceptos y las palabras, aún los más complejos, tienen una base material que es la base de la realidad. Pretenden transformar los conceptos, buscar sus diversas interpretaciones, olvidándose de la base objetiva que estos tienen. La base filosófica del posestrucuralismo y del interseccionalismo es idealista.
El cambiar conceptos o categorías y buscarles una interpretación diversa no cambia la realidad ya que estos tienen una base, es a partir de la transformación de la realidad y de la situación objetiva que se van generando una forma diferente de pensamiento y de cultura.
Por su puesto que en el terreno del pensamiento y en el nivel abstracto pueden existir diversas interpretaciones del mundo material, sin embargo la realidad está respaldado por la objetividad, no por la subjetividad. Lo que existen son diversas interpretaciones, que pueden partir de una visión limitada del entorno, del objeto o la realidad.
La realidad se basa en el objeto, en la materia, nosotros mediante el proceso cognoscitivo intentamos interpretarla, existe aunque no la conozcamos o a pesar de nuestras limitantes en su interpretación.
La premisa del post-estructuralismo o los posmodernos que existen tantas realidades como interpretaciones mismas, es falsa, realidad hay una, interpretaciones pueden ser diversas, algunas más limitadas que otras.
Por ejemplo las partículas subatómicas, cómo el electrón, el protón, el neutrón y otras sub-partículas, que componen el átomo, existían y eran reales incluso antes de que la humanidad logrará conocerlas, lo mismo sucedía con la célula y otros descubrimientos científicos; de igual manera sucede con fenómenos que tenemos limitantes para interpretarlos, existen, son reales, pero aún no logramos conocerlos por completo.
La realidad no se concreta cuando la interpretamos, existe independientemente de nosotros y nuestros procesos del pensamiento.
Para los post-estructuralistas y para algunos defensores de la teoría de la interseccionalidad el proceso de deconstrucción se realiza solamente en el nivel abstracto, sin trastocar la base material o lo concreto, para los marxistas la eliminación de la opresión no solamente vendrá a partir de establecer por decreto nuevas reglas culturales, nuevos lenguajes o conceptos, sino estos devendrán cuanto trastoquemos y transformemos la base material de la opresión. El marxismo es radical porque va a la raíz de las cosas, no solamente en el lenguaje y la ideología sino en las acciones, en el mundo concreto y material.
En el análisis del capitalismo Marx utilizando el método del materialismo histórico pudo desarrollar una teoría científica para la transformación radical de la sociedad. Analizando los diversos modos de producción, estableció que el capitalismo no era eterno sino solamente una fase en la historia de la humanidad.
Analizó las sociedades a partir de su base económica, lo que se produce y como se produce, a partir de eso estudio las relaciones sociales de producción que se dan en la sociedad, entre propietario y no propietarios, entre explotados y explotadores, entre los productores de la riqueza y los que se apropian de la misma, a partir de eso y a través de la experiencia histórica se fue estableciendo el rol que la clase trabajadora, aquellos que venden su fuerza de trabajo para poder subsistir, juega en el capitalismo, su relación con la producción lo hace ser el sujeto social que transformará la sociedad capitalista.
A la base económica de la sociedad, las fuerzas productivas que intervienen en las mismas y las relaciones de producción que se desarrollan, Marx la denomino estructura, que es el factor fundamental del proceso histórico, lo que determina el desarrollo de la sociedad y los cambios en la misma.
Sobre la estructura se levanta toda un andamiaje político, jurídico, moral, ideológico, incluso filosófico y religioso que Marx denominó la superestructura.
Por ejemplo, en situaciones normales, las leyes, los jueces, los gobernantes, la moral prevaleciente, las instituciones y el Estado sirven para mantener y reproducir la estructura económica y el modo de producción capitalista.
Sin embargo, la relación de la superestructura y la estructura no es mecánica, en ocasiones ese andamiaje político e ideológico en ocasiones parece actuar de manera independiente y que no corresponde con su base económica. Por ejemplo bajo el capitalismo encontramos diversas formas de organización del Estado, o formas de gobierno, la monarquía, las dictaduras, la democracia parlamentaria, la monarquía constitucionalista.
Sin embargo, en última instancia la superestructura intentará atender a su base material de la que se forma la estructura de la sociedad.
Los marxistas afirmamos el origen principal de la desigualdad social es la división de las clases sociales en la actual sociedad, sin embargo no negamos que pueden existir diversos tipos de opresiones en el nivel de la superestructura de la sociedad a las que tenemos que tomar una posición y luchar contra ellas, como el aspecto de la nacionalidad, el color de piel, el género o la preferencia sexual u otro, debemos desarrollar procesos de lucha, de organización contra la homofobia, la opresión hacia la mujer, el racismo, pero vincularla a la lucha contra el sistema capitalista.
Si analizamos la historia del marxismo revolucionario nos encontramos ejemplos de lo que podría ser la posición respecto a diversos tipos de opresión.
En los escritos de Marx por ejemplo intenta tomar una posición acerca de la esclavitud y la opresión ejercida sobre las personas con un color de piel diferente a la clase dominante blnca estadounidense:
“En los Estados Unidos de América, todo movimiento de trabajadores independiente fue paralizado mientras la esclavitud desfiguraba una parte de la república. El trabajo en piel blanca no puede emanciparse donde se estigmatiza el de piel negra. Sin embargo, una nueva vida surge inmediatamente de la muerte de la esclavitud “
Pero para Marx eliminar la opresión sobre los trabajadores y mujeres de la clase negra, no debería limitarse solamente a enmiendas constitucionales o leyes que plasmaran sobre escrito la igualdad, sino que tiene que ver con la estructura social y económica del propio sistema capitalista.
“después de la abolición de la esclavitud, una transformación radical de las relaciones existentes del capital y la propiedad de la tierra está en la agenda” en los EE.UU.
“En los Estados Unidos de Norteamérica, todo movimiento obrero independiente estuvo sumido en la parálisis mientras la esclavitud desfiguró una parte de la república. El trabajo cuya piel es blanca no puede emanciparse allí donde se estigmatiza el trabajo de piel negra . Pero de la muerte de la esclavitud surgió de inmediato una vida nueva, remozada. El primer fruto de la guerra civil fue la agitación por las ocho horas que, calzándose las botas de siete leguas de la locomotora, avanzó a zancadas desde el Océano Atlántico hasta el Pacífico, desde Nueva Inglaterra a California. El Congreso General del Trabajo, reunido en Baltimore (16 de agosto de 1866) declara: “La primera y gran necesidad del presente, para librar de la esclavitud capitalista al trabajo de esta tierra, es la promulgación de una ley con arreglo a la cual las ocho horas sean la jornada laboral normal en todos los Estados de la Unión norteamericana. Estamos decididos a emplear todas nuestras fuerzas hasta alcanzar este glorioso resultado”
“La esclavitud directa es el pivote de nuestro industrialismo actual al igual que la maquinaria, el crédito, etc. Sin esclavitud no tendríais algodón, sin algodón no tendríais industria moderna. Es la esclavitud la que ha dado valor a las colonias, son las colonias las que han creado el comercio mundial, es el comercio mundial el que constituye la condición necesaria de la gran industria mecánica. Antes de la trata de negros, las colonias apenas daban al antiguo mundo algunos productos y no cambiaba visiblemente la faz del mundo. Así pues, el esclavismo es una categoría económica de primer orden”.
«Los esclavos ahora están sujetos a mayores sufrimientos que los soportados en el pasado por el modo en que son embarcados y ocultados, como mercancía de contrabando, cuando un barco de esclavos entra en el puerto de Río de Janeiro y de La Habana como si se tratara de un honrado comerciante que dispone abiertamente de su mercancía. El número de seres humanos ahora víctimas de la trata de negros es el doble de cuando (los abolicionistas) Wilberforce y Clarckson desempeñaban su noble tarea; y cada individuo, de entre estas altísimas cifras, además de los horrores padecidos en el pasado, tiene que sufrir el confinamiento en un exiguo rincón del navío, donde los espacios son sacrificados en favor de la velocidad”
Las diversas formas de opresión no le fueron ajenas a Marx, no solamente respecto a lo que denomina raza, también podemos encontrar diversos escritos sobre la el origen de la situación del género, particularmente el libro de Engels del Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, es un extenso análisis sobre el rol de las mujeres en las distintas sociedades que se establecieron a partir de la división de las clases sociales.
Sin embargo la posición de Marx y Engels no fue la de atomizar a los diversos grupos oprimidos bajo el capitalismo, siempre pugnaron por la unidad y señalaron que la división entre los explotados y oprimidos no favorece su causa, sino a la de la clase dominante y de los opresores.
“En todos los grandes centros industriales de Inglaterra existe un profundo antagonismo entre el proletario inglés y el irlandés. El obrero medio inglés odia al irlandés, al que considera como un rival que hace que bajen los salarios y el nivel de vida. Siente una antipatía nacional y religiosa hacia él. Lo mira casi como a los pobres blancos [poor whites] de los Estados meridionales de Norteamérica miraban a los esclavos negros. La burguesía fomenta y conserva artificialmente este antagonismo entre los proletarios dentro de la misma Inglaterra. Sabe que en esta escisión del proletariado reside el auténtico secreto del mantenimiento de su poderío”.
Otro ejemplo son las medidas que Lenin y los bolcheviques en Rusia impulsaron de manera concreta para eliminar la opresión de los grupos nacionales en la Rusia Soviética, los marxistas rusos consideraban al imperios zarista como una cárcel de naciones, cuando tomaron el poder en el año de 1917 permitieron que los diversos grupos nacionales pudieran desarrollar su cultura de manera libre e independiente, les permitieron el uso de su lenguaje y se aseguraron que existieran nuevas instituciones que lo promovieran, incluso dieron la pauta para que aquellas nacionalidades oprimidas pudieran separarse la Rusia Soviética si así lo decidían, sin embargo Lenin siempre puso énfasis en la unidad de la clase trabajadora, independientemente de su lenguaje, cultura o nacionalidad.
En el terreno de la mujer desarrollaron reformas y medidas para liberar a la mujer del trabajo doméstico, se avanzó a favor de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, se crearon comedores y guarderías comunitarias para aminorar el trabajo doméstico, se legalizó el aborto, se promovió la participación política, cultural y social de la mujer. Eso en un país culturalmente y económicamente atrasado, y a principios del siglo XIX, mucho antes de que algunos movimientos feministas surgieran a nivel mundial.
En el terreno de la preferencia sexual, fue el primer país en despenalizar el homosexualismo y no criminalizar a las personas por su preferencia sexual, declararon que la sociedad, ni el Estado podrían intervenir en las cuestiones sexuales particulares de las personas. Incluso uno de los primeros Comisarios del Pueblo para la Política Exterior Georgui Chicherin manifestaba de manera libre y abierta sus preferencias sexuales distintas a las establecidas por la moral burguesa, nadie osó en limitar su participación en el gobierno en la Rusia Soviética.
Algunas de estas iniciativas fueron limitadas debido al enorme atraso económico y cultural de la Rusia soviética, estamos hablando de un país donde más de 80% de la población era campesina y analfabeta, sin embargo es una pequeña muestra de cómo los marxistas han actuado de manera concreta para dar pasos en la eliminación de la opresión por cuestiones de género, raza o preferencia sexual, pero luchando por el socialismo.
La principal fuente de opresión parte de la sociedad dividida en clase sociales, la clase dominante, la burguesía no solamente promueve la división de los explotados y oprimidos, ya sea por el color de piel, el género, las creencias o la preferencia sexual, sino que promueve su moral no solamente como una visión de superación individual en el capitalismo, promueve un modelo de familia e incluso la idea de las razas; los marxistas no negamos estas opresiones particulares de diversos grupos sociales, los reconocemos, pero a su vez mencionamos que la liberación y el fin de la opresión no vendrá a partir de la lucha individual o solamente por colectividad, sino que vendrá entre la unidad de los oprimidos con la clase trabajadora, para realizar acciones colectivas e inmediatas que combatan estas ideas, leyes y medidas reaccionarias y discriminatorias, pero enlazar esa lucha a desmantelar la fuente económica y social de las opresiones, la miseria y la explotación, que se basa en la propiedad privada de los medios de producción y todo su andamiaje político e ideológico.
Con la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción y la destrucción del Estado capitalista, comenzará una nueva etapa en la historia de la humanidad, donde la explotación sobre el ser humano, la discriminación violencia y opresión sea cosa del pasado. Las fuerzas productivas liberadas de estos dos grandes diques que impiden avanzar a la humanidad, generará abundancia en las cuestiones materiales, para que el ser humano pueda dedicarse a la ciencia, la cultura el arte y se pueda desarrollar plenamente como ser humano, mostrándose tal y como es. Toda opresión y el ser humano serán verdaderamente libre, cuando comencemos a construir una sociedad sin clases sociales, sin explotados ni explotadores, sin opresores, ni oprimidos. Para la humanidad, una vez derrocado el sistema capitalista, el cielo será el límite.