Escrito por: Lucha de Clases Bolivia
El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) ha admitido la reelección indefinida de Evo Morales (presidente), Álvaro García (vicepresidente) y todas las autoridades electas del país, oficialistas y de oposición. Las primeras reacciones a esta sentencia confirman nuestras perspectivas sobre el rumbo que toman el Movimiento Al Socialismo (MAS) y su gobierno y el panorama futuro de las luchas sociales en Bolivia.
En el transcurso del primer día desde el pronunciamiento del TCP tuvimos celebraciones, marchas y enfrentamientos e inéditos llamados a la rebelión civil de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. La oposición está manteniendo un perfil bajo en las protestas callejeras y, por el momento, no es esta su principal estrategia. El activismo de los colectivos ciudadanos y juveniles está expresando una indignación real de aquellos sectores urbanos profesionales, de empleo público, servicios cuya sensibilidad a las cuestiones democráticas ha sido agudizada por la desaceleración económica, la corrupción o fenómenos como la crisis venezolana.
La hoja de ruta de la oposición está anunciada como lo estaba el fallo del TCP. Recurso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para mantener la presión internacional sobre Evo e hipotecar cualquier resultado en las elecciones de 2019; medir fuerzas con el voto nulo en los comicios judiciales del domingo; acreditar un proyecto de potencial convocatoria por la “recuperación de la democracia” y un programa fundado en un liberalismo federalista, como lo viene plasmando el especialista Iván Fortun desde las columnas de Pagina 7.
En el MAS prevalece por un lado la satisfacción de la revancha sobre el voto del 21F, por el otro el optimismo que, si bien habrá repercusiones, la carga se arregla en el camino como se dice. En su primer encuentro con la prensa tras la decisión del TCP, Evo ha celebrado lo que consideró una victoria “para el pueblo antiimperialista”. Nada de todo esto nos convence.
En primer lugar Evo obtiene esta habilitación no con la movilización social, sino como sentencia del Estado y el apoyo de las demás autoridades electas del país. Imaginen dirigentes, dirigentillos, magistrados etc. aferrados al curul que dan voluntariamente un paso al costado por la democracia obrera basada en la revocabilidad de sus delegados. Quien dice que con el fallo del TCP se avanza hacia el socialismo es o muy ingenuo o muy malintencionado. Este fallo convierte el MAS en un partido aún más burocrático contra su militancia, infiltrado y conflictivo, además de propiciar más conflictos a nivel local para la revoca de mandatos.
Inevitablemente este fallo tendrá repercusiones también en la acción de gobierno. Bolivia vive hoy una situación económica peculiar. La actividad extractivas lleva dos años de recesión como algunos sectores manufactureros y la producción agrícola no industrial, afectando la estabilidad presupuestaria a todo nivel. Pero los demás sectores registran tasas de crecimiento importantes y una de las voces principales del déficit comercial que acumulamos hace unos años, con efectos negativos sobre la estabilidad macroeconómica, es la importación de bienes de capital, es decir maquinarias y todo lo que es requerido para producir.
O sea que por un lado el gobierno del MAS está agotando las posibilidades de intervenir en la economía y por el otro se está acumulando en el sistema una sobrecapacidad productiva destinada inevitablemente a chocar con los límites del mercado interno.
El MAS hoy trae sus fuerzas decisivas de las área rurales, enfrentadas a una siempre mayor vulnerabilidad económica y política; en el apoyo del Estado, sobre todo las Fuerzas Armadas (FFAA), y del empresariado nacional y multinacional. Al mismo tiempo en que celebraba el fallo del TCP, Evo recordó al empresariado que con él ha ganado más que con otros gobiernos, una advertencia contra cualquier tentación opositora que pueda resurgir en la burguesía nacional.
Con siempre menos márgenes para la colaboración de clases y frente a una estrategia opositora que apunta a provocar la ruptura de la burguesía nacional y las FFAA con el gobierno, las concesiones al movimiento obrero se harán insuficientes a balancear la contención de las reivindicaciones de la clase trabajadora y el control asfixiante sobre los sindicatos.
Por primera vez Evo obtiene una victoria prescindiendo del movimiento de masas, aunque lo haga en su nombre. Inevitablemente esto trae consigo más burocratización, más polarización social y menos posibilidades para el movimiento de masas de contrastar la colaboración de clases.
En la Central Obrera Boliviana sigue una especie de “pacto de no agresión” entre sus corrientes. De mantenerse así paralizado, el ente matriz de los trabajadores estaría disipando la oportunidad de ponerse al frente en la lucha contra las injerencias imperialistas en la política boliviana y la deriva burocrática y plebiscitaria del proceso.
Las condiciones objetivas que abren un espacio político a la izquierda del MAS maduran rápidamente. Es necesario que la COB relance en Congreso la construcción de un instrumento político de la clase obrera, basado en un programa revolucionario y prácticas auténticamente democráticas, que haga tesoro de los errores del pasado.