Escrito por Antonio Gálvez Arce
La crisis revolucionaria en Cataluña está tensando el espacio de Unidos Podemos a niveles sin precedentes desde su conformación. La irrupción de las masas catalanas en el proceso, las presiones de la opinión pública burguesa y la represión desatada por el régimen están poniendo a prueba a la dirección del movimiento y a sus tesis políticas. En otros artículos hemos valorado las reacciones de las direcciones de Podemos e IU ante esta crisis, las cuales están jugando en nuestra opinión un papel negativo al coadyuvar al aislamiento del movimiento popular de masas por la autodeterminación de Catalunya y a la estabilización del régimen del 78. En este artículo, vamos a centrarnos en las consecuencias que esta crisis está teniendo a la interna de Podemos y en su discurso sobre la cuestión nacional y el régimen del 78.
La decisión del Consejo Ciudadano Estatal (CCE) de intervenir Podem Catalunya es un ataque a la democracia interna de Podemos. Ninguna diferencia política se debe resolver con medidas organizativas ni pasando por encima de ningún órgano o dirigente; menos todavía, cuando las posiciones de la dirección de Podem han sido refrendadas por los inscritos en dos ocasiones (consultas sobre la integración en Catalunya en Comú y sobre la participación el referéndum catalán del 1-O). Esta intervención ha venido acompañada de una campaña de descrédito en los medios de comunicación y las redes sociales, basada en argumentos falsos o engañosos como que Albano Dante y otros diputados de Podem en el Parlament votaron SÍ a la proclamación de independencia o que buscaban un bloque electoral con las CUP o ERC. En diferentes comparecencias públicas, Fachín no se ha referido a ningún bloque electoral con el independentismo, sino a un bloque social para hacer frente a la represión del Estado y a la intervención de las instituciones catalanas. Curiosamente, en su comparecencia posterior al encarcelamiento de parte del Govern de la Generalitat, la alcaldesa de Barcelona Ada Colau ha reclamado un frente común similar al propuesto por Fachín, sin que esto haya motivado una reacción adversa por parte de la dirección de Podemos.
Con este movimiento, la dirección de Podemos busca forzar el pacto electoral con Catalunya en Comú, soslayando el debate programático y la elaboración de las listas, así como desplazar a un equipo dirigente que ha tenido importantes diferencias con el estatal incluso desde antes del estallido de la crisis catalana. Se dice querer darle voz a la militancia, pero por lo cerrado de la pregunta y por lo apurado del plazo, a esta se le hurta de hecho la participación en la elaboración del programa, de las listas y de las alianzas. Al mismo tiempo, se ha iniciado una campaña en los círculos por parte de compañeros afines a la dirección estatal para que Fachín y la dirección de Podem sean cesados y se convoque una nueva asamblea ciudadana en Catalunya. Esto, en teoría, no podría ser posible hasta transcurridos dieciocho meses de la anterior, que tuvo lugar en julio de 2016, pero esto no es del todo así.
Un elemento que ha pasado desapercibido es la modificación de los estatutos con respecto al documento organizativo aprobado en Vistalegre, lo que ha motivado una grave fractura entre el CCE y la Comisión de Garantías. En estos nuevos estatutos, se incluye un artículo que faculta a la dirección estatal a convocar a las asambleas ciudadanas de los diferentes territorios de forma unilateral, lo que daría pie a convocarlas en las zonas donde haya fuertes desacuerdos con la dirección territorial, como ocurre actualmente en Catalunya o, a otro nivel, en Andalucía. Los marxistas no hacemos un fetiche de los modelos organizativos, no tenemos una especial preferencia por el modelo de organización federal o confederal, pero sí somos contrarios a dar a los aparatos un poder excesivo y, menos aún, que éste se utilice para resolver problemas políticos con medidas burocráticas, ceses y expulsiones y no con un verdadero debate político con la participación de la militancia.
Otra crisis ha estallado en Podemos con el comunicado de los compañeros de Anticapitalistas y la reacción desmesurada de Pablo Iglesias y la dirección estatal ante el mismo. El comunicado, de una forma ambigua y poco precisa, da por proclamada la República Catalana y llama a extender el impulso constituyente catalán al resto del Estado. Esto, según el compañero Pablo Iglesias, los sitúa “políticamente fuera de Podemos”, lo que no tiene precedentes en la corta historia de la organización y ha puesto una presión enorme sobre los miembros de esa corriente y en especial sobre sus cargos públicos y orgánicos de Podemos. Los compañeros Teresa Rodríguez, coordinadora general de Podemos Andalucía, y el alcalde de Cádiz José María González “Kichi”, se han desmarcado de dicho comunicado, lo que, unido a la actitud ambigua del compañero Miguel Urban, miembro del CCE y del Consejo de Coordinación, está provocando una aguda crisis en la corriente Anticapitalistas.
El debate no es si reconocemos o dejamos de reconocer la declaración formal de independencia, que no ha ido acompañada de medidas reales para llevarse a cabo, sino si el proceso constituyente catalán, que va contra el corazón del régimen del 78, incluida la monarquía, es una oportunidad para que Unidos Podemos impulse un proceso constituyente en el resto del Estado. Nosotros pensamos que sí, y por eso los compañeros de Anticapitalistas tienen nuestro apoyo y nuestra solidaridad. No se puede señalar al discrepante. Podemos es un partido plural, un partido “de aluvión” en el que nos hemos encontrado muchas personas y colectivos con tradiciones diversas y militancias previas políticas, sindicales y sociales. Hemos tenido debates muy intensos en las dos asambleas ciudadanas estatales, en las asambleas ciudadanas regionales, en los círculos y en muchos ámbitos en los que se han contrastado ideas socialdemócratas, “ciudadanistas” y marxistas, y siempre se ha tendido a resolver las diferencias democráticamente con el voto de los inscritos. Señalar la puerta de salida a compañeros que han participado desde el principio en la construcción de Podemos no es la forma de construir una organización sana y duradera.
En cualquier organización política sana, las minorías tienen derecho a expresar su opinión tanto orgánicamente como públicamente, a través de sus propios medios o de los medios del partido. Es un principio democrático básico. Negar ese derecho es convertir el partido en una simple maquinaria electoral y burocrática que ahoga la participación de las bases y ese no es el mandato de Vistalegre II. Por desgracia, este giro autoritario de la dirección aparece en un momento en el que la vida interna de la organización sigue sin recuperar el tono de los primeros tiempos, con unos círculos reducidos y con escasa participación y escaso debate, y con los dirigentes y cargos públicos rodeados de una corte de aduladores y arribistas que desincentivan la participación de los elementos más combativos e insertos en la lucha y la movilización social.
Al mismo tiempo, la crisis catalana y la errónea lectura que de la misma ha hecho la dirección estatal, está fortaleciendo la tendencia nacionalista española en el seno de Podemos, insistiendo en la “resignificación del significante Patria”, en la renuncia a los símbolos republicanos y de la izquierda y en la legitimación de la bandera monárquica, y en un lenguaje cada vez más alejado de las aspiraciones y necesidades de la base social de Unidos Podemos, compuesta por las capas más avanzadas de la clase trabajadora, la juventud y las capas medias progresistas golpeadas por la crisis. Esa tendencia nacionalista siempre ha estado ahí, pero se ha agudizado en los últimos tiempos, en contraste con las posturas más correctas ante la cuestión catalana y la crisis del régimen que han expresado los compañeros de Anticapitalistas y Albano Dante Fachín. Siempre hemos advertido que, sin la participación permanente de una base militante y formada, es muy alto el peligro de una adaptación de nuestros representantes públicos a la lógica del parlamentarismo burgués, bajo las presiones de la opinión pública burguesa y del aparato del Estado. No podemos retroceder, tenemos que recuperar el discurso constituyente y de clase que triunfó en Vistalegre II para que Podemos sea una verdadera herramienta de emancipación para los oprimidos de este país.