Escrito por: Way Armengod
El pasado Domingo 12 de diciembre de 2016 la ex atleta olímpica y actual senadora Ana Gabriela Guevara fue agredida en la carretera México-Toluca, según el reporte oficial, cuatro hombres que viajaban a bordo de una camioneta impactaron la motocicleta en la cual se trasladaba la senadora junto con un acompañante, al detenerse para percatarse de los hechos los individuos descendieron de la camioneta para agredirla con lujo de violencia y en repetidas ocasiones, provocando así diversos daños físicos como fracturas de costilla, además de diversas fracturas en la cara.
Dicha situación puede ser abordada de muchas maneras, como un percance automovilístico, como un pleito o como uno de los fenómenos más preocupantes que acontecen hoy nuestro país: la violencia de género, en la cual, en un estudio hecho por la red mundial de derechos de la mujer Trustlaw, México se encuentra dentro del top 5 de los peores países pertenecientes al G-20 para ser mujer, sólo detrás de países como Sudáfrica, Indonesia e India, además de tener en 4 estados alerta de género (Estado de México, Michoacán, Jalisco, y Morelos) aunado a ello la solicitud de 9 entidades más. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que 2 de cada 3 mujeres han sufrido algún tipo de violencia, ya sea física o psicológica. Tan solo imagina: en el caso de que tengas abuela, madre y hermana, 2 de ellas han sufrido algún tipo de violencia.
La situación expresa una profunda descomposición social en donde las mujeres son vistas como objetos, o con base a estereotipos sexistas que están ahí para segurar la esclavitud de la mujer al hogar. En este caso, según declaraciones de los agresores, la golpearon porque “parecía hombre”, uno puede intuir que el sentimiento era el de que una mujer “no debería andar en motocicleta”. Evidetemente, los agresores tuvieron “la mala suerte” de que Ana Gabriela es una figura pública, porque son cientos de miles de mujeres -sobre todo de clase trabajadora- las que sufren esta violencia machista y muchas miles han desaparecido. Incluso la revista Forbes -que no puede ser acusada de feminista y menos de comunista- ha señalado que durante la adminsitración de Peña Nieto como gobernador del Estado de México murieron asesinadas en ese estado 1,997 mujeres; muchas miles más han muerto a lo largo y ancho del país.
La violencia de género deriva del rol que asigna la sociedad de clases a la mujer trabajadora -la de clase alta puede sufrir de prejuicios machistas, pero tendrá siempre una niñera y sirvienta como sus esclavas personales-. Si bien es cierto que incluso después de la revolución socialista no dejará de ser necesaria una ofensiva cultura para extirpar todo prejuicio sexista o machista, la inversión estatal, en salud, educación, guarderías, lavanderías, casas cuna, etc., que implica la economía planificada, significará un paso de gigante en el camino de la emancipación de la mujer trabajadora de la doble carga que le impone la sociedad de clases.