El impacto de la revolución rusa en México
Ubaldo Oropeza
El 25 de octubre de 1917, del viejo calendario juliano, 7 noviembre del calendario actual, un acontecimiento estremeció a uno de los países más atrasados de Europa. Los trabajadores, soldados y campesinos de Rusia tomaron el poder, derrotando al gobierno provisional, que tenía la intención de sustituir a la monarquía zarista de los Romanov, quien en febrero de ese año, había abdicado por presión de la lucha de clases.
La Revolución Rusa fue uno de los acontecimientos que marcó todo el siglo pasado, cambiando la correlación de fuerzas a nivel mundial. No era para menos, fue la primera vez, si exceptuamos los tres meses que duró La Comuna de París, en que los trabajadores tomaban el poder en sus manos y destruían el régimen monárquico y de la burguesía.
La revolución rusa fue la respuesta al callejón sin salida que el capitalismo había llevado a la humanidad. La Primera Guerra Mundial fue el primer gran conflicto internacional donde millones de obreros y campesinos se estaban matando en defensa de los intereses del gran capital. El Partido Bolchevique, bajo la dirección de Lenin y Trotski guiaron a los trabajadores a la toma del poder e instauraron un régimen de transición al socialismo.
El impacto de este acontecimiento, entre los trabajadores del mundo, fue increíble. En un mundo sin internet, ni redes sociales, las noticias volaron, rompiendo las barreras de la censura burguesa y, país tras país, los trabajadores discutían en sus sindicatos, organizaciones políticas, clubes, etc, lo que significaba aquel acontecimiento.
Las noticias, en la mayoría de los casos distorsionadas —mientras más alejando el país, mayor distorsión tenían—, no dejaron de entusiasmar a los millones de exportados, que regados por el mundo, celebraban las victorias de la revolución, sintiendo el triunfo como suyo.
La necesidad de una nueva internacional
Los grandes acontecimientos ponen a prueba a las organizaciones que se dicen revolucionarias. La Primera Guerra Mundial puso a prueba a la Segunda Internacional y su sección más grande, el Partido Socialdemócrata en Alemania. A pesar de contar con un aparato gigantesco (sindicatos, periódicos, locales, etc.) a la hora de la verdad, simplemente no se opuso a la guerra, sino que apoyó a su burguesía nacional y fue comparsa de la gran carnicería humana, que significó la primera guerra imperialista.
Un pequeño grupo de internacionalistas, ya en 1915, hablaban de la necesidad de una nueva internacional. Lenin y Trotski fueron parte de los delegados que se reunieron, en Zimmerwald, para reagrupar las pequeñas fuerzas que se oponían a la guerra y recomenzar la organización. No fue hasta el triunfo de la revolución rusa, que la idea de una nueva internacional se pudo materializar.
Para los marxistas, ser parte de una Internacional, no es una cuestión romántica o capricho, es parte integral de la formación y visión general que te da una perspectiva mundial, solo de estas discusiones puedes rastrear la escena del proceso general que marca una coyuntura determinada. Además, organizar un Partido mundial de la revolución para luchar contra el capital, que se organiza a nivel mundial, es una necesidad de primer orden.
Lenin, comprendía que si la revolución no se extendía a algún país desarrollado, la revolución rusa corría el peligro de ser derrotada. El nunca se imaginó que se pudiese construir el “socialismo en un solo país”, esta idea no solo era absurda sino reaccionaria. Fue hasta después de su muerte, cuando la contrarrevolución estaba en el poder, que la burocracia se le ocurrió esta idea reaccionaria.
En enero de 1919 se reunió el Primer Congreso de la Internacional Comunista. En medio de una guerra civil brutal y un bloque imperialista contra la Unión Soviética, llegaron 52 delegados. Fue un comienzo importante, porque se dotó de una dirección que daría luz al proletariado mundial, después de la pérdida de la Segunda Internacional. Trotski escribió en una de sus resoluciones:
«Es el proletariado el que debe establecer el orden real, el orden del comunismo. Debe poner fin a la dominación del capital, hacer imposible la guerra, borrar las fronteras estatales, transformar el mundo entero en una mancomunidad cooperativa y lograr la verdadera fraternidad y libertad humanas».
Los siguientes años serán de radicalización política a nivel mundial, principalmente en Europa, donde la Tercera Internacional se desarrollará rápidamente a partir de escisiones de masas de los partidos socialdemócratas y los sindicatos. En pocos años la Comintern se transformó en una verdadera herramienta de lucha de los explotados, que agrupó a millones de trabajadores de todo el mundo.
El impacto de la revolución rusa en México
En México, 1917 fue el año de la conclusión de la primera etapa de la revolución mexicana. El ejército constitucionalista había vencido a los ejércitos campesinos de Villa y Zapata, poco tiempo después los dos caudillos de la revolución, que más fielmente representaban los intereses de los campesinos, fueron asesinados. Con ello se cierra el capítulo más intenso o de mayor ascenso en la lucha campesina de la gesta revolucionaria.
El nuevo régimen emanado de la revolución no tenía la fuerza suficiente para imponer su voluntad y necesitaba de maniobras para restablecer la producción económica capitalista, pacificando el país y luchando por desarmar a la mayor cantidad de grupos beligerantes. No era sencillo el panorama para los nuevos políticos, que representan a la burguesía naciente y los compromisos con el gran capital.
Como parte de sus maniobras para aplastar la lucha campesina, hicieron un pacto con los grupos anarquistas de La Casa del Obrero Mundial (COM), para que se enlistaran a los trabajadores para luchar contra los ejércitos campesinos. Cuando vencieron, los constitucionalistas reprimieron a la COM y cerraron sus oficinas en varias partes del país. También establecieron una Constitución que prometía una serie de demandas, que antes eran de la izquierda radical, por ejemplo educación, empleo, reparto agrario, etc. que en teoría tenderían a mejorar los niveles de vida de los sectores explotados de la sociedad.
Aún y con todas estas medidas, el ambiente de lucha se trasladó del campo a la ciudad, los años de 1919-1922 fueron de mucha agitación en las industrias y centros de trabajo. Parecía que el país ahora se veía contagiado por la fiebre roja del Bolchevismo.
Las primeras noticias sobre la Revolución Rusa llegaron por los periódicos anarquistas, los cuales tenían ligas con anarquistas españoles. Estos periódicos daban a conocer los acontecimientos del pueblo ruso como si fueran los ideales del anarquismo lo que se vivía en Rusia.
A diferencia de los países europeos donde existían fuertes tradiciones de organización proletaria, en México no existían grandes organizaciones políticas de masas. Existía un pequeño Partido Obrero Socialista (POS) en la capital del país, que se venía radicalizando con la intervención de activistas que habían migrado de los EEUU, perseguidos por la ley. Activistas como Manabendra Roy o Charles Phillips, jugaron un papel importante para que este partido pudiera convocar el Primer Congreso del Partido Comunista.
En el país existían diferentes organización socialistas, que eran muy pequeñas y se utilizaban como monedas de cambio para conseguir candidaturas o prebendas. El único Partido Socialista de masas que existía era el de Yucatán, con Felipe Carrillo Puerto al frente. Además, habían gobernadores en varios estados, que habían sido radicalizados por la revolución y que ahora apoyaban la organización y lucha de los trabajadores, los casos más emblemáticos es el de Francisco J. Música, gobernador de Michoacán o Tejeda en Veracruz.
En este ambiente, entre dos revoluciones, es como las noticias de la revolución rusa comenzaron a tener interacción con el imaginario colectivo de la clase obrera y la juventud mexicana. Las organizaciones juveniles comenzaban a adoptar el nombre de comunista, aunque su ideología era anarquista.
Paco Ignacio Taibo II nos hace un digno relato del recibimiento que comenzaron a tener las noticias, en diferentes partes del país, de los fulgores de la revolución socialista. Desde Veracruz, Ciudad de México, Zacatecas, etc. casi en todos los lugares en donde había movilizaciones obreras —y había muchas— los nombres de Lenin, Trotsky, aparecían en mantas. La palabra Bolchevismo agrupaba a su entorno a los sectores más radicalizados de la juventud proletaria.
Finalmente, este ambiente cristalizó en un llamado que se hizo por parte del POS, en agosto de 1919, para una asamblea para discutir un pliego petitorio totalmente ambiguo, pero que terminó echando a los sectores oportunistas y anarquistas, y pegándose al llamado de la Tercera Internacional.
Unos días más tarde aparece en el país un delegado bolchevique, Borodin, quien era el encargado de establecer relaciones diplomáticas con el gobierno constitucionalista. Su visita fue aprovechada para organizar a los adeptos bolcheviques y fruto de su estancia, se llamó a una conferencia de emergencia, del llamado Partido Socialista de México —que se había conformado en la conferencia de agosto—, para debatir delegados para el Segundo Congreso de la IC.
Esa reunión sucede el 24 de noviembre de 1919. Asisten un puñado y ellos son los encargados de fundar el Partido Comunista Mexicano, el cual mandará a tres delegados al Segundo Congreso de la Internacional Comunista: Manabendra Roy, su compañera Evelyn y Charles Phillips, mencionados anteriormente. De ellos solo regresará el último personaje.
Así se inicia la etapa del PCM, más tarde llamado Partido Comunista de México, el cual es fruto directo del impacto de la revolución rusa en el mundo.
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