«Los estibadores no trabajan para la guerra»: ¡la reunión internacional de estibadores en Génova muestra el camino a seguir!
Francesco Salmeri, Partito Comunista Rivoluzionario
Los días 26 y 27 de septiembre, delegados de importantes sindicatos de trabajadores portuarios de Europa y el Mediterráneo se reunieron en Génova para debatir acciones conjuntas para detener el genocidio en Gaza. La reunión tuvo lugar en un momento en el que, en toda Europa, los trabajadores y los jóvenes están dispuestos a luchar abiertamente contra la bárbara masacre del pueblo palestino y culpan a sus propias clases dirigentes de ser cómplices del genocidio.
En Italia, la agresión de los israelíes contra la Flotilla de la Libertad Sumud, que intentaba llevar ayuda humanitaria a Gaza, desencadenó un enorme movimiento de masas. Antes de la interceptación de la flotilla, el movimiento ya había culminado en dos días de huelga nacional, el 19 y el 22 de septiembre, y ahora la situación se está agravando rápidamente.
En este contexto general, la reunión representó un importante paso adelante hacia la organización de una huelga general internacional contra el genocidio y por el derrocamiento de los gobiernos imperialistas corruptos que lo permiten, empezando por los puertos.
En los últimos meses, los trabajadores portuarios han estado en primera línea de la lucha contra los envíos de armas a Israel, bloqueando buques y cargamentos en los principales puertos europeos. La acción coordinada de este sector militante y audaz de la clase obrera europea podría ser un trampolín para organizar una lucha de clases internacional más amplia.
Los estibadores en primera línea
«Los estibadores no trabajan para la guerra» fue el lema con el que se inauguró la reunión internacional de trabajadores portuarios celebrada los días 26 y 27 de septiembre. La reunión tuvo lugar en el puerto de Génova, donde en los últimos meses se han producido numerosas huelgas y movilizaciones lideradas por los trabajadores —principalmente estibadores— y los jóvenes. Fue organizada por el Collettivo Autonomo Portuali («Colectivo Autónomo de Estibadores») con sede en Génova, un colectivo de estibadores afiliado a la USB, la pequeña federación sindical italiana que inicialmente convocó una huelga general en defensa de la Flotilla de la Libertad.
A la reunión asistieron delegados del sindicato ENEDEP del puerto del Pireo en Atenas, afiliado a la poderosa federación griega PAME; CGT Ports and Docks, parte de la principal federación sindical francesa CGT; el sindicato vasco LAB, con representantes de Bilbao y San Sebastián; el sindicato de trabajadores PEO de Chipre; y el sindicato SZPD del puerto de Koper, Eslovenia. Se esperaba la asistencia de delegados del sindicato de estibadores ODT de Tánger y del sindicato turco de estibadores Liman-İş, pero se les denegó el visado y, por lo tanto, no pudieron estar presentes. Sin embargo, respaldaron y firmaron la resolución final emitida por la reunión. Se invitó a representantes de otros países como observadores.
En general, los trabajadores allí reunidos representaban una muestra bastante representativa de los sindicatos más militantes de los principales puertos europeos.
Esta reunión coincide con un punto de inflexión en el movimiento de solidaridad con Palestina: por fin estamos viendo cómo la clase trabajadora emerge como fuerza motriz en la lucha contra el genocidio en Gaza y la guerra imperialista, y los trabajadores portuarios están ahora a la vanguardia.
Desde el 7 de octubre, Europa y el mundo entero se han visto sacudidos por movilizaciones masivas contra la guerra de Israel en Gaza, exigiendo el fin del genocidio. Hemos sido testigos de cómo las calles de las capitales europeas se han llenado de gente que protesta en solidaridad con el pueblo palestino. Hemos visto ocupaciones y campamentos en universidades y escuelas de Estados Unidos y Europa liderados por jóvenes radicalizados. También hemos escuchado los llamamientos de organizaciones pro palestinas, como el movimiento BDS, instando a los consumidores individuales o a los gobiernos a boicotear los productos israelíes.
Pero los gobiernos se han negado a tomar medidas significativas contra Israel. Siempre que han podido, han reprimido las protestas, golpeando y deteniendo a los manifestantes, incluidos jóvenes estudiantes. Cuando la represión fracasó, recurrieron a gestos vacíos e hipócritas para apaciguar a las masas. Mientras tanto, el flujo de dinero, productos y armas hacia Israel continuó sin interrupción, lo que permitió el genocidio.
Este escándalo indignante está enseñando una lección a los trabajadores de todo el mundo. Entre amplios sectores de la clase trabajadora ha ido creciendo la conciencia de que la única forma real de avanzar es atacar —y, en última instancia, detener— desde dentro la maquinaria que lo hace posible.
Hasta ahora, por muy masivas y decididas que fueran, las manifestaciones contra la guerra de Israel carecían, de hecho, del factor más importante: la participación y la acción directas de la clase obrera organizada, la única clase capaz de detener y paralizar la maquinaria bélica imperialista. Los trabajadores portuarios han tenido el honor de ser los primeros en avanzar en esa dirección.
Los trabajadores portuarios desempeñan un papel crucial en el tejido del comercio mundial y, en particular, en las rutas logísticas de la guerra imperialista. El combustible, las armas, los suministros, los componentes y los bienes que permiten la guerra de exterminio de Israel suelen pasar por los puertos europeos y mediterráneos. Esto se ha hecho especialmente cierto tras el cambio de ruta de las vías marítimas a raíz de los ataques de los hutíes a buques israelíes en el mar Rojo.
La necesidad de coordinación internacional
Sin embargo, el problema para los imperialistas es que siempre necesitan el amable permiso de la clase trabajadora para mantener su maquinaria en funcionamiento. Pero esto es precisamente lo que no se puede dar por sentado. La resolución final de la reunión de los estibadores en Génova lo dejó muy claro:
«No queremos que los puertos, nuestros lugares de trabajo, ni nosotros mismos como trabajadores nos convirtamos en un engranaje de la maquinaria bélica. No queremos cargar bombas y material bélico para masacrar a personas. No queremos que nuestros gobiernos y la Unión Europea conviertan la economía en una máquina de guerra, mientras privatizan los puertos, reducen los salarios y privan a las personas de educación, salud, servicios sociales, pan y una vida digna, para destinar 850 000 millones al rearme y a las multinacionales bélicas. […]
«Con valentía, determinación y confianza en nuestra causa, invitamos a los trabajadores a tomar las riendas del asunto. Somos muchos, somos fuertes, podemos hacerlo y podemos ganar por una Palestina libre, por la paz, contra la guerra imperialista y por la solidaridad de los trabajadores y los estibadores. Los estibadores tenemos enemigos comunes y una lucha común».
No son palabras vacías. De hecho, en los últimos meses hemos asistido a una ola de acciones militantes en los principales puertos de Europa, con trabajadores portuarios bloqueando la carga y el envío de armas destinadas a Israel y otros Estados beligerantes: en El Pireo (Grecia), en Gotemburgo (Suecia), en Tánger (Marruecos), en Fos-sur-Mer (Francia) y en Génova (Italia). En julio, los trabajadores y los jóvenes de la isla griega de Syros, un importante centro de construcción naval, bloquearon la llegada de un buque israelí. En las últimas semanas, hemos sido testigos de nuevas acciones para bloquear los envíos a Israel en los puertos italianos de Livorno, Taranto, Rávena y Génova.
Al cruzar los brazos y ocupar los muelles, los trabajadores han demostrado su propia fuerza y cómo, en última instancia y de la manera más concreta, los capitalistas deben depender de los mismos trabajadores a los que explotan y maltratan para llevar a cabo sus planes. Estas exitosas acciones de los estibadores han galvanizado a una amplia capa de trabajadores y jóvenes, no solo en los puertos y la industria logística, sino en todos los sectores de la economía.
Sin embargo, cuanto más se extiende la ola de acciones en los puertos, más se siente la necesidad de algún tipo de coordinación. Los trabajadores lo entienden muy bien. ¿Qué sentido tiene bloquear la carga de un buque en Francia cuando la compañía naviera puede simplemente desviarlo a otro puerto, por ejemplo, en Italia, y así sucesivamente? Por supuesto, una huelga de este tipo seguiría causando bastante daño, provocando retrasos y pérdidas económicas. Pero, en la mayoría de los casos, la acción solo tendría un efecto limitado.
Este hecho ha impulsado a los estibadores a empezar a crear una red internacional. Han comenzado a compartir información sobre los buques y a organizar acciones conjuntas para impedir el desvío de los envíos. Los estibadores han aprendido por experiencia propia que, dado que el capitalismo es un sistema internacional de producción y comercio, las acciones de los trabajadores también deben ser necesariamente internacionales.
Una primera reunión celebrada en Atenas el 28 de febrero sentó las bases para una acción coordinada posterior. Gracias a esta red, los estibadores pudieron bloquear tres envíos de armas dirigidos a Israel y Oriente Medio en los puertos de Francia, Italia y Grecia: concretamente, un buque de la flota Zim, una empresa israelí; el buque Cosco Pisces; y el buque Bahri Yanbu.
Aunque hasta ahora esta red ha tenido un alcance limitado, este maravilloso logro representa un brillante ejemplo de lucha de clases internacional que solo puede servir de inspiración para los trabajadores y los jóvenes de todo el mundo. Pero no podemos permitirnos contentarnos solo con eso.
De los muelles a las fábricas y más allá
Los trabajadores portuarios ocupan una posición estratégica en la producción. Tienen la capacidad de bloquear cuellos de botella cruciales en la red logística global del capitalismo y el imperialismo. Sin embargo, solo representan una pequeña parte de la vasta clase trabajadora de Europa. Los estibadores pueden golpear con fuerza, pero, al final, solo pueden servir como punta de lanza de una movilización más amplia, que debe involucrar a la gran mayoría de la clase trabajadora en la lucha contra el genocidio y la guerra imperialista.
La reunión de los estibadores acordó convocar una jornada de acción conjunta en las próximas semanas o meses. Un paro general europeo en los puertos enviaría un mensaje contundente a los trabajadores de todos los países y podría representar un emocionante ensayo, preparando el camino para una huelga general internacional. La resolución final emitida por la reunión de Génova declara:
«A través de esta declaración conjunta, hacemos un llamamiento a todos los sindicatos portuarios y de infraestructuras críticas para que organicen cualquier tipo de protesta coordinada, como huelgas y movilizaciones, en una jornada común para enviar el mensaje de que nosotros, los trabajadores portuarios y de infraestructuras, no nos someteremos, no serviremos a los beneficios y no nos convertiremos en cómplices de la guerra. Instamos a todos los sindicatos de trabajadores portuarios a que colaboren a lo largo de los respectivos procedimientos colectivos para garantizar la organización y el éxito de estas movilizaciones».
Es muy importante que la resolución haga un llamamiento a otros sindicatos de trabajadores portuarios para que se sumen a la lucha. Los sindicatos que acordaron enviar delegaciones a Génova y que están tratando de coordinar sus esfuerzos representan solo una pequeña fracción de la mano de obra total de los puertos de Europa y el mar Mediterráneo, que incluye tanto a trabajadores sindicados como no sindicados.
Pero nos engañaríamos si pensáramos que basta con hacer un simple llamamiento para que otros sindicatos se unan. Las poderosas burocracias atrincheradas en la cúpula de la mayoría de los principales sindicatos harán todo lo que esté en su mano para impedir que esto ocurra a nivel nacional e internacional. Sin embargo, su poder termina donde comienza la militancia y la participación directa de sus bases.
Para derrotar a los burócratas, lo que se necesita es una campaña amplia, audaz y paciente de agitación entre los trabajadores de todos los puertos y lugares de trabajo. Es obvio que la lucha no puede limitarse solo a los trabajadores portuarios. Todos los trabajadores militantes y con conciencia de clase —empezando por los portuarios, pero buscando extenderse a todas las industrias— deben comprometerse a una agitación incansable entre sus compañeros de trabajo, dentro de los sindicatos y en el movimiento obrero en general.
Dicha campaña debe tener como objetivo establecer comités en los que participen todos los trabajadores para organizar una huelga general coordinada en todos los países europeos, paralizando así toda la maquinaria bélica imperialista. Los sindicatos portuarios que organizaron la reunión en Génova, si se toman en serio sus palabras, deben estar al frente de dicha agitación, utilizando todos sus recursos para este fin.
La huelga debe ir precedida, acompañada y seguida de la convocatoria de asambleas de trabajadores en los puertos, en los centros logísticos, en las fábricas de armamento y en todos los lugares de trabajo, para involucrar al sector más amplio posible de la clase obrera en los países europeos y más allá. El debate sobre cómo organizar la lucha debe involucrar a todos los trabajadores, estableciendo comités en los lugares de trabajo, coordinados democráticamente a nivel nacional e internacional.
¡Construyamos una huelga general paneuropea por Gaza!
Como explica acertadamente la resolución, la lucha por la liberación de Palestina y contra la guerra imperialista está estrechamente vinculada a la lucha contra los jefes codiciosos y los políticos burgueses corruptos. En otras palabras, está estrechamente vinculada a la lucha contra la clase capitalista y por una sociedad socialista. «Los trabajadores portuarios tienen enemigos comunes y una lucha común». Lo mismo ocurre con todos los trabajadores. Solo presentando un programa avanzado de reivindicaciones obreras con una perspectiva revolucionaria podremos atraer a la lucha a los sectores de la clase obrera que aún se mantienen al margen.
El frenético impulso al rearme por parte de todos los gobiernos europeos está poniendo de manifiesto su cinismo e hipocresía. Durante años han recortado el gasto social mientras vertían miles de millones en los bolsillos de los banqueros y los empresarios. Su apoyo criminal al régimen de Netanyahu y a la guerra genocida de los sionistas se está convirtiendo en la gota que colma el vaso.
Los recientes acontecimientos en Italia muestran lo explosiva que es la situación. La presión desde abajo ha obligado a la principal confederación sindical del país, la CGIL, a comprometerse a convocar una huelga general inmediata tan pronto como la Flotilla sea atacada por el ejército israelí. Muy pronto podríamos asistir a una huelga general política e internacionalista masiva en Italia que causaría conmoción en toda Europa. En tal contexto, una huelga general paneuropea por Gaza y contra la guerra imperialista estaría lejos de ser utópica. [Este artículo fue escrito poco antes de la captura de la Flotilla. Se ha convocado una huelga general para el viernes 3 de octubre, y la dirección de la CGIL, bajo presión, se ha visto obligada a sumarse a esa convocatoria].
Una huelga internacional de este tipo plantearía inevitablemente la cuestión del control obrero sobre la producción, el transporte y la sociedad en su conjunto. ¿Quién decide qué se carga y descarga en los muelles? ¿Quién decide qué y cómo producimos en las fábricas? ¿Quién decide cómo se gasta el dinero público? El siguiente paso sería el derrocamiento de todos los odiados gobiernos imperialistas de Europa y el establecimiento del poder obrero.
¡Detengamos la maquinaria bélica imperialista!
¡Detengamos el genocidio! ¡Derrocemos a Netanyahu y al Estado sionista!
¡Derrocemos a los gobiernos imperialistas corruptos de toda Europa!
¡Por una huelga general paneuropea por Gaza!
¡Por un programa socialista contra la guerra y el imperialismo!
¡Por el control obrero y el poder obrero!
¡Trabajadores del mundo, uníos!