Definición y distinción del trabajo productivo e improductivo
Christian Herrera Medina
Determinadas actividades ejecutadas en la sociedad actual son cubiertas con un aura elegante; ministros, generales, secretarios de Estado, todos ellos ostentan una aparente importancia que se expresa de manera cotidiana en la vestimenta, las formas, el lenguaje, etc. Actividades increíblemente remuneradas y, que a la par, son innecesarias para la resolución efectiva de las necesidades del existente humano, coexisten frente a labores tan esenciales para sostener a la sociedad: cultivar la tierra, producir la vestimenta, obtener y distribuir agua o medicinas, todas son actividades anónimas realizadas por quienes fundamentan los pilares de las colectividades humanas: los trabajadores. Estos, en el capitalismo, existen bajo su condición asalariada, o sea, al no poseer más que su propia individualidad, se ven obligados a vender una parte de su vida diariamente a cambio de un salario. La especificidad de esta relación social es sustancial para entender nuestro presente, de otro modo, podemos caer en el equívoco de suponer que, por el mero hecho de producir se es un trabajador productivo. Algo así como pensar que, como el capitalismo es productivo, toda forma productiva es capitalismo, eternizando una relación social que, de suyo, tuvo un principio y, más temprano que tarde tendrá un final.
Si consideramos que la producción en general es una abstracción, y más bien existe una producción concreta (producción de casas, comida, etc. en una comunidad primitiva, en la época prehispánica, durante el virreinato o en nuestros días), diremos también que el trabajador productivo es también una abstracción, y lo concreto es la producción de algún tipo de satisfactor bajo determinadas relaciones sociales.
En nuestra época, el trabajo productivo es todo aquel tipo de trabajo que genera una plusvalía. Esta aseveración, manifestada por Marx en su Capítulo VI Inédito de El Capital, conlleva considerar, de una parte, que los trabajadores son explotados productivamente en la jornada laboral, cuando el desgaste de su corporeidad, su cansancio y fatiga se objetivan, sustantivan dicho desgaste en un objeto externo, en una mercancía. En un lapso, el obrero no sólo cubre el valor que se le pagó por trabajar y producir; también crea un nuevo valor, antes inexistente y de donde se apaña el parásito chupasangre que tiene por patrón.
Es decir, aquel individuo que trabaja y crea una mayor riqueza social, bajo las condiciones sociales capitalistas, y es explotado porque se le sustrajo plusvalía, es un trabajador productivo. Ahora bien, si todo trabajador productivo es un asalariado, no todo asalariado es un trabajador productivo. Pensemos en un policía: es un asalariado, pertenece a la clase social desposeída, y sin embargo, su actividad no incrementa nada la riqueza nacional. Otro tanto acontece con los millones de funcionarios públicos: hacen una actividad necesaria para gobernar, pero no producen absolutamente nada.
A decir verdad, agricultores, mujeres que trabajan en la maquila, productores de carne, mineros, metalúrgicos, aquellos que aparentemente no significan nada por usar sus trajes de trabajo sin un tipo de insignia o adorno especial, en realidad aportan, con su despliegue físico, su sangre, sudor y cansancio, todas aquellas cosas con las cuales es posible existir. Todo aquello cuanto usamos para satisfacer alguna necesidad concreta, fue elaborada por el trabajo productivo; dentro del capitalismo es el trabajo que rinde plusvalía, al ser el modo de producción capitalista el hegemónico/dominante.
Y de forma análoga, aquellos rufianes demagogos que pagan por estar en la boca de la gente o en los medios: diputados, senadores, presidentes, magistrados, incluyendo a los propietarios privados de los medios de producción, son improductivos bajo el actual régimen de producción.
Huelga decir, a riesgo de no generar equívocos que existen un sinfín de actividades necesarias para la sociedad que, sin ser netamente productivas, se han mercantilizado y vuelto asalariadas, tal como sucede con los médicos, abogados, docentes, etc. Marx las clasificó como un amplio abanico de servicios. Otra madeja que supone clarificar dentro de los servicios estriba identificar aquellos que sí son productivos; el servicio del transporte, el servicio de generación de software, entre otros. ¿Por qué determinados servicios son trabajo productivo? Muy sencillo, porque son una transformación que sustantiva en riqueza el trabajo humano, y porque también son actividades proclives para generar capitalistamente valor, y por tanto, plusvalía. Estos nuevos fenómenos podrán ser entendidos a la luz del materialismo dialéctico, siguiendo los principios elaborados por Marx, pues, tal como señalaba atinadamente Rosa Luxemburgo:
Bien entendido que la obra capital de Marx, como su ideología toda, no es ningún evangelio en que se nos brinden verdades de última instancia, acabadas y perennes, sino manantial inagotable de sugestiones para seguir trabajando, con la inteligencia, para seguir investigando y luchando por la verdad.