La crisis de la cultura en México
Luis Carlos Pichardo
La destrucción de la humanidad por el capitalismo comienza por aniquilar culturas.
Alan Woods señala que, bajo el capitalismo, el arte se ve afectado por su naturaleza de mercancía, convirtiéndose en una herramienta para la alienación de las masas.Woods argumenta que el sistema capitalista, especialmente en su decadencia, es hostil al arte, ya que lo ve principalmente como un objeto de especulación financiera y no como una expresión de valor humano.
Recientemente, la política cultural oficial en México (haciendo énfasis en la CDMX) parece reflejar esta dinámica. Se ha implementado un programa de control y manipulación que busca someter a los grupos artísticos y culturales independientes. Esta actitud gubernamental contradice la promesa original del movimiento de la 4T, que planteaba un apoyo a la creación, la libertad de expresión y la autonomía para fortalecer su proyecto de cambio.
En la práctica, el gobierno de la 4T ha permitido que empresas privadas controlen medios y centros de espectáculos, afectando a las comunidades artísticas. En muchos casos, han aparecido intermediarios comerciales que, con una lógica puramente monetaria, lucran con escenarios donde la creación apenas se sostiene con recursos propios. El desplazamiento de quienes no se ajustan a estas reglas es una muestra de la complicidad entre el gobierno y la empresa privada, que otorgan preferencias a quienes representan sus intereses, a menudo a través de funcionarios con relaciones personales.
Durante décadas, el Estado mexicano ha manejado ideológicamente la narrativa de la cultura en varias áreas donde cree conveniente su hegemonía y donde puede seguir como conductor del pensamiento extraído de la Revolución mexicana, que el PNR (después PRM y posteriormente PRI) nombraría “nacionalismo revolucionario”. Algo que dio una importancia en varias etapas de la historia del siglo XX, donde creó una dinastía de intelectuales y académicos a su propio servicio, aún cuando entre éstos estaban algunos críticos de la llamada “izquierda nacionalista” a quienes consintió su creatividad y trabajo, ya sea por las luchas que encabezaron como el apoyo internacional a su obra. No sin falta, que también varios de ellos fueron reprimidos.
A pesar de la expansión de la prensa independiente como un catalizador de la crítica al régimen, y de la inserción de plumas libres en la prensa oficialista —que el Estado toleró a regañadientes por su gran número de lectores—, la persecución fue una constante. Un caso memorable fue el de la revista ¿Por qué?, dirigida por Mario Menéndez, que sufrió un atentado con bomba en sus instalaciones debido a su crucial cobertura del Movimiento Estudiantil de 1968. De igual manera, en esa época de efervescencia social, poetas, dramaturgos y otros artistas que se mantenían fuera de la órbita oficial también padecieron persecuciones singulares.
Ahora, en los tiempos de la llamada “izquierda electoral”, se llegó a considerar que habría una apertura. Sin embargo, lo que se manifiesta es una práctica similar a la vieja línea dictada desde el Estado: se denigra a quien critica, a quien ejerce su labor de forma independiente o a quien sigue pautas distintas. Por el simple hecho de disentir o tener un manifiesto artístico diferente, el propio Estado los califica como de “derecha”, “reaccionarios”, “conservadores” o “anti 4T”.
El caso del Museo Casa de la Memoria Indómita
Este museo ha abierto sus puertas de manera solidaria y empática a numerosos grupos y organizaciones para que puedan presentar sus ideas. Un ejemplo de ello ocurrió hace pocos meses, cuando jóvenes y militantes de la Organización Comunista Revolucionaria utilizaron su auditorio y patio central. En esa ocasión, presentaron el libro Bolchevismo: el camino a la revolución de Alan Woods y ofrecieron una ponencia sobre el genocidio en curso contra el pueblo palestino en la franja de Gaza.
Ahí se pudo constatar la participación e importancia que le dieron a las actividades de la OCR, las jóvenes becarias que trabajan gracias al programa de Jóvenes Construyendo el Futuro en el museo. Como lo hemos hecho con otros grupos de diversas trayectorias militantes y de luchas sociales como han sido los padres de los 43 de Ayotzinapa y familiares de desaparecidos durante la guerra sucia en nuestro país.
El Museo Casa de la Memoria Indómita es encabezado por el Comité ¡Eureka!, como un legado de la lucha que dejaron las “Doñas” de este comité. Con el liderazgo de Rosario Ibarra de Piedra, se han abocado desde hace casi 50 años a la búsqueda de sus familiares desaparecidos por el Estado mexicano en la mal llamada “guerra sucia”, que no es otra cosa que terrorismo de Estado.
Esta lucha se caracterizó por sus huelgas de hambre, plantones, demandas públicas, recorridos por diversos estados de la república, publicaciones y conferencias. Desde su formación, primero como el Comité de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, hasta convertirse en el Comité ¡Eureka!, su tenacidad logró una ley de amnistía. De ese modo, le pudieron arrancar al Estado represor la liberación de 1,500 presos políticos y la aparición con vida de 148 personas a lo largo de cuatro años. Sin embargo, aún quedan 557 sin aparecer, motivo por el cual esta lucha se mantiene constante y permanente, fiel a la frase de sus mantas desde 1977: “Hasta encontrarlos”.
Todos estos años de lucha se plasman en la exposición permanente en las salas que alberga la casona del siglo XIX ubicada en la calle de Regina número 66 en el Centro Histórico, en donde se relata bajo una museografía el desarrollo de esta lucha del Comité a partir del Movimiento del 68, los genocidios del 2 de octubre en Tlatelolco y el 10 de junio del 71 con el llamado halconazo. Continuando al México de los años 70. Se contrasta la fachada del “milagro mexicano” con la cruda realidad de la “sala del terror”, una representación de un cuarto de interrogatorios. En ella se escuchan los audios con testimonios de sobrevivientes torturados en el Campo Militar número 1.
Después, los visitantes pasan a la “sala de espera”, que recrea el lugar donde Doña Rosario Ibarra de Piedra aguardaba la llamada de su hijo, Jesús Piedra. Él militaba en la Liga Comunista 23 de Septiembre y vivía en la clandestinidad; para avisar que estaba bien, simulaba una llamada “equivocada”. Todo cambió después del 18 de abril de 1975, cuando Doña Rosario dejó de recibir esa llamada.
Más tarde, una nota en el periódico reveló que Jesús había sido detenido por la Dirección Federal de Seguridad. Las autoridades le negaron toda información, argumentando que sin una orden de aprehensión nadie podía reclamarlo. Este hecho marcó el inicio de una desaparición forzada, un motivo que no solo impulsó a Doña Rosario a luchar por su hijo, sino que unió a muchas otras familias que enfrentaron el terrorismo de Estado de aquellos años.
El principal objetivo de inaugurar este recinto ha sido resguardar el legado de tantos años de lucha. En un principio, el espacio sirvió como resguardo del acervo del Comité ¡Eureka!: un archivo que contiene las fichas y documentos de respaldo de 557 casos. Además, preserva toda la trayectoria del Comité en cintas fílmicas, videos, casetes, tarjetas informativas, fotografías de gran valía, carteles y las convocatorias de todos los movimientos que han realizado y datan toda esta herida abierta al pueblo de México y el mundo. Un archivo histórico que por cierto tuvo tres atentados por destruirlo y robarlo.
El museo abrió sus puertas al público el 14 de junio de 2012 para dar a conocer este legado. La visita comienza con una charla de 15 minutos, donde nuestros colaboradores y colaboradoras explican la línea de tiempo histórica del Comité. Posteriormente, los visitantes pueden recorrer el museo, ver las exposiciones temporales y asistir a actividades con invitados especiales, como presentaciones de libros sobre el tema y otros diversos asuntos de cultura, historia y política. Además, tal como lo planeó Doña Rosario, el espacio está abierto a la comunidad cercana para ofrecer talleres culturales de pintura, yoga, tejido, música para niños y jóvenes, danza, teatro y cine.
El enfrentamiento
Hoy, nuestra Casa Museo se enfrenta a una situación que lastima la memoria que alberga y difunde. Desde su fundación —a iniciativa del entonces jefe de gobierno, Andrés Manuel López Obrador—, el espacio no contaba con recursos para su operación. Por ello, su fundadora, Doña Rosario Ibarra, lo financió con el dinero que recibía como senadora. Al agotarse esos fondos, el museo subsistió con donaciones solidarias hasta que, en 2018, obtuvo el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
Con este financiamiento local, año tras año se cubrieron los gastos de operación, mantenimiento y la nómina de quienes trabajamos aquí. Esto permitió realizar una gran serie de eventos y exposiciones que mostraron la importancia del legado a nuestros visitantes. Hemos recibido a personas de todas las alcaldías, de los estados y de los países: Inglaterra, Estados Unidos, Rusia, Grecia, España, Francia, Bélgica, Alemania, Noruega, Suecia, Polonia, Burkina Faso, Uganda, Venezuela, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú, Colombia, Honduras, Guatemala y Canadá. No solo como visitantes sino como colaboradores en algunos proyectos académicos y museográficos, impartiendo talleres sobre memoria e historia de los movimientos sociales, etc.
Pero ¿cuál es la situación tan lastimosa? La intromisión invasiva del Estado.
Durante el sexenio pasado, el Comité ¡Eureka! mantuvo una postura crítica frente a la “Comisión de la verdad sobre los delitos graves cometidos en el período 1965-1999”. El Comité denunció que la comisión era una simulación que revictimizaba a las familias y que su resultado fue nulo. Se dio pauta para “lavarle la cara” al Ejército, responsable directo de innumerables desapariciones y violaciones a los derechos humanos. Desde el inicio, el discurso oficial mostró una falsa dualidad: por un lado, los familiares de los desaparecidos y, por otro, los familiares de militares, en una afrenta que justificaba la represión, tortura y asesinato.
A partir de entonces, el oficialismo y los sectores académicos e intelectuales que aplaudían esta simulación, nos señalaron por no subirnos al podio del “aplausómetro” y haber expuesto públicamente nuestro posicionamiento. Buscaron la forma de no incluirnos en los eventos, de no escucharnos, de ubicarnos como “radicales” y por último, como el recurso necesario para ellos, buscar los pretextos adecuados para quitarnos el apoyo económico anual.
Este año, 2025, el recurso anual fue detenido con el argumento de que se debía revisar el informe de 2024, en el que señalaron supuestas “diferencias en los rubros y totales emitidos”. Cuando solicitamos una mesa de conciliación para ajustar y cotejar los números, se negaron de forma burda, dejándonos sin derecho de réplica. Esta situación se ha prolongado desde enero, afectando no solo la operatividad del museo, sino también provocando la falta de salarios para el personal. Nuestros colaboradores han tenido que buscar trabajos ocasionales para cubrir las deudas que inevitablemente surgen ante la falta de ingresos.
Ahora, la Secretaría de Cultura, por intermediación de la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México (encabezada por Clara Brugada), pretende crear un nuevo convenio. El objetivo es que el Museo Casa de la Memoria Indómita pase a ser parte de la Secretaría de Cultura. Esto implicaría que el museo pierda su autonomía, que se eliminen las plazas de trabajo actuales y que se añada una directriz oficial al discurso político que siempre ha representado la lucha del Comité ¡Eureka!. Además, se pide, que todos los grupos solidarios que han acompañado esta lucha, así como los talleres que se imparten, dejen de ocupar el espacio del museo.
Finalmente se traduce así; la intención no es solo controlar el museo con un falso beneficio, sino cambiar la narrativa y el posicionamiento del Comité ¡Eureka! para acallar su denuncia por la verdad y la justicia.
El Museo Casa de la Memoria Indómita ha cerrado sus puertas para no generar más gastos y evidenciar que el supuesto diálogo se ha convertido en un monólogo del Estado. Sus funcionarios pretenden cumplir con su labor de “difundir la cultura” mientras censuran a quienes no comparten sus políticas de simulación.
Este no es un caso aislado, como lo demuestran otros ejemplos:
- Cirko de Mente tuvo que hacer plantones para que la Secretaría de Cultura firmara su convenio anual, y aún así se les niega la acreditación de sus licenciaturas.
- En Nayarit, el museo regional y casas de cultura fueron destruidos para dar paso a un estadio de béisbol.
- El Museo Dolores Olmedo fue cerrado tras el préstamo de su invaluable obra a una institución privada, negándole al pueblo el acceso al arte de Rivera, Siqueiros, Orozco y otros grandes maestros.
- Los museos del INAH sufrieron cierres durante la transición de un cuerpo de seguridad público a uno privado.
El capital mueve sus piezas entre los gobiernos aliados, incluso si se autodenominan de izquierda. La compra de conciencias es parte de su estrategia, y la cultura no es la excepción.
El MuCMI está en resistencia. No al cierre del MuCMI.
¡Apoya un legado, una lucha permanente! ¡Porque mientras haya desaparecidos no habrá democracia!
¡Porque vivos los llevaron! ¡Vivos los queremos!