La vigencia de la Primera Conferencia de Mujeres Socialistas: un llamado a la organización y a la lucha como clase
Elsie CE
Actualmente las luchas por las desigualdades y la injusticia parecen tener voz común, pero la base de encuentro está dispersa y poco enraizada en el componente que nos une como mayoría, ser trabajadoras y trabajadores. Este componente, que nos unifica como una misma clase, nos permite entender que los males que nos atañen tienen el mismo origen, el régimen capitalista de acumulación y el despojo que este provoca.
La lucha emancipadora de las mujeres no escapa a esta dinámica. Hay pugnas, movimiento, demandas, encuentros que expresan la tiranía de la que las mujeres han sido presa por siglos, pero se dan sin articulación como lucha de clase, desconectada de las condiciones económicas estructurales, sin un análisis del origen de la opresión, del patriarcado y del sistema que los mantiene. Esto impide una lucha organizada y clara contra este sistema que sostiene la dominancia de los intereses de una clase sobre otra, la cual nos oprime a todas y a todos, y donde la mujer está relegada a una posición de subordinación. Esta desconexión y falta de estructura y unidad limita el potencial de la lucha, es aquí donde hay que voltear a ver las acciones que plasmaron las mujeres trabajadoras que nos antecedieron.
En 1907, el 17 y 18 de agosto, en Stuttgart, Alemania, se llevó a cabo una conferencia que sería un hito en lucha organizada de mujeres socialistas y una determinante histórica en los logros de la emancipación femenina: la Primera Conferencia de Mujeres Socialistas. En esta reunión coincidieron 58 delegadas de 15 países, mujeres que se unieron a pesar de estar excluidas de políticas que facilitaran la participación cívica o sindical como era el voto.
Esta conferencia resultó trascendental en la participación política y sindical de las mujeres, sentó las bases para conferencias posteriores, para la creación del Día Internacional de la Mujer y la articulación de demandas políticas concretas en la emancipación tanto laboral como política de las mujeres trabajadoras desde una perspectiva de clase y socialista. Durante esta conferencia se definió una línea de transformación que trascendió lo impuesto por el feminismo liberal, el cual estaba centrado en los derechos individuales de las mujeres burguesas.
Se colocó como centro la necesidad de transformación de las condiciones de vida de las mujeres obreras, denunciando la acumulación de opresión que experimentaban por ser mujeres y por formar parte de la clase trabajadora inmersa en el sistema capitalista. Se abordaron temas vitales que evidenciaron la estructuración y organización que, como mujeres del movimiento obrero, representaban para la intervención en el debate y la acción internacional.
Dentro de estos temas se encontraron: el sufragio femenino universal, planteado como un derecho político intransferible. Las delegadas expresaron un rechazo explícito a las propuestas de sufragio limitado por renta o educación, componentes típicos del feminismo burgués; defendiendo así un voto igualitario que incluyera a todas las mujeres trabajadoras. Esta postura denotaba que la conferencia tenía claro que la lucha por los derechos políticos de las mujeres debía estar estrechamente ligada a la lucha contra el sistema de clase.
Otro punto planteado, fue la protección a la maternidad y a la infancia trabajadora. En la conferencia se pugnó por componentes que al día de hoy siguen siendo vitalmente necesarios para las mujeres trabajadoras y para las infancias en situaciones marginales: licencias maternales, servicios de salud pública y prohibición del trabajo infantil. Lo anterior bajo un enfoque integral que colocaba la reproducción y el cuidado como temas centrales del programa socialista.
El rechazo al militarismo fue otro de los puntos centrales y clave abordado como componente fundamental de la opresión capitalista. Se planteó que esta manifestación del capitalismo trae como resultado el enfrentamiento entre pueblos que únicamente beneficia a las clases dominantes y usa a la clase trabajadora como herramienta. El “combatir todos los esfuerzos por despertar el odio entre los pueblos y contraponer a este sentimiento el de la solidaridad de clase de los proletarios de todos los países” fue uno de los puntos de la resolución aprobada por la conferencia y reconocido como objetivo de las mujeres socialistas. Se reconoció así a la guerra como una extensión de la explotación de la clase trabajadora que resulta también notablemente grave para las mujeres, quienes asumen múltiples cargas durante y después de los conflictos armados.
Es bajo este recuento que podemos denotar la increíble pertinencia que estos puntos de lucha siguen teniendo bajo los eventos que vivimos actualmente. La violencia estructural que aquellas mujeres denunciaron no ha cesado; se ha intensificado hoy con expresiones como el genocidio en Gaza, los feminicidios que día a día suceden y la extenuante alienación, explotación y despojo que sufrimos como clase trabajadora. Es frente a este escenario que resulta urgente recuperar la memoria política de nuestras antecesoras y dar continuidad a su lucha como clase organizada y unida por trabajadoras y trabajadores, debemos organizarnos bajo la bandera del comunismo y derrocar al capitalismo.