Escrito por Jorge Martín
La oposición venezolana está intensificando su campaña con una «consulta soberana» el domingo 16 de julio. Las tres preguntas planteadas en esta consulta son sobre la legitimidad de la Asamblea Constituyente que el gobierno ha convocado, la necesidad de que las fuerzas armadas intervengan para eliminar el gobierno y la formación de un llamado «gobierno de unidad nacional». La oposición ha anunciado que la consulta el 16 de julio será la «hora cero» para un «trancazo» nacional, permanente e indefinido hasta la «caída de la dictadura».
El objetivo es claro: el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro. La oposición ya se había negado a participar en las elecciones de la Asamblea Constituyente del 30 de julio, pero ahora, la primera pregunta de su consulta pregunta si la gente «rechaza y desconoce» a esa Asamblea. Además, la pregunta dos «Demanda a la Fuerza Armada Nacional y a todo funcionario público … respaldar las decisiones de la Asamblea Nacional». Este es un claro llamamiento a las fuerzas armadas para que se amotinen contra el presidente.
Finalmente, la tercera pregunta plantea la «renovación de los Poderes Públicos» (aunque sus mandatos no se hayan agotado), «elecciones libres y transparentes» (aunque no especifica en qué niveles: ¿municipales, regionales, presidenciales, a la Asamblea nacional?) y finalmente «la conformación de un gobierno de unión nacional para restituir el orden constitucional» (aunque no se indica quién compondría tal gobierno, ni por qué período de tiempo estaría en el poder).
Es irónico, o más precisamente cínico, que la oposición ahora utilice la bandera de la constitución bolivariana que rechazaron en ese momento, a la que se han opuesto desde entonces y que abolieron durante su golpe en abril de 2002.
En efecto, la oposición está pidiendo la eliminación de todos los poderes del estado, excepto aquellos que controlan, y que ellos tomen el poder por la fuerza. Este es su intento de resolver el conflicto entre las diferentes instituciones estatales a su favor y recuerda fuertemente el golpe de abril de 2002 que ellos mismo llevaron a cabo. Entonces, como se pide ahora, las Fuerzas Armadas intervinieron para destituir al presidente, y la oposición creó un llamado «gobierno de unidad nacional» presidido por el jefe de la patronal el empresario Pedro Carmona. Uno de los principales objetivos de la oposición con esta consulta es darle algún tipo de legitimidad a un nuevo «gobierno» suyo, para el cual tratarán de obtener reconocimiento internacional.
Para agregar más peso a su movimiento insurreccional, una serie de ex presidentes de derecha de diferentes países latinoamericanos viajan a Venezuela para participar en el golpe y darle cierta semblanza de legitimidad. Entre ellos están Vicente Fox, de México; Andrés Pastrana, de Colombia; Laura Chinchilla, de Costa Rica; Y Tuto Quiroga, de Bolivia. Por supuesto, toda verborrea sobre la «democracia» y los «derechos humanos» es una farsa escandalosa. Pastrana presidió la implementación del Plan Colombia, durante el cual hubo asesinatos y violaciones de derechos humanos generalizados por parte de tropas colombianas y estadounidenses, bajo el disfraz de la «guerra contra las drogas». Chinchilla se opone a derechos humanos básicos como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto y la píldora del día siguiente, además de que estuvo sumida en escándalos de corrupción durante su presidencia de Costa Rica. Quiroga es un político de derechas boliviano que fue vicepresidente durante la brutal represión de la lucha por los derechos del agua en Cochabamba, así como la implementación de una política respaldada por Estados Unidos de erradicación de las plantaciones de coca que se llevó a cabo suprimiendo brutalmente a la población campesina local. Por último, Vicente Fox es también un político de derechas cuya carrera está sumida en escándalos de corrupción y represión (en particular de los pobladores de Atenco que se oponían a su traslado forzado para dar paso a la construcción de un aeropuerto). Cualquier discurso sobre derechos humanos y democracia por parte de estos políticos corruptos y represivos es una broma ofensiva.
Por supuesto, los medios de comunicación del mundo están proporcionando una cobertura para este intento de golpe que también cuenta con el apoyo de Washington, Madrid y Bogotá.
La oposición venezolana siempre ha sido muy adepta a protestar contra el supuesto fraude electoral, pero sólo en los casos en que han perdido las elecciones, pero la forma en que están organizando su consulta carece incluso de las garantías más elementales. El líder de la oposición Negal Morales ha afirmado que «participarán más de 14 millones de personas«, algo que es claramente imposible, lógicamente y también físicamente. En primer lugar, en las últimas elecciones presidenciales de 2013, la participación total fue de 15 millones, con 7,2 millones de votos para el candidato de la oposición. Si más de 14 millones de personas participaran en esta ocasión en una consulta convocada por la oposición, eso significaría que TODOS los partidarios bolivarianos han cambiado de bando, algo que es claramente absurdo. Si tomamos como referencia las elecciones a la asamblea nacional de diciembre de 2015, entonces votaron 14,3, de los cuales 7,7 millones por la oposición. En cualquier caso, la oposición afirma que habrá 1900 puestos de votación en todo el país, que dicen que se abrirá de 7 de la mañana a 4 de la tarde, es decir 9 horas. Para que votaran 14 millones de personas se requeriría que hubiera ¡más de 800 votantes cada hora en cada punto de votación, es decir 13 cada minuto o 1 cada 4 segundos en cada punto de votación! La precisión, consistencia y apego a los hechos nunca han sido los puntos fuertes de la oposición venezolana.
El mismo Negal Morales admitió que no había forma de verificar que la gente no votara dos veces o más. Dijo que la gente no «tendrán centro de votación específico» y que eso «pudiera generar votos dobles» aunque añadió que ¡»forma parte de la conciencia cívica no hacerlo»! Para añadir a la naturaleza farcical del proceso, agregó que «los registros de votación se quemarían inmediatamente después del conteo». Ahí lo tienen. El tipo de democracia en la que la oposición venezolana está interesada es aquella en la que lo que cuenta son los resultados declarados, no lo que la gente vota o cuántos votan realmente.
De lo que podemos estar seguros es de que en la misma noche de la «consulta» la oposición venezolana declarará una victoria masiva en la que se afirmará que millones han votado y rechazado la «dictadura» de Maduro. Toda su campaña se basa en su vieja histeria anticomunista. Afirman que si la Asamblea Constituyente va adelante impondrá una «constitución cubana» y ya que es sabido que los Castro-comunistas comen niños para desayunar, eso no puede sino ser algo muy, muy malo. La Asamblea Constituyente servirá, supuestamente, para abolir la propiedad privada (y con eso se refieren no sólo los medios de producción, sino sobre todo SU propiedad personal). Finalmente, la Asamblea Constituyente consolidará la «dictadura de Maduro». ¡Uno pierde la cuenta de cuántas veces se ha consolidado esta dictadura castrista-comunista!
Sobre la base de este «éxito masivo», la oposición ha prometido «iniciar algo que hemos llamado la fase superior de la lucha, que es lo que muchos llaman la calle sin retorno, la calle todos los días, el levantamiento de todo el país: la hora cero nacional.». El vicepresidente de la Asamblea Nacional y líder de la oposición, Freddy Guevara, ha prometido que a partir del 17 de julio habrá «desobediencia civil masiva, … acciones permanentes de mayor contundencia», incluyendo «huelga nacional, trancazos, marchas, toma de Caracas y el cierre de vías durante días», y agregó que si todo eso no hace que»estos locos no entienden que el país no va a avanzar mientras ellos estén ahí», entonces «los militares que retiren su respaldo».
Las acciones de oposición para intentar derrocar al gobierno ya han durado más de 100 días y han implicado disturbios violentos, disparos con arma de fuego contra policías, personas inocentes y partidarios chavistas, el linchamiento y la quemar vivos a chavistas – sospechosos o reales-, el uso de explosivos y lanzacohetes caseros, dispositivos explosivos a control remoto, la toma de un helicóptero para atacar edificios públicos, ataques incendiarios contra escuelas, autobuses, hospitales y proyectos de vivienda social, etc. ¡Uno sólo puede preguntarse qué quieren decir Guevara y los líderes de la oposición cuando hablan de «una fase superior de la lucha» y de usar «acciones de mayor contundencia».
La situación en Venezuela es por lo tanto extremadamente grave y urgente. Las próximas horas podrían ser cruciales.
La oposición reaccionaria representa los intereses de la oligarquía (banqueros, capitalistas y terratenientes) y el imperialismo que está detrás de ellos. Si llegan a tomar el poder lanzarían un paquete de austeridad masiva contra los trabajadores y los pobres venezolanos, con recortes brutales en el gasto público, la abolición de las misiones bolivarianas, la privatización de la vivienda social, la privatización de las empresas expropiadas, la privatización de los servicios públicos re-nacionalizados, la abolición de los principales derechos y protecciones laborales en la Ley del Trabajo, etc. Al mismo tiempo, lanzarían una purga política en todas las instituciones estatales, ministerios y empresas estatales y un asalto total a los derechos democráticos, desatando una campaña de linchamiento contra los chavistas y sus organizaciones.
Por lo tanto, debemos oponernos a su campaña reaccionaria y solidarizarnos con el pueblo trabajador venezolano.
Como hemos explicado en otros artículos, esto no significa que apoyemos las actuales políticas de conciliación de clase del gobierno de Maduro, que son ineficaces para combatir la reacción y al hacer concesiones constantes a la clase capitalista socavan la base social de apoyo al movimiento bolivariano. Incluso ahora, durante la campaña para las elecciones de la Asamblea Constituyente, los llamados «empresarios patrióticos» abogan por la privatización de empresas expropiadas, así como el uso de la Asamblea para «fortalecer los derechos de propiedad privada». Este es el principal punto de la campaña de Oscar Schemel, por ejemplo, que cuenta con el pleno respaldo del empresario y ministro Perez Abad, y a la que se ha dado amplia cobertura en todos los medios estatales. Este camino conduce directamente al desastre.
La única manera de defender las conquistas de la revolución es desatar la actividad revolucionaria y la organización de las masas obreras, campesinas y pobres. Un ejemplo de lo que es posible se puede ver en las campañas organizadas por grupos como la Corriente Revolucionaria Bolivar Zamora (que ha puesto en pie las Brigadas de Defensa Popular) o la Fuerza Patriótica Alexis Vive (que está llamando a un nuevo liderazgo revolucionario).
La ofensiva de la oligarquía debe ser derrotada, pero sólo puede ser derrotada por medios revolucionarios.
El deber de los revolucionarios y de los demócratas consecuentes a nivel internacional es oponerse a los intentos insurreccionales de la oposición reaccionaria y defender los logros de la revolución bolivariana. Tomar una posición «neutral» te coloca objetivamente del lado de la contrarrevolución. Debemos realizar una campaña implacable contra las mentiras de los medios internacionales, denunciar nuestros propios gobiernos imperialistas que apoyan a la reacción en Venezuela en nombre de la «democracia» y los «derechos humanos». Al mismo tiempo, debemos apoyar y alentar a aquellos en Venezuela que están empezando a sacar las conclusiones revolucionarias correctas de esta crisis: no se puede hacer una revolución a medias.