El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pese a que es un día importante, éste se ha convertido en una fecha más en el calendario, sin embargo, frenar la atroz violencia sistemática que vivimos las mujeres en México y el mundo día con día, es una necesidad imperante.
La situación social que cotidianamente enfrentamos como la desigualdad, la opresión, la discriminación y la explotación son el caldo de cultivo perfecto para todos los tipos de violencia que sufrimos, es prioritario movilizarnos este día, y los que sean necesarios, pero con un programa claro para acabar de raíz esta situación.
Los datos sobre la situación que vivimos son escandalosos, los más impactantes son respecto a la violencia feminicida, los asesinatos de mujeres por razones de género, según la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL) durante el 2022 se registraron 4,050 feminicidios en esta región del mundo, alrededor del 70% de las víctimas tenían entre 15 y 44 años, por su parte, las Naciones Unidas señalan que ese mismo año en todo el mundo hubo un total de 89,000 niñas y mujeres asesinadas, la cifra más alta en los últimos 20 años.
Para el 2023 Honduras se posicionó como el primer lugar de feminicidios, teniendo 6 feminicidios por cada 100,000 mujeres; de 2 a 3 mujeres por cada 100,000 en México y Brasil que, por ser países con más población, están en el ojo del huracán. Tenemos el índice más alto en violencia de género de todo tipo, desde el sufrimiento físico, sexual o psicológico, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la arbitrariedad de las autoridades
La violencia contra las mujeres de todas las edades es un problema que no tiene fin, al contrario se incrementa, a pesar del aumento a las sentencias y con castigos más severos en los códigos penales, no se está resolviendo el problema de fondo. El Estado no actúa para dar justicia, quedando en impunidad la mayoría de los casos. Sigue manteniendo su carácter corrupto, la justicia se mueve si aceita con dinero. Sumado a ello, el crimen organizado no ha dejado de actuar y en algunos puntos sigue penetrando al aparato Estatal. Es un secreto a voces la realidad que se vive en cada estado de la república, donde exigir justicia se vuelve muy peligroso.
Los casos que hoy tenemos, como en Oaxaca, que en lo que va del año se han registrado 88 feminicidios, aunado al reciente un caso de dos hermanas, Adriana y Virginia Ruiz, de 35 y 45 años respectivamente, que fueron asesinadas brutalmente después de una jornada de venta de artesanía en la capital de Oaxaca. Además, es preocupante el semáforo rojo que hay en las poblaciones indígenas y pueblos que han sido desplazados por la lucha entre grupos criminales, por ejemplo, en la región Triqui, cien familias han tenido que huir de este conflicto armado que afecta sobre todo a las mujeres, las vulnera y las pone en riesgo.
Recientemente el 4 de octubre la abogada y activista mixe, Sandra Domínguez Martínez, quien se ha destacado en Oaxaca por luchar contra la violencia hacia la mujer, en el 2020 evidencio a más de cien políticos por violentar sexualmente a mujeres indígenas en un grupo de WhatsApp (sierra xxx), digitalizando fotografías sexuales y difundiendo este contenido sin el consentimiento de las involucradas.
Sandra y otras activistas por los derechos humanos, denunciaron pública y formalmente a Donato Vargas, coordinador de delegados de paz, y al pronunciarse contra los casos de feminicidio se puso en riesgo, y actualmente Sandra, encuentra desaparecida junto a su esposo. Exigir justicia en México tiene muchos riesgos, pero el más temido es éste, pues las desapariciones forzadas son la principal amenaza por levantar la voz. Su vida corre peligro ya que en repetidas ocasiones fue amenazada anónimamente por grupos delictivos coludidos con el gobierno, con estos hechos damos por sentada la realidad que vivimos las mujeres en la actualidad, y deja claro que el sistema de justicia burgués no está al servicio y defensa de los pueblos, puesto que hasta ahora solo han servido para ocultar la barbarie que vivimos bajo el capitalismo. Como este caso podemos encontrar miles en todo lo largo y ancho de la república; estamos viviendo una época llena de violencia, lejos de avanzar estamos retrocediendo en el tiempo, esto es solo una muestra más para decir que nada bueno nos espera bajo este sistema y que la única forma de conseguir un cambio para las mujeres es acabando de raíz con el problema.
Cambiemos nuestra realidad, salgamos a luchar a las calles a exigir justicia. Solo unidas podemos hacerlo, no podemos confiar en el sistema de justicia, ya que solo obedece a los intereses del capital. ¡Óiganlo bien!, el Estado burgués jamás representará nuestros intereses como clase trabajadora, ni tampoco nos brindará seguridad, en resumen, no podemos aspirar a una vida digna bajo este sistema. La aprobación de leyes que castigan la violencia machista no nos defiende, ni la Guardia Nacional, mucho menos los cuerpos policiacos o el Ejército, ellos están para salvaguardar la propiedad privada, no la vida de las mujeres que tenemos que salir a buscar el sustento de nuestros hogares, lo poco que se ha logrado no ha sido lo suficiente para erradicar este cáncer en la sociedad. Todos los intentos para acabar con la violencia se pierden en el camino cuando no tenemos un programa claro encaminado a lograr los intereses de nuestra clase. Por ello, los comunistas revolucionarios luchamos por:
- Nos oponemos a cualquier represión por el hecho de ser mujer o tener preferencias sexuales distintas. Debemos erradicar cualquier tipo de acoso, discriminación, violencia fisica o sexual en la sociedad.
- Contra todo tipo de violencia y acoso a la mujer y personas de la diversidad sexual. Por la creación de comités democráticos de estudiantes, profesoras y trabajadoras para combatir esta violencia.
- Justicia para todas las victimas de violencia sexual y feminicidio.
Para cambiar esto, hay que acabar con el sistema capitalista y la estructura que lo sostiene.
Estas condiciones solo cambiaran cuando aceptemos y entendamos la necesidad de la lucha por el comunismo para la emancipación de la mujer, hacemos un llamado a todas las mujeres obreras, estudiantes, campesinas e indígenas a organizarnos y luchar, para cambiar nuestra realidad, para poder aspirar a algo más que solo aceptar y normalizar la violencia que vivimos hoy en día, a no aceptar pequeños bálsamos para el dolor con reformas que no erradican por completo el mal. Queremos y necesitamos algo nuevo para nuestras infancias, una oportunidad de mejorar nuestra vida.
Mujer trabajadora ¡ÚNETE A LA LUCHA! Sólo unificando la lucha en un solo camino con una dirección clara y objetiva podemos lograrlo.
¡POR QUÉ MERECEMOS VIVIR LIBRES Y TRANQUILAS!
¡POR UNA VIDA DIGNA!
¡POR LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER!
¡ÚNETE A LA LUCHA POR EL COMUNISMO!