En las últimas semanas, en medio de la campaña electoral mexicana e iniciando la carrera presidencial en los EEUU, se ha dado una serie de confrontaciones entre diferentes fuerzas que representan parte del poder del imperialismo estadounidense y canadiense contra el gobierno mexicano. Esta campaña deja tan claro como el agua, de qué lado están en las elecciones mexicanas (con la derecha reaccionaria) y que es lo que piensan del AMLO.
AMLO ha dicho hasta el cansancio que el trato que recibe México de los EEUU y Canadá es de iguales, que a su gobierno se le ha tratado con respeto y autonomía. Sin embargo, lo que hemos visto es lo contrario, y no podría ser de otra forma. Toda la historia de las relaciones internacionales entre un país colonizado y gobernado por el poderío económico imperialista no es de iguales sino de sumisión, esta puede llegar a ser más o menos decorosa, pero en el fondo, la bota imperial se impone.
En primera instancia, uno de los periódicos más populares de los EEUU, The New York Times mandó un cuestionario al presidente mexicano pidiendo su opinión sobre supuesto financiamiento del narco en las elecciones del 2018, año en que el actual gobierno ganó las elecciones. Según el periódico estadounidense, la Agencia Antinarcóticos de los EEUU (DEA) tenía una investigación sobre este caso.
Esta acusación inmediatamente fue retomada por los pistoleros mediáticos de la derecha para desatar una campaña en las redes sociales y medios de comunicación financiados por los grupos oligárquicos, diciendo que el actual es un narco-gobierno. La campaña sigue hasta el momento. Con participaciones tan escandalosas como la de Anabel Hernández, la derecha intenta embarrar la mayor cantidad de mierda, no importando que sea una mentira o en su caso no esté demostrado, eso importa poco. Esta misma noticia fue retomada por otras cadenas internacionales para atizar el fuego de la hoguera.
La respuesta de AMLO fue de tachar a este medio de “pasquín inmundo”. Lógicamente que negó todas las acusaciones y dijo que era un ataque contra su gobierno para buscar desestabilizar.
No se había enfriado la arena cuando, “de la nada”, el gobierno de Canadá plantea el reestablecer visa a los mexicanos que quieran entrar a ese país, alegando que son demasiadas las peticiones que está recibiendo de asilo. Es cierto que las discusiones entre los dos países habían iniciado meses antes, pero lo que no es una casualidad es que se dé en este momento, cuando el gobierno mexicano está siendo presionado por parte del gobierno estadounidense. Incluso se piensa que esta medida fue propuesta de los EEUU a Canadá, dada la cantidad de migrantes que comienza a atravesar por sus fronteras.
AMLO dijo al respecto: “nosotros respetamos lo que deciden otros gobiernos porque son gobiernos independientes, libres, soberanos y nosotros vamos a buscar opciones, alternativas, no podemos romper relaciones con Canadá ni con otros gobiernos”.
Atado económicamente y dispuesto a aceptar los golpes bajos
Unos días después, en redes sociales comenzó a circular una noticia que la Secretaría de Relaciones Exteriores la paró en seco. La noticia falsa decía que México estaba pidiendo su incorporación a los BRICS –serie de países encabezado por China, Rusia y la India, que se han convertido en un polo de oposición capitalista, al imperialismo tradicional occidental–.
La noticia era inverosímil si uno toma en cuenta el nivel de integración que tiene la economía mexicana a la estadounidense, pero llama mucho la atención en el momento que surge esta fake news, justo en los días donde se da esta confrontación con el gobierno norteamericano y canadiense. Lo más llamativo es la respuesta de la secretaria de Relaciones Exteriores:
“México no ha solicitado su ingreso al grupo de los BRICS”, precisó la SRE y agregó que “México sigue con interés el desarrollo del bloque por el peso económico de las naciones que lo conforman y de los intercambios bilaterales que nuestro país mantiene con sus miembros” (https://www.forbes.com.mx/sre-desmiente-rumores-sobre-supuesta-candidatura-a-los-brics/) (Forbes Staff, marzo 3, 2024)
Ya AMLO, un año antes, el 8 de agosto de 2023, lo dijo en una de sus mañaneras:
“Nuestra propuesta es fortalecer el tratado con Estados Unidos y Canadá, consolidarnos como región, fortalecernos, ayudarnos mutuamente, complementarnos. Que se comparta la inversión, la tecnología; algo que es fundamental, la fuerza de trabajo, las capacidades de los obreros, de los tres países, que se mejoren los salarios, y que se consolide América del Norte”.
Viendo en su conjunto el trato que hay de parte de los dirigentes de las potencias imperialistas y lo que dice el AMLO, pareciera que hay una relación toxico dependiente, dónde se está dispuesto a soportar de todo con tal de mantener la dinámica económica en la región. ¡Como si esto fuera del todo benéfica para todas las partes!
La contradicción fundamental es la división del mundo bajo el dominio del capital
Desde que el capitalismo se ha establecido a nivel internacional como el modo de producción dominante, se ha acentuado un proceso de desarrollo desigual. Los países de capitalismo avanzado no les interesan que todos los demás tengan el mismo desarrollo que ellos, por el contrario, han mantenido a los demás países en un atraso secular a todos los niveles. Permitiéndole, por medio de tratados, la intervención económica y militar, a los más poderoso en los territorios que, supuestamente, deberían de gozar de autonomía y respeto.
Recordemos brevemente, y sin querer entrar en detalles, algunos de los tratados de México con EEUU. Comencemos con el Tratado McLane-Ocampo, firmado en 1859, el cual estableció en su 1er artículo que las mercancías y ciudadanos estadounidenses poseían el derecho de transitar por el Istmo de Tehuantepec a perpetuidad. En el 5° decía que el ejército de los EEUU podía intervenir “a petición” del gobierno mexicano para defender puertos y rutas. También estableció que el gobierno podría actuar sin consentimiento en caso excepcionales… Por citar alguno de sus artículos.
Otro tratado famoso, como el de Bucareli, negociado en el gobierno de Álvaro Obregón, en 1923, planteaba la eliminación del articulo 27 de la constitución el cual habla de la soberanía nacional y la apropiación de parte de la nación del suelo, subsuelo y litorales. Las empresas estadounidenses exigían que se pagara sus tierras requisadas en la revolución, que el gobierno reparara las perdidas de las empresas de ese país, además de que se les garantizar el seguir explotando el petróleo.
Esta actitud saqueadora y tutelar no solo queda en la historia, ahora mismo, gracias a los Tratado de libre comercio y al T-Mec, el imperialismo norteamericano y el canadiense disponen de recursos naturales y minerales del país a manos llenas, sin que ninguna autoridad mexicana pueda frenarlo. Cualquier querella se discute en cortes internacionales donde las grandes empresas tienen la ventaja.
Ha llegado el colmo de este control de los gobiernos imperialistas y de los grandes capitales internacionales, que, por ejemplo, ahora, el gobierno de los EEUU decide que empresas pueden venir a invertir en México, para exportar a EEUU, cuidando que el capital chino no invierta en México y luego exporte sus mercancías a EEUU sin pagar impuestos. Para encubrir el descaro, integran una comisión con gente del gobierno de México, los cuales no deciden nada, sólo aceptan.
Es muy claro que el trato que recibe el gobierno mexicano por parte de empresas y gobiernos imperialistas es de subordinación. Exigir respeto no basta, se tiene que luchar contra ese dominio, pero se puede lograr una victoria rompiendo los lazos que nos atan a su dominio, es decir, trasgrediendo el capitalismo. AMLO ha incrementado la intervención imperialista en el país, con esto la dependencia de México con respecto a la economía norteamericana. En esta política no se puede encontrar un gramo de soberanía, por más que se hable de ella y se pida.
Una verdadera política revolucionaria implicaría un plan de lucha revolucionario en México y EEUU, nuestros destinos, los de la clase obrera y la juventud en México y EEUU esta unida, pero no en torno al capitalismo, sino a la lucha por el socialismo.