Andreu Nin no sólo fue un dirigente revolucionario de primer orden, fue también un importante teórico. Hoy publicamos una obra inédita escrita en 1926 sobre el movimiento nacionalista catalán. Este estudio tiene un gran valor para los comunistas en la actualidad, cuando la cuestión nacional catalana no da visos de amainar. Estamos llamados a estudiar este problema y profundizar en su historia. Este documento es un aporte valioso para este esfuerzo.
Prólogo de Arturo Rodríguez
Como correctamente señala Andreu Nin al inicio de este trabajo, la cuestión nacional ha sido desde hace más de un siglo una pesadilla para el Estado burgués español y su clase dominante. Sólo hace falta observar la reacción histérica de la derecha y del aparato de Estado contra la ley de amnistía pactada por Pedro Sánchez con los independentistas catalanes para comprender la gravedad de este problema. La raíz de esta situación es la absoluta incapacidad de la atrasada clase dominante española para unificar de manera armoniosa la Península. No pudiendo atraerse o satisfacer democráticamente las reivindicaciones nacionales de los vascos, catalanes y gallegos, sólo puede someterlos a la fuerza. España se ha mantenido unida a tiros y culatazos. Para entender la cuestión nacional hoy es preciso echar la vista atrás, hacia las diferentes fases de unificación del Estado español, los sangrientos jalones de este proceso y los orígenes de los movimientos nacionalistas modernos a finales del siglo XIX.
Andreu Nin
Esto es precisamente lo que hace en este texto de 1926 sobre el nacionalismo catalán Andreu Nin, el teórico marxista más importante de la historia de Cataluña. Nacido en 1892 en el Vendrell, al norte de Tarragona, Nin militó en su juventud en la Unió Federal Nacionalista Republicana, partido catalanista de izquierdas, para pasar más tarde al Partido Socialista, donde polemizó con sus dirigentes catalanes, en particular con Fabra Ribas, por su actitud hostil hacia el catalanismo. Más tarde, en 1919, en una fase de fuerte agitación social marcada por la huelga de la Canadenca, se afilió a la Confederación Nacional del Trabajo, la CNT. Esta organización anarcosindicalista irrumpió en estos años como verdadera fuerza de masas, dirigiendo grandes luchas como la huelga de la Canadenca en Barcelona. En aquel entonces, la CNT se postulaba como la fuerza más revolucionaria en España y Cataluña, identificándose con la Revolución rusa y los bolcheviques. A pesar de ser un intelectual de origen social pequeñoburgués (era profesor por formación y se labró un nombre como periodista), Nin, gracias a sus capacidades organizativas e intelectuales y su pleno compromiso con la causa de los obreros, ascendió al cargo de secretario nacional de la CNT a finales de 1920 o comienzos de 1921. Su paso por la Confederación coincidió con una fase de durísima represión contra el movimiento obrero catalán. Nin mostró un enorme coraje tratando de reorganizar el movimiento en condiciones de clandestinidad.
En el verano de 1921, viajó a la Rusia soviética junto con otros cuatro delegados cenetistas (Maurín, Arlandis, Ibáñez, Leval) para representar a la CNT en el congreso fundacional de la Internacional Sindical Roja, vinculada a la Internacional Comunista. Allí quedó impresionado por la obra de la revolución y por sus dirigentes, los bolcheviques. Bajo la influencia de personalidades como Lenin y Trotsky, abandonó el anarquismo, que, en realidad, había asimilado sólo superficialmente, y abrazó el marxismo. Tras una tentativa frustrada de regresar a Barcelona (fue detenido en Berlín en el otoño de 1921), acabó asentándose en Moscú, donde llegó a convertirse en el segundo dirigente más importante de la Internacional Sindical Roja, superado sólo por su secretario general, Solomon Lozovsky. Fue también un cuadro importante de la Internacional Comunista, y realizó varios viajes por Europa como emisario político. Al desatarse la lucha entre Stalin y la Oposición de Izquierdas de Trotsky, Nin se posicionó decididamente del lado de ésta desde su surgimiento, en 1923. A pesar de las presiones de Lozovsky para que claudicara, Nin se mantuvo fiel a sus principios, lo que le valió su remoción de la dirección de la Internacional Sindical Roja en 1928. Tras dos años de agónica incertidumbre, acosado y perseguido por la burocracia estalinista, pudo escapar de Rusia y regresar a Cataluña en 1930. Organizó a los seguidores de Trotsky en España bajo las banderas de la Izquierda Comunista, aunque, tras varias polémicas, acabó rompiendo a finales de 1934 con su maestro. La causa principal de la ruptura fue la negativa de Nin de intervenir en las Juventudes Socialistas, organización de masas que estaba escorándose hacia la extrema izquierda, desoyendo a Trotsky y prefiriendo fundirse con el grupo, pequeño y ecléctico, de Joaquín Maurín y formar el Partido Obrero de Unificación Marxista, el POUM, en 1935. A pesar de su política equivocada de colaboración y contemporización con la coalición reformista gobernante del Frente Popular, el POUM, bajo la dirección de Nin, se postuló como la fuerza más a la izquierda durante la Revolución y Guerra Civil española. Esto le convirtió en el blanco de la furia de los estalinistas, cuya política durante la guerra era de defensa de la legalidad burguesa y de la propiedad privada, en un intento de Stalin por ganarse la confianza de los gobiernos capitalistas de Francia y Gran Bretaña. Tras la insurrección espontánea del proletariado barcelonés en mayo de 1937, Nin fue secuestrado por los servicios secretos estalinistas, torturado y asesinado cerca de Alcalá de Henares.
Francesc Macià, Andreu Nin y el “pacto de Moscú”
Nin no sólo fue un dirigente revolucionario de primer orden, fue también un importante teórico. Hoy publicamos una obra inédita escrita en 1926 sobre el movimiento nacionalista catalán. Este estudio tiene un gran valor para los comunistas en la actualidad, cuando la cuestión nacional catalana no da visos de amainar. Estamos llamados a estudiar este problema y profundizar en su historia. Este documento es un aporte valioso para este esfuerzo. Nin aborda el fenómeno desde la perspectiva del materialismo histórico, explorando las raíces económicas de la cuestión nacional catalana, cuyo origen moderno se encuentra en el desencaje entre la Cataluña burguesa y capitalista y un Estado español atrasado, dominado por las élites agrarias castellanas. Aunque en el texto se hacen algunas afirmaciones que hoy en día pueden sonar algo imprecisas o simplistas, las ideas principales de esta obra son acertadas. Hay que tener en cuenta que este documento era un borrador seguramente inacabado, que le fue requisado por la policía durante un viaje a París. A su vez, el manuscrito original fue transcrito por la policía española, lo que explica algunos de los gazapos del texto. Esta transcripción policial se puede encontrar en el fichero policial de Andreu Nin en el Archivo Histórico Nacional (fondos policiales históricos, legajo 394).
Políticamente, el texto contiene algunas debilidades. Correctamente, Nin denuncia a la burguesía nacionalista catalana, organizada en aquella época en la Lliga Regionalista, que usaba, y usa, el catalanismo cínicamente para obtener concesiones de Madrid. Sin embargo, los epígrafes finales, los más importantes, tienden a exaltar a la figura de Francesc Macià, dirigente del nacionalismo pequeñoburgués organizado a la sazón en el partido Estat Català. Nin tenía razón en señalar el papel progresista de este movimiento, enzarzado en aquellos años en una lucha sin cuartel con la dictadura de Primo de Rivera. Sin embargo, tanto entonces como en nuestros días, el nacionalismo pequeñoburgués es incapaz de conquistar la autodeterminación de Cataluña. La pequeña burguesía es una clase intermedia entre el proletariado y la burguesía, y oscila entre ambos. Aunque puede dar giros bruscos hacia la izquierda, tenderá en los momentos críticos a vacilar y capitular, sobre todo cuando el poderoso Estado español enseña los dientes. Eso sucedió en Cataluña en abril de 1931, cuando Macià se plegó ante Madrid tras haber declarado el Estado catalán, y, nuevamente en 1934, cuando su sucesor, Lluís Companys, ante el triunfo de la derecha en Madrid, hizo una proclamación puramente simbólica de la independencia catalana para claudicar sin ofrecer resistencia. Sigue siendo cierto en nuestros días: basta sólo recordar la actitud vacilante y cobarde de Puigdemont y su gobierno en los momentos críticos de septiembre y octubre de 2017. A su vez, aunque los dirigentes pequeñoburgueses puedan apelar a la clase obrera y adoptar una retórica izquierdizante, ante la intervención revolucionaria del proletariado tienden a acobardarse. Esta duplicidad la expresó el propio Macià a mediados de los años 1920:
“Estos elementos (sindicalistas, anarquistas, comunistas), ¿lucharán con toda su alma para derrocar al gobierno y al régimen? Sí, pero más que por otra cosa para derrocar el estado social existente. Por eso se puede temer de ellos que una vez empezada la lucha no se detengan allí donde se haya convenido de hacerlo… Con los primeros logros… se dejarán llevar por los odios de clase que con mucha parte de razón tienen enganchados en el fondo de su alma.” (citado en Ucelay-Da Cal y Escúlies, Macià al país dels soviets, 2015).
En el Estado español, la lucha por la libertad de los catalanes, vascos y gallegos es una tarea revolucionaria, que debe ser encabezada por la clase más revolucionaria de la sociedad, el proletariado. Los comunistas no pueden dar la espalda a los agravios nacionales de los pueblos oprimidos, pero tampoco deben fundirse o subordinarse a los nacionalistas pequeñoburgueses. En realidad, nuestro objetivo debe ser disputarles la dirección del movimiento, alzando la bandera de la autodeterminación, pero vinculándola a reivindicaciones sociales y democráticas más amplias. Nin no explica claramente esta dinámica, elogiando de forma algo exagerada la combatividad de Estat Català.
Para entender las debilidades del texto, hay que contextualizarlo. Como explica Nin, Francesc Macià fue radicalizándose a lo largo de los años 1910, rompiendo con la Lliga y asumiendo tesis abiertamente separatistas. Durante la dictadura de Primo de Rivera, planteó una lucha insurreccional contra el régimen. Para lograr derribar la dictadura, buscó una alianza no sólo con los nacionalistas vascos y gallegos, sino también con el movimiento obrero, en concreto con la CNT y el Partido Comunista de España, el PCE. Con la esperanza de recibir fondos e incluso armas soviéticas, y afianzar su pacto con los comunistas, Macià viajó a Moscú en noviembre de 1925. Allí, Nin actuó de cicerón y estuvo presente en la reunión de Macià con el dirigente de la Internacional Comunista Nikolái Bujarin. Las conclusiones de estos encuentros se plasmaron en el llamado Pacto de Moscú, que tenía como objetivo práctico el derrocamiento revolucionario de Primo de Rivera, y como ejes programáticos la abolición de la monarquía, la formación de una república federal, la retirada de España de Marruecos y el derecho de Cataluña y Euskadi a la independencia.
Sin embargo, el pacto quedó en agua de borrajas, tanto por las divisiones internas entre nacionalistas, anarquistas y comunistas como por los cambios en la Internacional Comunista (su secretario general, Zinoviev, estaba en aquel momento siendo desplazado por Bujarin en alianza con Stalin). Un año más tarde, en noviembre de 1926, Estat Català intentaría, sin éxito, llevar a cabo la insurrección solo, en los sucesos de Prats de Molló. Este documento de Nin fue escrito unas semanas después de la firma del pacto. Estaba dirigido, se sobreentiende, a los lectores soviéticos, y representa un intento de justificar y explicar este pacto. Por lo tanto, puede entenderse su esfuerzo de exaltar a Macià y el potencial revolucionario de la alianza. A pesar de este ligero sesgo, consideramos que el texto merece ser leído por los comunistas en la actualidad. Las conclusiones de Nin, de que “las masas populares de Cataluña acabarán por comprender que solamente una república soviética federativa puede encontrar una solución plenamente satisfactoria a la cuestión Nacional” es totalmente cierta y mantiene su actualidad. Ese debe ser nuestro objetivo.
INFORMACIONES DE PARÍS – ÁLVAREZ – COPIA DE UN TRABAJO SOBRE CATALUÑA HECHO POR ANDRÉS NIN, EL CUAL SE LE HA ENCONTRADO EN EL MOMENTO DE SU DETENCIÓN EN PARÍS EL 13-1-26
La cuestión nacional en España – El problema catalán
Para la inmensa mayoría de los lectores rusos España es un país exótico donde se ignora casi todo y las características y la historia para el público en general, es que se trata de país de los Monjes, de Carmen y de los Toreros.
Por lo que respecta a los militantes revolucionarios (hacemos excepciones necesarias) sus nociones no son mucho más precisas. Pero si bajo todos sus aspectos España es desconocida, es además completamente ignorada cuando se trata de la cuestión nacional (y sin embargo esta cuestión es uso del último cuarto de siglo). Constituye, con el movimiento obrero, una de las causas fundamentales de las agitaciones políticas y sociales acaecidas durante los últimos años, y uno de los motivos más serios de intranquilidad para los gobernantes.
La cuestión nacional en España puede ser comparada, por su importancia, a la de Polonia bajo el régimen zarista y a la de Irlanda por la Inglaterra actual. El movimiento nacional abarca Vizcaya y Cataluña, los dos centros industriales del país, y se inicia ya en Galicia, región campesina del Norte limitante con Portugal. No nos ocuparemos más que de lo importante o sea del problema de Cataluña dejando para otra ocasión el examen de la cuestión de Vizcaya, que ocupa el segundo lugar.
Origen del Estado español
En el curso de la lucha secular de la Península Ibérica contra la dominación árabe pequeños estados independientes se fueron creando en los territorios sucesivamente reconquistados. El poder de la Nobleza, que había desempeñado un papel preponderante en la reconquista, se vio decaído enormemente. Por otra parte, como señala Marx (Marx dice: Ver Ispanskaia Revolutsia, serie de artículos publicados en 1854 en el New York Tribune que acaba de ser reunido por primera vez por el Instituto Marx y Engels en el tomo [?] de las obras de los dos grandes teóricos socialistas. De este trabajo de Marx, único en su género y que revela un conocimiento asombroso, por su profundidad y su extensión de la Historia de España, es del que nos servimos principalmente en nuestro estudio.) las ciudades de interior del país adquieren una significación más considerable de día en día, como consecuencia de que los habitantes se ven constreñidos a vivir juntos en los sitios fortificados para su defensa de los ataques de los moros. Por otra parte, las ciudades comerciales y marítimas importantes han sido creadas en la costa como continuación de las relaciones constantes establecidas con Italia y Provenza. En el siglo [¿XIV?] las ciudades desempeñaban un papel predominante en las Cortes que estaban compuestas de representantes de las ciudades, del clero y de la nobleza. Todo el siglo XVI es domando por las luchas constantes entre la sociedad feudal y la Monarquía.
El Estado español no se formó hasta la mitad del siglo XV, como consecuencia del casamiento de Fernando V el Católico, Rey de Aragón, con Isabel Iª Reina de Castilla por la unión de todos los Estados independientes bajo una misma corona. Pero esta Monarquía no era todavía más que una Monarquía feudal.
Solamente fue bajo el reinado de Carlos I, que los ataques decisivos se dirigieron contra las Cortes y las municipalidades para transformar esta monarquía feudal en una monarquía absolutista. Esta transformación se vio favorecida por la aleación insignificante entre los países independientes y por la habilidad del Rey que supo aprovechar las rivalidades existentes entre la nobleza y las municipalidades para derrotar las unas y las otras. El aliado natural de la monarquía fue la Iglesia que utilizando el arma terrible de la Inquisición se volvió en instrumento ciego del absolutismo. Sin embargo, resto[s] de antiguas libertades sobrevivían un poco en todas las provincias dominadas (y el centralismo estaba y está lejos todavía hoy) y odios profundos se implantaron en un país donde el absolutismo había sin embargo aparecido antes que en los otros estados feudales y bajo las formas más violentas. [¿]Cómo puede explicarse este hecho extraordinario? Marx da una respuesta terminante. (Marx y Engels, Obras, tomo XI, páginas 475-477, Ediciones del Instituto Marx y Engels).
En todo el siglo XVI bajo los odios de las clases feudales en lucha, la aristocracia y las ciudades formaron grandes monarquías. En los otros grandes estados de Europa, la monarquía absoluta se presenta como el centro civilizador, como el portador de la unidad común. Ella fue el laboratorio donde los diferentes elementos de la sociedad se mezclaban y se fusionaban a tal punto que para las ciudades se hacía imposible de cambiar su independencia y autonomía local mediocre contra la superioridad general de la burguesía y el reinado de la sociedad burguesa. En España la aristocracia, al contrario, cae de la manera más profunda sin perder sus más viles privilegios, cuando los pueblos perdían su poder ínfimo, no adquirían ninguna de las influencias contemporáneas.
Desde la época de la formación de la monarquía absoluta los pueblos han vegetado en un estado continuo de sumisión. No es nuestro objeto aquí explicar las condiciones políticas y económicas que hubieron destruido el comercio, la industria, la navegación y la agricultura de España. Para el objeto que nosotros nos proponemos es suficiente señalar: A medida que la vida comercial e industrial de los pueblos declinaba el cambio interior disminuía, las relaciones entre los habitantes de provincias separadas se restringían[,] los medios de comunicación fueron abandonados. Y la vida local de España, la independencia de sus provincias y comunas, las particularidades sociales nacidas de la estructura geográfica del país[,] su desenvolvimiento dependiente de la manera por la cual la provincia en particular se emancipaba del yugo de los moros y formaba pequeñas provincias independientes que acababan por reforzarse gracias a la revolución económica de la actividad nacional.
La monarquía absoluta encontrando en España una materia que, por su naturaleza misma se oponía a la centralización, hizo todo lo que estaba de su mano para impedir el crecimiento de los intereses sociales, determinando con ellos la división nacional y la pluralidad de relaciones industriales, de esta manera, destruía la única base sobre la que podía estar fundado un sistema uniforme de dirección (gobierno) y una legislación general.
He aquí por qué la monarquía absoluta en España puede ser clasificada casi en el mismo grado que el despotismo asiático que, comparado con otros gobiernos absolutos de Europa con los cuales aquella no tiene más que semejanzas muy limitadas, la Estaña es exactamente como Turquía un conglomerado de provincias mal gobernadas con un Soberano nominal a la cabeza.
Formación Histórica de la nación catalana
La raza catalana
Las cuestiones de etnología son las más difíciles y las más confusas. Los hechos considerados como pruebas y las clasificaciones étnicas que estaban generalmente admitidas, han sido destruidas en el transcurso de los últimos años.
En lo que concierne a los primeros habitantes de la península Ibérica y las razas primitivas que han tenido su origen a través de las invasiones y las mezclas sucesivas de la población peninsular, las hipótesis y las teorías son muy abundantes.
En lo concerniente a Cataluña, las investigaciones más serias permiten afirmar que el nudo fundamental de la raza catalana se encuentra en el Etnos Ibérico que se descubrió 500 años antes de la era cristina entre Murcia y el Rhone a lo largo de la costa Mediterránea y que estaba en contacto al sur con los libiofenicios de Andalucía oriental y al norte, con los ligurios de Provenza. Así los antiguos historiadores llaman Iberia al territorio oriental de la Península. La denominación de Iberia por toda la Península no se empleó hasta más tarde por los romanos. El territorio de la raza Ibérica estaba abierto a las incursiones de otras tribus. Pero pronto, la parte septentrional fue invadida por los ligurios y la parte meridional por los [¿cartagineses?] de donde resulta una reducción geográfica ocupada por los íberos, es decir los antiguos catalanes. A continuación, fueron las colonizaciones comerciales de los fenicios y los griegos y las invasiones militares de los cartagineses, de los romanos y de los árabes. Fue la dominación romana quien dejó la huella más profunda. Esta influencia predominantemente romana fue apenas alterada por la invasión gótica y menos aún por la invasión árabe. Por eso Cataluña quedó en un pueblo latino. La raza catalana está pues compuesta de la combinación de dos elementos principales: el ibérico y el romano.
Continuará.
INFORMACIÓN DE PARÍS. – ÁLVAREZ 26 de enero de 1926 COPIA DE UN TRABAJO SOBRE CATALUÑA HECHO POR ANDRÉS NIN EL CUAL SE HA ENCONTRADO EN EL MOMENTO DE SU DETENCIÓN EN PARÍS EL 13 DE ENERO DE 1926 CONTINUACIÓN=
Cómo se ha formado la nación catalana
Dos siglos de dominación romana, había[n] hecho desaparecer la raza y la civilización ibéricas. Pero con la caída del imperio de Roma, la vieja populación ibérica resurgió de nuevo. El hecho de que las fronteras de la lengua catalana eran las mismas del antiguo etnos ibérico, demuestra que no se trataba de una simple diversificación de la España romano-gótica; pero el origen del Estado catalán propiamente dicho, es una consecuencia (como para los otros Estados de la península) de la expulsión de los moros.
La reconquista fue iniciada en las montañas pirenaicas de Montgrouy; pero no fue completada hasta la ayuda de los francos que invadieron Cataluña hacia el fin del VIII siglo, expulsaron a los musulmanes, fundaron la marca hispánica y designaron a los Condes encargados de gobernar los diversos Condados que componían esta última. Estos Condados son el origen histórico del Estado catalán de la Edad Media. Hacia el fin del siglo X, los Condados catalanes, emancipados de los emperadores francos llegan a ser independientes, y el Condado de Barcelona obtiene la hegemonía, llegando a su vez a Principado de Cataluña.
En el año 1150 Cataluña y Aragón se unían para constituir la Confederación catalano-aragonesa, y en el seno de la cual los dos países conservan su autonomía. No obstante, la hegemonía era ejercida por Cataluña, cuyos Condes-Reyes llegaron a ser los jefes de la Confederación. Los altos cargos dirigentes del Estado estaban casi exclusivamente ocupados por los catalanes. El desarrollo del comercio y de la marina, hacen de Cataluña una potencia marítima. Su potencia se extiende, como consecuencia de los matrimonios reales y de las conquistas por el Mediodía de la Galia, las Islas Baleares, Valencia, Murcia, Norte de África, las tierras italianas, griegas y otomanas.
Cataluña lucha durante más de un siglo contra el Papa y Francia para obtener la preponderancia en el Mediterráneo de la que llega a ser la primer[a] potencia.
Por su situación geográfica privilegiada, por la importancia de su comercio, por el desarrollo de sus comunicaciones, Cataluña era, durante este periodo, un emporio de riqueza y de cultura.
Cataluña e Italia, ha dicho un escritor catalán contemporáneo, Eugenio d’Ors, fueron las dos primeras Naciones surgidas del caos de la Edad Media. Durante este periodo, el término geográfico España, no era empleado más que para designar las tierras meridionales y centrales de la Península.
¿Cuál era la Constitución política y social de la Cataluña de la Edad Media? Bajo las formas del régimen feudal reinante en Cataluña como en otras partes, aparecen ya visiblemente los gérmenes de la sociedad burguesa. Mientras que el servilismo dominaba el régimen local de Barcelona constituía bajo este aspecto un verdadero modelo. El Consejo de los Ciento, órgano municipal compuesto de cien consejeros, hizo de la capital catalana una verdadera República municipal. Los reyes se veían obligados a respetar los privilegios de las ciudades; la falta de cuyos privilegios ocasionaba conflictos, a veces muy serios. Estos conflictos llegan a ser más frecuentes después del advenimiento de la dinastía castellana, cuyas tendencias absolutistas hurtaban la aproximación de los catalanes a sus libertades municipales.
Por otra parte, del Parlamento formado por los brazos o Estados eclesiástico-militar (nobleza) y Real (ciudadanos), existía un órgano permanente de gobierno llamado Diputación general, compuesto de seis miembros representantes de los tres estados parlamentarios.
Las libertades civiles eran muy amplias. El domicilio inviolable. Se podía circular libremente sin ningún pasaporte. El servicio militar era obligatorio solamente en el interior del país. La tenencia de armas era libre. Las tendencias a la teocracia no existían. Cataluña fue más bien un país tolerante bajo el punto de vista religioso. Los judíos, que desempeñaban un gran papel en la actividad comercial del país, eran protegidos, mientras que en Castilla sólo eran objeto de terribles persecuciones. La Inquisición, importada de Castilla, fue siempre antipática a los catalanes; los inquisidores eran exclusivamente castellanos.
Las tendencias hacia [el] absolutismo y al centralismo, que hacia la mitad del siglo XV empezaban a manifestarse en todos los Estados para triunfar plenamente al principio del siglo siguiente, encuentran su expresión en la península dentro de la dinastía castellana, llegando a ser fatales a las libertades locales de Cataluña. El advenimiento al trono de uno de los reyes castellanos, Fernando de Antequera, señala el principio de la política de absorción. La unión de Castilla, de Cataluña y de Aragón bajo la corona de Fernando el Católico y de Isabel, señala el triunfo del absolutismo y de la política de unificación. El Estado español está formado sobre las ruinas de los antiguos privilegios locales. Ya hemos hecho alusión más arriba, apoyándonos en Mar[x], de las características específicas del absolutismo español, más comparable, vista la apreciación del fundador del marxismo científico, al despotismo oriental que a las monarquías europeas de la época. La monarquía absoluta llega, en efecto a ser un obstáculo para el desarrollo de las fuerzas económicas del país; los judíos, que se consagraban exclusivamente al comercio, son expulsados. El descubrimiento de América fue fatal para Cataluña que era una potencia mediterránea. Pero las consecuencias de este gran descubrimiento hubieran sido, totalmente o en parte, reparadas si la monarquía absolutista no hubiera prohibido, bajo pena de muerte, el comercio de los antiguos habitantes de la Confederación catalano-aragonesa con el Nuevo Mundo para reservar el monopolio a las provincias del centro y del sur de España.
Cataluña fue arruinada económicamente, y desde el principio del siglo XVI su decadencia es visible. Los catalanes perdieron el comercio del Mediterráneo y se vieron en la imposibilidad de dirigir sus barcos hacia nuevos mares. Su comercio fue restringido en el Mediterráneo, el cual quedaba fuera de las grandes rutas marítimas; y que por otra parte llego a ser en extremo peligroso debido a que los turcos eran los amos de su parte oriental y como consecuencia de la extensión tomada por la piratería. Pero Castilla, al arruinar a Cataluña, se arruinó a ella misma. Los catalanes hubieran sin duda alguna creado en el Nuevo Mundo un comercio floreciente, servido por una poderosa marina mercante. Castilla no hizo otra cosa que exportar a América el despotismo asiático y la religión católica e importar el oro del cual volvían cargados los buques. Castilla fracasó en su intento de colonización, pero no por eso dejó menos de continuar su política de unificación, favorecida por las tendencias generales de Europa sobre la base de las leyes y de la lengua de Castilla, que proclama lengua española. Esta política de asimilación se presta una resistencia enérgica de Cataluña y de Portugal, las dos naciones comerciales y marítimas de la península. Esta misma resistencia prueba la culminación dramática de los acontecimientos de junio de 1640 durante los cuales millares de funcionarios castellanos fueron destrozados por el pueblo de Barcelona revolucionario y por los campesinos venidos a la capital. Estos acontecimientos fueron la señal del levantamiento general de Cataluña y Portugal. Éste último país ganó su independencia; Cataluña se anexionó voluntariamente a Francia y los franceses y catalanes unidos vencieron a los ejércitos de Felipe IV. Pero las discusiones que surgieron entre los primeros, hicieron cambiar completamente el aspecto de la lucha. Por el tratado de los Pirineos, concluso en 1652, Cataluña fue reintegrada a España y la regiones ultrapirenaicas (Rousillon, Vallespir, Capcir y la mitad de Cerdeña) fueron incorporadas a Francia. Pero Cataluña acertó a conservar una parte de sus instituciones autónomas; sin embargo, se derrumbaron totalmente al principio del siglo [XVIII] como consecuencia del desenlace en favor de Felipe V y de la guerra entre este último y Carlos de Austria por la sucesión a la corona de España y durante la cual los catalanes tomaron parte a favor de éste último. La caída de Barcelona el [11] de septiembre de 1714 después de una lucha sangrienta de trece meses contra las tropas francesas y castellanas aliadas, marcó el fin de los restos de autonomía que Cataluña había acertado a conservar y el principio de autonomía que Cataluña había acertado a conservar y el principio de la política de unificación y asimilación que se sigue hasta nuestros días.
Cataluña acabó por someterse; durante más de un siglo el decaimiento del país fue completo; a la sombra de una protesta o de una revolución, Cataluña llegó a ser un país monárquico, españolista y fanático bajo el punto de vista religioso; tanto es así, que las tentativas de los revolucionarios franceses para atraerse a los catalanes a su lado y para unirlos con ellos en tal lucha contra el absolutismo español no tuvieron ningún eco en Cataluña. Con este fin, varios agentes fueron enviados en 1791. Uno de estos agentes no era otro que Robespierre en persona, el cual llevaba en su maleta la Constitución francesa traducida en catalán. Algunos revolucionarios, como por ejemplo el general Dugommier, preconizaban la anexión de Cataluña; pero el comité de salud pública se había opuesto a la realización de estos proyectos, que consideraba como una violación de las fronteras naturales. El convencional Couthon, en una memoria, proponía la transformación de Cataluña en una república independiente a la que infiltraría él “el genio de la libertad”, el desprecio de las tonterías españolistas y la dignidad de la república. Pero ya le hemos visto; todos estos proyectos no encontraron ningún eco en Cataluña.
Únicamente hacia la mitad del siglo XIX con el levantamiento de la economía catalana, es cuando el movimiento en Francia a favor de la independencia regional, hace su aparición.
La lengua catalana
Como consecuencia de la dominación romana que puso raíces muy profundas en el territorio de la antigua Cataluña, el latín llegó a ser la lengua general del país. A partir del siglo VII, en los países que pertenecieron al imperio romano, la diferencia entre el latín y la lengua vulgar es tan pronunciada, que bajo esta última denominación se oculta la existencia de lenguas nuevas muy alejadas del latín.
La lengua romana que estaba en formación, presentaba, al principio del siglo IX que los neustrianos, los borgoñes, los provenzales, así como los italianos y los catalanes comprendieran la lengua románica del noreste de Francia. Algunos siglos después esto no hubiera sido posible, cuando cada uno de estos pueblos hablaban una lengua propia y diferenciada.
La evolución del romano, las grandes unidas de lenguas, se forman en el territorio invadido por [los] bárbaros. Los territorios comprendidos en un mismo Estado tendían a unificar su lengua; los territorios pertenecientes a organizaciones políticas diversas, tenían a separarse de este último punto de vista. Por eso es por lo que la Galia meridional y Cataluña que desde la caída de Imperio romano habían casi siempre formado parte de la misma unidad política tuvieran hasta el siglo VIII una verdadera comunidad de lengua. No se trataba, sin embargo, de una misma lengua. Entre el provenzal (lengua del sur de la Galia) y el catalán había diferencias muy pronunciadas, aunque se trataba de dos lenguas hermanas. La lengua catalana propiamente dicha existía ya en el siglo VIII. Su formación se completó hacia el siglo IX, pero no fue empleada en la escritura que hasta mucho más tarde. Los primeros documentos escritos en catalán aparecen a fin del siglo XI.
El máximum de desarrollo de la literatura catalana se alcanza en la Edad Media. La lengua catalana, vino a ser instrumento científico en el momento, donde en los otros países no se empleaba más que el latín y fue conocida por los escritos y los sabios de la Europa latina y occidental. Los nombres más brillantes de esta época son los filósofos Ramon Llull, Francisco Eximenis, Arnoldo de Villanova, Anselmo Turmeda, los historiadores Ramón Muntaner y Bernardo Desclot, el novelista Juan Martorell, los literatos Bernardo Metge y Antonio Canals, los poetas Ausias March, Jordi de San Jordi y Ruíz de Cornellà. Los escritores y los sabios catalanes era[n] figuras plenamente europeas; su producción era traducida a otras lenguas.
La decadencia del catalán como lengua literaria es paralela a la castellanización del país. Los escritores catalanes, desde el advenimiento de Felipe V no emplean más que la lengua oficial; el catalán es desterrado de todas las instituciones públicas. Pero, a pesar de la obra tenaz de asimilación, la lengua catalana es, siempre, aun en el periodo de sumisión absoluta y de abyección, la única lengua hablada en los países. Más adelante hablaremos de su renacimiento como lengua literaria.
Origen y desenvolvimiento del movimiento nacional catalán
Cataluña contemporánea
La Cataluña actual se encuentra situada al Noroeste de España. Limita, al Norte, con Francia, al Este con el Mediterráneo, al Oeste con la región de Aragón y al Sur con la región Valenciana. Su extensión es de 32,194 kilómetros cuadrados y su población, después del censo de 1920 es de 2,844,719 habitantes, de los cuales cerca de un millón corresponden a Barcelona – la capital-. La población relativa de Cataluña es de 72.19 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que la de España no es más que de 37.87. La de la provincia de Barcelona es de 156.
Estos datos se refieren exclusivamente a lo que se llama estrictamente Cataluña, es decir a las provincias de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona. Pero las regiones comprendidas bajo la denominación de tierras catalanas, ligadas por la comunidad de lengua, la tradición histórica y las relaciones económicas, y que sin duda estarían a forma parte de una Cataluña autónoma o independiente, estas tierras son mucho más vastas como se puede ver en el cuadro siguiente:
- CATALUÑA—32,194 Km cuadrados 2,344,719 habitantes
- ISLAS BALEARES—5,014 338,894
- REPÚBLICA DE ANDORRA — 496 6,000
- REGIÓN VALENCIANA — 13,345 1,394,0443
- TOTALES – 51,049 4,083,043
La extensión territorial del Estado español, no es más que de 504,000 kilómetros cuadrados y su población del último censo es de 21,347,855 habitantes, de donde resulta que el porcentaje correspondiente a Cataluña es, respectivamente de 11 y 19%.
Existe una tendencia, que se dice imperialista, que aspira la incorporación de la región del mediodía de Francia que perteneció en otro tiempo a Cataluña. Esta región que ha conservado la lengua catalana está ligada por lugares a Francia y no tiene nada de común y ningún punto de vista económico ni político con la Cataluña actual. Por esto es por lo que consideramos esta tendencia como un sueño irrealizable. Es preciso decir, por otra parte, que no encuentra ningún eco entre el pueblo catalán. Es una tendencia que está sostenida por un grupo insignificante de intelectuales. Señalaremos solamente a título de información, que la extensión de la Cataluña francesa es de 3,713 kilómetros cuadrados y su población de 206,129 habitantes.
Cataluña es el centro industrial más importante del Estado español. El primer lugar lo ocupa la industria textil. Ya en los siglos XIII y XIV existían corporaciones de tejedores de lana, lino y algodón, y en la época moderna [?], existía en Barcelona una verdadera sociedad de resistencia de tejedores, que sostuvieron luchas muy activas contra la burguesía.
Sir Charles Macara, presidente de la Federación Algodonera Internacional, afirma que Cataluña fue el primer país de Europa donde se hiló el algodón.
Algunas cifras corresponden por la mayor parte del año 1921, y darán idea del desarrollo de la industria textil catalana. En la industria de la lana, el algodón y la seda, están empleados 117,055 obreros, que trabaja en 1,505 fábricas. La producción anual alcanza – siempre después de los datos de 1921, la cifra de 2,655,687,465 pesetas. La industria del lino y del estambre ocupa 5,170 obreros que trabajan en 46 fábricas. La cifra de producción fue en 1921 de 147,443,000 pesetas. Hay que citar aún algunas otras ramas industriales como, por ejemplo, la metalurgia con 30,000 obreros poco más o menos y una producción anual de unos 200 millones de pesetas; las fábricas de curtidos con 8,523 obreros y 205,464,172 pesetas; las manufacturas de corcho con 500 operarios 70 millones de pesetas; el cristal con 2,500 obreros y 45 millones de pesetas y además los productos químicos, la industria editorial, etc.
La producción industrial total representa anualmente 4,500,000,000 de pesetas, o sea el 75% de la producción total española.
La agricultura y la cría del ganado
Cataluña no es exclusivamente industrial como corrientemente se pretende. La agricultura juega también un papel de primer orden en su vida económica. (El Estado español por un decreto de 1833 fue dividido caprichosamente en 49 provincias, cuya delimitación no está fundada en ninguna base geográfica, etnográfica ni económica.)
En efecto el valor total de la producción agrícola catalana se eleva en 1922 a 1.758.778.132 pesetas; o sea casi la quinta parte de la producción agrícola total. Es necesario todavía hacer notar, que casi todos los productos agrícolas catalanes son productos de exportación mientras que España no produce más que el trigo y todavía en proporciones insuficientes para cubrir las necesidades de su mercado interior.
La producción agrícola catalana con relación a la producción total del Estado español era [en] 1922 la siguiente:
- Patatas 12,5% Frutas 50%
- Aceite de oliva 21,9% Almendras 68%
- Forrages 25% Naranjas 79%
- Legumbres 32% Nueces 85%
- Vino 45% Algarrobas 97,6%
- Cebollas 42% Arroz 99,4%
La sola producción agrícola [de]ficiente es la del trigo, la [región] catalana como todos los países costeros del Mediterráneo produce pocos cereales. La producción de trigo catalán se pelea por término medio a 4.338.304 quintales y el consumo se eleva a la cifra de 7.269.370. Cataluña está obligada a comprar 150 pesetas y más por tonelada.
Vamos a ver ahora algunos datos respecto al aumento del comercio.
Se limitan a Cataluña y corresponden al año 1920:
IMPORTACIÓN UNIDADES KILOS PESETAS
- Ganado bovino para carne 103.329 10.749.887
- Ganado lanar y cabrío 1.486 17.472
- Especie porcina 28.000 3.024.000 93.731.481
- Bovino de leche 3.000 5.000.000
- Especie caballar 4.000 6.000.000
- mulos 8.000 12.000.000
- Conservas de carne 5.000.000
- Industrias de la leche 10.000.000
- Aves 2.000.000 10.000.000
- Huevos 197.000.000 39.420.000
EXPORTACIÓN UNIDADES PESETAS
- Caballos 6.000 4.800.000
- Asnos 8.000 12.000.000
- Burros 400 8.000.000
- Salchichones 6.006.000 8.000.000
- Grasas y carnes en conserva 15.000.000
- Leche condensada 200.000
Total pesetas: 48.000.000
La importación que se recibe de España comprende todo, el ganado bovino, el ganado lanar y el cabrío y la especie porcina más todavía, 15.000.000 de huevos y aves sumando todo 108.751.481 pesetas. La exportación se hace en España exceptuando los burros. […]
Origen y desenvolvimiento del movimiento nacional de Cataluña: las causas del antagonismo entre Cataluña y España
Como hemos visto más arriba la sumisión de Cataluña al absolutismo español corresponde exactamente al periodo de decadencia económica. Mientras que en España merced al monopolio de comercio con América se vive de la explotación desenfrenada de las colonias saqueadas literalmente por bandas de aventureros, Cataluña vegeta miserablemente. Es solamente hacia fines del siglo XVIII cuando el comercio con las colonias está autorizado y el resurgimiento económico se inicia. Pero el desenvolvimiento económico del país es muy lento hasta tal extremo que Cataluña conocía en los principios del siglo XIX periodos de miserias. Es al fin del primer cuarto del siglo pasado cuando el tiempo del desenvolvimiento industrial se acelera para llegar al máximum cerca del fin del siglo pasado. La industria textil que tenía una fuerte tradición en Cataluña es la que se desenvuelve más intensamente y con una mayor rapidez. En este periodo es cuando el movimiento nacional hace su aparición. La burguesía catalana llena de ardor y de iniciativa no podía entrar en tratos con el Estad español. La monarquía española no ha cesado de ser la monarquía del tiempo despótico de que hablaba Marx en 1854. Al principio de la época moderna no solamente no ha favorecido a ella el desenvolvimiento de las fuerzas económicas, sino que las ha atropellado de una manera despiadada.
Pero en España, como en Rusia por el zarismo, la realización de estos designios no ha sido fácil y rápida más que en los países donde la burguesía no había todavía nacido. En Cataluña el conflicto ha sido inevitable. El desenvolvimiento industrial de este país es incompatible con la estructura del Estado español. La monarquía española de nuestros días puede quizá compararse por sus rasgos fundamentales a la Rusia zarista desaparecida (aquí siguen cinco líneas en ruso [nota de la policía]).
Esta monarquía asiática era la más reaccionaria del mundo porque (dos líneas en ruso [policía]).
Este análisis del contenido económico y social de la autocracia rusa puede ser íntegramente aplicada a la monarquía española.
España no ha pasado todavía por la fase de la revolución burguesa. Las grandes convulsiones que llenan toda la historia del siglo XIX dejaron casi intacta la base del Estado. El poder ha sido ocupado por representantes de los grandes propietarios financieros, por castellanos, andaluces y gallegos, es decir, por representantes de regiones agrarias. Dos partidos, el partido conservador y el partido liberal han turnado pacíficamente en el Poder durante muchos años. Las diferencias entre estos dos partidos eran insignificantes, eran dos bandos que comparan amigablemente las ventajas del poder. El partido liberal se distinguía por un ligero respeto a la constitución. El esquema electoral no era más que una enorme mixtificación. Apoyándose sobre los caciques el Ministerio del interior del partido volvía al Poder fabricaba mejoras parlamentarias a su gusto. El caciquismo, fenómeno propiamente español es la dominación semifeudal ejercida por los grandes propietarios hacendados. Los caciques gozaban de un poder ilimitado; ellos obligaban a los electores a votar por los candidatos oficiales; todos los organismos administrativos y judiciales no son más que juegues en sus manos. Así, las tres cuartas partes del país no eran más que una máquina dócil a las manipulaciones de los dueños del poder. Sólo Cataluña y Vizcaya, es decir, las regiones industriales, constituían una excepción. Allá la oposición al poder central no cesaba jamás de manifestarse.
España es un Estado semifeudal, militarista, clerical. El Ejército y el clero constituyen las cargas más pesadas para el erario. El presupuesto militar de 1922-1923 (que está todavía en vigor) era de 627.902.449 pesetas a lo que hay que añadir los gastos de la campaña de Marruecos por 328.844.385 pesetas. El ejército cuesta al país más que nos cuesta los ejércitos de Francia o de Alemania en 1914. Y he aquí cuando la deuda pública alcanza una aproximación de 20.000.000 de pesetas casi todos desperdiciados en la guerra o en los preparativos de ella.
Una gran parte de los ingresos del Estado son arrancados a Cataluña. El importe de los impuestos de todo el Estado son arrancados a Cataluña. [sic] El importe de los impuestos de todo el Estado español durante el año económico 1922-1923 fue de 2.384.250.242 pesetas. Las tierras castellanas figuran en ellos por 739.043.755 estas o sea el 31,4%. Cataluña estrictamente 549.846.549, o sea el 23,4% [?]; solamente de Barcelona 454.906.985, o sea el 19,3%. La participación de la provincia de Barcelona en las cargas de Estado rebasa de 317.000.000, la contribución rústica del pequeño ganado de toda España y de 213.000.000 la contribución general que comprende la rústica pecuaria y urbana. Esta sola provincia paga una contribución igual a la de 28 provincias españolas. Para llegar a la cifra de impuestos de Cataluña sola, hay que añadir la contribución de nueve regiones o sea 30 provincias. La participación dada a Cataluña en los beneficios del Estado es bien mediocre. Las cantidades concedidas a Cataluña por los Ministerios de trabajos públicos, de instrucción pública, de agricultura no llegan a los 150.000.000 lo que quiere decir que Cataluña da cerca de 400.000.000 de beneficio a España. Los nacionalistas catalanes se basan en estas cifras para afirmar que Cataluña tiene recursos suficientes para vivir por sí sola.
Pondremos finalmente de relieve algunas características económicas de Cataluña que la distinguen de la estructura económica y social del Estado español. Mientras que en España domina el régimen de la gran propiedad latifundista, en Cataluña el régimen predominante es el de la pequeña propiedad. La mayoría de los campesinos catalanes son propietarios a medias. El trabajador agrícola asalariado casi no existe. Los pequeños propietarios de España son en su inmensa mayoría más que pobres, miserables. Han sido calificados de propietarios mendigos por el profesor socialista español Fernando de los Ríos. Existe una enorme masa de trabajadores agrícolas asalariados. Añadamos todavía que la clase media catalana, en oposición a la de España, es una clase relativamente acomodada.
Tenemos pues una España semi-feudal, pobre, atrasada, ejerciendo su dominación sobre un país industrial rico, adelantado, el cual impide su libre desenvolvimiento. El movimiento nacional catalán, puede considerarse como una lucha de la burguesía contra las disposiciones de la monarquía absoluta. Nos encontramos en presencia de una manifestación de la tendencia histórica del capitalismo señalada por Lenin y definida por él (cuatro líneas en ruso [policía]).
El movimiento nacional catalán debe ser considerado por nosotros común movimiento progresivo. En apoyo de nuestra tesis hay que añadir algunos extractos de Lenin que pueden aplicares perfectamente a España. Ese será el mejor epílogo a esta parte de nuestro estudio.
Las etapas principales del movimiento nacional catalán
El movimiento nacional catalán fija su aparición en el año 1880 bajo la forma de un renacimiento literario. El movimiento político no parece hasta más tarde en el año 1860. La primera organización política fundada es “la Jove Cataluña” en de 1869. Es bajo su presión o bajo la efímera república española, cuando se ensaya en 1873 de proclamar el Estado catalán. Sucesivamente son fundados “El centre catalá” (1885) y la “Lliga de Cataluña” (1887) que disponen ya de una organización cotidiana y de un periódico, “La Renaissance”. En 1888, tiene lugar en Barcelona una exposición universal que marca la importancia del desenvolvimiento económico de Cataluña. Los elementos nacionalistas que ya en 1885 habían dirigido al gobierno central una memoria de los fueros de Cataluña dirigieron también un mensaje a la Reina cuando fue a Barcelona con motivo de la exposición. Como base de estos documentos figuraban las protestas contra la tasa elevada de los impuestos, contra la falta de protección a la industria y contra los ataques al lugar y a la lengua catalana.
El movimiento nacional se desenvolvió rápidamente. Todas las organizaciones creadas aquí y allá se agruparon en la Unión Catalanista a que en 1892 se reunión en congreso en Manresa donde se adoptaron las bases que durante un cierto número de años constituyeron el programa político del nacionalismo catalán. Las partes dinámicas profetizaron esta situación y rehusaron a tomar parte en la administración pública de Cataluña transfiriendo aquí los métodos del caciquismo exhalo. Las guerras coloniales con los sacrificios enormes en sangre y en dinero que ellas exigían determinaron un profundo malestar. La catástrofe de 18[9]8 consecuencia de la imprevisión gubernamental, que condujo al país a la guerra con los Estados Unidos, intensificó todavía este malestar. La burguesía catalana veía en el gobierno central al responsable de la pérdida del mercado colonial.
[CONTINUACIÓN Y FIN]
El movimiento Nacional no fue más el patrimonio de un grupo de intelectuales: llegó a ser un movimiento de masa cuyas aspiraciones se limitaban a la concesión de una amplia autonomía política y administrativa en los cuadros del estado español. El movimiento toma promociones tan vastas que una cierta inquietud se manifiesta entre los dirigentes de la política española. El general POLAVIEJA a su vuelta de Filipinas, que se vanagloriaba de haber hecho fracasar la insurrección, publicaba un manifiesto en el cual se declara partidario de una serie de reformas en sentido de la descentralización. La inmensa mayoría de los catalanistas acogió con hostilidad la tentativa del general POLAVIEJA, pero algunos elementos de la gran burguesía entraron en relación con este último, lo cual determinó la escisión en las filas de “L’Unió Catalanista”. Una comisión compuesta de los presidentes de las sociedades económicas de Barcelona, fue en noviembre de 1898 a Madrid para exponer sus pretensiones a la Reina. En marzo de año siguiente, fue construido un Ministerio en cuya composición entraba el general POLAVIEJA. Los elementos catalanes que habían seguido a éste, creyendo que el momento había llegado, esperaban obtener resultados positivos. Pero no fue así. El nuevo Ministro se opuso a toda clase de concesiones y continuó la vieja política. Algunos meses más tarde, el ministro de HACIENDA VILLAVERDE, presentaba al parlamento su proyecto de Presupuesto en el cual se preveían impuestos elevados. Contra este proyecto se levantó unánimemente el comercio, la industria catalana. Habiendo declarado la huelga del impuesto, el Gobierno adoptó, medidas de presión que llegaron hasta el encarcelamiento de un gran número de comerciantes. Poco después DURAN Y BASI, el primer ministro catalán llamado a tomar parte en el Gobierno, presentaba su dimisión. El general POLAVIEJA le siguió al poco tiempo. El Gobierno intensificó su hostilidad al catalanismo. El primer ensayo de colaboración había fracasado rápidamente, consecuencia inmediata de este fracaso fue el recrudecimiento del movimiento catalanista que se manifestó bajo formas violentas (demostraciones contra la bandera española y la marcha real, contra los Ministros que venían a Cataluña en honor de la flota francesa que visitaba Barcelona y cuyos oficiales eran acogidos con exclamaciones de ¡Viva Francia! ¡Viva Cataluña francesa!, etc.)
En las elecciones legislativas de 1901, la candidatura presentada en Barcelona por los catalanistas, obtenía una gran victoria. Después de las elecciones, la unión regionalismo y el Centro Nacionalista Catalán, surgiendo de la escisión de la Unión Catalanista, se agrupaban de nuevo en una organización única, la “Lliga Regionalista”, la cual, en las elecciones municipales del mismo año, obtuvo una nueva victoria. Fue en este momento que hizo su aparición en Barcelona ALEJANDRO LERROUX, agitador republicano cuya propaganda fue caracterizada por una demagogia sin precedente. Se puede afirmar que LERROUX fue enviado a Barcelona por el gobierno central para oponente por la creación de un movimiento republicano popular al movimiento catalán que comenzaba a inquietar seriamente a los políticos madrileños. El republicanismo englobó en efecto grandes masas y en las elecciones de 1903 la candidatura republicana triunfó contra los catalanistas. Esta victoria fue favorecida por el hecho que la “Lliga Regionalista” se alió a los elementos más reaccionarios; gracias a esta circunstancia, las grandes masas obreras siguieron a LERROUX que predicando el internacionalismo no servía en realidad que a los intereses de los agrarios en el poder. Las tendencias conservadoras que se habían manifestado en el seno de la “Lliga Regionalista”, provocaron la escisión en noviembre de 1904, la izquierda se separó para formar el centro nacionalista republicano, que se pronunció en favor del gobierno para la separación de la iglesias y del Estado y en favor de grandes concesiones en reformas sociales. Entre tanto, el fracaso del movimiento republicano español, que había hecho concebir grandes esperanzas a la clase obrera y a una buena parte de la pequeña burguesía tiene su repercusión en Cataluña. En las elecciones de 1905 la “Lliga Regionalista”, obtiene de nuevo la victoria. El 25 noviembre del mismo año, los oficiales de la guarnición de Barcelona recorren las calles de la ciudad profiriendo gritos contra el catalán, y finalmente devastan los locales donde estaban instaladas las redacciones de los periódicos catalanistas. El Gobierno, en lugar de castigar estos actos de indisciplina, suspende las garantías constitucionales, prohibiendo la publicación del semanario catalanista “Cu Cut”, y encarceló al director del periódico LA VEU DE CATALUNYA. Entre tanto la prensa madrileña, llevaba una campaña de una violencia extrema contra el movimiento catalán; la información abierta con ocasión de los acontecimientos del 25 de noviembre fue cerrada bajo pretexto de que los autores de los excesos eran desconocidos y los oficiales de otras guarniciones se solidarizan públicamente con sus camaradas de Barcelona. La consecuencia de estos acontecimientos fue la aprobación de una ley malvada contra catalanistas que aún hoy está en vigor y que es conocida bajo el nombre de Ley de Jurisdicciones. Según está ley todos los delitos contra la Patria y el Ejército son juzgados por consejos de guerra. La promulgación de esta ley provocó un enorme movimiento de protesta. El 11 de febrero de 1905 todos los partidos catalanes, excepción hecha de LERROUX y de una parte del partido republicano, se unían en la Solidaridad Catalana cuyo primer acto público fue una grandiosa manifestación en Barcelona en la cual tomaron parte más de 200.000 personas. Este movimiento cuyo programa común fue la lucha contra la ley de Jurisdicciones y por la autonomía, abarcó a todo el país. En las lecciones legislativas de 1907, de los 44 diputados elegidos en Cataluña, 41 pertenecían a la solidaridad catalana. Pero este bloc, compuesto de elementos muy heterogéneos no tardó en dividirse. El gobierno de MAURA, comprendiendo la debilidad interna del movimiento, presentó al gobierno un proyecto de administración local que acordaba algunas concesiones a Cataluña. La Lliga Regionalista, representando a la gran burguesía, dio su conformidad al proyecto. Los elementos republicanos por el contrario, lo combatieron violentamente basándose en el hecho de que las concesiones concedidas eran insignificantes y que establecía el voto corporativo suprimiendo de raíz el sufragio universal. La ruptura fue inevitable. En 1919 [sic, 1909] en las elecciones municipales de Barcelona, los elementos de la izquierda, coligados (centro nacionalista, republicano, unión republicana y partido federalista), luchando independientemente, obtienen una mayoría de 3,000 votos sobre la Lliga Regionalista coaligada con los elementos reaccionarios. Al año siguiente, los elementos de la izquierda se unificaban en un sólo partido, conocido bajo la denominación de Izquierda Catalana [sic]. El fracaso de solidaridad catalana determinó durante un año, cierta depresión política. En 1911 comenzó una activa campaña en favor de la constitución de la Mancomunidad, consistente en el derecho de las 4 provincias catalanas para constituir un organismo único en el cual se delegarían ciertos servicios administrativos. En diciembre de 1913, el gobierno de DATO acordó esta concesión a Cataluña, después de una lucha tenaz de dos años la Mancomunidad fue constituida y se apresuró a la tarea de crear una serie de instituciones de cultura y de mejorar los servicios públicos. Se crearon escuelas y bibliotecas municipales populares por todas partes, lo mismo que instituciones científicas y universidades industriales. El teléfono se instaló hasta en los pueblos más insignificantes. Esta concesión obtenida sobre todo por la acción parlamentaria de la Lliga Regionalista determinó una nueva era de crecimiento de ésta última. Este hecho fue favorecido por la disolución de la izquierda catalana que fue víctima de sus inducciones. No podía ser de otra manera siendo como era un partido formado casi exclusivamente por elementos de la pequeña burguesía. Hasta 1920 la Lliga Regionalista, es una gran fuerza política, que englobaba la gran burguesía y la masa de la pequeña burguesía que se había separado de la izquierda.
Los partidos catalanes
La Lliga Regionalista ha sido durante 23 años la expresión política más importante del moviendo catalán. Ha sido regionalista, autonomista o separatista según las circunstancias. Se hizo el partido de la gran burguesía sobre la masa de la pequeña burguesía. Ha experimentado la lucha de la burguesía industrial contra los agrarios en el poder. Hubiera podido realizar la revolución burguesa formando un bloc con la burguesía metalúrgica de Vizcaya y la burguesía minera de Asturias. Esto era lo que su jefe CAMBÓ había presentido, preconizando en 1914-1917 la constitución de una España grande, es decir, de una federación dirigida por la burguesía industrial. Pero esta tentativa fracasó. En 1917, como consecuencia del desarrollo extraordinario adquirido por la industria, como consecuencia de la guerra mundial, la burguesía jugó un papel predominante. La banca comercial, que, como otros lo hemos visto [sic], es[tá] siempre en déficit, llegó a [tener] un balance activo. En 1916 y 1917 el exceso de exportación sobre las importaciones fue respectivamente de 512 y 543 millones. Este hecho tuvo repercusiones inevitables en la vida política del país. Los antagonismos entre la burguesía industrial y los partidos agrarios se exacerbaron. La revolución burguesa parecía inevitable, pero el capitalismo, en el momento decisivo, tuvo miedo. El desarrollo extraordinario del movimiento obrero le hizo comprender que la revolución no se pararía en los marcos de la sociedad burguesa.
La burguesía retrocedió y se alió al gobierno central para aplastar al movimiento obrero. Esta colaboración encuentra su expresión más característica en la colaboración en el Ministerio [entrada de la Lliga en el gobierno de Maura en 1917-1918]. El deseo de destruir las potentes organizaciones sindicales obreras conduce a la burguesía catalana en septiembre de 1923 a apoyar el golpe de Estado del general Primo de Rivera. Pero éste representó típicamente a la vieja España absolutista; no tardó en seguir la política tradicionalista española. El movimiento Nacional catalán es prohibido; la Mancomunidad disuelta, los consejeros elegidos por sufragio universal son reemplazados por consejeros designados por decreto; todas las instituciones de cultura son destruidas. Al mismo tiempo, el Directorio militar favorece la penetración del capitalismo extranjero en España y concierta con Alemania un tratado de comercio que lesiona gravemente los intereses de la industria catalana. Esto inclina a la burguesía catalana a separarse del Directorio, pero la Lliga Regionalista, con su política de compromiso, ha perdido la confianza de las grandes masas de la pequeña burguesía.
Todo esto determina un proceso considerable de las ideas separatistas. Dos nuevos partidos, la Acción catalana y el Estado Catalán, han ingresado en sus filas así como la pequeña burguesa y buena parte de la clase obrera. Uno y otro partido se proclaman contra toda solución autonomista del problema catalán y por la separación pura y simple. La Acción Catalana constituida ante el golpe de estado de Primo de Rivera, nació con un gran empuje, pero su poco coraje desde el establecimiento de la dictadura militar ha disminuido considerablemente su prestigio. El Estado Catalán, por el contrario, dirigido por FRANCISCO MACIA, que goza de un gran prestigio por su valor y su honradez, ha llegado a ser la fuerza política más importante de Cataluña. Los miembros son perseguidos despiadadamente por el Gobierno. Cinco estudiantes pertenecientes a este partido acusados de haber participado en una tentativa de atentado terrorista contra el Rey, pasarán en breve por un consejo de guerra y se pide para ellos la pena de muerte. Este partido proclama abiertamente la decisión de obtener la independencia catalana por medio de la insurrección armada. Algunas palabras aún sobre los otros partidos. El Partido Republicano no tiene ninguna fuerza. Los mejores elementos se han pasado al movimiento Nacional. El partido Comunista es aun numéricamente poco importante; pero la simpatía por el comunismo es cada día más grande entre la masa obrera. Es necesario hacer observar que la actitud netamente leninista tomada por el partido cara a cara del movimiento Nacional, las simpatías de la pequeña burguesía [sic].
Esta simpatía no es simplemente platónica, se traduce en una alianza política. El Partido Comunista Español, las organizaciones sindicales revolucionarias y los partidos separatistas nacionales y vascos han constituido un frente único para la lucha contra el Estado español actual. Esta alianza es la mejor garantía de una solución justa del problema catalán. Separada de la esfera de influencia de la gran burguesía, las masas populares de Cataluña acabarán por comprender que solamente una república soviética federativa puede encontrar una solución plenamente satisfactoria a la cuestión Nacional.