El Estado sionista de Israel está determinado en vengarse del ataque sorpresa de Hamas del pasado 7 de Octubre. Al escribir estas líneas, ya hay más de 13.000 muertos en Gaza, y los que todavía no han sido víctimas de la masacre se encuentran en una situación totalmente desesperada: imposibilidad de escapar, miedo a morir, falta de agua y comida, de combustible. La situación es una pesadilla de tal magnitud que la ONU se ha visto obligada a describir la situación como “un desastre humanitario».
Pero la venganza sionista contra el pueblo palestino no solo se está perpetrando en Gaza bajo la falsa cobertura de “una guerra contra Hamas”. También en Cisjordania han matado a más de 200 palestinos, a manos de colonos sionistas y del ejército israelí. Netanyahu, a la cabeza de un gobierno nacional con un núcleo duro ultra reaccionario, tiene como objetivo la destrucción del pueblo palestino.
El imperialismo, fase superior de la barbarie capitalista
El Estado sionista cuenta con el apoyo indiscutible del imperialismo yanqui y europeo para “defenderse”. Consecuentemente, han movilizado toda su poderosa maquinaria para cubrir su complicidad y sus manos manchadas de sangre en la opresión del pueblo palestino y su masacre.
Su democracia y su “libertad de expresión” están siendo expuestas como lo que son, farsas: en Gran Bretaña, se está persiguiendo a luchadores consecuentes por la libertad de Palestina con acusaciones sin fundamento; en Francia se prohibieron las protestas a favor de Palestina; en el Congreso de los Estados Unidos, la Demócrata Rashida Tlaib ha sido censurada por una tímida defensa de Palestina, por poner tan solo algunos ejemplos.
Los medios de comunicación burgueses buscan justificar la masacre repitiendo en gran medida la propaganda de guerra de Israel y desviando la atención de la realidad: la masacre de todo un pueblo pobre oprimido a manos de un poderoso régimen opresor. Un caso claro de esto fue el bombardeo del hospital Al-Ahli al-Arabi el 17 de Octubre. La prensa burguesa hizo todo lo que pudo para confundir a las masas para encubrir el crimen de guerra sionista: solo los ilusos, o los reaccionarios, pueden pensar que no fue obra de Israel. Es más, desde entonces Israel ha reconocido haber bombardeado escuelas, hospitales y ambulancias. En este sentido, solo hace falta ver la doble vara de medir entre estos acontecimientos y la guerra en Ucrania. Putin es un malvado criminal de guerra, un genocida, pero Netanyahu y el Estado israelí simplemente se están “defendiendo”. Su cinismo e hipocresía no tiene límites.
Esta es la esencia del imperialismo. Su moral es nada más y nada menos que la moral de la clase capitalista, la moral de una minoría opresora que extrae su riqueza y poder de la explotación y opresión de la clase obrera, de la mayoría. En la defensa de sus intereses, todo esta justificado, incluso un genocidio. La lista de sus crímenes es casi interminable; la matanza en Gaza es, desde su punto de vista, simplemente una entrada más.
La crisis del reformismo
Por lo dicho anteriormente, no es casualidad que ni uno de los Estados miembros del G7, es decir, de los principales imperialistas, hayan exigido el alto el fuego -sus amigos y aliados sionistas se están “defendiendo legítimamente contra el terrorismo”. En lo que sí están de acuerdo es en facilitar ayuda humanitaria a Gaza para mirar de limpiar su imagen. Sus principales diferencias en este punto, en palabras del Financial Times, provienen “sobre cuánta presión ejercer sobre Israel para que eso suceda, y los términos de tal pausa, o pausas, como la UE acordó exigir.” Su apoyo incondicional al verdugo de todo un pueblo solo difiere en los métodos: preferirían poder apoyar a Israel sin quedar expuestos por lo que son ante los ojos de las masas. Su principal preocupación reside en no perder el control de la situación mediante una escalada bélica en la región, y potenciales movimientos de masas combativos y lucha obrera en casa que desestablicen sus propias sociedades y que puedan hacer peligrar sus beneficios.
Como comunistas, tenemos la obligación de explicar la verdad,. Bajo el imperialismo, producto del capitalismo, la guerra forma parte del tejido del sistema. La sociedad dividida en clases se basa en la opresión y explotación, y la minoría dirigente mantiene su poder y privilegios por todos los medios, incluida la guerra, contra su pueblo y contra las burguesías nacionales de otros países. Lenin explicó que “la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios”.
Partiendo de esta comprensión objetiva del sistema, debemos analizar y criticar el “reformismo”, esas tendencias en la izquierda que creen que pueden persuadir, maniobrar, presionar e incluso convencer a la clase dominante para que comparta su poder, su riqueza y sus privilegios con la clase trabajadora y la población en general. En otro artículo ya planteamos nuestra posición sobre Sánchez y su Gobierno. Aquí nos centraremos en Sumar y Podemos, los principales partidos de izquierda del Estado español.
Yolanda Díaz ya ha demostrado todas sus credenciales como política responsable y moderada en la pasada legislatura. Su ferviente defensa de la “paz social” y la “democracia”, las vías maestras de su política, han vuelto a la palestra en este conflicto. El 11 de Octubre condenó “alto y claro el apartheid israelí y la violencia contra la población civil venga de donde venga”.
Al equiparar la violencia del oprimido con la del opresor, Díaz se posiciona de facto con el imperialismo y el Estado sionista. En otras palabras, acata la disciplina que exige la burguesía. Estos requieren esta postura para poder defender la masacre y su complicidad en los crímenes de guerra. Si Hamas es igual que el Estado de Israel, ¿por qué no debería poder defenderse este último?
Sin embargo, como también hemos explicado, es reaccionario equiparar ambas fuerzas. Hamas y su ataque son el producto de la opresión brutal durante décadas del pueblo palestino; el Estado de Israel es el producto del sionismo reaccionario y del imperialismo, que cínicamente apoyó y defendió la creación de Israel como punto de apoyo seguro para sus intereses capitalistas en la región.
Díaz prosigue con su posición de la siguiente manera:
“La comunidad internacional no puede mirar a otro lado ante la situación en Gaza. La UE debe exigir a Israel que detenga los planes que están provocando una masacre. España y la UE deben movilizarse por la paz urgentemente. Necesitamos una paz justa, duradera y sostenible y eso pasa por cumplir con el derecho internacional, poner fin a la ocupación y que el pueblo palestino pueda vivir con dignidad. La comunidad internacional no puede seguir de brazos cruzados.”
Resumidamente, suplica a la “comunidad internacional” que Israel abandone sus pilares fundamentales (y fundacionales) como régimen reaccionario opresor y que los imperialistas dejen de ser… imperialistas.
Su disciplina para con la burguesía se traduce en la práctica en que solo pidió explícitamente un alto el fuego el ¡28 de Octubre! Es decir, cuando ya se habían dado manifestaciones de masas por todo el mundo, cuando por la vía de los hechos y solo confiando en sus propias fuerzas, la clase obrera y la juventud había entrado en la escena para luchar por la liberación de Palestina. Vemos así como en realidad Diaz posa como representante política de la clase obrera y la juventud para después defender, implícita y explícitamente, los intereses de la clase capitalista mediante una cara más amable, “democrática” y “humanitaria”. Su verdadero papel, en consonancia con su estimada “paz social”, es servir de instrumento, consciente o inconscientemente, para frenar, desviar y confundir la lucha por un mundo mejor por parte de los oprimidos. No hay diferencias con Sánchez y la dirección del PSOE.
Podemos, en cambio, a través de su portavoz Ione Belarra, ha mantenido una posición más digna, posicionándose incondicionalmente del lado palestino y criticando fuertemente a Israel y los apoyos occidentales a sus acciones. Ha pedido la ruptura de relaciones del Gobierno con Israel, además de reclamar a Sánchez que deje de comprar armas a Israel, demandas que nosotros apoyamos. Pero ¿qué alternativa propone?
Correctamente, han llamado a seguir el ejemplo de sindicatos belgas que rechazan descargar armamento con destino a Israel, dado que «esas armas están manchadas de sangre de niños palestinos». Sin embargo, su postura gira alrededor de apelar al orden internacional, a la intervención de la ONU, y ruegos de “paz” a los imperialistas. Incluso asesoran a los imperialistas europeos afirmando que «Europa va a pagar muy cara su hipocresía».
Los límites de su programa fluyen de su reformismo. Al no creer en un sistema alternativo al capitalismo, no conciben la posibilidad que la clase obrera y la juventud derriben el sistema mediante la lucha de clases; en otras palabras, depositan sus esperanzas en limar los peores aspectos del sistema mediante las instituciones burguesas, empezando por el gobierno, y apelar a la burguesía para que cambie. Esto explica porque, aunque su postura ha sido crítica con el imperialismo y la complicidad de Sánchez ante la masacre de Gaza, no se plantean dimitir del gobierno en funciones y pasar a la oposición, no se plantean dejar de pelearse por sillones en el futuro gobierno y pasar a la oposición, facilitando la investidura de un gobierno de PSOE-Sumar para que queden expuestos ante sus bases. Al no hacer nada de esto, por mucho que marquen perfil propio, son parte del Gobierno y, por ende, cómplices.
Qué programa y consignas defendemos los comunistas
Nuestra posición parte de nuestros principios. Estos se fundamentan en que solo la clase obrera es capaz de acabar con esta guerra y con todas las guerras futuras, que tan solo la lucha de clases entre los oprimidos y los opresores, mediante la movilizaciones de masas, las huelgas, los piquetes y boicots obreros, la organización democrática de la clase obrera, y finalmente la toma del poder por parte de la clase obrera, puede acabar con las raíces del problema, el capitalismo y el imperialismo que engendra. Dicho en una palabra, defendemos la revolución socialista mundial comenzando por Oriente Medio, como única solución real para el pueblo palestino, los pueblos de la región y la clase obrera y los oprimidos de todo el mundo.
De todo esto fluye nuestra principal consigna en nuestra intervención en el movimiento, “intifada hasta la victoria” (levantamiento hasta la victoria). Como están demostrando los acontecimientos, ha sido la presión desde abajo, mediante las movilizaciones masivas por todo el mundo, las audaces acciones del movimiento con piquetes en puertos y empresas de armamento, las huelgas estudiantiles y las movilizaciones obreras, el boicot de los estibadores, etc. lo que está forzando a los imperialistas a maniobrar mediante apelaciones vacías al Estado de Israel para que “respete las leyes internacionales” o enviando “ayuda humanitaria”. Asimismo, es necesario también obligar a los gobiernos burgueses mediante la lucha en las calles y los puestos de trabajo para que rompan relaciones con Israel y corten el suministro de armas, haciendo daño ahí donde le puede doler realmente al sionismo. No apelando, sino imponiendo mediante la vía de la lucha en las calles, en las empresas y en los puertos.
Debemos explicar que los comunistas luchamos implacablemente para detener esta guerra, pero que para detenerla realmente y establecer una paz real y duradera, es necesario exponer a los imperialistas por lo que son, y también criticar a los dirigentes reformistas por su incapacidad orgánica para solucionar nada en esta época de crisis y guerra. En este sentido, la consigna “alto el fuego” lanzada por los reformistas, y algunas organizaciones supuestamente revolucionarias, aislada de todo lo demás, es una consigna vacía que solo contribuye a confundir el movimiento. Sí, el imperialismo israelí y occidental también quieren el “alto el fuego” y la “paz”, pero cuando ellos decidan que sea el momento de imponer una paz imperialista al pueblo palestino expulsado de sus tierras, masacrado y debilitado. El deseo genuino de las masas para detener el genocidio debe ser canalizado por los comunistas para imbuir al movimiento de confianza en su capacidad para transformar el mundo, pacientemente explicando que la única salida posible para el pueblo palestino es la lucha implacable contra el capitalismo, en la región y aquí en casa, contra el enemigo común, los opresores capitalistas.
La experiencia viva de los acontecimientos nos muestra que tan solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas, y la iniciativa de la clase obrera organizada, como los estibadores de Barcelona, marcan el camino a seguir. La barbarie de esta masacre, producto del imperialismo, ya está sacudiendo la conciencia de millones de personas. En esta situación, levantamientos de masa contra los opresores, sobre todo por ahora en la región, están a la orden del día. Nuestra tarea como comunistas consiste en impulsar el movimiento hacia delante, en empujarlo hacia la lucha general contra el capitalismo y la toma del poder.
Para poder hacer esto, necesitamos ser muchos más compañeros por todo el mundo. Es por eso que nuestra principal tarea en este momento histórico concreto es constuir el partido revolucionario de masas capaz de intervenir de forma decisiva en el movimiento, disputarlo a los reformistas, y dirigir a nuestra clase a la victoria. Por eso decimos, ¡Intifada hasta la victoria! y, si te han convencido estas ideas, te decimos ¡únete a nosotros!