Morena ha definido una lista de cuatro personas, de la que emergerá el nuevo candidato a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Ellos son Clara Brugada, la alcaldesa de Iztapalapa; Hugo López Gatell, subsecretario de salud; Omar García Harfuch, ex jefe de policía de la CDMX y Mariana Boy, que proviene del Partido Verde (PVEM). Muchos sectores importantes de Morena, del PVEM, así como el PT y medios de comunicación de la derecha se están posicionando a favor de Harfuch, pero también hay enormes muestras de rechazo y alarma por parte de militantes, sectores de la población e intelectuales, así como periodistas de izquierda.
¿Un policía de oscuro historial como jefe de gobierno?
Omar García Harfuch es nieto de Marcelino García Barragán, secretario de defensa bajo las órdenes de Díaz Ordaz, y que está acusado de ser uno de los partícipes de la masacre del 2 de octubre (recomiendo leer, Parte de Guerra de Julio Scherer García). Su padre Javier García Paniagua fue dirigente de la temible Dirección General de Seguridad, responsable directa de la guerra sucia. Su medio hermano, Javier García Morales, fue ejecutado por el crimen organizado en medio de acusaciones de nexos con los grupos criminales. No se puede culpar a Omar García Harfuch de los crímenes de su familia, pero hay un pasado oscuro que no se ha aclarado. Además, hay acusaciones por su cercanía con personajes infames como García Luna y Cárdenas Palomino, como también hay dos eventos que no están claros sobre Harfuch. Uno es el atentado contra su vida en CDMX (donde sobrevivió a 414 disparos), que parece un ajuste de cuentas del crimen organizado que terminó en negociación con ellos; el segundo es su actuar sobre el caso Ayotzinapa, donde dirigente con la policía Federal en el Estado de Guerrero.
Harfuch, en el caso Ayotzinapa, trata de eludir cualquier responsabilidad diciendo que él no estuvo en Guerrero el 26-27 de septiembre de 2014. Eso nadie lo cuestiona. Pero él, antes y después de la trágica noche de Iguala, fue el coordinador de la Policía Federal en Guerrero. Él estuvo presente en las reuniones de seguridad para atender el caso (algo que había negado inicialmente). Harfuch se escuda en que él no hizo nada en el secuestro, pero hoy está claramente documentado que la Policía que él coordinaba en el Estado de Guerrero actuó en los hechos sangrientos ¿Por qué no hizo nada?, ¿Por qué no actuó en la defensa y la búsqueda de los estudiantes, para combatir a los elementos bajo su mando que se vincularon al crimen organizado y la desaparición de los estudiantes? Como dijo Alejandro Encinas ¿Por qué no coopera y dice todo lo que sabe?
También podemos añadir la cercanía que ha tenido con la familia Salinas Pliego (fue pareja de la primogenitora del empresario dirigente de TV Azteca). Todo indica que la aceptación de Omar García Harfuch, y la proyección que le dan los medios de la derecha, explotando su buena apariencia física y carisma, como (en la práctica) precandidato a la jefatura de gobierno por Morena, obedece a presiones que vienen desde poderes policiacos del Estado, empresariales e incluso pude ser que hasta del crimen organizado.
Pero suponiendo que Harfuch es un personaje honesto, él no ha tenido militancia ni historial en la lucha social, no tiene formación política de izquierda, no cuenta ni quiere una presión de la base, pero si de otras fuerzas con las cuales está relacionado, por lo tanto, terminaría aplicando un programa distante a las necesidades del pueblo trabajador.
La candidatura de Harfuch no obedece a la presión de la base de endurecer y profundizar la 4T, sino de otras fuerzas que buscan contenerla y darle un giro a la derecha. La precandidatura de Mariana Boy, simplemente obedece a una lógica pragmática de mantener la alianza con el partido el Verde Ecologista, y conceder posiciones a una “fuerza” que en la práctica es oportunista y de derechas.
El ala izquierda
Por otra parte, Hugo López Gatell es un personaje odiado por la derecha y con gran aceptación por un sector de la población. Su origen político fue en ala mega moderada de la izquierda del movimiento estudiantil conocida como CEU Histórico (de donde proviene Sheinbaum, Batres y otros más), pero que hoy parece ultraizquierda para una oligarquía y derecha que no aceptan cambio alguno. Es un personaje sin experiencia para gobernar, pero que tiene simpatías entre la población que se identifica con el obradorismo.
Los orígenes de Clara Brugada se dan dentro del movimiento social en Iztapalapa, uno combativo y que data de la década de los 70’s. Iztapalapa es una alcaldía con una población y problemáticas muy complejas que se podrían comparar e incluso superar a las de ciudades enteras. Su proyecto de los centros llamados Utopías, ha sido localmente más exitoso que los Pilares que impulsó Claudia Sheinbaum. Ha tomado medidas como el instalar lavanderías públicas muy baratas en espacio donde las madres (o padres) pueden ir con todo e hijos, quienes encontrarán espacios de diversión. Mucha militancia histórica de Morena está impulsando su candidatura.
Una batalla abierta
El actuar de la dirección de Morena ha sido cínico. Desde el 2018 ha habido un giro burocrático donde se ha marginado a la base, quitándole el verdadero poder de decidir sobre el actuar del partido, elegir a sus candidatos y controlar a su dirección. En aras de la unidad y la inclusión, la 4T no solo ha aceptado a toda una serie de elementos de derecha, sino que los pone al frente de estructuras y candidaturas. ¿Eso significa que las fuerzas de izquierda, con enorme potencial de lucha y transformación, han desaparecido dentro de la 4T? La respuesta es no, aunque es necesario aceptar que algunos se han adaptado a una política oportunista, pero muchos otros siguen luchando no en aras de obtener un cargo y beneficio personal, sino para cambiar la sociedad.
Mientras que las fuerzas que apoyan a Harfuch hacen brigadas para arrancar propaganda a favor de Clara Brugada y resaltar la figura del ex jefe de policía, por el otro, vemos a voces que se oponen a que Harfuch sea el candidato. Un ejemplo de ello es una carta dirigida a los líderes de Morena donde piden que Harfuch no sea candidato, firmada por miles de personas, donde se señala como razones:
- “El silencio [sobre Ayotzinapa], de quien pudo haber intervenido, por su autoridad y por su conocimiento de los hechos, es el fin de la empatía”.
- “Lo que no sabemos es si él reconoce y se deslinda de los crímenes de sus familiares, y mucho menos si los condena”.
- “Su deslinde de estos personajes [como Raúl Cárdenas Palomino o García Luna] no ha sido contundente”.
- “Ha sido incapaz de presentar un mínimo diagnóstico que demuestre su compromiso social y una convicción ética desde la izquierda”.
(Tomado de “Omar García Harfuch no debe ser el candidato de las izquierdas al gobierno de la CDMX”, change.org)
Por un lado, las cúpulas burocráticas del partido y la 4T, dadas las presiones, ajenas a los intereses de sus bases, empujan a que Harfuch sea el futuro jefe de gobierno de la ciudad más grande del país, por otro, los sectores más consecuentes y a la izquierda de la 4T se oponen a ello. No olvidemos que esos acuerdos llevaron a personajes como Miguel Ángel Mancera, quien también dirigía a la policía, a gobernar la capital y terminó haciendo el trabajo sucio del gobierno de Peña Nieto, reprimiendo y encarcelando a compañeros tras cada marcha por la aparición de los 43 de Ayotzinapa en 2014. Esa política de alianzas, concesiones y conciliación de clases llevaron al PRD a desacreditarse y ser hoy vistos como traidores y como un partido similar al PRI o al PAN.
El gran problema es que no sólo es la CDMX en donde se quiere imponer (bajo el oscuro y antidemocrático método de las encuestas) a candidatos de derecha. Ya vimos descalabros electorales en Nuevo León o en Coahuila, por poner solo dos ejemplos significativos, mismos que derivaron en las imposiciones burocráticas de candidatos impresentables. En otros estados vemos actuaciones similares, por ejemplo, el ex priista Alejandro Armenta fue rechazado como posible candidato por el consejo Estatal de Puebla, pero el dirigente Nacional, Mario Delgado, le ha dicho que él va a contender en el proceso interno.
El fantasma de la elección del 2021
En 2021 Morena sufrió un descalabro electoral, actualmente 9 de las 16 alcaldías son gobernadas por la derecha. Eso se debe a muchos factores como el poner a candidatos desprestigiados, el que hubo traición interna (como Monreal quien operó a favor de Sandra Cuevas en Cuauhtémoc), una campaña fuerte de mentiras y distorsiones de la derecha en redes, pero todo es un reflejo de los límites del programa y política del reformismo.
Es alarmante el caso de la línea 12 del metro, que colapsó, muriendo 27 personas. Su construcción está plagada de corrupción en los gobiernos de Ebrard y Mancera. El metro, si bien pudo ser víctima de boicots, es evidente que requiere más inversión y mantenimiento, para quienes viajamos diariamente en él es evidente. En la pandemia hubo medidas de apoyo de la 4T, pero es verdad que muchos sectores fueron afectados, de manera muy importante, principalmente comerciantes y sectores de la pequeña burguesía. Al llevar adelante medidas paliativas ante un sistema que no da alternativas dignas a los trabajadores y la pequeña burguesía, las medidas tomadas terminan en escepticismo y desilusión. La mejor forma de ganar a la pequeña burguesía no es poniendo a personajes como Harfuch, sino aplicando un programa radical y anticapitalista que dé solución real a los problemas de los trabajadores y las masas.
Por una alternativa revolucionaria
No podemos ser ajenos a los procesos que se dan dentro de las organizaciones de masas. En Morena hay una abierta oposición de los sectores más consecuentes contra la burocratización, la imposición de candidatos y contra elementos como Harfuch. Aunque las cupulas burocráticas hayan tomado una decisión, la base y la izquierda no la acepta, y hay una batalla abierta contra su imposición. Lo que ha permitido avanzar a esta ciudad ha sido la politización, la lucha y la tradición de izquierda con que contamos. En realidad, las elecciones deberían ser una herramienta secundaria y no la estrategia.
Si bien no podemos ignorar un proceso electoral como el de 2024, donde las masas se expresarán y combatirán a la derecha, si es necesario decir que no es suficiente, que la dirección y la política de Morena muestran claros límites, por lo que es necesario construir una alternativa combativa y de lucha realmente revolucionaria, porque el cambio que queremos debe ser realmente radical y profundo. En un principio debemos luchar por trabajo para todos, pagado de forma igual de acuerdo con el trabajo realizado, pero ante todo debemos aspirar a que cada uno trabaje lo que su físico le permita y cada cual reciba todo lo que necesita. Esas son las ideas del comunismo, acabar con los privilegios y la corrupción, no es posible sin acabar con la explotación y la propiedad privada que la genera. Ese cambio de raíz solo es posible con la lucha consiente de los trabajadores y la creación de un partido, no electoral sino revolucionario. Ante los límites de la 4T que la está orillando a un pragmatismo oportunista, es tarea de la juventud llevar adelante un proceso verdaderamente radical y construir una organización comunista para llevarla a cabo.