El domingo 20 de noviembre, en un ambiente de incertidumbre y parálisis política, arribaron a Perú los integrantes de la Comisión especial de la Organización de los Estados Americanos (OEA) para reunirse con diversos actores políticos, para “ayudar” a dar salida a la confrontación entre el gobierno, el parlamento y la fiscalía. Esta intervención se da después de que el presidente Pedro Castillo solicitara a la OEA activar la “Carta Democrática Interamericana”, debido a que considera que está en riesgo la institucionalidad del Perú, ocasionada por la demanda en su contra que mantiene la fiscalía por supuestamente liderar una banda delictiva.
La comisión de la OEA estuvo en el Perú hasta el 23 de noviembre, donde realizaron más de 27 reuniones con autoridades del poder legislativo, ejecutivo, judicial, también con organizaciones religiosas, empresariales, sindicatos y de la sociedad civil, así como con gente de la oposición, para poder hacer una valoración recopilando la mayor cantidad de opiniones posibles. Las reuniones concluyeron con un exhorto de la OEA para establecer un diálogo democrático entre los diferentes sectores políticos, mientras se dedican a redactar el informe que presentarán en el Consejo Permanente de la OEA en Washington.
Parálisis política
El conflicto entre la administración de Castillo, el congreso y la fiscalía no es nuevo, estos comenzaron en el mismo momento en que el presidente tomó su cargo para ejercerlo por 5 años.
Cómo lo hemos explicado antes, el gobierno de Castillo llega en una confrontación abierta con los sectores más reaccionarios de la derecha peruana. Durante este periodo, la burguesía no ha perdido ni una sola oportunidad para tratar de echar del gobierno al presidente, lo consideran un intruso y estorbo para ejercer sus intereses de forma abierta.
Pedro Castillo, por su parte, ha respondido a la campaña de calumnias y fabricación de pruebas para acusarle a él y a sus cercanos, de corruptos, traición a la patria, etc.; con una sonrisa y amable invitación a trabajar juntos. En otras palabras, la respuesta tibia y blanda del gobierno lejos de desincentivar a la disidencia de la derecha la alienta.
La oligarquía peruana no quiere ningún tipo de negociación con el gobierno, lo quiere vacar a como dé lugar. A ellos no les interesa ningún tipo de reforma para mejorar las condiciones de vida de los sectores más pobres del país, tampoco les importa realmente si Castillo quiere o no mejorar el país. Lo que tienen claro es que cualquier reforma o cambio constitucional va contra sus intereses y no están dispuestos a aceptarlo.
Ya han intentado vacar al presidente en dos ocasiones. Ahora han metido a la cárcel a familiares cercanos de Castillo acusados de corrupción. Lo imputan también de traición a la patria por, supuestamente, prometer una salida al mar a Bolivia, mañana será cualquier otra cosa, no importa lo que sea, el caso es terminar con su gobierno.
La respuesta del gobierno
Estos constantes ataques se han transformado en campañas permanentes de calumnias en los medios de comunicación, en un boicot parlamentario frente a cualquier planteamiento que hace el gobierno e invención de pruebas para justificar una persecución judicial contra los allegados de Castillo.
Cómo ya lo hemos dicho, el gobierno ha respondido a cada ataque de forma blanda y timorata. Ha tratado de negociar con estos tipos, ha cedido en la purga de su gabinete para poner gente que le agrade a la derecha deshaciéndose de los sectores más ligados a las luchas populares y ahora ha llamado a la OEA para que interceda para destrabar el conflicto.
Lejos de movilizar a su base de apoyo, a los votantes que hicieron posible el triunfo del actual gobierno, los sectores más empobrecidos del país, los jóvenes y los trabajadores, para hacer valer en las calles la decisión de cambiar el país; Castillo ha optado por las vías institucionales para ir sobreviviendo, ha cedido a la derecha y ésta no le ha dejado en paz.
La lucha entre etas fuerzas lo que refleja es un conflicto entre los intereses de los trabajadores, que se ven reflejados de forma desdibujada en el actual gobierno y la burguesía, por el otro. Mientras que la burguesía utiliza las herramientas institucionales para imponer su control y echar a Castillo, el gobierno no puede utilizar esas mismas medidas para defenderse, porque el poder de los trabajadores no se encuentra en la institucionalidad burguesa. Lo único que podría salvar al gobierno actual es el movimiento de masas de la clase obrera.
Ninguna confianza en la OEA
El llamado a la intervención de la OEA por parte de Castillo es una tontería que refleja lo que hemos dicho. Todos hemos podido observar el papel de este organismo en los diferentes países donde los llamados gobiernos progresistas o reformistas han entrado en conflicto con los intereses del imperialismo o de las oligarquías locales.
Hay una larga lista de intervenciones de la OEA siempre a favor de los intereses del imperialismo y las oligarquías. En Brasil con el impeachment contra Dilma; en el golpe de estado contra Evo en Bolivia; su participación en contra de la revolución venezolana ha sido sistemática; son promotores del bloqueo contra Cuba; ha intervenido a favor del golpe contra Manuel Zelaya y justificando varios fraudes electorales en Honduras, etc.
¿Qué se puede esperar de la intervención de la OEA ahora en el Perú? Al imperialismo le conviene poner orden en el país y por ahora el único que les puede garantizar ese orden, frente a las aspiraciones revolucionarias de las masas, es Castillo. No van a pedir su cabeza, pero sí van a tratar de amarrarlo de manos lo más posible para que aplique el programa de la derecha y termine por defraudar a quienes lo llevaron a la presidencia, o sea a la clase obrera, a las masas empobrecidas.
La derecha y la oligarquía local tienen otros planes. Desde el domingo 20 de noviembre hubo movilizaciones durante toda la tarde y parte de la noche. En las redes sociales estaban agitando para que las movilizaciones se extiendan hasta el martes 22 y alentando a la preparación de un paro nacional.
Para ellos, la presencia de la OEA les fortalece moralmente y les inyecta fuerzas para incrementar su lucha contra Castillo. Varios de sus representantes van a tener reuniones con los emisarios de este organismo, por ejemplo la fiscal y diferentes miembros del parlamento.
En cualquier caso, la presencia y los acuerdos a los que lleguen, podemos suponerlos desde ahora. Van a ser favorables a la derecha y en contra de los intereses de los trabajadores, los estudiantes y las mujeres de la clase obrera del Perú.
Al tiempo que sucede lo anterior, el entonces premier, Aníbal Torres, presentó una moción de confianza al parlamento, para derogar una norma que limita los derechos de participación y control de la ciudadanía en las reformas constitucionales. De acuerdo con la Constitución Política del Perú, el congreso puede negarle al presidente mociones de confianza por dos ocasiones, después de esto el presiente tiene el derecho constitucional de cesar a todo el congreso y llamar a elecciones para que se elija un nuevo parlamento.
Esta moción se presentó ante el congreso donde, de acuerdo con la minuta de Aníbal Torres, se había negado la confianza, ocasionando la renuncia del premier. Sin embargo, bajo maniobras parlamentarias, el congreso ha declarado que realmente no se negó la moción por lo tanto no contaría como la primera negativa del congreso hacia la moción de confianza, de esta forma están boicoteando la posibilidad de que sean cesados y se llame a nuevas elecciones para escoger nuevos congresistas.
El gobierno nuevamente trata de utilizar todos los recursos constitucionales para destrabar la parálisis política que está causando la derecha, sin embargo, la verdadera fuerza que puede destrabar esto y dar un fuerte impulso para llevar adelante una política a favor de las masas, es con estas en las calles. La clase obrera y los campesinos pobres tienen el poder suficiente para hacer y deshacer una nueva sociedad. Lo que ha pasado hasta el momento es que la dirección de estas fuerzas, en vez de movilizar, juega el papel de freno.
Esta actitud va a generar frustración y desánimo. Si esto pasa, Castillo se quedará totalmente solo frente a la oligarquía y ese va a ser su momento final.
Los revolucionarios del Perú debemos organizarnos desde abajo y tener claro todo lo antes mencionado. Necesitamos crear una verdadera alternativa revolucionaria que pueda jugar un papel en todos estos acontecimientos.
Si estás de acuerdo con estas ideas, llámanos para organizarnos y luchar contra la derecha, contra la OEA y los titubeos de los dirigentes actuales.