Para nadie es un misterio que la violencia hacia las mujeres en nuestro país es un grave problema que el gobierno de la 4T no ha podido solucionar, sino todo lo contrario, cada vez se profundiza más. Los datos son duros, desde que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) inició su registro de feminicidios en 2015, estos no habían superado los mil anuales, hasta el pasado 2021 donde se reportaron 1,004 feminicidios. En ese mismo año, el delito de violación aumentó en un 28%, con un registro de 21,189 víctimas, donde en promedio en este país, 58 mujeres fueron violadas al día. Esto, a pesar de que están decretadas las Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres en 22 de los 32 estados de la República, donde es evidente que las “acciones gubernamentales de emergencia” son incapaces de detener la violencia hacia las mujeres. Aunado a lo anterior, el índice de impunidad para los homicidios dolosos y feminicidios es del 51.4% de acuerdo con un reporte de la organización Impunidad Cero de 2020.
Es importante mencionar que la violencia hacia la mujer no es un problema que inicia con la 4T, el feminicidio en México se empieza a registrar en 1993 con las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez, como un fenómeno localizado al norte del país, sin embargo, en diciembre de 2006 cuando Felipe Calderón declara la “Guerra contra el Narco” la barbarie se extiende. La violencia generalizada sumada a la crisis económica del capitalismo ha generado una profunda descomposición social, donde los sectores más vulnerables de la sociedad son los que sufren las consecuencias, en este caso las mujeres y los niños. Si bien, las políticas de los gobiernos de FECAL y EPN aumentaron la violencia hacia la mujer, tendríamos que preguntarnos: ¿Por qué a pesar de que la política del nuevo gobierno es diferente, la violencia hacia la mujer sigue en aumento? y la respuesta es, porque el origen de la violencia hacia la mujer se encuentra en las entrañas podridas del capitalismo, y este problema que le arrebata la vida a más de 10 mujeres al día, no podrá resolverse de raíz hasta que este sistema de explotación no sea suprimido, y no esta dentro de los planes de AMLO y la 4T terminar con el capitalismo. El combate hacia la violencia contra la mujer es el síntoma más evidente de las limitantes del reformismo.
Hace un par de semanas, se aprobó la Reforma a la Ley de Seguridad Nacional, que extiende la presencia del ejército en la realización de tareas de seguridad pública hasta 2028. Esto ante el supuesto de que el ejército es un organismo incorruptible al servicio del Estado para garantizar la soberanía y la seguridad del país. Sin embargo, esta confianza que tiene el gobierno de la 4T simplemente denota su completa incomprensión de lo que es el Estado. Lenin explica en su texto, ‘Sobre el Estado’, lo siguiente:
“En la sociedad primitiva, cuando la gente vivía en pequeños grupos familiares y aún se hallaba en las etapas más bajas del desarrollo, en condiciones cercanas al salvajismo – época separada por varios miles de años de la moderna sociedad humana civilizada –, no se observan aún indicios de la existencia del Estado… en ninguna parte encontramos una categoría especial de individuos diferenciados que gobiernen a los otros y que, en aras y con el fin de gobernar, dispongan sistemática y permanentemente de cierto aparato de coerción, de un aparato de violencia, tal como el que representan actualmente, como todos saben, los grupos especiales de hombres armados, las cárceles y demás medios para someter por la fuerza la voluntad de otros, todo lo que constituye la esencia del Estado.”
“Si dejamos de lado las llamadas doctrinas religiosas, las sutilezas, los argumentos filosóficos y las diversas opiniones erigidas por los eruditos burgueses, y procuramos llegar a la verdadera esencia del asunto, veremos que el Estado es en realidad un aparato de gobierno, separado de la sociedad humana. Cuando aparece un grupo especial de hombres de esta clase, dedicados exclusivamente a gobernar y que para gobernar necesitan de un aparato especial de coerción para someter la voluntad de otros por la fuerza –cárceles, grupos especiales de hombres, ejércitos, etc. –, es cuando aparece el Estado”.
Lenin es muy claro al explicar que el Estado no tiene una independencia de clase, sino que esta diseñado para proteger los intereses de los dueños de la propiedad privada de los medios de producción, es decir a la burguesía, y el ejército es su medio de coerción para garantizar la prevalencia del régimen de explotación.
Es escandaloso anunciar con bombo y platillo que se ha conseguido esta reforma justo unas semanas después de haber anunciado que el ejército mexicano estuvo implicado en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, son ellos, los asesinos de los estudiantes del 68, los asesinos de indígenas en Acteal, ¿son los asesinos del pueblo trabajador quienes nos van a proteger? La respuesta es NO, no será el ejército en las calles el que termine con el crimen y mucho menos con la violencia hacia la mujer, sino todo lo contrario.
Las filtraciones publicadas por los Guacamaya Leaks, exponen claramente la podredumbre y el carácter del ejército mexicano. Con respecto al movimiento de la mujer, las filtraciones indican un proceso de vigilancia hacia varios grupos y colectivas feministas, a quienes considera como actores subversivos, potenciales enemigos del estado, añadiéndolas a una lista donde aparecen carteles de la droga, sindicatos y el EZLN. Estas listas nos muestran como el ejército considera como enemigos del estado burgués, por igual, a los narcotraficantes y a las organizaciones sociales que luchan por mejorar sus condiciones de vida, colocan al mismo nivel de peligrosidad a las organizaciones criminales y a las que luchan contra la violencia feminicida.
Podemos tener diferencias políticas y de método profundas con las organizaciones feministas, pero por ningún motivo podemos ser omisos ante el hostigamiento y persecución de las fuerzas represivas del Estado, que a pesar de estar en un gobierno progresista y pacífico (abrazos no balazos) nunca perderán su esencia de defensores del interés del capital, y dado que la exigencia por el acceso al aborto libre, seguro y gratuito, así como la inversión en infraestructura, casas de seguridad, guarderías, lactarios, comedores y lavanderías comunitarias, eliminación de la brecha salarial, mejoras en las condiciones mínimas de trabajo y demás medidas para combatir la opresión de la mujer, representan un atentado directo contra la acumulación de ganancias del capital, todo aquel que luche por conseguir estas reivindicaciones se convierte, para el ejército, en enemigo del Estado burgués.
Otra de las filtraciones que destacan son los procesos judiciales por la violación tumultuaria de una cadete en la Escuela Militar de Oficiales de Sanidad, perpetrada por dos sargentos. Esta filtración demostró que, la violencia ejercida hacia las mujeres dentro de las filas del ejército, siempre se ha ocultado, los procesos se llevan con total hermetismo y opacidad, para no manchar el prestigio de esta “honorable” institución.
La salida del ejercito a las calles, en definitiva, no representa para nosotros, el pueblo obrero, una garantía de seguridad, sino todo lo contrario. Para nosotros representa que este mecanismo de coerción del Estado estará libre de reprimirnos, asesinarnos o desaparecernos por el simple hecho de organizarnos y luchar por un mejor futuro para nosotros y nuestras familias. Si bien, bajo la bandera de la 4T y la figura de AMLO podrían estar controlados, nosotros debemos entender lo que los reformistas no. Ellos no van a estar eternamente en el poder, y si la derecha vuelve a tomar control del Estado tendrán una vía legal, impulsada por la “izquierda” para reprimir a las masas obreras.
La violencia hacia la mujer no va a ceder, al contrario, se profundizará aún más con los efectos de la crisis económica y social del capitalismo, y la presencia del ejército en las calles no será una solución, pues su papel es amedrentar, hostigar e inhibir la organización de las mujeres y del resto de sectores oprimidos en lucha. Para poder erradicar la violencia hacia la mujer no necesitamos más policías ni soldados, incluso si son mujeres, necesitamos la organización permanente de la clase obrera, luchando contra el sistema capitalista, arrebatándole demandas inmediatas mientras continuamos nuestra incansable lucha por la revolución socialista.