El triunfo de AMLO en 2018 es la prueba más clara de la búsqueda de un cambio profundo en la sociedad por parte del pueblo de México. Se llegó al hartazgo después de pasar por un periodo de 40 años de ataques continuos contra las conquistas obtenidas con la revolución mexicana y demás luchas de los explotados. No hubo poder, ni fraude capaz de detener el triunfo de AMLO con la acción contundente de las masas que consiguieron 30 millones de votos por el cambio y contra los partidos de la burguesía.
Este proceso no está aislado. Mientras escribimos estas líneas, en Colombia hay una sublevación popular entorno al Paro Nacional contra Duque; en Bolivia el pueblo sacó del poder al gobierno golpista de Añez; en Chile las masas barrieron con los partidos de la oligarquía en las elecciones para la Constituyente; en Perú los trabajadores se organizan entorno a la candidatura del combativo profesor Pedro Castillo, por poner algunos ejemplos significativos. Lo que vemos no es la crisis de un régimen nacional en particular sino a un sistema capitalista voraz en crisis orgánica y la búsqueda de las masas de encontrar una salida, la cual, desde nuestro punto de vista debe significar un rompimiento con el actual sistema y el establecimiento de un socialismo basado en la más amplia democracia obrera.
Una lucha contra la derecha y el reloj
Las reformas emprendidas por el actual gobierno, no son toleradas por la vieja mafia del poder: por el gran capital, por los oligarcas, los viejos políticos y las viejas instituciones estatales que generan gran resistencia al más mínimo cambio progresista. El gobierno de AMLO se ha enfrentado a una campaña de mentiras, de boicots y de desgaste continuo. Si algo hay que criticar a AMLO es que ha sido demasiado blando y moderado para llevar adelante su programa y combatir a la oposición de derecha. Actuar de esa forma acarrea un gran peligro, el gran capital no quiere reformas, quiere ataques contra la clase obrera y quitarse de encima a este gobierno. Si tienen una oportunidad de hacerlo, ellos no se tentarán el corazón para derrocar a AMLO, con los métodos más sucios y violentos.
Cuando AMLO entraba en la presidencia, la economía mundial ya presentaba síntomas serios de avanzar a una nueva recesión. Era claro que no sería un sexenio sencillo y que el margen para reformas se vería enormemente limitado. Pero la pandemia ha acelerado y profundizado todas las contradicciones llevando al planeta a una recesión.
La derecha ha actuado como perros rabiosos ladrando para echar en cara cualquier error del gobierno combinando con una campaña de mentiras abiertas. No debemos sorprendernos de esto, tenemos que darles un buen puntapié a los perros falderos para callar sus ladridos. Pero mirando objetivamente es una realidad que la pandemia ha tenido efectos muy negativos con más de 220 mil muertes y un colapso de la economía en 2020 con una caída del 8.5% del PIB. Sumado a los empleos perdidos, ahora sufrimos un proceso inflacionario que está presionando aun más a los más pobres.
Hay problemas heredados que son muy profundos y no han encontrado aún solución como la violencia (que adquiere un carácter particularmente crudo contra la mujer), la recuperación del poder adquisitivo, el establecimiento de instituciones verdaderamente democráticas y representativas del pueblo, el recuperar las empresas estatales privatizadas, etc. Con la lucha contra la pandemia y la consecuente crisis sanitaria y económica, el sexenio se está acercando a su mitad, el tiempo de AMLO se agota para llevar adelante reformas profundas. Hay una lucha contra reloj.
La derecha quiere quitar la mayoría parlamentaria
La burguesía no cuenta con una base social solida para ir a una ofensiva frontal contra el gobierno. Claudio X González ha dicho: “Pero sería increíble, y aquí es donde viene la tarea para todos nosotros, que perdieran lo que se llama la mayoría simple. Es decir, que no tuvieran el 50% de los diputados”. Argumentando que así ya no pueden hacer ni cambios a la constitución ni cambios legales.
Una cosa son sus deseos y otra que lo consigan. Las encuestas dan una ventaja a los partidos como Morena y el PT. Y quizás es más realista hablar de que pueden quitar la mayoría calificada (que puede ir de 2/3 a 3/4 partes) que le permite llevar adelante reformas legales más profundas como cambios constitucionales. Para ello el Instituto y el Tribunal Electoral se han subido a la contienda para favorecer a los partidos del viejo régimen y atacar a Morena, quitándole más de 40 candidaturas, dos para gobernador. Los consejeros electorales, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, encabezan esta ofensiva. El primero incluso ha llegado a amenazar con anular las elecciones argumentando la injerencia del presidente.
La burguesía se apoya en otros sectores del aparato estatal buscando maniobrar para restar fuerza y representatividad a los partidos que apoyan la Cuarta Transformación (4T). Otro ejemplo es el debate sobre la sobrerrepresentación parlamentaria, que justo sacan ahora que gobierna Morena.
Los partidos del viejo régimen (PRI, PAN y PRD) se han unido en una alianza sin principios. Movilizarán todo su aparato y actuaran como siempre lo han hecho: buscando imponerse por la vía del fraude. Debemos por eso salir a votar y estar vigilantes para contrarrestarlo.
Eliminar la mayoría parlamentaria de Morena-PT, etc., aunque sea solo la calificada, será un avance de la derecha. Luego se intensificará el boicot buscando llegar con más fuerza al referéndum de 2022. Ellos quieren sacar a AMLO del gobierno y sino lo consiguen al menos atarle de manos.
Es una ofensiva de los capitalistas
Revisando nuestra historia, cuando los conservadores perdieron la mayoría en el gobierno y no les fue posible frenar el avance de los liberales de la Reforma, recurrieron a la principal potencia extranjera para que interviniera a México. Ahora el PAN y Movimiento Ciudadano llaman a la OEA para que intervenga en el país bajo el argumento que AMLO interfiere en las elecciones. No hay que olvidar que este organismo estuvo detrás del golpe de estado de Bolivia, justificó la salida de Dilma en Brasil con el Impeachment y ha justificado los fraudes en Honduras y la permanencia del gobierno golpista.
Además, salió a la luz que Mexicanos Contra la Corrupción, organización soportada por empresarios como Claudio X. González recibe financiamiento imperialista a través de la Oficina Internacional de Desarrollo (USAID, por sus siglas en inglés). Al verse descubierto, el empresario X. González ahora hace un proselitismo más abierto y cínico para sacar del gobierno a AMLO apoyándose en el PRI-PAN-PRD.
Las cámaras empresariales, como la Coparmex, han mantenido un ambiente de dialogo y boicot, impulsando amparos contra las iniciativas de AMLO, presionándole económicamente con huelga de capitales y saludando iniciativas como el intento de detener la reforma energética de AMLO vía el poder judicial. No hay dudas, son los grandes empresarios los que quieren fuera a AMLO.
La burocracia de Morena: el mejor aliado de la burguesía
La dirección de Morena encabezado por Mario Delgado, el lugarteniente del canciller Marcelo Ebrard, actúa a favor de la derecha. Apoyándose en la burocracia y en sus descarados métodos, se ha impuesto a una serie de candidatos, algunos de ellos definitivamente reaccionarios y de derecha, por quienes definitivamente no es posible votar. Hacerlo tendrá el mismo efecto que cuando se votó por Lilly Téllez, quien terminó rompiendo con Morena y encabezando la oposición parlamentaria de la derecha panista. Para llevar adelante sus imposiciones, la dirección de Morena se apoya en la burocracia oportunista que se ha ido formando en el partido. En algunas zonas se ponen candidatos conscientemente malos para favorecer a partidos aliados coyunturales como el derechista Partido Verde, pero lo cual también traerá como resultado restar fuerza a Morena a favor de la alianza sin principios del PRI-PAN-PRD. Por ejemplo, Clara Luz Flores, la candidata a la gobernatura de Nuevo León, proveniente del PRI, esta sumamente mal posicionada en la contienda.
La derecha de Morena tiene como política llegar a pactos con la burguesía. Trata de dar las mejores señales para mostrar que la base está bajo control y no hay peligro de radicalismo. Para poder pactar por arriba ellos prefieren una militancia atomizada, no organizada, desmoralizada y desvinculada del movimiento social. Han impuesto a candidatos impresentables, algunos de ellos que abiertamente han atacado al movimiento social, como es el caso de Jorge Constantino Kanter quien ha organizado operativos contrainsurgentes (apoyándose en paramilitares) para atacar al movimiento zapatista. El movimiento social con esto ve a Morena como más de lo mismo y genera una cuña que los separa de la base obradorista que simpatiza con las causas sociales.
De igual forma pasa con el caso Macedonio, acusado de actos tan graves como la violación. Morena no pudo hacer una investigación para aclarar o deslindar responsabilidades. Lo más que logró la comisión de honestidad y justicia fue repetir el proceso de elección para que luego fuera reelecto Macedonio por la comisión de candidaturas. Por supuesto que nos oponemos a la injerencia del INE o el Tribunal Electoral en la vida interna de Morena o del PT, así como el que los tribunales interfieran en la vida interna de los sindicatos. Ellos al final quitaron la candidatura de Félix Salgado Macedonio y vergonzosamente Morena dejó entrar en su lugar a su hija.
Es deber de la base de estas organizaciones, con su lucha, establecer la democracia interna. Pero el actuar que al final resolvió la burocracia del partido, deja muy mal parado a Morena poniendo en muchas dificultades a la base que defiende la lucha contra la violencia a la mujer.
AMLO goza de un gran apoyo y eso hará que ganen las elecciones los partidos que apoyan a la 4T. Pero el actuar de la burocracia desmoraliza, decepciona a un sector de activistas y las masas y muestra que las cosas en realidad no están cambiando. Vemos que las elecciones son bizarras y un circo y que no es ahí, ni con esos personajes como se logrará un cambio. Al final esas medidas abonan a que la derecha avance un poco (incluyendo candidatos que ganarán con el voto de la izquierda y ya en sus cargos se pasarán a la derecha). Eso favorecerá a la táctica de la burguesía.
Nosotros tenemos que sacar nuestras propias conclusiones. Es necesario construir una fuerte organización de los trabajadores que no entre en pactos ni de concesiones de principios a la derecha y la burguesía. Respondamos a la burocracia fortaleciendo la organización de los explotados.
La izquierda obradorista debe responder a la burocracia
El origen de lucha de los partidos de la 4T y la tradición mantenida por gran parte de la base, ha llevado a que no se arrebaten algunas posiciones. Donde hay candidatos a la izquierda se debe usar la campaña para fortalecer la organización de la base, revindicar las demandas del pueblo e ir construyendo un ala local y nacional que avance en construir una fuerza capaz de dar una ofensiva para doblegar a la derecha y propiciar un cambio radical de la sociedad.
Frente a la ofensiva de la burguesía, que se apoya en todo el aparataje que posee, hay un natural sentimiento de cerrar filas. Eso en principio es correcto. Las masas debemos cerrar el puño y frenarles en seco. Dentro del obradorismo se ve claramente la necesidad de apoyar al presidente y no permitir que la derecha avance. La cuestión es la siguiente: la presidencia de Morena y la burocracia han actuado a favor de la derecha, pisoteando la democracia interna. Eso claramente apoya a la vieja mafia del poder: a la oligarquía burguesa y sus partidos.
Muchos militantes consecuentes y compañeros comprometidos fueron desplazados por la burocracia para favorecer a políticos de la burguesía a los que se les ha abierto la puerta de par en par. ¿Se debe en pro de no perjudicar al actual gobierno permitir esta política “Lilitellista” que en nada beneficia una transformación profunda y radical de la sociedad?
Hay intelectuales, dirigentes a distintos niveles y referentes, que no están de acuerdo con esto, pero que tampoco dan una batalla seria. La derecha obradorista es más consecuente y audaz, son cínicos y no les importa pisotear la democracia interna para llevar adelante sus planes. Los intelectuales y dirigentes de la izquierda, por el contrario, se quejan, pero al final aceptan sus maniobras. El camino de Delgado, Monreal y Ebrad va a llevar a la 4T a que los pequeños avances logrados se reviertan rápidamente. Pero en vez de oponerse con firmeza, se doblan las manos. Esa política se reproduce en un sector de los de abajo. A un sector de los compañeros que se han sacrificado se les endulzan los oídos y se les promete que ellos serán los siguientes en ocupar los cargos y podrán llevar adelante la verdadera política de transformación. Gran parte de ellos serán usados por la burocracia para hacer campaña y luego, como ya lo hicieron en la elección de candidatos, se les desechará como un pañuelo usado. Por eso es necesario construir cuadros y una organización de base democrática con principios claros para hacerles frente.
Hay importantes referentes de la izquierda de la 4T que deberían, además de llamar a dar una guerra contra la derecha burguesa oligárquica y sus partidos, a no dar concesiones a la burocracia obradorista y dar una batalla sin concesiones de principio para recuperar a organismos como Morena. Sino se hace esto, la tendencia de burocratización puede llevar a que el partido se pierda.
La política de la izquierda de Morena de no dar la batalla significa en la práctica dejar que la derecha avance y claudicar frente a la burocracia entreguista del partido (que buscan deje de ser movimiento, es decir un organismo vinculado a las luchas del pueblo, algo que de hecho han conseguido en gran medida ya). Eso es el camino para terminar de eliminar la democracia interna y dar un margen mayor a burócratas claudicantes que ganen terreno y arrebaten el sentido por el que fue creado el partido. Por este camino Morena puede dejar de ser una herramienta de lucha de las masas en la búsqueda de una transformación profunda de la sociedad. Tendrá un fin igual o peor al del PRD.
La militancia de base debe buscar conformar una corriente de izquierda que tenga un programa claro, que plantee la lucha por el socialismo, con principios claros como de la izquierda que se base en principios claros como: vinculación clara de Morena, el PT y la 4T con el pueblo, sus luchas y la defensa intransigente de sus demandas. Más allá de mantener un plan de programas sociales, se debe recuperar las demandas de los sindicatos y la clase obrera, de los campesinos, de la lucha por la emancipación de la mujer, de los estudiantes y jóvenes sin empleo. Se debe fomentar la organización del pueblo trabajador (la lucha va más allá de este sexenio y el cambio depende del pueblo organizado).
Ningún apoyo a la derecha interna y externa
Ni un voto a la derecha. No hay que dar ningún voto por el PRI, el PAN, el PRD, Convergencia, pero tampoco por el PVEM, el PES y demás pequeños partidos de derecha paleros. En los espacios donde hay candidatos de la izquierda hay que dar un apoyo crítico, siendo vigilantes de su actuar. Debemos pugnar porque todo funcionario pueda ser revocado de su cargo si el pueblo que lo votó lo pide. Ningún funcionario debe tener fuero ni ningún otro privilegio, comenzando con no ganar más que un obrero cualificado.
La burocracia, después de desplazar a compañeros con trayectoria de lucha e imponernos a elementos de la derecha como candidatos, luego llama a dar un voto masivo a Morena. No queremos ser utilizados para fines personales, queremos un país y sociedad distintas. Hay que dar un voto masivo contra la derecha, pero sobre todo fortalecer la organización del pueblo trabajador.
Votar por ratas que abandonaron su barco para venir a Morena, no beneficiará en nada la transformación que queremos. Estos elementos cambiarán de bando o serán factor de conciliación con los enemigos para moderar más la ya moderada transformación de la 4T. No hay que dar ningún voto a los oportunistas, reaccionarios y arribistas, aunque hoy aparezcan con las siglas de los partidos de la 4T.
Se debe votar por los candidatos mas a la izquierda. Si, por ejemplo, Morena pone a un candidato oportunista o reaccionario pero el PT tiene un elemento de izquierda y combativo, hay que votar críticamente por estos segundos.
Las elecciones son una herramienta más de lucha y ni siquiera es la más importante. No se debe permitir el regreso de la derecha, pero también se debe combatir su infiltración dentro de la 4T. Ante todo, se debe pugnar por aprovechar cada oportunidad para extender raíces con el pueblo, a fomentar la organización de las masas oprimidas y explotadas y a crear cuadros (no administrativos) políticos, capaces de organizar una lucha feroz para enfrentar a la derecha y combatir a la burguesía.
La clase obrera debe levantar su programa de lucha
La clase obrera y el movimiento social debe levantar un programa de clase y defenderlo. Eso implica luchar contra el desempleo, por la recuperación salarial, por el respeto a las prestaciones, por elevar el nivel de vida, porque haya sindicatos democráticos y combativos, por acceso a vivienda para todos, por que no haya un solo joven sin acceso a un bachillerato y universidad de calidad; por alternativas culturales y deportivas para la población; por un plan nacional de industrialización bajo propiedad estatal administrados bajo control obrero; por escuela o empleo digno para todos; por el combate a la violencia; por un cambio radical en el sistema judicial sustituyéndolo por tribunales populares que den justicia a los trabajadores, las mujeres y las comunidades rurales; por la nacionalización bajo control obrero de la banca, la gran industria y las grandes concentraciones de tierra; por una economía planificada y la unidad de América en una federación socialista.
La clase trabajadora debe poner su sello en el proceso y luchar con nuestras organizaciones, empezando por los sindicatos, y con nuestro propio programa. El país necesita un cambio radical que rompa con el actual sistema capitalista y como bien lo dijo Marx: la emancipación de los trabajadores sólo puede ser obra de los trabajadores mismos. Querer reformar a este sistema capitalista decadente es como buscar curar un cáncer con una aspirina.
El actual gobierno, o se radicaliza y da un rompimiento radical con el sistema capitalista o seguirá la historia reciente de los llamados gobiernos progresistas latinoamericanos, abriendo un periodo de inestabilidad, polarización social y giros a la derecha e izquierda. Debemos prepararnos no para una lucha inmediata sino para un proceso de años donde tendremos posibilidades de transformar la sociedad.
El proceso puede ser revertido
Vale la pena hacer un breve balance. Una gran parte de la vieja burocracia todavía permanece en su lugar y salta como chapulín a Morena. El poder judicial sigue manteniéndose prácticamente intacto con los vicios heredados desde los tiempos del PRI. El ejército (y con él la Guardia Nacional) no se han purgado de los elementos reaccionarios y vinculados a crímenes y criminales. Las fuerzas armadas están adquiriendo preocupante fuerza y actúan como el Estado dentro del Estado. Particularmente preocupante es que el gobierno de AMLO tuvo que ceder ante la extradición y liberación del general Cienfuegos, sin que mediara un proceso serio que lo inculpara de sus vínculos con el crimen organizado. Es claro que no hemos llegado a un cambio cualitativo y en este punto los avances que se pudieran tener pueden ser revertidos.
El Estado, decía Engels, es un cuerpo de hombres armados en defensa de la propiedad. Pero la oligarquía ha perdido el control directo de gran parte de este aparato. Eso no ha cambiado el carácter del Estado a favor de los intereses del gran capital, formado y perfeccionado en cada revolución burguesa y a lo largo de doscientos años. Las reformas de AMLO aparecen como un virus dentro de un organismo que se ha dotado con bastantes anticuerpos para desecharlos.
AMLO ha decidido apoyarse en las fuerzas armadas para gobernar. No ha tenido una política sanguinaria como otros sexenios, señala que no se deben usar esas instituciones para reprimir al pueblo. Eso no ha evitado que existan crímenes de parte de éstas. A pesar de que AMLO promete que no se van a utilizar los cuerpos de seguridad para reprimir al pueblo, estos actúan no sólo bajo las órdenes de AMLO, sino de una lógica propia que les inculcan, la defensa de la propiedad y en contra de todos aquellos que luchan por una transformación de fondo. Es el mismo caso que las policías estatales, incluso bajo gobiernos de la 4T como es el caso de Chiapas, reprimen y hostigan sexualmente a los normalistas.
Las fuerzas armadas han ayudado a otras tareas como el combate a la pandemia. Pero para actuar en esta línea les ha dado grandes concesiones como el cederle a su control hospitales, escuelas, y hasta el Tren Maya, uno de los proyectos estrella de este gobierno. El ejército cuenta con su propio Banco. Lejos de desmilitarizar al país, se han creado nuevas corporaciones como la Guardia Nacional, con más de cien mil efectivos. Éste enorme poder militar puede adquirir cierta autonomía, hoy mismo ya ejerce presión y poder. Es el Estado dentro del Estado. En el futuro puede actuar como una gran fuerza reaccionaria, contra este gobierno y contra la clase trabajadora.
La solución se encuentra en construir un organismo nuevo, un Estado obrero, que realmente castigue a los criminales; de justicia a los trabajadores, mujeres y el pueblo en general. La debilidad central de la política de AMLO es que busca una reforma desde dentro de las instituciones del Estado desmovilizando a un pueblo dispuesto a luchar por construir una sociedad diferente. Se podría incluso aprovechar la dirección del gobierno para llevar adelante reformas que avancen con el rompimiento radical de las actuales instituciones estatales. Como sea, el elemento central debe ser la organización de los trabajadores que son los que deben tomar las riendas de un Estado que sirva a sus intereses.
Hay que romper con el capitalismo
Medidas como los apoyos sociales han sido un respiro para las masas y son parte de la razón por la que AMLO goza de gran popularidad. La lucha contra la corrupción ha tenido algunos efectos al recabar ciertos recursos para el erario. El actual gobierno quiere dejar como herencia grandes proyectos como el aeropuerto en Santa Lucía, el tren maya, la creación del corredor transístmico, la modernización de refinerías, etc. El problema es que estos proyectos no rompen el esquema capitalista y al final del día el gran capital seguirá siendo el más beneficiado.
Si giramos la vista al sur, veremos que muchos gobiernos llamados progresistas han llevado adelante programas sociales, medidas de desarrollo y algunas concesiones más para las masas. Estas, al quedarse dentro de los márgenes del capitalismo, no han logrado eliminar las contradicciones del sistema, la dominación imperialista y los problemas de las masas. Debido a eso también hemos visto retrocesos, ya sea revirtiendo esas reformas bajo mismos gobiernos de izquierda que a la larga no pueden sostener o bien con la entrada de gobiernos de derecha o ultraderecha.
AMLO ha dado muchas señales y concesiones a los empresarios de que su gobierno no busca romper con la libre empresa, pero la clase capitalista sigue sin tolerarle y no acepta la más mínima reforma y le quieren derrocar. La mejor defensa es el ataque. AMLO debería acabar primeramente con el neoliberalismo renacionalizando las empresas que han sido privatizadas. Pero la tarea no estaría terminada, se requiere que el Estado y la economía estén al servicio y bajo control democrático de los trabajadores. Se debe expropiar las grandes palancas de la economía y con eso quitar el poder de quienes quieren derrocarle.
Esta elección es una batalla importante pero la guerra es mas larga. Necesitamos construir una tendencia que claramente luche por el socialismo, ligada al movimiento real y existente de los trabajadores y las masas como son los sindicatos, el movimiento estudiantil, la lucha por la emancipación de la mujer y la base obradorista.
Derrotar a la derecha en las elecciones no significa que una transformación profunda esté asegurada. De ninguna manera. En realidad, sólo genera condiciones más favorables que se deben aprovechar para luchar por la defensa de nuestros intereses.
Hay que dar una batalla consecuente y férrea en estas elecciones contra la derecha, fortaleciendo el movimiento general de los trabajadores y construyendo un ala que luche por ir hasta el final, una tendencia socialista. Te invitamos a que te unas a La izquierda socialista.