La lucha por la construcción de un partido revolucionario en México
El presente artículo tiene por objeto conmemorar 30 años de la publicación del primer periódico de nuestra tendencia marxista en México (julio-agosto de 1990).
Iniciar un recuento histórico tendría que pasar por señalar que nuestra organización es realmente joven, pero a la vez tan añeja como la historia misma del movimiento marxista. Provenimos en línea directa de las organizaciones fundadas por Marx y Engels durante la segunda mitad del siglo XIX, de la III internacional de Lenin y Trotsky y de la lucha de Trotsky por construir una IV internacional. Las circunstancias históricas y el proceso vivo de lucha de clases provocaron que, durante los 20 años posteriores a la segunda guerra mundial, las fuerzas más sanas del marxismo se concentraran en la lucha de Ted Grant y sus camaradas por construir una organización marxista internacional, partiendo del Reino Unido. Ese esfuerzo fructificó en la creación del periódico Militant, que durante más de 20 años animó las principales luchas de los trabajadores en Inglaterra. A principios de los setentas, los marxistas británicos habían llegado a posiciones importantes en las juventudes laboristas y ello les permitió establecer importantes lazos con jóvenes de izquierda dentro de algunos de los principales partidos tradicionales en Europa. Uno de los triunfos más destacados fue el conseguir ganar a importantes miembros de las juventudes socialistas del Partido Socialista Obrero Español en la clandestinidad.
El advenimiento de los acontecimientos revolucionarios en el Estado Español, con motivo de la caída de la dictadura franquista, dio pie a un rápido desarrollo del primer núcleo de marxistas el cual logró posiciones importantes en la mayoría de las provincias de la península antes de que la dirección del PSOE, que ya había trabajo pactos con la burguesía, lanzará una cacería de brujas que culminaría en la expulsión del PSOE de la mayoría de los camaradas.
Los triunfos en el Estado Español no fueron asilados, la crisis del capitalismo de los setentas generó condiciones propicias para el desarrollo de nuestra tendencia en multitud de países como Italia, Suecia, Australia, Grecia, Alemania, etc.
Nuestra organización en Inglaterra a mediados de los ochentas rebasaba los 5 mil militantes y nuestra influencia fue tal que se lograron obtener un par de diputaciones por el Partido Laborista, así como ganar las elecciones municipales en Liverpool.
Un triunfo muy destacado fue el movimiento Anti-Poll Tax, que era un impuesto anti obrero que Margaret Thatcher pretendió imponer alrededor de 1990, la lucha que significó la movilización de cientos de miles de personas y la caída del gobierno de la “dama de hierro” fue para nosotros una muestra del enorme potencial de nuestras ideas. Pero también ocultó severos problemas que después nos acarrearían severos reveses.
En el Estado Español los marxistas sumaron a su tradicional influencia dentro del movimiento sindical, -hasta la expulsión ordenada por el PSOE teníamos la dirección de la UGT en Álava-, la construcción de una organización estudiantil tradicional, el Sindicato de Estudiantes. Con ello estuvimos en condiciones de dirigir impresionantes movilizaciones que desembocaron en la Huelga General del 14 de diciembre de 1988 y la lucha contra la primera guerra del golfo dos años después.
En este marco sobrevino la caída de los países de Europa de Este, como es conocido nuestra posición política al respecto de la problemática de los estados obreros deformados era que sólo una revolución les permitiría avanzar hacia el socialismo. Nuestras primeras impresiones al respecto estaban basadas en la perspectiva de que las masas se abrirían paso hacia el socialismo sobre las ruinas del estalinismo, algo que por cierto era perfectamente posible. Lamentablemente el nivel de degeneración de la burocracia había provocado un espantoso estancamiento económico que se combinó una relativo boom en los países capitalistas avanzados, ello generó la idea en sectores decisivos de las masas que el capitalismo no podía ser peor que lo que conocían como socialismo, al mismo tiempo, tal como predijo Trotsky, la mayor parte de la burocracia de los partidos estalinistas abrazó con fervor el camino hacia el capitalismo generando un verdadero vacío, que a la larga fue facilitando la introducción de medidas capitalistas al grado que conocemos ahora.
No obstante, nuestras perspectivas de finales de los ochentas estaban precedidas de triunfos y nuestra idea, como la de cualquier organización revolucionaria, era que deberíamos aprovechar las buenas condiciones para crecer (perspectivas mundiales del año de 1988).
El inicio
La CMI mandó una importante delegación de compañeros al encuentro juvenil de Pyongyang en Corea del Norte en el año de 1989, en ella los camaradas del Sindicato de Estudiantes contactaron con un miembro del Comité de Lucha del Estudiantil del Politécnico, estableciendo el compromiso de una visita a México.
En nuestro país dos acontecimientos estaban sacudiendo a las organizaciones de izquierda y a los jóvenes estudiantes, que militando o no ellas, estábamos activos en la política; por un lado la caída de Europa del Este ponía en cuestionamiento todas nuestras premisas teóricas, -incluyendo a los maoístas que también contemplaban los hechos de Tiananmen con ojos incrédulos-, por otro lado el más importante movimiento de masas desde el 68 había puesto al régimen del PRI al borde de la debacle. La explosión puso en evidencia la incapacidad del conjunto de organizaciones de izquierda para ponerse al frente de una lucha que durante toda su vida habían esperado. Actuando siempre a la cola de los acontecimientos, pasaron de una actitud sectaria frente al cardenismo a un seguidísimo acrítico. Algunos jóvenes que recién empezábamos a militar y que aún no habíamos sido invadidos por el cinismo de los dirigentes de aquel entonces, estábamos, pues, en condiciones de atender alternativas que se inscribieran en la lógica del socialismo y del marxismo.
El decir que una capa de jóvenes estaba abiertos a recibir nuevas ideas no significa que llegar a ellos fuera fácil. Producto del trabajo de los camaradas españoles en Corea durante el año de 1989 hubo dos visitas, en la segunda un camarada estableció un grupo de contactos que se fueron decantando con el paso del tiempo. En realidad el único mérito de aquel primer grupo fue el de tender puentes hacia compañeros verdaderamente dispuestos a construir la organización.
Los primeros meses de 1990 fueron centrados en dos aspectos, uno de ellos era fortalecer un primer núcleo duro de camaradas y el otro era el de publicar el primer número del periódico, evidentemente ambas tareas se complementaban. Se formó inicialmente un comité de cuadros que hacía las veces de CC, al mismo tiempo se creó una primera ejecutiva y se lanzaron los primeros grupos de base en la UNAM, la ENAH, el IPN, y en el norte de la ciudad.
Partiendo de una capa de unos 15 compañeros activos se publicó el primer número del periódico en agosto de 1990. Su aparición fue importante en la medida de que por este medio se logró demostrar a muchos contactos que permanecían a la expectativa, que se trataba de un grupo serio, que no se trataba de hablar y luego no hacer nada. Por otro lado, la publicación de Militante (antiguo nombre de nuestro periódico que ahora se llama La izquierda socialista) ayudó a que la capa de compañeros que ya militaban se fuera educando en las labores organizativas que implica publicar un periódico.
Se dice que el periódico es un organizador colectivo y ello fue cierto en los primeros años de Militante de una forma patente. Se partía casi de la nada, se diseñaba con cartulinas, en las cuales se colocaban las columnas y las fotos con pegamento, las correcciones se hacían sobre la cartulina recortando pedazos de letra o palabras. La elaboración llevaba al menos 15 días y prácticamente ocupaba todo el tiempo del liberado, no obstante el periódico nunca dejó de publicarse desde ese primer número de julio-agosto de 1990.