El 19 de junio, el Sindicato Internacional de Estibadores y Trabajadores de Depósitos (ILWU), un sindicato combativo de 42.000 miembros, cerró 29 puertos a lo largo de la costa oeste de los Estados Unidos y Canadá. Los trabajadores detuvieron su trabajo durante 8 horas.
La huelga se organizó para demostrar la solidaridad del movimiento sindical con el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) después del asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis, y se celebró en el aniversario de la emancipación de los últimos esclavos en los Estados Unidos el 19 de junio de 1865, llamado el Juneteenth.
Como parte de la acción, una manifestación masiva marchó por el puerto y el centro de Oakland, con varios miles de asistentes. Boots Riley, un rapero y cineasta comunista, dio un discurso combativo ante la multitud, enfatizando la importancia crítica de las huelgas para hacer avanzar el movimiento. Como Boots explicó:
¿Cuál es nuestro poder? … Hoy se presenta una respuesta a esta pregunta. Nuestro poder proviene del hecho de que creamos la riqueza. La riqueza es poder. Tenemos la capacidad de detener ese poder. Tenemos la capacidad de detener nuestro trabajo y cerrar la economía.
Imagínense si esto no fuera solo un cierre de un día en la costa oeste. Imagínense si decidiéramos cerrar todos los puertos de la costa oeste hasta que las autoridades cumplan con nuestras demandas. Estarían perdiendo miles de millones de dólares… Tenemos que mostrarles que no estamos pidiendo, estamos exigiendo. Nosotros pararemos el mundo y echaremos estos malditos del barco.
¡Esto es precisamente lo que los dirigentes sindicales deberían explicar! En medio de un movimiento con un vacío de liderazgo, activistas como Boots Riley pueden aparecer y desempeñar un papel en señalar el camino a seguir por el movimiento. La clase trabajadora tiene un poder inmenso, y al cerrar la producción, los trabajadores ganan más confianza como resultado de esta acción de clase independiente. Desarrollar este sentido de confianza es clave para la clase trabajadora, ya que amplía su lucha contra los capitalistas.
Las huelgas combativas exitosas muestran que los trabajadores pueden ser aún más combativos, y que solo la intransigencia de clase hace avanzar la lucha. Tales huelgas comienzan a plantear la cuestión fundamental: ¿quién debería controlar las palancas económicas de la sociedad? Después de todo, los capitalistas no hacen funcionar la economía: los trabajadores sí, ¡y nosotros deberíamos tener el control! Y el hecho de que fue una huelga política, no una huelga económica para exigir mejores salarios y condiciones, sino una huelga para protestar contra el racismo sistémico y la brutalidad del Estado, también plantea la cuestión: ¿quién debería dirigir la sociedad en su conjunto?
Esta pregunta también se ha planteado en Seattle, con el establecimiento de la Protesta de Ocupar el Capitolio (CHOP), aunque de una manera diferente, y sin la participación concertada de los sindicatos. Después de lanzar gases lacrimógenos y disparar balas de goma a los manifestantes durante varios días, la policía de Seattle se retiró de la Comisaría del distrito este del centro de la ciudad, que fue ocupado por los manifestantes quienes declararon el «Capitolio Libre» el 8 de junio. Los manifestantes han mantenido el orden dentro de un puñado de manzanas alrededor de la comisaría que ocupan, sin presencia policial.
La demanda popular de «abolir la policía» se ha llevado a la práctica en esta pequeña área, mientras que los manifestantes convocan asambleas para tomar decisiones entre ellos. Este es un experimento embrionario en la actualidad, y seguramente se disipará en las próximas semanas o meses. Pero no se puede dejar de notar su importancia sintomática. Después de todo, esta idea del potencial que tienen los trabajadores para gestionar las cosas sin un Estado capitalista está ocurriendo en el corazón de una ciudad importante de los Estados Unidos: la base de operaciones de Amazon y Jeff Bezos.
Sin embargo, también debemos reconocer los límites del enfoque «horizontalista» de «sin líderes» aplicado por los manifestantes. Esta fue una debilidad crucial del movimiento Occupy, que no fue capaz de conectar con la clase trabajadora más amplia. El poder clave de la clase trabajadora radica en su capacidad para cerrar la producción y tomar control de las palancas económicas de la sociedad, en lugar de su poder para ocupar espacios físicos. Sin la extensión del autogobierno a otros barrios, ciudades, Estados y, en última instancia, a todo el país y el planeta entero, las zonas aisladas que dependen del mundo exterior para obtener agua, electricidad, alimentos, etc. no pueden durar para siempre. Tarde o temprano, ya sea por la fuerza o simplemente por agotamiento, el gobierno de la ciudad de Seattle se asegurará de que «se restablezca el orden».
Después de semanas de protestas en más de 2.000 ciudades y pueblos pequeños de los EE.UU., el movimiento revivido de Black Lives Matter se está enfriando en muchos lugares. Si bien todavía hay mucha energía entre los manifestantes, las semanas de movilización constante inevitablemente provocan fatiga entre una capa. Sin reformas serias para hacer temblar a la clase capitalista, lo que estimularía aún más al movimiento, los trabajadores y los jóvenes en las calles terminan sintiendo que las tácticas de protesta solo pueden llegar a un cierto punto. Aunque poderosas e inspiradoras, tales protestas no plantean por sí mismas la cuestión fundamental del poder. Solo los trabajadores, organizados como clase, pueden plantear esa cuestión. Existe un inmenso potencial sin explotar para que el movimiento en las calles se conecte con el movimiento obrero más amplio, lo que llevaría la lucha al siguiente nivel, pero los líderes del movimiento obrero organizado se niegan a actuar.
La falta en el movimiento de una dirección coordinada es una clara debilidad, como lo es su falta de un programa u objetivo claros. Los dirigentes de la central sindical AFL-CIO se han mantenido discretamente al margen, y no han hecho nada para movilizar a los millones de miembros de la federación en una huelga de solidaridad, como lo ha hecho el ILWU. La dirección de United Auto Workers (sindicato del automóvil), por ejemplo, hizo un llamamiento a sus militantes para conmemorar el Juneteenth haciendo una pausa en el trabajo durante 8 minutos y 46 segundos (el tiempo que George Floyd tardó en morir asfixiado bajo la rodilla de un policía), un acto simbólico, pero que, sin embargo, podría haber representado un paso en la dirección de una nueva acción de huelga combativa para apoyar el movimiento. Pero incluso esto fue demasiado «radical» para la dirección de la UAW, que agregó en negrita: «Por favor, no detened el trabajo a menos que esté autorizado». En otras palabras, si el jefe no te permite hacer una huelga, ¡quédate en la línea de montaje!
El ILWU ha mostrado valentía al liderar una huelga política de un día, demostrando en la práctica el poder de los trabajadores para suspender la producción. ¡Ni un solo contenedor de envío de China, Japón, Corea del Sur ni de toda la cuenca del Pacífico puede ingresar a los Estados Unidos sin pasar primero por las manos de estos trabajadores sindicalizados! Sin embargo, para continuar desempeñando un papel importante, deberían ampliar la lucha. El sindicato ha organizado muchos «días de acción» en el pasado reciente, incluido una huelga contra la guerra de Irak. Pero ahora tiene la oportunidad de dirigir una huelga extendida, llamando a otros sindicatos a que lo hagan también, para demostrar la solidaridad incondicional de los trabajadores con los negros y todos los oprimidos. Como explicó Boots Riley, no podemos parar aquí: ¡esto es solo el inicio!
Muchos trabajadores y jóvenes están hartos de las constantes injusticias bajo este sistema, y están a favor de una revolución. Numerosas encuestas han registrado el cambio dramático en la opinión pública entre millones de personas que han llegado a rechazar el sistema capitalista en los últimos años. Este impasse social se revela claramente por los efectos continuos procedentes de la pandemia incontrolada, el regreso del desempleo y de la miseria de la era de la Gran Depresión, y el racismo flagrante de este sistema. En una de las últimas encuestas, realizada por Harris Poll y Just Capital, el 85% de los encuestados dijo que «la pandemia ha expuesto los problemas estructurales subyacentes en la sociedad estadounidense». Y mientras que solo el 25% de los encuestados sintió que «nuestra forma actual de capitalismo garantiza el mayor bien de la sociedad», un 20% aún más sorprendente de la población respondió que «ninguna forma de capitalismo puede producir el tipo de sociedad que quiero para la próxima generación».
Claramente, se está desarrollando un estado de ánimo revolucionario en la sociedad estadounidense. Pero, ¿cómo podemos asegurarnos de que la próxima revolución conduzca a un cambio sistémico fundamental y no simplemente deje escapar enormes cantidades de vapor? Un elemento crítico en esto es la dirección, que transforma o rompe el curso de las revoluciones. Una dirección formada en teoría revolucionaria, con una comprensión experimentada de la estrategia y las tácticas, puede desempeñar un papel clave en la intensificación de la confrontación orgánica entre los trabajadores y los capitalistas.
Las situaciones revolucionarias surgen independientemente de la voluntad de la dirección, y pueden ser provocadas por prácticamente cualquier acontecimiento. Pero la experiencia del siglo pasado muestra que solo una dirección preparada de antemano puede aprovechar la energía revolucionaria de la clase trabajadora para el derrocamiento real del orden existente. Una dirección que no está dispuesto a ir más allá de los límites del capitalismo solo puede llevar a los trabajadores y a la juventud como hasta ahora, antes de terminar en una eventual e inevitable derrota.
Los trabajadores y jóvenes que desean ver una revolución exitosa en el curso de sus vidas deben estudiar la historia de la clase trabajadora y aprender de los éxitos y derrotas del pasado. La Corriente Marxista Internacional está construyendo una red de revolucionarios en los EE.UU. y en todo el mundo, participando activamente en huelgas y luchas, y formando a una dirección basada en la teoría y la estrategia revolucionarias, que esté capacitada para la tarea de acabar con el sistema capitalista de una vez por todas
El autor es militante de Socialist Revolution, sección estadounidense de la Corriente Marxista Internacional