Un nuevo informe revelador de Credit Suisse ha expuesto cómo en 2020 el ‘club de los millonarios’ creció dramáticamente, a pesar de que el capitalismo fue mantenido con respiración asistida, a medida que la desigualdad de riqueza aumentaba enormemente. Estados Unidos vio la creación de 1,73 millones de nuevos millonarios; Alemania, 633.000 y Australia más de 300.000.
La revista de millonarios Forbes estaba exultante: “dada esa tendencia, no es de extrañar que la pandemia no solo fuera una buena noticia para los superricos sino también para la mayoría de los millonarios”.
¿Pero no hemos visto la peor crisis en 300 años y una contracción enorme del PIB? Se nos dice que a pesar de la enorme contracción económica, no importa el hecho de que la clase trabajadora se haya enfrentado a una década de recortes salariales, privatizaciones y austeridad, ¡la sociedad es de hecho tremendamente más rica de lo que era hace un año!
La deuda, los enormes costos de la vivienda, la escasez y la competitividad de los puestos de trabajo junto con las largas jornadas, los contratos temporales (o ningún contrato) son la norma, lo que deja poco o ningún colchón para que los trabajadores recurran a confinamientos sucesivos.
Los pobres podrían ser más pobres y la producción podría haber colapsado, pero todo esto es irrelevante para la riqueza de los ricos, según el informe. A diferencia de la clase trabajadora, la mayoría de la humanidad que vive de sueldo en sueldo, los ricos tienen una inmensa riqueza acumulada, en forma de inversiones y ahorros en los que apoyarse.
Como dice el informe, “los principales grupos de riqueza no se ven relativamente afectados por las reducciones en el nivel general de actividad económica y, lo que es más importante, también se han beneficiado del impacto de las tasas de interés más bajas en los precios de las acciones y de la vivienda”.
Aquellos con grandes carteras de propiedades, por ejemplo, están bien posicionados cuando se trata de burbujas de activos especulativos. En Estados Unidos, la Reserva Federal compró rápidamente bonos destinados a mantener bajas las tasas de interés, interviniendo para reducir las deudas de los hogares. Con una cierta capa en los países ricos que logran ahorrar, particularmente aquellos con ingresos más altos, una cierta parte de esos ahorros ahora se está gastando en propiedades. Juntos, estos factores han provocado un aumento de los precios de la vivienda en gran parte del mundo. Sin duda, muchos de los nuevos ‘millonarios’ son millonarios en teoría solo porque la casa en la que viven se dispara de precio.
Sin embargo, otros activos siguen el mismo patrón, con enormes burbujas crediticias y de activos ahora infladas. En otras palabras, quienes ya tenían riqueza ahora tienen más riqueza a medida que ha aumentado el valor de sus carteras. Aquellos que no tenían nada al comienzo de la pandemia siguen sin tener nada ahora.
El aumento de la riqueza del hogar de los que ya son ricos no se debe al crecimiento de las fuerzas productivas de la sociedad. Depende de la capacidad de los ricos para ganar dinero con la especulación en la economía.
Las burbujas del mercado de valores (la Bolsa) y de la inversión están en gran parte divorciadas del estado de la economía real, que depende del trabajo humano para producir bienes útiles. A medida que la clase dominante inyecta dinero en la economía, todo lo que está sucediendo es que la riqueza se redistribuye. Los pobres ven sus salarios erosionados por la inflación, mientras que aquellos que poseen activos (acciones de la bolsa, propiedades inmuebles, etc.) ven que sus precios aumentan aún más.
Como explica el informe: el 10% más rico de los adultos posee el 82% de la riqueza mundial, y el 1% por sí solo posee el 45% de todos los activos.
Como explicó Marx, “La acumulación de riqueza en un polo es al propio tiempo, pues, acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto”.
Ésta es una dura acusación del sistema capitalista; los ricos son cada vez más ricos, con riquezas que podrían utilizarse de acuerdo con las necesidades de la sociedad y para poner fin a los males de la sociedad. En cambio, se utiliza para reforzar su posición; empobreciendo aún más a la mayoría de la humanidad en el proceso.
Mientras que los ricos están felizmente amortiguados de la peor parte de esta crisis al acumular la riqueza producida por la clase trabajadora, es la clase trabajadora la que sufrirá la peor parte de la crisis. En 2020, más de 40 millones de estadounidenses solicitaron el subsidio del desempleo, y el 40% de las trabajadoras a nivel mundial están empleadas en las industrias más afectadas por la pandemia, como restaurantes, tiendas minoristas y hoteles.
No sorprende que la idea de cobrar impuestos a los ricos sea popular. Sin embargo, esto no soluciona el problema central de que la riqueza sea acaparada por una minoría, que en muchos casos hará cualquier cosa para mantener su riqueza, como evadir impuestos trasladando las residencias fiscales al extranjero.
La necesidad del socialismo nunca ha sido tan clara. El capitalismo debe ser derrocado junto con su parasitaria clase dominante. Esto puede hacerse expropiando los medios de producción y poniéndolos bajo el control democrático de la clase obrera para que la riqueza de la sociedad, creada por los trabajadores, pueda ser utilizada como parte de un plan democrático de producción dirigido al bien de la humanidad en lugar de al beneficio. Esto asegurará que la mayoría de la humanidad, la clase trabajadora, pueda prosperar.