Inteligencia Artificial, automatización y el futuro del trabajo
Hasan Wright
Desde el auge de la inteligencia artificial generativa (IA), con nuevas tecnologías y herramientas como ChatGPT, la prensa capitalista se ha desbordado, promoviendo fantasías delirantes sobre el futuro del trabajo.
La más común es la idea de que la IA destruirá cientos de millones de empleos. Sin embargo, el periódico The Independent sugiere que hay un rayo de esperanza: “¿Podría la era de la inteligencia artificial también dar lugar a una nueva era para las clases trabajadoras?”, se preguntan.
Obsolescencia
Muy pronto, se argumenta, el código complejo, los algoritmos y los programas harán la mayor parte —si no todo— del trabajo profesional o basado en computadoras: desde la ingeniería de software, hasta la medicina y la investigación científica.
Las anteriores olas de automatización afectaron principalmente a quienes trabajaban en la manufactura. Pero ahora, los trabajadores de oficina están a punto de tornarse obsoletos.
Por ejemplo, una encuesta financiada por el gobierno del Reino Unido, Skills and Employment Survey, ha encontrado que solo el 34 % de la fuerza laboral británica moderna siente que tiene influencia o control significativo sobre sus tareas diarias en el trabajo.
Esto representa una caída desde el 62 % en 1992, con una disminución notable entre aquellos más vulnerables a convertirse en meros engranajes en la máquina digital.
El autor del artículo mencionado dice que, aunque la IA destruirá los empleos tradicionales de cuello blanco (la llamada “clase media”), también creará un nuevo auge para el trabajo manual calificado.
Después de todo, señalan, hasta ahora se ha logrado poco en el diseño de robots capaces de reemplazar a plomeros, electricistas, etc.
¿Tal vez, entonces, la IA ayude a los trabajadores al elevar simultáneamente el estatus del trabajo manual calificado, mientras crea nuevos roles tecnológicos en toda la economía?
Exageración
Inversores capitalistas y gobiernos están invirtiendo billones en la IA generativa, a pesar de que sigue siendo en gran medida no rentable.
Y los medios de comunicación dominantes, propiedad de magnates multimillonarios y empresas tecnológicas, se esfuerzan por alimentar la exageración, ayudando a que la burbuja tecnológica siga inflándose.
En medio de esta manía, es difícil determinar cuán eficientes son realmente herramientas como ChatGPT en comparación con los seres humanos.
Una investigación de Uplevel Data Labs sugiere que el uso de IA no ha aumentado la eficiencia en el desarrollo de software. Pero sí ha incrementado los errores de programación en un 41 %.
Por otro lado, un estudio del MIT encontró que el 82 % de los investigadores estaban menos satisfechos en el trabajo tras adoptar IA, y que para tareas simples de laboratorio, esta en realidad generó más desperdicio.

Proletarización
Independientemente de cuántos empleos de cuello blanco termine eliminando, la IA solo está acelerando una vieja tendencia: la proletarización de las clases medias.
El capitalismo siempre ha empujado a los trabajadores calificados hacia trabajos poco calificados —y por tanto mal pagados— en los que, como decía Marx, nos convertimos en meros apéndices de la máquina.
Mucho antes de la IA, el valor de muchos empleos —incluso aquellos ocupados por personas bien educadas— ha venido disminuyendo, mientras los empresarios buscan empujar a capas crecientes de la clase trabajadora hacia trabajos precarios temporeros.
La pérdida de habilidades ha afectado a empleos como los taxistas de Londres, por ejemplo, donde nuevas tecnologías han abierto profesiones protegidas a una ola de trabajo no calificado y mal pagado, permitiendo así a los capitalistas impulsar una carrera hacia el fondo en términos de salarios y condiciones.
Esto, combinado con el desmantelamiento continuo del bienestar social, trae de vuelta condiciones dignas de Dickens, donde los trabajadores son simple materia prima para la explotación.
¿Y los trabajadores manuales?
Es cierto que los robots tienen dificultades para realizar trabajos manuales calificados, como instalar sistemas eléctricos o colocar ladrillos. Pero si la IA devalúa los empleos de oficina para graduados universitarios, entonces los jóvenes trabajadores se volcarán hacia otros oficios en busca de mayor seguridad de empleo y mejor paga.
Esta competencia intensificada, a su vez, reducirá los salarios de los trabajadores calificados —en sectores como la construcción, por ejemplo—, que podrían absorber un aumento repentino en la oferta de mano de obra.
Socialismo
La IA puede acelerar la expansión del trabajo precario. Pero toda acción tiene una reacción. Los trabajadores no están aceptando pasivamente los ataques de los patronos.
Nuevas capas —en la economía de plataformas, la industria tecnológica y otros sectores— están comenzando a organizarse. Nuevas generaciones de trabajadores están ingresando a los sindicatos tradicionales. Y profesiones antes consideradas de clase media, como médicos y profesores universitarios, están recurriendo a huelga.
Estas luchas deben tener como objetivo la expropiación de los multimillonarios. Los barones tecnológicos no pueden ser regulados. Tienen a los políticos capitalistas en sus bolsillos.
Los comunistas no somos luditas1. No nos oponemos a las máquinas ni a la automatización, incluida la IA.
Sin un cambio fundamental del sistema, sin embargo, para poner a los trabajadores al mando, la tecnología siempre trabajará contra nosotros.
Por eso, los trabajadores debemos organizarnos para tomar el control de los servidores de IA y los centros de datos, para poner la tecnología moderna a trabajar a nuestro favor, no en nuestra contra.
Para resolver realmente los problemas y contradicciones que plantea el cambio tecnológico, necesitamos propiedad común de los medios de producción, control obrero y planificación socialista.
- Personas que rechazan o temen la tecnología moderna. El término surge a principios del siglo 19, durante la Revolución Industrial en Inglaterra, para identificar los trabajadores que destruían las máquinas en las fábricas textiles por considerarlas responsables de la pérdida de empleo y el empeoramiento de sus condiciones laborales.