Existen muchas formas de explotación hacia la mujer dentro del capitalismo que vienen de una misma raíz: el vender tu fuerza de trabajo al capital y la mercantilización del cuerpo femenino toma distintas formas; el vientre de alquiler, gestación subrogada o hasta maternidad subrogada ha sido un mecanismo de lucro y enriquecimiento importante. Maternar en la historia de la humanidad ha sufrido transformaciones, en épocas primitivas las tareas de crianza se asumían de manera colectiva y hoy día en una sociedad dividida en clases, la maternidad bajo el capitalismo está determinada por las condiciones de clase. Las mujeres de la clase burguesa siempre han tenido a su servicio a mujeres de la clase trabajadora para ayudar en esta tarea.
En los siglos XV al XIX, existían las nodrizas, mujeres de clase baja que alimentaban con su propia leche a los hijos de las aristócratas y burguesas como medio de subsistencia. Estas mujeres podían mantenerse en oficio durante años, sufriendo graves daños de salud como consecuencia, algunos de ellos siendo desnutrición, fatiga crónica, debilidad muscular y en algunos casos hasta osteoporosis. Por otro lado, las niñeras e institutrices jugaban el papel principal en el cuidado y educación de los hijos de los aristócratas. Así, vemos que en los distintos episodios de la humanidad, la cuestión de la reproducción, cuidados y crianza siempre han estado en manos de mujeres de clase baja, las cuales han estado subordinadas a mujeres de clase alta. Hoy, una de las prácticas que evidencian claramente esta situación es la gestación subrogada.
La maternidad como industria
Actualmente la gestación subrogada es una industria millonaria. El tamaño del mercado mundial de subrogancia se estimó en 22,4 millones de dólares en 2024. Se espera que el mercado crezca de USD 27,9 mil millones en 2025 a USD 129,9 mil millones en 2032 según datos de Global Market Insights, siendo Estados Unidos el país donde está más desarrollada.
El mercado del vientre de alquiler muestra esta práctica como un acto altruista, es poder regalarle a personas infértiles la oportunidad de ser padres, el poder ayudar a su sueño de construir una familia. Existe un marketing emocional al respecto, fotografías, testimonios, frases como “La ciencia al servicio del amor”, en países donde está prohibida esta práctica o solo se permite de forma altruista, sin recibir pago, la publicidad se disfraza de información educativa y redirige a foros privados.
Citaré un texto de una clínica de fertilidad donde explica la historia de la gestación subrogada:
“La maternidad subrogada consiste en que una mujer o una persona geste un bebé para una pareja o un individuo que no puede concebir por sí mismo. El concepto general puede parecer moderno, pero existe desde la antigüedad. Sin embargo, el proceso, especialmente el de gestación subrogada, es muy diferente hoy en día y ha evolucionado hasta convertirse en una experiencia ética, legal y de apoyo para los futuros padres y las madres de alquiler…¿Cuándo comenzó la maternidad subrogada? ¿Desde cuándo existe la gestación subrogada? La práctica comenzó hace miles de años, remontándose a los babilonios, que permitían la maternidad subrogada para evitar el divorcio. Sin embargo, la primera descripción conocida de la maternidad subrogada se encuentra en el libro del Génesis, en la historia de Sara y su marido Abraham. Sara experimentó infertilidad, por lo que pidió a su sierva Agar que gestara el hijo de Abraham. Abraham dejó embarazada a Agar, y ella les dio a él y a Sara un hijo llamado Ismael.Hay más en el libro del Génesis: la historia de Raquel y Jacob. Al igual que Sara, Raquel no podía concebir. Le dijo a su marido Jacob que fuera a ver a su criada Bilha para que pudiera «tener hijos a través de ella».”
https://creativefamilyconnections.com/es/blog/history-of-surrogacy/
Es decir, pintan esta situación como algo normal, un fenómeno que ha sido parte de la humanidad por siglos, citan incluso a la biblia para comprobar la existencia de tales mujeres desde épocas antiguas. Ello es cierto, sin embargo tenemos que hacer una precisión: Agar y Bilha no eran mujeres que por gracia de su bondad accedían a ayudar a estas parejas, estas mujeres eran esclavas, materia apropiada y obligada a subordinar su cuerpo a los deseos de los y las señoras a riesgo de perder la vida.
La gestación subrogada surgió como una alternativa médica para parejas heterosexuales con problemas de infertilidad, en un contexto restringido y accesible solo para quienes contaban con los recursos legales y económicos necesarios. Sin embargo, con su evolución hacia una industria lucrativa, este recurso se ha extendido a personas solteras y parejas homoparentales, a cualquiera que pueda pagar por ello. Hoy en día, resulta cada vez más frecuente que individuos sin dificultades reproductivas, e incluso con hijos biológicos, recurren a la gestación subrogada, lo que plantea serias preguntas sobre la mercantilización del cuerpo y el deseo de ejercer la maternidad o paternidad a toda costa.
Un caso mediático que estalló en los últimos meses fue el de la heredera Paris Hilton que declaró que le aterraba estar embarazada o tener que someterse a tratamientos por traumas del pasado, y recurrió a la maternidad subrogada 2 veces. Otro fue el de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, activista feminista, poscolonialista e interseccional, que declaró que la unica forma de publicar sus libros y tener hijos fue el contratar a un madre de alquiler, y no tener que hacer una “pausa” en su vida. Estas personas se pudieron dar el lujo de no pasar por el “terror” del embarazo o dejar su vida de activista feminista en pausa, ejemplos sobran de casos donde la infertilidad no es un factor para decidir pagar para que alguien más geste a su hijo.
¿Pero cuáles son los riesgos de este acto altruista? ¿Cuál es y quiénes cobran el costo de regalarle esta “pausa” a este grupo limitado de personas?
Según la OMS, los principales riesgos durante el embarazo incluyen hemorragias graves, infecciones, preeclampsia y eclampsia, complicaciones en el parto y abortos peligrosos. También se consideran riesgos importantes la hipertensión arterial durante el embarazo, los abortos involuntarios, la diabetes gestacional. Se ha evidenciado que el 7,8% de las mujeres embarazadas para una gestación subrogada sufrió riesgo de mortalidad severa durante el embarazo, frente al 4,3% de las mujeres embarazadas mediante una in vitro convencional, o el 2% de las embarazadas de forma natural. Esto sin contar con el proceso del puerperio y la depresión postparto.
La realidad es que el ser gestante y someterse a estos riesgos solo tiene un fin, generar recursos económicos, en promedio una gestación subrogada cuesta 150 mil dólares de los cuales la gestante sólo recibe entre el 20 y 30%, es decir máximo 45 mil dólares, los datos no oficiales dicen que la mayoría de las madres gestantes son de clase social baja, la cual tiene ingreso anual promedio de 35 mil dólares, así que la gestación implica obtener un año de ingreso para familias de bajos recursos, mujeres con hijos propios, ya que en la mayoría de los casos para ser gestante es un requisito el haber tenido embarazos sanos.
La maternidad subrogada representa una forma moderna de explotación del cuerpo femenino, donde las mujeres de la clase trabajadora —especialmente en contextos de pobreza o vulnerabilidad económica— son utilizadas como instrumentos reproductivos al servicio de los deseos de quienes tienen poder adquisitivo. Este fenómeno perpetúa una lógica capitalista en la que el cuerpo humano se convierte en mercancía, y la capacidad reproductiva de la mujer se transforma en un servicio comparable. Lejos de ser una elección verdaderamente libre, muchas veces la subrogación es una opción obligada por la necesidad económica, lo que refuerza la desigualdad estructural entre quienes venden su capacidad de gestar y quienes pueden pagar por ella. Es otra forma de explotación para la mujer, bajo una falsa premisa de la decisión autónoma sobre nuestro cuerpo, no se reconoce el nivel de explotación que existe, o las condiciones materiales que llevan a una mujer a decidir vender su cuerpo de esta forma. En febrero de este año se dio la noticia de una fábrica clandestina de óvulos en el país de Georgia, donde mujeres estaban esclavizadas, sometidas a tratamientos de fertilidad para la producción de óvulos que después eran traficados. Esto es lo que está detrás de la industria de fertilidad y gestación subrogada, la explotación de los cuerpos de las mujeres.
La solución no radica en la simple prohibición de la maternidad subrogada, sino en la transformación profunda del sistema que empuja a las mujeres, especialmente a las más vulnerables, a comercializar su capacidad reproductiva como única salida económica. Por eso, la lucha por el comunismo se vuelve urgente: solo en una sociedad libre de explotación, donde las necesidades básicas estén garantizadas para todas, las mujeres podremos decidir sobre nuestros cuerpos sin presiones materiales ni coerción disfrazada de elección.